Ver a las golondrinas realizar sus acrobacias sobre los campos de té hace que se te olviden rápidamente las 4 horas de carretera de montaña que hay que sufrir para tener esta vista delante de tus ojos. Simplemente por contemplar semejante paisaje ya merece la pena llegar hasta aquí.
Al alojarnos en Cameronian Inn coincidimos con Carole, una chica belga que nos acompañó durante los días que pasamos en estas montañas. Llegamos sobre la hora de comer y probamos suerte en uno de los dos restaurantes indios del pueblo, resultó ser un acierto y descubrimos el claypot rice, un plato que rebautizamos como la paella india, buenísimo. Mientras comíamos comenzó a llover de manera increíble, y estuvimos algo más de una hora esperando a que aflojase un poco.
Al llegar al hostel coincidimos de nuevo con Carole, cuando por fin dejó de llover decidimos acercarnos hasta una plantación de té que se encontraba a tres kilómetros andando por carretera. Al llegar al mirador situado a pie de carretera se nos quedó la boca abierta ante uno de los paisajes mas relajantes que he visto nunca. Miles de tonos verdes que se agrupan en pequeños arbustos, parecen salpicados como si alguien los dejase caer desde las alturas de una manera aleatoria que dan forma a una alfombra hecha de pequeñas hojas. Para completar la experiencia no hay nada mejor que acompañar la vista con un té del lugar.
Por la noche conocimos a Ivan y a Guille, dos españoles muy simpáticos que también andan recorriendo tierras asiáticas y con los que hicimos una gran amistad. Una de las razones por las que hemos venido a las Cameron Highlands era por realizar uno de los trekkings que se adentran en estas selvas tropicales. Por suerte nuestro hostelero conoce muy bien la zona y nos recomendó qué sendero tomar y cual no, pues en algunos senderos se han dado casos de atracos a turistas y viajeros. Junto con Carole planeamos el trekking nº 10 que discurre por el interior de la selva y sube hasta el pico Gunung Jasar (1704m) terminando en el pueblo vecino de Birchang.
La ruta resultó ser fantástica, el camino fue fácil de seguir y ayudados por maps.me, una aplicación imprescindible en estas tierras, no tuvimos ningún problema en orientarnos en medio de la espesa jungla. Aunque no vimos mucha fauna, nos encontramos con flores de todo tipo, plantas carnívoras y árboles inmensos mientras nos acompañaban de fondo los sonidos de los pájaros. Al llegar a Birchang estábamos empapados en sudor y nos acercamos a una granja de fresas a descansar un rato. Para regresar a Tanah Rata continuamos por una carretera paralela a la principal que nos condujo hasta un puente de madera colgante desde el que se veía una cascada. Siguiendo el cauce del río regresamos a nuestro punto de partida.
Por la tarde volvimos a repetir el plan de la tarde anterior, difícilmente mejorable, y volvimos a relajarnos ante probablemente una de las vistas más icónicas de Malasia con nuestra taza de té en la mano y una pequeña mantis religiosa en mi rodilla.
Al alojarnos en Cameronian Inn coincidimos con Carole, una chica belga que nos acompañó durante los días que pasamos en estas montañas. Llegamos sobre la hora de comer y probamos suerte en uno de los dos restaurantes indios del pueblo, resultó ser un acierto y descubrimos el claypot rice, un plato que rebautizamos como la paella india, buenísimo. Mientras comíamos comenzó a llover de manera increíble, y estuvimos algo más de una hora esperando a que aflojase un poco.
Al llegar al hostel coincidimos de nuevo con Carole, cuando por fin dejó de llover decidimos acercarnos hasta una plantación de té que se encontraba a tres kilómetros andando por carretera. Al llegar al mirador situado a pie de carretera se nos quedó la boca abierta ante uno de los paisajes mas relajantes que he visto nunca. Miles de tonos verdes que se agrupan en pequeños arbustos, parecen salpicados como si alguien los dejase caer desde las alturas de una manera aleatoria que dan forma a una alfombra hecha de pequeñas hojas. Para completar la experiencia no hay nada mejor que acompañar la vista con un té del lugar.
Por la noche conocimos a Ivan y a Guille, dos españoles muy simpáticos que también andan recorriendo tierras asiáticas y con los que hicimos una gran amistad. Una de las razones por las que hemos venido a las Cameron Highlands era por realizar uno de los trekkings que se adentran en estas selvas tropicales. Por suerte nuestro hostelero conoce muy bien la zona y nos recomendó qué sendero tomar y cual no, pues en algunos senderos se han dado casos de atracos a turistas y viajeros. Junto con Carole planeamos el trekking nº 10 que discurre por el interior de la selva y sube hasta el pico Gunung Jasar (1704m) terminando en el pueblo vecino de Birchang.
La ruta resultó ser fantástica, el camino fue fácil de seguir y ayudados por maps.me, una aplicación imprescindible en estas tierras, no tuvimos ningún problema en orientarnos en medio de la espesa jungla. Aunque no vimos mucha fauna, nos encontramos con flores de todo tipo, plantas carnívoras y árboles inmensos mientras nos acompañaban de fondo los sonidos de los pájaros. Al llegar a Birchang estábamos empapados en sudor y nos acercamos a una granja de fresas a descansar un rato. Para regresar a Tanah Rata continuamos por una carretera paralela a la principal que nos condujo hasta un puente de madera colgante desde el que se veía una cascada. Siguiendo el cauce del río regresamos a nuestro punto de partida.
Por la tarde volvimos a repetir el plan de la tarde anterior, difícilmente mejorable, y volvimos a relajarnos ante probablemente una de las vistas más icónicas de Malasia con nuestra taza de té en la mano y una pequeña mantis religiosa en mi rodilla.