Llegamos pasadas las 19h a Damauili, la capital del Distrito de Tanahun. El autobús nos deja en un margen de la carretera. Allí nos espera el director de la escuela, quien nos lleva a su casa, en la que nos alojaremos los próximos días. Habían preparado cena, es mi primer contacto con el Dal Bhat, la comida nacional nepalí.
Dal Bhat significa, literalmente, arroz y lentejas. Consiste en el arroz hervido de textura pegajosa habitual en Asia, para poder comerse bien con las manos. Se acompaña de un caldo a base de lentejas, verduras salteadas y, en algunas ocasiones, carne. Todo de forma separada para que cada uno lo mezcle a su gusto.
El día siguiente, miércoles, me despierto algo antes de las 7h. Cuando oigo ruido me levanto y bajo a la sala de estar. Tea time! – exclama mi anfitrión. Ya me habían comentado que el desayuno nepalí es un té bebido, a la espera del almuerzo, unas dos horas después. Se trata de la comida sólida ya conocida: dal bhat. En esta ocasión me preguntan si quiero acompañarlo con leche. Me resulta extraño y sólo lo pruebo.
De allí vamos caminando a la Oficina de Educación del Distrito (DEO). Allí nos informan de que están llevando a cabo varios proyectos autorizados por el Departamento de Educación en el Distrito. Nos muestra uno de ellos cuya planta se ajusta a nuestras necesidades, se trata de un edificio de dos plantas con cuatro aulas por planta.
La ONG con la que colaboro ofrece a asociaciones locales su gestión y conocimiento, además del apoyo económico. Son estas agrupaciones quienes se encargan de realizar los trámites administrativos con las autoridades y quienes reciben el proyecto acabado, respondiendo así de su gestión y mantenimiento.
A media mañana, los nepalís toman un tentempié que llaman khaja, que significa literalmente comer y marchar. Suelen ser chowmain, fideos salteados con verdura y/o carne, momos o legumbres estofadas con roti. Después del khaja regresamos a casa para trabajar la documentación facilitada.
Al día siguiente, después del té, empiezo a hacer el presupuesto a partir de los planos y cuadro de precios facilitado. La primera impresión es que el nuevo proyecto supera la inversión autorizada. Sin embargo, la comunidad se ofrece a encontrar otras fuentes de financiación que suplementen la cantidad aportada. La solución parece perfecta: tenemos proyecto y podemos empezar a trabajar inmediatamente.
Después del khaja, nos acercamos en autobús a Kalesti y tomo contacto con la escuela y los profesores. Me presentan a más gente de la que soy capaz de recordar. Sus miradas son una mezcla de curiosidad y respeto. Me resulta extraño. Ya de regreso del colegio, Krisna Hari me lleva a un modesto parque cerca de casa, donde el técnico del DEO espera sentado bajo un árbol. Enseguida nos vemos rodeados de curiosos que siguen atentos la conversación. Le pregunto por algunos aspectos del proyecto que no entiendo, su mujer embarazada hace las funciones de traductora. No parece entender los tecnicismos que comenta su marido, pero sonríe cuando asiento que todo lo que me está diciendo tiene sentido para mí. Acaba por hacerse de noche y Krisna Hari me apremia para ir a cenar.
El viernes, Krisna Hari me invita a acompañarle a su pueblo, tiene cosas que hacer allí. Me excuso, pues tengo que actualizar el presupuesto de acuerdo con lo comentado la noche anterior por el técnico. Creo que no se queda tranquilo con la respuesta y da instrucciones a su hijo para que me saque a pasear. Ya empiezo a interiorizar la nueva rutina. El día amanece nublado, tomo el té a las 7:00, el apagón a las 7:30, el almuerzo a las 9:00, … Esta vez, a las 14:00 Pradeep entra a la habitación y me invita a acompañarlo. Coge el paraguas – me dice – lo necesitarás. A esa hora las nubes ya han desaparecido y el sol aprieta.
Damauli es una ciudad sin ningún interés turístico, no figura en la Lonely Planet. Pero sin duda, como cualquier lugar del mundo, tiene sus atractivos. A la puerta estaba esperando un amigo y tras recorrer las feas calles del ensanche de la ciudad cruzamos un ancho río por una pasarela colgante. Ambos ríen cuando saco fotos. Puentes de estos hay miles en Nepal – comenta.