4ª Etapa : Enna, Piazza Armerina, Villa Romana del Casale. Sábado 10 de Junio ✏️ Diarios de Viajes de Italia

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Bajando hacia el núcleo medieval fuimos hasta el Duomo, con su imponente fachada y campanario cuadrangular, el interior impresiona su amplitud y la variedad de estilos, con columnas de roca basáltica que separan las tres naves; un púlpito manierista del siglo XVIII; una verja del harén de un castillo árabe; mármoles policromados. Como cosas especiales el órgano con tambor , sorprendente , el techo de madero labrado de forma exquisita y unas escaleras realizadas artesanalmente de madera , para por llegar al techo : son enormes, y da miedo pensar en escalar
por ellas.

Apretaba el calor y para no perder el día y decidimos salir hacia Piazza Armerina . Es un lugar que está tapado por la fama de los mosaicos de Casale, pero si se puede parar y disponer de un rato seguramente lo agradecerás. Nada mas aparcar en el centro , preguntamos a otro paisano, pero este su único interés era que fuéramos a comer al restaurante de su cuñado, pero no era nuestra intención y nos indicó nos esperaría allí para llevarnos él. Cortésmente le dijimos que íbamos a recorrer el pueblo y luego nos veíamos, pero desistimos pues teníamos decidido donde comer. Recorrimos su casco antiguo viendo el exterior de los numerosos palacios que tiene, Palazzo di Citta y el de Trigona, las iglesias , algunas casi derruidas y las casas solariegas en piedra casi naranja y que cambia de color a lo largo del día. Llegamos a la plaza del Duomo, este nombre debe de estar repetida ¿no?. La Cattedrale di María Santissima Delle Vittorie estaba cerrada , destaca desde el exterior una magnifica y enorme cúpula , una fachada severa del color de la piedra descrita y con un añadido de piedra blanca en un lado de la misma , tel vez renacentista, que hacen que sea curiosa, al menos desde el exterior. Enfrente de ella había un terraza con unas buenas vistas y una buena cerveza.


Bajamos a comer al restaurante Amici Miei, sin encontrarnos al “cuñao”. El local está en el centro medieval en una casa casa antigua , con un interior en piedra vista y madera. Recomendaban en las guías las pizzs, pero al mediodía es difícil de encontrarlas en los restaurantes , solo la sirven para la tarde-noche. Nos decidimos por los antipasti y la pasta , casirecce con pistachos, espaguettis con pez espada y unos deliciosos raviolis con ricota y cítricos . Una comida buena , sin nada extraordinario a excepción de los raviolis, bien atendido , pero me da la sensación que había habido cambio de dueños y estaban un poco verdes. Lo mejor un vino blanco Inzolia Chardonnay , de marca comercial Brusio, muy bueno.

Nos dirigimos a Villa Romana del Casale , con un sol de justicia , que es sin duda, uno de los mejores resto de mosaicos romanos del mundo. Son espectaculares. La villa de Casale (a 5,8kilómetros de Piazza Armerina) fue la lujosa residencia de Maximiano, que gobernó el imperio del 286 al 305 d.c, cuando el imperio se estaba fragmentando en el imperio de Occidente y el de Oriente. Parece ser que fue un pabellón de caza, tanto por los motivos de los mosaicos como por su ubicación en una zona de bosque y donde abundaban muchas especies. Destaca por su xtensión
(3500 metros cuadrados) y por contar con un pavimento de mosaicos que decoran la mayor parte de las dependencias de la villa. En total más de 50 salas que en 1997 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad. La entrada es cara , 10€ sin rebaja de ningún tipo, y menos mal que todo el recorrido está cubierto y no te abrasa el sol. La visión de los mosaicos se hace sobre una pasarela que va recorriendo todas las salas. Destacan la sala della gran cazzia un pasillo de mas de 60 metros con escenas de caza de multitud de animales y la sala delle Dieci Ragazza, donde aparecen
nueve chicas en biquini con escenas de preparación y disputa de juegos deportivos. Sorprendente estas chicas en biquini.



Es un gran espectáculo todo el conjunto y de gran calidad y extensión. Como información adicional tienes que aparcar en un parking polvoriento que te cuesta 3€ , hay que pagar antes de la salida y puede pasar que al llegar a la barrera no se abra una vez introducido la tarjeta y el señor que está en la salida , no se si espontaneo o contratado pero con una pinta rara , te indica que no has pagado , tu le indicas que no , te mosqueas , hablas un poco mas alto y al final viendo el cariz que toma el asunto te indica que lo introduzcas de nuevo y la barrera se levanta, y el responde: la machinetta . Nos lo tomamos a risa , debía ser una treta para sumar unos euros.

Después de un recorrido de 92 Km, algo pesados por las obras en la autopista , divisamos Agrigento , y la vista de la ciudad no es lo mas gratificante , pues una muralla de edificaciones modernas tapan la parte antigua de la ciudad y te confunden, aunque una vez dentro , veremos que no es una gran cosa. Llegamos a nuestro B&B Terraze di Montelusa, donde Francesco, su dueño, nos estaba esperando en la puerta de entrada para ayudarnos a buscar parking y subir las maletas. La entrada a la casa que ocupa nos dejó embelesados, sabía que el lugar era encantador , pero al verlo en vivo contemplamos que no eran exagerados los comentarios que había leído. Como un buen anfitrión nos ofreció un vaso de agua helada y nos pasó a enseñarnos la casa de su abuela , reformada y puesta al día : un autentico museo , cuadros , esculturas, alfombras , espejos , armarios , un piano, etc... como dicen los amigos que han visto las fotos , pensaban que era un museo. Un autentico recreo para la vista. Pasamos a ver las terrazas y en el atardecer pudimos contemplar en la lejanía el Valle de los Templos y al fondo el mar , todo ello adornado por plantas y flores de todos los estilos.



Nos quedaba tiempo para deshacer las maletas y poder pasear algo por Agrigento y cenar de forma adecuada. La impresión de la calle principal, Vía Atenea, del centro es triste , una ciudad llena de cuestas , con una calle peatonal , al menos sin cuestas, con comercios pero no con la vida que esperábamos, tal vez por ser sábado se habían ido a la playa , no sabemos. Tomamos unas cervezas al principio de la calle y fuimos a cenar al restaurante Opera, que nos había reservado Francesco, y en un sitio especial : la terraza con vista al Valle y el mar. Un restaurante bien servido y por fin con pizzas, enormes , crujientes y variadas. Como estuvimos cenando dos noches
nos dio tiempo a variaciones en las pizzas y atún con cebolla caramelizada, pez espada a la parrilla, carpaccio de pulpo, y por supuesto los cannoli emplatados sobre una madera con la forma de la isla; un poco hortera pero como siempre deliciosas. También descubrimos un vino blanco de la zona de Agrigento, Campobello, que repetimos en todas las comidas el C'D'C' , Cristo de Campobello, con una mezcla de uvas Izolia, Catarratto, Grillo y Chardonay.[/align]

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