La lejana Emperatriz del Norte ✏️ Diarios de Viajes de Reino UnidoEn los meses de verano Edimburgo se transforma radicalmente, es tiempo del Festival, o mejor dicho, de los festivales . Entre junio y septiembre, a veces conviven, a veces se suceden, hasta 12 festivales diferentes. Desde el ya clásico Edinburgh...Diario: Edimburgo a fondo además de cuatro excursiones de un día⭐ Puntos: 4.9 (10 Votos) Etapas: 9 Localización: Reino UnidoEn los meses de verano Edimburgo se transforma radicalmente, es tiempo del Festival, o mejor dicho, de los festivales. Entre junio y septiembre, a veces conviven, a veces se suceden, hasta 12 festivales diferentes. Desde el ya clásico Edinburgh International Festival y su alternativa el Fringe, ambos con sus setenta años a cuestas, al festival de los niños, el de los libros, el de cine, el de Jazz, el de arte, el de ciencia… más de 6000 espectáculos de todo tipo, tanto en locales cerrados como en la calle, que convierten la ciudad en una explosión de vida y color. Durante los días del festival, sobre todo en agosto, la población se multiplica y también los precios de los alojamientos que en esos días escasean. La relación de los habitantes de Edimburgo con su Festival es ambivalente, obviamente transita del amor al odio, los que pueden aprovechan para huir durante los días álgidos del Festival y por eso no es de extrañar que algún año la prensa haya dado la noticia del fin del Festival con un “Se acabó, podemos volver a casa”. En esta ocasión hemos llegado justo a tiempo de ver el final, el piromusical que desde los Princes Street Gardens, cierra de forma oficial el festival. Las calles todavía conservan parte del montaje, pero ya son los últimos coletazos de estos meses de locura. Hemos tenido suerte, por medio de Airbnb hemos encontrado un agradable apartamento sito en una ubicación inmejorable, Cockburn St, la calle que enlaza la estación de Waverley con la Royal Mile, lugar desde donde vamos a empezar nuestra visita al Old Town, el viejo corazón medieval de Edimburgo. Una vez en la Royal Mile tomamos la dirección del Castillo, pasamos primero por la Catedral de St. Gilles, que a pesar de su nombre no es en realidad ninguna catedral ya que este título no existe en la Iglesia de Escocia, conocida como High Kirk of Edinburgh (Gran Iglesia de Edimburgo), no hay que perderse el curioso angelito que toca la gaita en la Capilla del Cardo (Capilla Thistle) llamada así por ser la capilla de la Muy Noble Orden del Cardo, la orden de caballería más distinguida de Escocia fundada en 1687 y formada por el monarca y 16 caballeros. En la otra acera de la calle saludamos a la estatua de David Hume, obra del escultor escocés Alexander Stoddart, y que llama poderosamente la atención por su dedo en extremo brillante. Esto es así porque los estudiantes frotan su mano por el dedo en la creencia que así tendrán suerte en los exámenes, algo que no creo le haga mucha gracia al bueno de Hume, un pensador escéptico que luchó durante toda su vida contra la superstición y que ahora se ve siendo objeto de una de ellas. Vecino a Hume está el pub de Deacon Brody, respetable hombre de negocios de día y ladrón de noche, personaje que sirvió de inspiración a Robert Louis Stevenson para su archiconocida novela “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”. Brody fue ajusticiado por sus delitos y se cuenta que fue ahorcado en la misma horca que él diseño y construyó. Siguiendo por la Royal Mile, pasamos por The Hub, la antigua St. John's Highland Tolbooth Church y que hoy es la sede del Festival Internacional de Edimburgo y llegamos finalmente al Castillo. Ante nosotros se abre la gigantesca explanada que entre 1563 y 1736, y mientras estuvo en vigor la Ley de Brujería, sirvió de espeluznante escenario para la ejecución de más de 200 mujeres y algunos hombres acusados de brujería. En esos años, un total de 3.837 personas fueron acusadas de brujería en Escocia, muchas de ellas acabaron sus vidas atadas a la estaca, estranguladas primero y quemadas después. Hoy está ocupada por las graderías habilitadas para el Royal Edinburgh Military Tattoo, la gigantesca parada de bandas militares que durante el mes de agosto se adueña de esta zona del Castillo. La leyenda dice que los estudiantes de la Universidad de Edimburgo que pasen a través de las puertas del castillo durante el curso escolar, suspenderán los exámenes finales, así que si te encuentras en esta situación entra en el castillo bajo tu responsabilidad. O mejor no entres, el precio a pagar tanto si eres estudiante como si no, es desorbitado. Por ese motivo decidimos no entrar. Será en otra ocasión cuando podamos saludar al habitante más famoso del Castillo que, siendo Escocia y un Castillo, no puede ser otro que un fantasma, el Lone Piper o Gaitero solitario. Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, se descubrieron un conjunto de túneles y pasadizos secretos bajo el castillo. Se escogió a un muchacho que por su tamaño pudiera penetrar en dichos túneles y se le encargó que no parara de tocar la gaita para así poder seguir su trayecto. Así lo hizo durante algún tiempo, hasta que bruscamente cesó y desapareció. Nunca fue encontrado y como su espíritu vaga por los túneles de vez en cuando se oye el sonido de su gaita, o eso dicen. No es el único lugar misterioso del castillo, en el interior del National War Museum, donde entre otras cosas curiosas se encuentra el famoso cuadro de Robert Gibb “La Delgada Línea Roja”, que ilustra la heroica acción del 93º Regimiento de Highlanders en la batalla de Balaclava, muchos visitantes dicen sentir presencias extrañas en forma de sonidos, sombras y roces. Nuestra hija, que durante un tiempo trabajó en el mismo y muchas noches en solitario era la encargada de cerrar el museo, da fe de dichos fenómenos. En fin, es Escocia. Los fantasmas y toda clase de fenómenos sobrenaturales forman parte inseparable del alma escocesa. Por eso no es de extrañar que la Universidad de Edimburgo albergue, desde 1985, la única cátedra de parapsicología del Reino Unido, la Unidad Koestler de Parapsicología. Con la cantidad de leyendas fantasmales que atesora Edimburgo seguro que no les faltará trabajo. Nosotros volvemos sobre nuestros pasos y a nuestra izquierda, poco antes de llegar a George IV Bridge, entramos en Lady Stair's Close para acceder a Makars´ Court donde se encuentra la casa de Lady Stair, sede del Museo de los Escritores. Caminando por Makars´ Court pisaremos sobre las losetas que guardan la inscripción de fragmentos y citas de obras de diferentes escritores escoceses. Ya en el museo, que es de entrada gratuita, podremos disfrutar de objetos y recuerdos relacionados con Sir Walter Scott, R.L. Stevenson y Robert Burns, los tres autores escoceses más universales. De vuelta a la Royal Mile, descendemos a nuestra derecha por George IV Bridge para tomar Victoria St., una preciosa y colorida calle, y dirigirnos a Grassmarket. Esta es una de las zonas de la ciudad que vale la pena visitar, llena de pubs y restaurantes. En su tiempo fue la ubicación de uno de los quince mercados de la ciudad. En el día de nuestra visita, la plaza está ocupada por un mercadillo de comida y artesanía. La tranquilidad del espacio poco hace sospechar que éste fue un lugar donde se produjeron numerosos disturbios, algún que otro linchamiento, y entre 1.660 y 1785 las ejecuciones públicas, tanto de perseguidos por causas religiosas o políticas, como de criminales de diversa especie. Precisamente, uno de los pubs de la plaza, el Last drop, recibe su nombre porque era el lugar donde llevaban a los condenados para tomar su último trago antes de la ejecución. Otro de los pubs de la plaza, el Maggie Dickson’s, recuerda a una de las más famosas ejecutadas en el lugar, Half-Hangit Maggie Dickson (la “medio colgada” Maggie Dickson). Cuenta la historia, en la que también se mezcla la leyenda, que Maggie Dickson fue una mujer que tras ser abandonada por su marido quedó embarazada del hijo del dueño de la posada donde servía. Por miedo a perder su trabajo, ocultó su estado y tras nacer de forma prematura un bebe muerto fue descubierta cuando se disponía a deshacerse del cadáver. A causa de una ley absurda que castigaba a las mujeres por ocultar su embarazo, fue condenada a muerte. El 2 de septiembre de 1724 fue colgada en el patíbulo de Grassmarket. Una vez en el ataúd y camino del entierro, se empezaron a oír golpes provenientes del interior, Maggie había sobrevivido a la horca. Dado que fue condenada “a la horca” y no “a morir en la horca” y como el ajusticiamiento ya había sido hecho, se le permitió continuar con vida. La leyenda cuenta que Maggie sedujo al cordelero que proporcionó la soga para que la alterara e impidiera así su muerte. Lo cierto es que a partir de entonces, las