¡Nos vamos a China! ✏️ Diarios de Viajes de ChinaSiempre he querido ir a Asia, desde muy pequeña ha sido para mi como la última frontera. Primero quería ir a China, era lo más exótico que conocía, y tiempo más tarde, alrededor de los 12 años, mi sueño pasó a ser el Sudeste Asiático (por la...Diario: China: de Pekín a Hong Kong en 15 días⭐ Puntos: 4.8 (4 Votos) Etapas: 10 Localización: ChinaSiempre he querido ir a Asia, desde muy pequeña ha sido para mi como la última frontera. Primero quería ir a China, era lo más exótico que conocía, y tiempo más tarde, alrededor de los 12 años, mi sueño pasó a ser el Sudeste Asiático (por la película La Playa de Dicaprio, aunque me cueste admitirlo). Así que al inicio del 2017, después de darle muchas vueltas, y cambiar de idea sobre el destino cada día durante semanas, y de hacer malabares para encontrar días libres suficientes para hacer una ruta decente, sacamos los billetes de ida para Pekín y los de vuelta desde HK en un viaje de 15 días en total. Y así, el domingo 18 de junio nos levantamos a las 4:30 de la mañana para conducir hacia Madrid. Horas más tarde nos embarcamos en un vuelo a Abu Dabhi, con Ethiad Airlines, y por la noche en el último, destino Beijing. Estabamos cansados, la semana había sido una locura, y es que solo dos días antes, ese viernes por la tarde, había hecho el último examen de mi carrera, convirtiéndome así en médico, después de una semana de dormir poco, y el sábado habíamos tenido que ir a la ciudad de mis padres para dejarles a mis mascotas. Así que era importante dormir en el avión, llevaba bastante sueño acumulado, pero no conseguí dormir más de cuatro horas en todo el viaje. Me puse una película francesa, en la que al final se moría la niña pequeña, y rompí a llorar desconsoladamente, estaba sensible y con mucho sueño. Llegamos con un poco de retraso a las 9:45 am del lunes, y mientras recorríamos los pasillos del aeropuerto, una duda nos asaltaba, ¿los wateres serán tipo squat? Y así era, ya en el aeropuerto los servicios consistían en agujeros en el suelo donde hacer las necesidades. No podía imaginarme usándolos, era superior a mis fuerzas de pequeña burguesa. Pasamos el control de pasaportes, en el que hay que rellenar un formulario, a parte de tener el visado, y nos montamos en un tren que había allí con destino a la terminal donde se recojen las maletas. Cambio 300 dólares americanos a yuanes, con un cambio más o menos razonable, y me dirijo sonriente al mostrador de información turística para preguntar cómo ir a mi hotel en metro. La mujer me mira extrañada, sin entender, hasta que finalmente me dice que no tienen mapas del metro y que no sabe. “Empezamos bien” pienso. Y es que hay cosas en China que no tienen sentido, en relación al turismo, ya las iré contando. Nos montamos en un taxi, en el cual ya deducimos que vamos a pasar cierto calor en Pekín. Por suerte las previsiones meteorológicas decían que iba a llover cada día de nuestro viaje. Llegamos al hostal, el cual estaba en el medio de un precioso hutong, Shijia Hutong, y a solo 15 minutos andando de la calle Wanfujing. La habitación no tiene ventanas, ni baño privado, pero hay muy buen ambiente, y una terraza preciosa llena de plantas y con vistas a los entresijos del hutong, donde socializar o tomar cervezas. Después de ducharnos, salimos del hostal, caminamos por nuestro increible hutong mientras vemos pasar a los padres con sus hijos en bici y a los chinos haciendo su vida, todo muy bonito hasta que nos topamos con una barrera: un paso de cebra en una avenida grande no regulada por semáforos. No sabiamos cómo cruzar, ningún vehículo se paraba, pasamos cierto miedo, pero hacia el día siguiente ya eramos expertos en la materia, el tráfico no es tan malo en Pekín como nos pareció en un primer momento, ni es tan horrible cruzar las calles. Caminamos a Wanfujing, una calle céntrica llena de centros comerciales y tiendas, y famosa por albergar un mercado nocturno muy famoso entre los turistas. Entramos en una librería internacional, donde pretendía comprarme algún libro, pero me estaba sintiendo mareada del sueño que tenía. Así que nos sentamos a comer en un KFC, como si no hubiesemos cruzado el planeta para ir a China donde hay millones de restaurantes de comida local. Con algo más de fuerzas nos dirijimos al metro, queríamos ir a ver el Tambor y la Campana, y la chica del hostal nos había apuntado en qué estación de metro bajarnos, pero, mi novio se había dejado allí el mapa y no nos acordábamos. Así que era nuestra oportunidad para mostrar nuestras dotes de comunicación. Escribo en el traductor de google que tenía descargado y que se puede usar offline “Tambor y campana” esperando que en chino se llamen literalmente así. Y la mujer de la taquilla asiente desconcertada, y nos dice con ayuda de una calculadora que son 6 yuanes. Le digo a mi novio: “pon en tu movil el mapa del metro”, y así montamos una escenita en la que yo enseñaba la pantalla del traductor mientras mi novio señalaba el mapa del metro, y finalmente nos hicimos entender y nos señaló la estación correspondiente. Llegamos allí, y estábamos en mitad de la nada, no teníamos idea alguna de para donde ir. Había un mapa de la zona, pero no mostraba el tambor y la campana ni señalaba ningún otro atractivo turístico, al menos no de manera obvia si no sabías chino. Además el mapa estaba al revés, con el norte abajo, cosa que tardamos en pillar. Comenzamos a andar en la dirección que decidimos sin ningún criterio, y después de un rato vemos a lo lejos las dos torres. Además casi nos emocionamos al cruzarnos con otros occidentales, los primeros desde el momento en que nos montamos en el avión Abu Dabhi- Pekín. Las torres del Tambor y la Campana se encuentras rodeadas de un precioso y turístico Hutong, por el que caminamos un rato, luego descansamos sentados en la plaza que hay entre las 2 torres, observándolas. No pasamos a ninguna, sino que seguimos en dirección al lago Houhai, donde alucinamos al descubrir todo un entresijo de calles turísticas preciosas llenas de tiendecitas, bares y restaurantes. Era una zona preciosa, rodeando el lago, llena de chinos dando un paseo. Nos tomamos una cerveza en un bar con música en directo, donde nos timaron cobrándonos unos 6 euros por bebida. Después íbamos a ir al parque Beihai, pero yo no podía más, así que volvimos al hostal y nos dormimos enseguida, hacia las 20h, totalmente sudorosos, no se había cumplido la previsión de lluvia y nubes, así como tampoco se cumplió para ninguno de los días siguientes. Índice del Diario: China: de Pekín a Hong Kong en 15 días
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