A medida que van quedándose lejanas las vacaciones, voy teniendo un poco más claro qué fue lo que más me gustó de Cuba. Tengo la sensación de haber notado mucho contraste entre la Habana y Viñales. Nada más salir de la capital, el paisaje empieza a cambiar. Vas encontrándote en plena sierra. Viendo de verdad cómo viven. No se si es por la tranquilidad que te aporta alejarte de la ciudad o por todo aquello que hicimos y vimos en los siguientes tres días, que me quedo con Viñales como el segundo sitio más chulo del viaje (el primero aún estaba por llegar).
Nos levantamos temprano, desayunamos rico en la casa y nos marchamos hacia el Viazul. Nos quedaba a unos 5 minutos del Hostal d’Soto así que fue perfecto. Si traes comprados desde casa los billetes, tienes que estar media hora antes para formalizarlos en la ventanilla (se lo toman todo con bastante calma). Después, te empiezan a avisar por la puerta de enfrente de la cola, para que metáis el equipaje en el bus con un número identificativo de tu maleta. Una vez cumplido el trámite, en marcha!
Nuestro viaje fue bastante temprano, por lo que si hacéis el mismo que nosotros, os recomiendo que os llevéis algo de abrigo porque desde bien temprano, encienden el aire acondicionado y te quedas como un pollito durante el trayecto.
Para los obsesos de la puntualidad como nosotros que nos gusta llevarlo todo calculado al milímetro, aquí os va a ser un poco difícil calcular el tiempo de los trayectos. Más que nada porque es muy común que, por ejemplo, el autobús pinche una rueda durante el camino, como nos pasó a nosotros que tuvimos que parar al salir de la Habana en una cochera próxima. Tomadlo con mucha calma, buscad sombrita y cruzad los dedos. Seguro que en nada estáis de vuelta en la carretera. No tardaron ni 40 minutos en arreglarlo así que pronto nos pusimos en el camino.
A mitad de trayecto, es muy probable que el autobús os pare en el Complejo turístico Las Terrazas
Cuando estás llegando, empiezas a ver pistas de lo que vas a encontrarte en el pueblo:
Una vez que lleguéis a Viñales, no os asustéis al bajaros del autobús. Os van a ofrecer casas más baratas que las que tenéis contratadas, restaurantes, taxis… Os va a recordar al caos de La Habana, pero es solo al llegar. Luego vais a estar en la gloria en un ambiente de pueblecito tranquilo.
A nosotros nos recogió un bicitaxi de nuestra casa (casa el porri). A veces les compensa mandarte a alguien que vaya a recogerte porque suele ocurrir que los turistas cambian de casa por precio y dejan tirados a los que tenían previamente contactado por mail.
Lo bueno de habernos quedado en esa casa, sin dudarlo, fueron por las vistas y el desayuno. Después de haber estado en varias ciudades y de poder comparar en función a los 15 días que estuvimos, podemos decir que en cuanto a la acogida, fue la casa más fría en la que estuvimos. Llegamos y El porri estaba bastante ocupado con varias personas que le requerían (están haciendo obras en casa, pero a nosotros no nos molestaron en absoluto ninguno de los días con ruido ni nada). Nos dieron las llaves de la habitación, le preguntamos algún sitio para comer en el pueblo y nos dijeron que todos eran más o menos iguales… En varias ocasiones, les preguntamos para hacer excursiones pero económicamente nos compensaba más contratarlas a través de la oficina del pueblo… Pero bueno. No es una crítica, sino una sensación. Estuvimos allí 3 días agradables disfrutando de las vistas en la azotea en los momentos de tranquilidad, desayunamos rico… Así que eso es lo que importa. Echamos en falta un poco más de cariño al visitante y no tanta la sensación de hostal que, a fin de cuentas, es lo que es. Pero debe ser que tuvimos muchísima suerte con el resto de las casas del viaje y por eso en Viñales nos faltó ese toque.
La situación de la casa es inmejorable. No está en la calle principal, pero las vistas lo dicen todo del lugar. Viñales es Mogotes, es sierra, es paseos a caballo
Y eso hicimos nada más dejar las maletas. Nos estaba esperando un contacto del Porri (lo habíamos hablado por mail antes de llegar a Viñales) para darnos un paseo por la Sierra a caballo. Para los no expertos como nosotros, os recomiendo que no hagáis una ruta muy larga porque los días siguientes no vais a poder moveros de las agujetas. Y super importante, un pantalón largo para las rozaduras en las piernas y los tobillos.
El paseo fueron unas 4 horas si no recuerdo mal (40 cuc los dos, mas propina) y nos llevaron a ver un secadero de tabaco. Nos explicaron el proceso, nos liaron un puro, pudimos comprar allí directamente unos cuantos para regalar… Y luego nos llevaron a un laguito de agua termal (supongo que es normal saliendo de la tierra pero estaba bastante turbia, jajaja! Habían bastantes pececillos y me dio un poco de respeto meterme sin saber lo que había por ahí abajo, pero el chico nos dijo que los turistas se suelen meter). Si quieres meterte, te piden que consumas algo en el minibar que hay improvisado junto al lago.
A la vuelta del camino, casi al llegar, también os van a parar en un minibar como de adobe donde tienen, por módicos precios (7cuc un coco loco y un mojito), cócteles ricos para terminar con buen sabor de boca el paseo.
Después del paseo en caballo totalmente recomendable, nos pegamos una ducha y nos fuimos al pueblo a cenar bastante tempranito. Decidimos ir al mismo bar donde fuimos a almorzar antes de la excursión. El sitio se llamaba el barrio. En la calle principal (Salvador Cisneros 58), se hace fácil encontrarlo porque es de los pocos bares que ves llena su terraza pases a la hora que pases (imagino que por el precio). Nos atendieron bastante rápido, comimos super barato (19 CUC) y yo me volví a pedir la ropa vieja que tanto me gustó en la Habana. Aquí fue donde probé por primera vez la patata dulce que llaman al boniato. Riquíiiisimo! Y como nota curiosa, aceite Carbonell, de mi Andalucía! Para cenar pedimos pasta y estaba bien también (la de Dani fue con langosta y le gustó bastante). Y de precio 15 CUC, genial de precio también (sin postre ni vino).
Ya solo nos quedaba para cerrar un día completito, fumarnos un puro en la azotea disfrutando de la super noche estrellada. Se podía ver perfectamente la vía láctea! Precioso!!
Al día siguiente, más y mejor!