Hoy nos damos el lujo de levantarnos a las 8h, nos hemos pegado más de 10 horas en el sobre...
Tras arreglitos varios, bajamos a desayunar. El desayuno se realiza alrededor de la piscina, la verdad que es agradable, no hace excesivo calor pese a estar al “aire libre” pero hay un chorrón de gente que para conseguir tus huevos parece que estés en la parada del mercado...
Pero bueno, no tenemos prisa, hoy dedicaremos el día a descubrir algo de Ho Chi Minh, así que desayunamos relajados. Buen desayuno, eso sí. Los camareros visten como de hawaianos-caribeños, eso sí, algo extraño (camisas hawaianas con piñas etc...).
Tras arreglitos varios, bajamos a desayunar. El desayuno se realiza alrededor de la piscina, la verdad que es agradable, no hace excesivo calor pese a estar al “aire libre” pero hay un chorrón de gente que para conseguir tus huevos parece que estés en la parada del mercado...
Pero bueno, no tenemos prisa, hoy dedicaremos el día a descubrir algo de Ho Chi Minh, así que desayunamos relajados. Buen desayuno, eso sí. Los camareros visten como de hawaianos-caribeños, eso sí, algo extraño (camisas hawaianas con piñas etc...).
Nuestra primer destino hoy es el Museo de los Restros de Guerra. Nos acercamos desde el hotel andando, a unos 20 minutos a paso ligerito. Cómo no, para llegar hasta allí, sorteamos tráfico imposible, aunque hay que decir que pese a haber muchas más motos y más coches que en Hanoi, hay más orden en el tráfico que en la capital (en Saigón se respetan casi siempre los semáforos, por ejemplo).
Comentar que el estilo de vida de los habitantes de Saigón nos resulta más familiar que lo que hemos visto en el resto del país; gente que pasea al perro, por ejemplo, ¡¡hecho insólito que en Saigón ocurre!!
Llegamos allí y compramos los tickets; hay una cola larga pero va ligera. Una pareja de vietnamitas se nos intentan colar por la jeta, pero que no, que estamos algo cansados que los vietnamitas no comprendan el concepto de cola y les montamos el pollo... Nada, ellos no sufren ni se ponen colorados ante la adversidad.
Ojo con los horarios, el museo cierra de 12 a 13:30h de la mañana, no dejéis la visita para muy entrada la mañana.
Íbamos mentalizados que sería una visita dura, pero nunca se está lo suficientemente mentalizado. Francamente, no es apto para todos los públicos ni sensiblismos. Puedo decir que es de los lugares más duros en los que he estado. Las fotografías que forran todas las paredes del museo (que no es pequeño) son escalofriantes, muy muy gráficas. Solo decir que la famosa fotografía de la niña del Napalm que ganó el Pulitzer y que todos tenemos en mente, es de lo más Disney de por ahí...
Básicamente el museo muestra los horrores sufridos por los civiles que vivieron esa guerra, y las consecuencias que dejaron en muchos de los que la sobrevivieron.
Son dos plantas de museo, cada fotografía es más bestia que la anterior, la verdad que es horroroso, a la par de recomendable.
Cabe destacar que se respira cierto partidismo (como en cualquier museo dedicado a cualquier guerra), haciendo especial hincapié en los desastres y guarradas que hicieron los yankees en ese país, pero bueno, hay que recordar que una guerra es una guerra y en fin, no entraremos en debate político, pero los ganadores siempre suelen ser los buenos y Ho Chi Minh el puto amo. Hasta aquí mi humilde opinión.
Especialmente dura la sección dedicada al tristemente “famoso” Napalm, la cantidad de víctimas infantiles, gente mayor... y el desastre a nivel ecológico que sufrió un país tan bonito a causa de el maldito agente naranja.
Muy interesante me pareció el intentar entender cómo se sentían los soldados estadounidenses en un país como aquél, con un clima como ese, y cómo se volvieron completamente locos al desconfiar hasta de su sombra, ya que cualquier vietnamita (civil) podía disponer de algún arma en cualquier lugar. Se volvieron locos de atar, suspicaces a más no poder, y eso el museo lo refleja muy muy bien.
En fin, que más drama imposible.
Fuera del museo, hay una exhibición de tanques, helicópteros y demás artilugios bélicos, que a mi, ni fu ni fa, pero el colega se quedó embelesado un buen rato.
Llegamos allí y compramos los tickets; hay una cola larga pero va ligera. Una pareja de vietnamitas se nos intentan colar por la jeta, pero que no, que estamos algo cansados que los vietnamitas no comprendan el concepto de cola y les montamos el pollo... Nada, ellos no sufren ni se ponen colorados ante la adversidad.
