Bajo nuestra opinión Phnom Phem ha sido el lugar que menos nos ha gustado de todos los que hemos visto en los tres meses de viaje por el sudeste asiático. Es una ciudad sin ley, el tráfico es incontrolable, las calles están llena de basuras en vertederos improvisados que se forman en cualquier esquina y la pobreza más profunda se siente a simple vista. Imagino que ésta es una de esas ciudades que o te enganchan o las odias.
Habíamos leído mucho sobre que debíamos tener especial cuidado en esta ciudad porque era bastante normal que se produjeran robos a turistas, nosotros no tuvimos ningún problema y nunca nos sentimos inseguros. Sin embargo me llamó mucho la atención que la mayoría de casas estén casi fortificadas, están totalmente cerradas a cal y canto por rejas, candados, alambres de espino, así una detrás de otra, por lo que imagino que se producirán multitud de robos.
El primer día paseamos por la zona del río y por las calles cercanas al Palacio Real simplemente por dar una vuelta a ver que nos decía esta ciudad y la verdad es que o nosotros estábamos sordos o Phnom Penh se nos quedó muda.
No se nos va de la cabeza el ver a un par de niños de entre unos 3 y 6 años que se encontraban tirados en la calle, totalmente desnudos, junto a un montón de basura. Parecían como si ya no les quedara ningún tipo de esperanzas en sus vidas, desprendían unas miradas que traspasaban el corazón, ni siquiera pedían dinero o comida, simplemente nos miraban con unos ojos que no se nos olvidan. Sus padres estaban tirados a la sombra a unos metros de los pequeños, en Phom Penh hay mucha pobreza y los más pobres no tienen ni tan siquiera para vestir a sus niños. Cuando ves escenas como estas te preguntas muchas cosas, ¿qué pensarán ellos cuando nos ven pasar a nosotros por delante?
Hemos decidido que sólo vamos a pasar dos noches en la capital de Camboya, así que nos va a ser imposible verlo todo en dos días, aunque eso de verlo todo cada vez nos preocupa menos.
Por la tarde nos acercamos hasta el Central Market a dar una vuelta y aprovechamos para comprar algo de comida en un supermercado que encontramos abierto. Hacía ya muchos días que no veíamos ninguno y encontrarnos uno fue una grata sorpresa. Además por primera vez desde que comenzamos el viaje tenemos una cocina común en el hostel donde estamos alojados y se agradece mucho después de tanto tiempo poder cocinarte tu propia cena.
En nuestro segundo día queríamos adentrarnos en la historia negra de Camboya, quizás así alcancemos entender qué le pasó a la que un día fue la perla de Asia para que hoy sus calles tengan este aspecto tan deprimente.
Vamos a visitar los llamados Campos de la Muerte y la Prisión S-21, es difícil imaginarse dos lugares peores en la tierra. Para llegar hasta ellos vamos a compartir un tuk tuk con otros tres chicos que también se alojan en el mismo lugar que nosotros, de esta manera nos ahorramos unos cuantos dólares.
En ambos casos son dos visitas en las que se te revuelven las tripas de ver como el ser humano puede llegar a ejercer tanta maldad contra su propio pueblo y con tanta sangre fría. La historia sobre como los jemeres rojos y el malnacido Pol Pot devolvieron a Camboya al año cero, es de las cosas más terribles que he escuchado en mi vida y ver las pruebas de esa barbarie delante de tuya te dejan hecho polvo.
Los documentos, las fotografías, los huesos a medio desenterrar, los jirones de ropa atrapados entre las raíces de los árboles, las camas en las que se torturaron hasta la muerte a miles de personas… son lugares y objetos que no se me irán de la cabeza en mucho tiempo.
Una lástima muy grande es lo que se te queda en el cuerpo al ver tantas locuras.
No podemos decir que Phom Penh sea nuestra ciudad favorita pero estoy convencido de que puede serlo para muchos viajeros, tiene muchos lugares interesantes por descubrir, quizás nosotros no hemos tenido las fuerzas suficientes para hacerlo o sencillamente no hemos sabido disfrutarla como se merece.
