Hace casi dos meses que comenzamos con nuestro viaje y ya nos encontramos en el último país que vamos a visitar, el tiempo ha pasado volando, aunque bien es cierto que todavía nos quedan 25 días por delante para recorrer Vietnam de sur a norte.
No se puede entrar con mejor pie a un país, parece que nos estaban esperando en Saigón. Durante la caminata que nos pegamos desde el lugar en el que nos dejó el autobús hasta nuestro albergue aprendimos bastantes cosas sobre la ciudad. Nos dimos cuenta que vamos a tener que regatear mucho y muy bien, porque se pueden llegar a bajar mucho los precios, algunas veces conseguimos pagar 1/3 del valor inicial. Una cosa que de entrada ya nos gusta es que aunque probablemente sea la ciudad con más tráfico que hemos visto hasta ahora, todo guarda un cierto orden, y existen aceras en las que se puede andar sin riesgo a ser atropellado.
Después de un mes entre Laos y Camboya llegar a una ciudad como Ho Chi Minh es como volver a la civilización, de hecho me atrevería a decir que Saigón me parece más una ciudad europea que asiática.
Tras soltar los bártulos en el hostel y una refrescante ducha salimos a dar una vuelta sin ningún plan en mente. Al poco llegamos a un parque, el 23/9, en que observamos a varios grupos de jóvenes vietnamitas hablando con algún occidental. Como a veces soy demasiado curioso no pude evitar acercarme a uno de los grupos y preguntarle qué era lo que hacían. Pues resulta que son estudiantes universitarios que se concentran en esta plaza para practicar inglés con los viajeros que quieran pasar un rato con ellos charlando sobre cualquier tema.
A nosotros nos pareció una experiencia genial, eran chicos muy simpáticos, nos enseñaron algo de vietnamita y nos avisaron sobre donde podíamos encontrar la mejor comida o los mejores precios para comprar algún recuerdo. Ellos también se interesaban mucho por nuestras costumbres y cultura, en definitiva echamos unas risas y nos mezclamos un poco con la cultura local. Antes de despedirnos nos regalaron una pequeña guía de consejos prácticos How to Survive in Saigon que nos resultó muy útil y divertida.
Esa misma tarde nos encontramos con unos juegos tradicionales en los que aprendimos a caminar con unos zancos de bambú y terminamos haciendo juegos de equilibrios.
En total en Saigón pasamos tres noches. Durante los días que pasamos en la ciudad fuimos descubriendo la comida vietnamita, que de momento nos está sorprendiendo mucho y para bien.
Hemos pasado por varios museos, el más interesante de ellos fue el dedicado a la Guerra de Vietnam, en especial me gustó mucho la parte dedicada a los periodistas que cubrieron la guerra y que tomaron algunas de las fotografías más icónicas del siglo XX a cambio de perder sus propias vidas en mucho de los casos.
Visitamos un par de museos más para conocer algo más sobre la historia del país, Ho Chi Minh City que nos pareció bastante flojo, y el Museo de Historia que lo encontramos un poco más interesante que el primero.
Finalmente no fuimos a los túneles de Cu Chi por varias razones, en parte nos sentíamos tan cómodos descubriendo Saigón que queríamos seguir viendo más de la ciudad. Otro motivo por el que no fuimos es que tras la visita al S-21, los Killing Fields de Phnom Penh y el museo de la guerra de Vietnam decidimos que estábamos un poco saturados de tanta masacre.
Ho Chi Minh nos resultó una ciudad vibrante, llena de vida, moderna y porqué no decirlo, a mí me resultó hasta bonita aunque sé que muchos viajeros no compartirán mi opinión y la odiarán por el tráfico y el ruido de tanta motocicleta.
Pasear al caer la noche es muy agradable y me recuerda a esas noches de verano en cualquier ciudad de España, en las que la gente se echa a la calle llenando todos los bares a tomar el fresquito. Además la ciudad está muy bien iluminada, en especial nos gustó la plaza del ayuntamiento y sus cercanías.
La ciudad guarda numerosos edificios de la época colonial francesa como la Catedral de Notre Dame o la preciosa Oficina Central de Correos, construida por el mismísimo Gustave Eiffel.
Nosotros llegamos a Vietnam con bastantes prejuicios. Muchos viajeros nos decían que no habían tenido buenas experiencias, que en general eran muy maleducados y que nos iban a tratar de muy malas formas ya que no hacían lo más mínimo por agradar al viajero y un montón de cosas más. Pues yo os diré todo lo contrario, en apenas tres días todos esos prejuicios se desmontaron por completo, desde nuestra llegada todo han sido buenas caras, sonrisas, regalos y diversión, tampoco podemos cantar victoria porque esta es la primera ciudad que visitamos en Vietnam pero de momento We love Saigon!