Ojo con los horarios, el museo cierra de 12 a 13:30h de la mañana, no dejéis la visita para muy entrada la mañana.
Íbamos mentalizados que sería una visita dura, pero nunca se está lo suficientemente mentalizado. Francamente, no es apto para todos los públicos ni sensiblismos. Puedo decir que es de los lugares más duros en los que he estado. Las fotografías que forran todas las paredes del museo (que no es pequeño) son escalofriantes, muy muy gráficas. Solo decir que la famosa fotografía de la niña del Napalm que ganó el Pulitzer y que todos tenemos en mente, es de lo más Disney de por ahí...
Básicamente el museo muestra los horrores sufridos por los civiles que vivieron esa guerra, y las consecuencias que dejaron en muchos de los que la sobrevivieron.
Son dos plantas de museo, cada fotografía es más bestia que la anterior, la verdad que es horroroso, a la par de recomendable.
Cabe destacar que se respira cierto partidismo (como en cualquier museo dedicado a cualquier guerra), haciendo especial hincapié en los desastres y guarradas que hicieron los yankees en ese país, pero bueno, hay que recordar que una guerra es una guerra y en fin, no entraremos en debate político, pero los ganadores siempre suelen ser los buenos y Ho Chi Minh el puto amo. Hasta aquí mi humilde opinión.
Especialmente dura la sección dedicada al tristemente “famoso” Napalm, la cantidad de víctimas infantiles, gente mayor... y el desastre a nivel ecológico que sufrió un país tan bonito a causa de el maldito agente naranja.
Muy interesante me pareció el intentar entender cómo se sentían los soldados estadounidenses en un país como aquél, con un clima como ese, y cómo se volvieron completamente locos al desconfiar hasta de su sombra, ya que cualquier vietnamita (civil) podía disponer de algún arma en cualquier lugar. Se volvieron locos de atar, suspicaces a más no poder, y eso el museo lo refleja muy muy bien.
En fin, que más drama imposible.
Fuera del museo, hay una exhibición de tanques, helicópteros y demás artilugios bélicos, que a mi, ni fu ni fa, pero el colega se quedó embelesado un buen rato.
Destacar que dentro del museo hay como tienditas, donde se venden objetos relacionados con el país y su historia, pero también camisetas de Juego de Tronos, espadas... nos pareció mega raro y friki a tope
Tras la visita, alrededor de 1 hora y media sin recrearnos demasiado, dimos por zanjada la visita.
Nuestra siguiente viista sería el barrio de Cholon, el barrio chino de Saigón. Decidimos coger un taxi a la puerta del museo ya que nos quedaba lejitos. Cogimos un Vinasun (de los fiables, ojo con eso), nos costó 90.000 VND. El taxista no tenía ni idea de donde estaba Cholon, le enseñamos la guía y le costó mogollón ubicarlo.
Una vez allí, nos dedicamos a callejear y a ver un par de pagodas.
La primera que vimos fue la Pagoda Ha Chuong Hoi Quan, dedicada a la diosa de los marineros. Todas las pagodas y templos son oasis en medio del caos y siempre son agradables de visitar.
Tras la visita, alrededor de 1 hora y media sin recrearnos demasiado, dimos por zanjada la visita.
Nuestra siguiente viista sería el barrio de Cholon, el barrio chino de Saigón. Decidimos coger un taxi a la puerta del museo ya que nos quedaba lejitos. Cogimos un Vinasun (de los fiables, ojo con eso), nos costó 90.000 VND. El taxista no tenía ni idea de donde estaba Cholon, le enseñamos la guía y le costó mogollón ubicarlo.
Una vez allí, nos dedicamos a callejear y a ver un par de pagodas.
La primera que vimos fue la Pagoda Ha Chuong Hoi Quan, dedicada a la diosa de los marineros. Todas las pagodas y templos son oasis en medio del caos y siempre son agradables de visitar.
La siguiente en visitar fue la Pagoda de Phuoc An Hoi Quan, con un jardincito muy cuco a la entrada. Es muy visual, toda roja y con un montón de “pongos” por todos lados. Esta pagoda es famosa por disponer de una figura de un caballo a la entrada; dicen que da suerte al viajero y no dejamos de tocarle la campana como dice la tradición.
Hay que decir que esta pagoda estaba “pasada” de incienso, se hacía difícil respirar. Aquí vimos como varias personas entraban a rezar, vimos un hombre con un niño pequeño muy mono en plena faena. La escena era muy fotogénica pero preferimos respetar su intimidad.
