Martes 25 de abril de 2017
Cuando nos levantamos y fuimos a desayunar, vimos por la ventana que el barco ya estaba amarrado en el puerto de Kusadasi, en Turquía.
Como teníamos incluida la excursión a Éfeso, que empezaba a las 07.00 am, desembarcamos y nos dirigimos a un micro identificado con un cartel de la agencia que nos llevaría a destino.
La visita guiada por las ruinas de Éfeso duró una hora y media y fue muy interesante. Nos gustó todo lo que vimos, en especial la Puerta de Hércules, la Biblioteca de Celso, el Templo de Adriano, las letrinas, los baños públicos y el Anfiteatro. La excursión nos resultó útil porque, de lo contrario, nos hubiéramos perdido mucha información (no vimos muchos carteles explicativos en la zona). La entrada vendría a ubicarse en lo alto de las ruinas y el recorrido se hace en bajada, con lo cual la salida es por otro lado.
Biblioteca de Celso
Anfiteatro
Templo de Adriano
Puerta de Hércules
De camino al micro, hicimos compras en uno de los tantos puestos que había en la zona. Los vendedores eran bastante insistentes y había que regatear los precios.
Antes de volver al puerto, nos llevaron a una fábrica de cuero. Nos hicieron pasar a un salón donde nos ofrecieron algo de tomar y se hizo un pequeño desfile con personas que lucían algunas prendas. Después de eso pasamos a la tienda, donde había cosas carísimas que, según nos dijeron, estaban a precios de costo. Esta visita se extendió por lo menos media hora. Nosotros enseguida regresamos al micro, pero había gente que se quedaba mirando y comprando.
El micro nos dejó a una cuadra de la entrada al puerto, y nomás bajar entramos en otra tienda a comprar especias y dulces típicos. Nos hubiera gustado conocer el Gran Bazar, pero estuvimos con el tiempo justo y lamentablemente no alcanzó para nada más . A las 12.45 pm teníamos que estar todos abordo.
Para llegar al barco tuvimos que pasar un puesto de aduana, en el que teníamos que mostrar la tarjeta del crucero y pasar nuestras pertenencias (ya sean bolsos, mochilas o bolsas de compras) por un escáner. Inmediatamente se llegaba al sector de free shop, donde notamos, nuevamente, que los precios de algunos productos en particular eran mejores que los del aeropuerto de Ezeiza.
Subimos al barco a almorzar y a degustar algunos cócteles en los distintos salones mientras emprendíamos el viaje a Patmos.