No se puede entrar con mejor pie a un país, parece que nos estaban esperando en Saigón. Durante la caminata que nos pegamos desde el lugar en el que nos dejó el autobús hasta nuestro albergue aprendimos bastantes cosas sobre la ciudad. Nos dimos cuenta que vamos a tener que regatear mucho y muy bien, porque se pueden llegar a bajar mucho los precios, algunas veces conseguimos pagar 1/3 del valor inicial. Una cosa que de entrada ya nos gusta es que aunque probablemente sea la ciudad con más tráfico que hemos visto hasta ahora, todo guarda un cierto orden, y existen aceras en las que se puede andar sin riesgo a ser atropellado.
Después de un mes entre Laos y Camboya llegar a una ciudad como Ho Chi Minh es como volver a la civilización, de hecho me atrevería a decir que Saigón me parece más una ciudad europea que asiática.
Tras soltar los bártulos en el hostel y una refrescante ducha salimos a dar una vuelta sin ningún plan en mente. Al poco llegamos a un parque, el 23/9, en que observamos a varios grupos de jóvenes vietnamitas hablando con algún occidental. Como a veces soy demasiado curioso no pude evitar acercarme a uno de los grupos y preguntarle qué era lo que hacían. Pues resulta que son estudiantes universitarios que se concentran en esta plaza para practicar inglés con los viajeros que quieran pasar un rato con ellos charlando sobre cualquier tema.
A nosotros nos pareció una experiencia genial, eran chicos muy simpáticos, nos enseñaron algo de vietnamita y nos avisaron sobre donde podíamos encontrar la mejor comida o los mejores precios para comprar algún recuerdo. Ellos también se interesaban mucho por nuestras costumbres y cultura, en definitiva echamos unas risas y nos mezclamos un poco con la cultura local. Antes de despedirnos nos regalaron una pequeña guía de consejos prácticos How to Survive in Saigon que nos resultó muy útil y divertida.
Esa misma tarde nos encontramos con unos juegos tradicionales en los que aprendimos a caminar con unos zancos de bambú y terminamos haciendo juegos de equilibrios.
En total en Saigón pasamos tres noches. Durante los días que pasamos en la ciudad fuimos descubriendo la comida vietnamita, que de momento nos está sorprendiendo mucho y para bien.
Hemos pasado por varios museos, el más interesante de ellos fue el dedicado a la Guerra de Vietnam, en especial me gustó mucho la parte dedicada a los periodistas que cubrieron la guerra y que tomaron algunas de las fotografías más icónicas del siglo XX a cambio de perder sus propias vidas en mucho de los casos.
Visitamos un par de museos más para conocer algo más sobre la historia del país, Ho Chi Minh City que nos pareció bastante flojo, y el Museo de Historia que lo encontramos un poco más interesante que el primero.
Finalmente no fuimos a los túneles de Cu Chi por varias razones, en parte nos sentíamos tan cómodos descubriendo Saigón que queríamos seguir viendo más de la ciudad. Otro motivo por el que no fuimos es que tras la visita al S-21, los Killing Fields de Phnom Penh y el museo de la guerra de Vietnam decidimos que estábamos un poco saturados de tanta masacre.
Ho Chi Minh nos resultó una ciudad vibrante, llena de vida, moderna y porqué no decirlo, a mí me resultó hasta bonita aunque sé que muchos viajeros no compartirán mi opinión y la odiarán por el tráfico y el ruido de tanta motocicleta.
Pasear al caer la noche es muy agradable y me recuerda a esas noches de verano en cualquier ciudad de España, en las que la gente se echa a la calle llenando todos los bares a tomar el fresquito. Además la ciudad está muy bien iluminada, en especial nos gustó la plaza del ayuntamiento y sus cercanías.
La ciudad guarda numerosos edificios de la época colonial francesa como la Catedral de Notre Dame o la preciosa Oficina Central de Correos, construida por el mismísimo Gustave Eiffel.
Nosotros llegamos a Vietnam con bastantes prejuicios. Muchos viajeros nos decían que no habían tenido buenas experiencias, que en general eran muy maleducados y que nos iban a tratar de muy malas formas ya que no hacían lo más mínimo por agradar al viajero y un montón de cosas más. Pues yo os diré todo lo contrario, en apenas tres días todos esos prejuicios se desmontaron por completo, desde nuestra llegada todo han sido buenas caras, sonrisas, regalos y diversión, tampoco podemos cantar victoria porque esta es la primera ciudad que visitamos en Vietnam pero de momento We love Saigon!