Día 23: Mount Rainier NP - Seattle ✏️ Diarios de Viajes de USA

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- Mount Ranier Paradise Inn

Y así llegó nuestro último día del recorrido. Nos despertamos con cierto aire de melancolía. Aquél fantástico viaje estaba llegando a su final. Pero aún queda un día y queríamos aprovecharlo.

Bajamos a la cafetería a desayunar, donde nos encontramos al hombre del matrimonio que conocimos la tarde anterior. Tras intercambiar unas breves palabras, nos despedimos de él y le dimos recuerdos para su esposa.

Tras desayunar, hicimos el check-out. Yo me quedé en la puerta del lodge con las maletas esperando a que A acercara el coche. Cargamos las maletas en el maletero y entonces apareció la señora del matrimonio de Seattle. Quería despedirse de nosotros, dándonos las gracias por la charla de la tarde anterior. No sé por qué pero, aquél gesto de salir a despedirse me llegó al corazón. Ahora ya pasado el tiempo recordamos a aquél matrimonio de Seattle con mucho cariño.

Salimos con el coche del Paradise Inn y mientras lo hacíamos, decidimos pasarnos un momento por los Reflection Lakes, ya que estaban junto a la carretera y apenas suponía un leve desvío del recorrido previsto en dirección a Seattle. Queríamos dar una última oportunidad a poder conseguir la imagen de la cima del monte reflejada en el lago.

- Reflection Lakes

Y esta vez sí que hubo suerte.

A aquella hora de la mañana, la niebla se levantaba de las aguas del lago dando una imagen bien bonita.



Pero evidentemente, la imagen más esperada fue esta otra.


Reflection Lakes

Con la misión, ahora sí, totalmente cumplida, enfilamos camino a Seattle. Dejábamos con mucha pena el Mount Rainier, otra enorme sorpresa del viaje. Lo abandonábamos con la sensación de dejarnos muchísimo por descubrir de este parque, así que nos hemos marcado el firme propósito de volver algún día. Así que, si puedes, no te pierdas visitarlo.

* Seattle

Y llegó el momento de la última parada del recorrido. Seattle era una ciudad que teníamos muchas ganas de conocer. En los "bocetos" iniciales del recorrido del viaje, pasábamos dos días en ella para conocerla con un poco de tranquilidad, pero el ir descubriendo las maravillas naturales que suponían los parques que íbamos a visitar, empezamos a buscar cómo sacar tiempo de dónde no lo teníamos. No tuvimos más remedio que quitar días de otras visitas y en este sentido la gran perjudicada fue Seattle. Todo no se puede tener.

Tardamos algo más de dos horas en el trayecto desde Mount Rainier hasta Seattle.

En cuánto divisamos el skyline de la ciudad, hicimos uso una última vez de la carpeta de música de On Location para poner en el coche algunas de las canciones que tanto me recordaban a la serie Anatomía de Grey. Sí, sé que quizás entrar en la cuna del grunge escuchando según que música a algunos les podrá parecer un pecado, pero es lo que hay...

- Public Market

Fuimos directamente a la zona del Public Market y dejamos el coche en un aparcamiento exterior de pago.

Pronto nos encontramos delantes de las letras rojas del conocido letrero del mercado.



Antes de entrar, paseamos un poco por fuera haciendo la inevitable visita del primer Starbucks. La consabida cola en la puerta fue lo que nos dió la pista de su localización.



Ni por un momento consideramos la posibilidad de gastar nuestro poco tiempo en Seattle esperando para tomar un café, así que seguimos curioseando por los alrededores.

Las calles que rodean el Public Market estaban atestadas de turistas. La verdad es que era una imagen que no habíamos echado de menos durante el viaje.

El interior estaba también atestado de turistas. Lamentablemente ese no era suficiente motivo para que abrieran la mayoría de tiendas. Y es que estábamos en día festivo (Día del trabajo), supongo que no el mejor día para visitar un mercado como aquél. Sí, alguna pescadería estaba abierta, pero nada de lanzarse los pescados de un lado a otro.



Curioseando, llegamos al piso de abajo, donde entramos en una interesante tienda de magia y en otra tienda, paraíso de cualquier friki del cine y las series. Lo que más me llamó la anteción es que te vendían los guiones de montones de películas y de los capítulos pilotos de alguna serie. Tentado estuve de llevarme unos cuántos para casa, pero por tema de espacio iba a ser imposible. Y es que el episodio de hacer de intermediarios entre nuestro amigo y su familia no había acabado. Pero a eso llegaré más tarde.

