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Tras el vuelo vía Helsinki aterrizamos a las 10 de la mañana en el aeropuerto de Narita. Los trámites fueron rápidos y en seguida estábamos montados en el Keisei Skyliner que en unos 45 min nos dejaría en Ueno. En el aeropuerto además aprovechamos para comprar la Tokyo Subway Ticket de 72 h, que te permite coger las líneas de metro de la compañía Tokyo Metro y de la Toei Subway. Utilizando ambas puedes moverte perfectamente por toda la ciudad. El día que ya empiezas a funcionar con la JR pues usas la línea JR Yamamote en vez del metro y así ahorras unos yenes.
La verdad que es alucinante lo bien organizado que está el transporte. Las paradas anunciadas en japonés e inglés, los tiempos entre cada trayecto, las líneas marcadas en el suelo de los andenes indicando el modo de formar las filas de espera en cada puerta de cada vagón (líneas que se respetan, nadie empuja) y trabajadores en cada andén de cada estación dispuestos a echarte una mano en caso de duda. Y como curiosidad, destacar que los móviles deben estar sí o sí en modo silencio. También vimos en un par de ocasiones los famosos vagones sólo para mujeres, aunque la verdad es que llevan un cartel discreto (mi novio estuvo a punto de entrar en uno, por equivocación, no?jiji).
Desde Ueno cogemos pues el metro hasta nuestra parada de la línea Ginza, Inarichoooo, y al hotel Mystays Ueno Inaricho a dejar la maleta. El check in en Japón no suele ser hasta las 3 de la tarde, pero al menos dejamos los bultos para empezar nuestra exploración de la ciudad más poblada del mundo.
Nos dirigimos en metro hacia Asakusa, cuya atracción principal es Sensoji, templo budista situado entre varias calles con comercio y restaurantes. Por la calle Nakamise dori, se llega a la puerta Kaminarimon, con el famoso farolillo rojo. Desde ahí, solo hay que caminar recto por la calle llena de puestos de souvenirs hasta llegar a otra gran puerta, Hozomon, y al templo Sensoji. El templo estaba muy animado, sobre todo por los turistas y los estudiantes con sus uniformes peculiares que tantas veces hemos visto en los dibujos animados japoneses.
Comimos por allí unos pinchitos de carne y pudimos comprobar la eficacia del sistema. Siempre hay una caja a la salida de cualquier restaurante, con lo cual no es necesario esperar a que el camarero vaya a tu mesa a cobrarte.
Desde allí nos dirigimos en metro a la zona de Akihabara. La primera impresión impacta, ver tantas luces, letreros, dibujos de ánime…los anuncios no dejan indiferente, te guste o no ese tipo de cosas. Dimos una vuelta por el barrio y volvimos a la zona del hotel a descansar un poco, pues el jetlag y la falta de horas de sueño nos estaba matando, y hay que estar atento para sortear las miles de bicis que circulan por la ciudad!
Al menos sacamos fuerzas para ir a cenar un delicioso ramen en restaurante Juraku junto a la estación de Ueno. Sin desperdicio también la máquina de propaganda mueve fideos del restaurante de al lado…
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