Durante la última tarde comenzamos a planear nuestra ruta por Vietnam, parece mentira que el tiempo se esté escapando tan rápido y estemos a tan sólo una frontera de nuestro último país en la lista.
Habíamos leído mucho sobre que debíamos tener especial cuidado en esta ciudad porque era bastante normal que se produjeran robos a turistas, nosotros no tuvimos ningún problema y nunca nos sentimos inseguros. Sin embargo me llamó mucho la atención que la mayoría de casas estén casi fortificadas, están totalmente cerradas a cal y canto por rejas, candados, alambres de espino, así una detrás de otra, por lo que imagino que se producirán multitud de robos.
El primer día paseamos por la zona del río y por las calles cercanas al Palacio Real simplemente por dar una vuelta a ver que nos decía esta ciudad y la verdad es que o nosotros estábamos sordos o Phnom Penh se nos quedó muda.
No se nos va de la cabeza el ver a un par de niños de entre unos 3 y 6 años que se encontraban tirados en la calle, totalmente desnudos, junto a un montón de basura. Parecían como si ya no les quedara ningún tipo de esperanzas en sus vidas, desprendían unas miradas que traspasaban el corazón, ni siquiera pedían dinero o comida, simplemente nos miraban con unos ojos que no se nos olvidan. Sus padres estaban tirados a la sombra a unos metros de los pequeños, en Phom Penh hay mucha pobreza y los más pobres no tienen ni tan siquiera para vestir a sus niños. Cuando ves escenas como estas te preguntas muchas cosas, ¿qué pensarán ellos cuando nos ven pasar a nosotros por delante?
Hemos decidido que sólo vamos a pasar dos noches en la capital de Camboya, así que nos va a ser imposible verlo todo en dos días, aunque eso de verlo todo cada vez nos preocupa menos.
Por la tarde nos acercamos hasta el Central Market a dar una vuelta y aprovechamos para comprar algo de comida en un supermercado que encontramos abierto. Hacía ya muchos días que no veíamos ninguno y encontrarnos uno fue una grata sorpresa. Además por primera vez desde que comenzamos el viaje tenemos una cocina común en el hostel donde estamos alojados y se agradece mucho después de tanto tiempo poder cocinarte tu propia cena.
En nuestro segundo día queríamos adentrarnos en la historia negra de Camboya, quizás así alcancemos entender qué le pasó a la que un día fue la perla de Asia para que hoy sus calles tengan este aspecto tan deprimente.
Vamos a visitar los llamados Campos de la Muerte y la Prisión S-21, es difícil imaginarse dos lugares peores en la tierra. Para llegar hasta ellos vamos a compartir un tuk tuk con otros tres chicos que también se alojan en el mismo lugar que nosotros, de esta manera nos ahorramos unos cuantos dólares.
En ambos casos son dos visitas en las que se te revuelven las tripas de ver como el ser humano puede llegar a ejercer tanta maldad contra su propio pueblo y con tanta sangre fría. La historia sobre como los jemeres rojos y el malnacido Pol Pot devolvieron a Camboya al año cero, es de las cosas más terribles que he escuchado en mi vida y ver las pruebas de esa barbarie delante de tuya te dejan hecho polvo.
Los documentos, las fotografías, los huesos a medio desenterrar, los jirones de ropa atrapados entre las raíces de los árboles, las camas en las que se torturaron hasta la muerte a miles de personas… son lugares y objetos que no se me irán de la cabeza en mucho tiempo.
Una lástima muy grande es lo que se te queda en el cuerpo al ver tantas locuras.
No podemos decir que Phom Penh sea nuestra ciudad favorita pero estoy convencido de que puede serlo para muchos viajeros, tiene muchos lugares interesantes por descubrir, quizás nosotros no hemos tenido las fuerzas suficientes para hacerlo o sencillamente no hemos sabido disfrutarla como se merece.
Durante la última tarde comenzamos a planear nuestra ruta por Vietnam, parece mentira que el tiempo se esté escapando tan rápido y estemos a tan sólo una frontera de nuestro último país en la lista.