También encontramos una terraza donde habían montado un jardín y huerto urbano desde donde tenías una vistas del Puget Sound, con la noria de Seattle en primer plano. Por cierto, ¿qué les ha dado a todas las grandes ciudades de poner una gigantesca noria?. En fin, las vistas no eran ninguna maravilla.



Salimos una vez más al exterior del mercado, por donde paseamos un poco más.





Tras eso, decidimos que había llegado el momento de cambiar de aires.

La verdad que nos sentimos un poco defraudados por el Public Market. Éramos conscientes de que el visitarlo en festivo había sido un punto determinante para ello. La próxima visita a Seattle procuraríamos que fuera no festivo y entre semana.

- Space Needle

Nuestra siguiente visita fue el símbolo de la ciudad de Seattle, la Space Needle.



Era cerca del mediodía y la hora no era casualidad, ya que desde Barcelona habíamos reservado hora para comer en el restaurante de la Space Needle. Como se ha hablado mucho en el foro, con lo que cuesta el precio de subir al mirador, te merece la pena pagarte una comida en el restaurante, con lo que tienes incluido el acceso al mirador.

Llegamos con el coche a la base de la torre, pero el aparcamiento estaba lleno, así que, alejándonos un poquito, encontramos sitio en la calle sin tener que pagar.

Volvimos a la Space Needle, donde en recepción tenían nota de nuestra reserva. Nos indicaron que volviéramos un rato después para acceder al restaurante. Nos entretuvimos curioseando en la tienda de recuerdos.

Cuando llegó el momento, hicimos cola para subir a los ascensores. En pocos segundos llegamos a la entrada del restaurante. Nos hicieron esperar otro poco, pero pronto vinieron a buscarnos.
El restaurante está montado en una plataforma giratoria que se mueve lentamente. De esta manera acabas disfrutando de una visita de 360 grados sin moverte de la mesa donde esté sentado. A pesar de lo que pueda parecer, en ningún momento tienes sensación de mareo. ¡Y os lo dice alguien que se marea con cualquier cosa! (en los desayunos del viaje no faltó ningún día mi pastilla para el mareo)

Seguimos al camarero con algo de dificultad para adaptarnos al movimiento de la plataforma y ¡perfecto!, nos sentaban en primera linea, junto a la cristalera.

Cuando nos dieron la carta vimos que no servían el menú habitual. Al ser festivo lo que servían era un brunch. Bueno, ¡qué le íbamos a hacer! Hicimos el pedido y nos dedicamos a disfrutar de la comida (muy rica) y de las vistas.


Vistas del centro de Seattle desde dentro del restaurante


Detalle en el que se intuye el Mount Rainier

Tras la deliciosa comida... quiero decir... brunch, subimos al mirador a acabar de disfrutar de las vistas.

Todo hay que decir que no son ninguna maravilla, más que nada porque la imagen más atractiva de la ciudad es su skyline incluyendo la Space Needle, pero mereció la pena la visita.


Centro de Seattle, con el Mount Rainier algo desdibujado


Puget Sound

Las vistas del Puget Sound nos pusieron especialmente melancólicos, especialmente al observar a un ferry cruzar sus aguas. Hacía 22 días que montados en un ferry como aquél iniciábamos nuestro viaje.

Tras dejar la Space Needle, dimos una vuelta por el parque donde se encuentra. Lo mejor del paseo fue encontrar buenas perspectivas desde donde fotografiar la torre. Por lo demás nos pareció un lugar bastante desangelado.



Acabamos el paseo en el Museum of Pop Culture, alojado en un precioso edificio.


Museum of Pop Culture

En su interior se aloja el museo de la música de Seattle. Ahora, pasado el tiempo, nos arrepentimos de no haberlo visitado.

- Kerry Park

Volvimos al coche para ir a buscar nuevas vistas con la visita a Kerry Park, el mejor punto de la ciudad para disfrutar del skyline al atardecer.

Patricia nos llevó a cruzar las vías del tren, con tan mala suerte que en ese momento pasaron no uno, sinó dos de esos eternos trenes mercancías. No exagero cuando os digo que estuvimos un cuarto de hora esperando a que pasar el tren y se abrieran las barreras del paso a nivel.