sentencias ya se formularon con la expresión “a morir en la horca” y pocos años después se modificó también la Ley de Embarazo, pasando a ser castigada la ocultación con trabajos forzados. Un sencillo círculo de adoquines de granito gris con la cruz formada por adoquines de granito rojo marca el lugar donde, en el patíbulo, fueron colgados más de un centenar de Covenanters entre 1661 y 1688, durante el periodo conocido como The Killing Time (El tiempo de la matanza). También una losa en el pavimento en la parte delantera del White Hart Inn indica el lugar donde, la noche del 2 de abril de 1916, cayó una bomba lanzada por un Zeppelín en el que fue el único ataque aéreo a Edimburgo durante la Primera Guerra Mundial. Esa noche murieron 11 personas en diferentes lugares de la ciudad formando parte de los más de 1.260 civiles que murieron en ataques aéreos contra Gran Bretaña durante la Primera Guerra Mundial. Dejamos Grassmarket por Cowgatehead y seguimos por Candlemaker para adentrarnos en el Cementerio de Greyfriars. A estas horas, el cementerio es casi un tranquilo parque donde las viejas lápidas de piedra dibujan un sereno y hermoso lienzo de extraña belleza. Pero es un momento engañoso, de noche el cementerio se transforma en una película de terror. Como dice el prestigioso periódico The Scotsman: “Incluso los escépticos más profundos han sentido una extraña, a veces aterradora, presencia en el Cementerio Greyfriars.” Se trata del Mackenzie Poltergeist, uno de los fenómenos paranormales más bien documentados en el mundo. Fenómeno que se manifiesta cuando aparece el fantasma de Sir George Mackenzie, también conocido como Bluidy Mackenzie, el azote de los Covenanters que, a instancias suyas, murieron torturados en Greyfriars. Todo empezó una noche de 1999 cuando un vagabundo en busca de un lugar para dormir entró en el Mausoleo negro, tumba del mencionado Bluidy Mackenzie, y queriendo o sin querer, rompió la lápida que cubría la tumba dejando salir así al fantasma. Desde entonces, más de 450 ataques del fantasma han sido documentados, personas a las que les aparecen rasguños y arañazos o que son empujadas y caen sin nadie alrededor, quemaduras, dedos rotos, caídas bruscas de temperatura... Curiosamente, el gran escritor escocés Robert Louis Stevenson predijo en 1879 que esto ocurriría, cuando en su libro “Edimburgo pintoresco. Notas” y refiriéndose a Sir George Mackenzie escribió: “Cuando el alma de un hombre está de veras en el infierno, su cuerpo permanecerá en el silencio de la tumba; pero en algún momento la puerta se abrirá y el réprobo saldrá fuera del sepulcro con sus aborrecibles vestiduras.” Como también relataba Robert Louis Stevenson, era costumbre que los muchachos para probar su valentía se acercaran al mausoleo y golpeándolo gritaran: ”Bluidy Mackenzie, venid si os atrevéis” . Por lo visto finalmente se atrevió y los dos exorcismos que se han realizado hasta la fecha de poco han servido. Afortunadamente, no todas las historias del cementerio son tan terribles, una nueva moda se ha extendido entre los jóvenes lectores de Harry Potter, que depositan mensajes y flores en una de las tumbas, la de un padre y un hijo llamados Thomas Riddell, que identifican como Voldemort, cuyo nombre real en los libros es Tom Marvolo Riddle. El tema no va del todo desencaminado, es sabido que J. K. Rowling escribió muchas páginas de la saga desde la cercana The Elephant House, en una mesa junto a la ventana que ofrece una magnífica vista del cementerio de Greyfriars, donde también encontramos la tumba de William McGonagall, conocido como el peor poeta de la historia del Reino Unido y que da nombre a la brillante profesora Minerva McGonagall, la cabeza de Gryffindor. También se supone que la cercana escuela George Heriot, que divide a los alumnos en cuatro casas de distintos colores (Lauriston, verde; Greyfriars, blanco; Raeburn, rojo y Castle, azul), sirvió a la escritora de modelo para Hogwarts y sus casas Slytherin, Hufflepuff, Gryffindor y Ravenclaw. En George Heriot, los alumnos, a lo largo del curso, consiguen puntos para sus respectivas casas, ¿verdad que suena a Hogwarts? La última tumba que hay que visitar es la de Bobby, un Skye terrier que, durante 14 años y hasta su muerte, guardó fielmente la tumba de su difunto propietario, cerca del cual está enterrado. Precisamente salimos de Greyfriars por la puerta de Candlemaker