Hay que decir que esta pagoda estaba “pasada” de incienso, se hacía difícil respirar. Aquí vimos como varias personas entraban a rezar, vimos un hombre con un niño pequeño muy mono en plena faena. La escena era muy fotogénica pero preferimos respetar su intimidad.
Tras las visitas de las pagodas, dimos una buena vuelta por Cholon. El barrio, pues chino, comercios chinos, mercados al aire libre de comida y muchos comercios tipo farmacia con potingues y medicinas chinas. No había ni un turista, y tampoco se veía mucho movimiento por las calles, la verdad.
El barrio, pues bastante feo, edificios hechos polvo, cablerío por todos laos, pero bueno, tuvo su gracia.
El barrio, pues bastante feo, edificios hechos polvo, cablerío por todos laos, pero bueno, tuvo su gracia.
Tras patear un rato sus calles, decidimos volver al Distrito 1 a comer, para estar cerca del hotel y poder descansar tras la comida un ratillo (sí, somos siestafan si se puede ).
Así que otro taxi y pallí que fuimos.
Ese mediodía comimos en un bareto cercano al hotel, un par de hamburguesas bastante ricas (con muchas verduras, salsa de soja..., hamburguesa pero asiática, nada de ketchup o mostaza), y tras la comida y las cervecitas de rigor, hicimos un alto en el camino.
Salimos de nuevo a la calle a eso de las 17h y nos dirigimos andando a la zona comercial de Dong Khoi, donde se encuentran las tiendas más “occidentales”. Recorrimos la calle principal, donde se haya la estatua de Ho Chi Minh.
Así que otro taxi y pallí que fuimos.
Ese mediodía comimos en un bareto cercano al hotel, un par de hamburguesas bastante ricas (con muchas verduras, salsa de soja..., hamburguesa pero asiática, nada de ketchup o mostaza), y tras la comida y las cervecitas de rigor, hicimos un alto en el camino.
Salimos de nuevo a la calle a eso de las 17h y nos dirigimos andando a la zona comercial de Dong Khoi, donde se encuentran las tiendas más “occidentales”. Recorrimos la calle principal, donde se haya la estatua de Ho Chi Minh.
La calle es agradable de pasear, no parece tanto Vietnam, podríamos estar en cualquier ciudad del mundo. Comercios tipo Starbucks y Adidas habitan la zona, con gente que pasea, toma helado y donde no hay motos que atropellen al viandante.
Aprovechamos para comprarnos unas bambas Adidas a buen precio (menos de 50 euros).
Vemos el Teatro de la Ópera y el Edificio del comité del Pueblo, edificaciones que bien podían ser europeas si las miras de refilón.
No tenemos fotos, ya que estaba la zona en obras porque estan haciendo metro y había andamios y movidas por todos lados.
También entramos en un centro comercial, flipamos un poco porque es el primero con el que nos topamos desde que estamos en Vietnam. Tiendas como Mango y TopShop, algo más caras que aquí, Converse al mismo precio... Tampoco vemos gangas brutales, no.
En la tercera planta está el cine, ver una peli cuesta menos de 4 euros, en vietnamita en VO subtitulada... estamos tentados a ver una peli en vietnamita, pero finalmente preferimos seguir callejeando. Lo dejamos para la próxima...
Al salir del centro comercial nos topamos con un mercado nocturno, que bueno, es más de lo mismo, vegetales varios, carne colgada de pinchos al “fresco” y pescado vivo en bidones de agua minúsculos; las condiciones de higiene del país respecto a alimentación son bastante precarias, me extraña mucho como los vietnamitas son tan carnívoros (esos animales llevan allí desde vete tu a saber con toda la calima, el sol, la contaminación... ).
Aprovechamos para comprarnos unas bambas Adidas a buen precio (menos de 50 euros).
Vemos el Teatro de la Ópera y el Edificio del comité del Pueblo, edificaciones que bien podían ser europeas si las miras de refilón.
No tenemos fotos, ya que estaba la zona en obras porque estan haciendo metro y había andamios y movidas por todos lados.
También entramos en un centro comercial, flipamos un poco porque es el primero con el que nos topamos desde que estamos en Vietnam. Tiendas como Mango y TopShop, algo más caras que aquí, Converse al mismo precio... Tampoco vemos gangas brutales, no.
En la tercera planta está el cine, ver una peli cuesta menos de 4 euros, en vietnamita en VO subtitulada... estamos tentados a ver una peli en vietnamita, pero finalmente preferimos seguir callejeando. Lo dejamos para la próxima...