Tras abandonar la zona portuaria entramos en una zona totalmente residencial. No tardamos mucho en llegar al Kerry Park. Pudimos aparcar justo delante.

Lástima que el día nublado no diera para mucho en lo que a las vistas se refiere. Esto es lo mejor que pudimos sacar.



Dejamos Kerry Park y decidimos acercarnos a Pioneer Square, pero el ambiente que vimos por los alrededores, muy solitarios y las pocas personas presentes no muy tranquilizadoras, nos hicieron cambiar de dirección y volvimos a las inmediaciones de la Space Needle.

- Centro de la ciudad

Allí dejamos el coche e iniciamos un recorrido a pie que teníamos en una de las guías que llevábamos y que recorría una parte del centro de la ciudad. En el recorrido estaba incluído una parada en el Top Pot Doughnuts, una tienda de donuts famosa porque al parecer son los favoritos de Obama.



Al entrar nos encontramos con una imagen más que típica: una pareja de policías disfrutando de unos donuts.

Hicimos nuestro pedido y disfrutamos de una buena merienda. La verdad que más que donuts me recordaron a los roscos que se hacen en muchas partes de España.


Nuestra selección

Tras los donuts fuimos siguiendo la ruta marcada, que pasaba por diferentes edificios y calles interesantes.





Pero entre que era festivo tarde, que no se veía un alma por la calle, el cielo encapotado, nuestra melancolía por ser el último día... Todo se nos juntó y, un recorrido que nos llevaría al Public Market de nuevo, decidimos acortarlo para volver al coche.

Las ganas de visitar Seattle se nos habían pasado. Ya sólo nos apetecía irnos al hotel y acabar el día.

Que no os lleve a error. A pesar de lo que pueda parecer, no nos marchamos de Seattle con una sensación mala. Más bien fue una sensación de estar visitando la ciudad en un momento inadecuado y de la manera más inadecuada. Estábamos seguros que para disfrutarla deberíamos haber pasado un par de días en ella, a ser posible de diario, para así poder vivir más sus calles y su gente, visitar sus famosas cafeterías, ver alguna actuación de música en vivo, hacer una ruta guíada por Pioneer Square...

Así que queda pendiente volver a Seattle en otras condiciones mejores. Lo haremos sin ninguna duda, ya que varios de los recorridos que nos quedan pendientes por hacer por los Estados Unidos pasan por Seattle. Así que quede claro, para nosotros Seattle sigue siendo una visita pendiente para un próximo viaje.

* Comfort Inn (Kent)

Teníamos reserva para pasar la noche en el Comfort Inn, en la ciudad de Kent. El motivo no fue otro que buscar un hotel próximo al aeropuerto y a buen precio. Y este fue el elegido (121 €, desayuno incluído).

No recuerdo exactamente cuánto tiempo tardamos en llegar. Lo que si que recuerdo es que la lluvia nos acompañó todo el camino.

Cuando por fin llegamos a la recepción e hicimos el chek-in, nos entregaron una enorme caja de cartón. Y es que, la familia de nuestro amigo quería mandarle una serie de cosas de vuelta a través de nosotros. Ya sabíamos que esto sería así y ya nos avisaron que nos enviarían las cosas al hotel del último día del viaje, lo que no esperábamos era la gigantesca caja que supuestamente debíamos llevar.

Subimos a la habitación con las maletas y el cajetón. Iba a ser imposible meter aquello en nuestras ya de por sí a reventar. Así que tras comunicarnos con la familia de nuestro amigo, decidimos excluir algunas cosas del cargamento, llevándonos lo más importante.


Interior de la habitación

Tras la faena hecha, aprovechamos que el hotel disponía de piscina y jacuzzi y nos fuimos allá a relajarnos. Aquél rato metidos en el jacuzzi nos dió la vida, os lo puedo asegurar.

Ya más relajados, volvimos a la habitación y pusimos sobre la mesa los restos de comida que teníamos. Tras mirarlos todos, nos dimos cuenta de que no teníamos ni ganas de cenar. De este ánimo estábamos. Así que decidimos dejarlo todo en la habitación por si alguien lo quisiera aprovechar y nos fuimos a dormir.

Ya sólo nos quedaba la vuelta a casa.

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