Row que da a la estatua que recuerda a Bobby. Como el hambre ya aprieta, nos dirigimos a la cercana Mums, en la vecina Forrest Road para disfrutar de un magnífico puré con salchichas, la especialidad de la casa, regada con una buena Ale local. Con el estómago reconfortado nos acercamos al Museo Nacional de Escocia que, como casi todos los museos de Edimburgo, es de entrada gratuita. Una agradable visita imprescindible si se viaja con niños. Es un museo curioso y poco convencional y el segundo más visitado del Reino Unido después del British Museum. Lo primero que sorprende es el vestíbulo de hierro fundido con techo de cristal que recuerda a una estación y que ilumina de forma natural toda la zona. Tampoco hay que perderse la terraza que ofrece unas vistas magníficas de toda la ciudad. En cuanto a la colección, mis piezas favoritas son las piezas del juego de ajedrez de la Isla de Lewis, el cuerpo disecado de la oveja Dolly, el primer ser vivo clonado, el reloj del Milenio o Millennium clock tower y los fascinantes y misteriosos ataúdes en miniatura de Arthur’s Seat. La visita al museo puede llevar todo el tiempo que quieras, nosotros después de un buen rato decidimos seguir nuestro recorrido por la Old Town regresando a la Royal Mile pasando primero por el ya mencionado The Elephant House. Una vez en la Royal Mile tomamos la dirección del Parlamento, en el extremo contrario al Castillo. La Royal Mile recibe su nombre porque la distancia sobre la que se extiende es de 1,8 km. de largo o, lo que es lo mismo, una milla escocesa. A lo largo de su recorrido recibe cuatro nombres, el primero es Castlehill, en la parte más próxima al Castillo; el segundo es Lawnmarket; a partir de George IV Bridge, toma el nombre de High Street y, finalmente, a partir de St Mary’s Street, el de Canongate. Nosotros nos encontramos precisamente aquí, en la frontera entre High Street y Canongate, o lo que es lo mismo, “en el fin del mundo”. Así era conocido este lugar donde se alzaban las murallas de la ciudad vieja. Durante mucho tiempo éste era el punto donde se acababa la ciudad, y pocos, muy pocos, lo atravesaban dado que era necesario pagar un impuesto para regresar de nuevo y era una suma que no todos tenían, por lo que mucha gente, a lo largo de su vida, nunca salió de la Old Town. Hoy, unos adoquines dorados señalan el punto donde se erigían las murallas y, como no puede ser de otra manera, un pub en la esquina también lo recuerda con el nombre de: The World’s End. Paramos un momento en la Iglesia de Canongate, con sus llamativos bancos azules, que es la preferida de la Familia Real que, cuando se encuentran en Edimburgo, ocupan los bancos de la primera fila reservados para ellos. A continuación llegamos al Palacio de Holyroodhouse, que es la residencia real y está frente al edificio del Parlamento. El edificio del Parlamento escocés es tremendamente llamativo. O lo amas o lo odias, pero no deja indiferente a nadie. Obra del arquitecto barcelonés Enric Miralles, siempre ha estado envuelto por la polémica, ya sea por su estilo o por su coste. A los que sean de Barcelona les recordará mucho al Mercado de Santa Caterina, por las vigas y el revestimiento de madera, cuya reforma fue también obra del mismo arquitecto. El edificio del Parlamento ocupa el espacio que en otro tiempo albergaba, entre otras, la residencia del marqués de Queensberry. En 1707, el marqués decidió apoyar el Acta de Unión y, por lo tanto, la anexión de Escocia a Inglaterra, teniendo que huir apresuradamente de Edimburgo. Dejó en la casa solamente a su hijo James Douglas, de unos diez años de edad, que padecía una enfermedad mental, y a un joven criado. Cuando regresó, se encontró un panorama dantesco, el niño había descuartizado al criado, lo había asado y se lo estaba comiendo. Simplemente alegó que tenía hambre y nadie le había preparado la cena. Desde aquel día fue conocido como James, el caníbal idiota. Por hoy nos despedimos de la Royal Mile admirando la mejestuosidad del Arthur’s Seat, la colina más alta de la ciudad con sus 251 metros. La subida hasta la cima es una de las excursiones más tradicionales de Edimburgo. Nosotros dejaremos la subida para otra ocasión, el paseo por la Old Town nos ha dejado suficientemente cansados por hoy. Índice del Diario: Edimburgo a fondo además de cuatro excursiones de un día
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