Al salir del centro comercial nos topamos con un mercado nocturno, que bueno, es más de lo mismo, vegetales varios, carne colgada de pinchos al “fresco” y pescado vivo en bidones de agua minúsculos; las condiciones de higiene del país respecto a alimentación son bastante precarias, me extraña mucho como los vietnamitas son tan carnívoros (esos animales llevan allí desde vete tu a saber con toda la calima, el sol, la contaminación... ).
Si bien es verdad que aprovechan mucho más todos los productos (si se mata un pollo, ese pollo se come entero, no como en occidente, que se deshecha más de la mitad del pobre animal), pero madre mía como los tienen a los pobres. Tuvimos suerte de ver poco sacrificio o maltrato de animales terrestres (evitamos deliberadamente esas secciones en los mercados del país ), pero respecto al pescado, es bastante terrible. Los mantienen con vida hasta la agonía, en esos barreños amontonados unos encima de otros...
En fin, después de esta chapa que no podía evitar ofreceros, seguimos con la visita.
Andamos de nuevo hasta el Distrito 1, se acercaba la hora de cenar.
Pasamos por Cong Vien Quach Thi Trang, un plazote enorme al lado del mercado Ben Thanh. Estaba la plaza habilitada para que un montón de niños y niñas montaran en cochecitos en miniatura y dieran vueltecillas por ahí. Nos quedamos un buen rato mirándolos, hay que ver lo bonitas que son las criaturas vientamitas, ¡¡se nos caía la baba!!
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En fin, después de esta chapa que no podía evitar ofreceros, seguimos con la visita.
Andamos de nuevo hasta el Distrito 1, se acercaba la hora de cenar.
Pasamos por Cong Vien Quach Thi Trang, un plazote enorme al lado del mercado Ben Thanh. Estaba la plaza habilitada para que un montón de niños y niñas montaran en cochecitos en miniatura y dieran vueltecillas por ahí. Nos quedamos un buen rato mirándolos, hay que ver lo bonitas que son las criaturas vientamitas, ¡¡se nos caía la baba!!
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Tras el embobe, seguimos camino. Pasamos por una zona musulmana, llena de comida ha lal, venta de alfombras y telas de ese palo, pañuelos y demás. En Saigón hay población musulmana, minoría, pero la hay. Pese a ser asiáticos, se respiraba otro ambientillo, las mujeres tapadas con sus pañuelos y grupos de hombres hablando sin más en las esquinas. Muy distinto al trajín habitual vietnamita, que son de poco hablar entre ellos cuando estan currando, van por faena vamos...
Cenamos en un restaurante vegetariano en una de las calles principales del Distrito 1, en el Huong Sen Vegetarian Restaurant. La comida bien, pero hemos comido mejor en otros sitios. Para un vegetariano, que no tiene problema en comer en cualquier lugar porque siempre hay opciones en todas las cartas, no hace falta comerse mucho el coco en Vietnam.
Si es cierto que la ética hace que busques opciones vegetarianas o veganas, por aquello de no contribuir en la industria y tal, pero vamos, que no es necesario.
Cenamos un curry verde con setas que picaba un poco de más, un sushi de patata que estaba regulero y una berenjena frita. Nos regalaron un plato de nems por no se qué promoción. Dos cervezuelas y ya teníamos el estómago en orden.
Al salir de cenar, la idea era dar otra vuelta por el Distrito 1, lleno de locales de masajes, bares, agencias de viajes y locales dudosos, pero se puso a llover como si no hubiera un mañana. Nos cobijamos bajo un toldo un buen rato, ¡¡qué manera de llover madre mía!!
Muy curioso que todos los puestos callejeros, de comida, tabaco y demás, enseguida sacan su fundita de plástico y nada, a seguir.
En menos de 10 minutos había un palmo de agua en el suelo. Aprovechamos que aminoró un pelín para irnos pitando para el hotel, llegando con los pies y medias piernas como si saliéramos de las aguas de un pantano. Fue casi divertido.
Eran más de las 23h, así que como viejóvenes que somos, dimos por zanjado nuestro día en Saigón. Nos ha gustado bastante el día, nos parece una ciudad mucho más habitable que Hanoi.
Esto se acaba, mañana ya sale nuestro vuelo hacia casa, nos da bastante pena, pero todo lo bueno se acaba...
En nuestra última noche en Vietnam, nuestra cabeza da vueltas a todo lo que hemos vivido en este país tan......intenso.
Buenas noches Saigón.[/align]