17 de junio de 2017
Mapa de la etapa 8
Todo llega a su fin y nuestro reencuentro con Yosemite, pese al generoso plan de permanecer toda una semana a una hora en coche de su acceso, no podía ser menos. Mañana todavía tendremos ocasión de disfrutar de antes de abandonarlo por el oeste, pero se podría decir que hoy es nuestro último día en la zona del parque.
Paradójicamente, hoy no iremos al parque.
Pese a lo accidentado de los primeros días en gran parte debido a la agotadora jornada del Panorama Trail, nuestra estrategia conservadora a la hora de rellenar los días disponibles con excursiones y miradores ha salido a pedir de boca y al cierre de nuestra visita habremos hecho todo aquello que teníamos previsto -o por lo menos lo habrá hecho uno de los dos, como el caso de Columbia Rock-. Por ese motivo mirando nuestra agenda podemos ver un día que queda completamente libre, y está libre por dos razones. La primera, que siempre intentamos contar con ese margen para casos en los que la meteorología o cualquier otro tipo de imprevisto nos obliga a replanificar la agenda. La segunda, que manteníamos abierta la posibilidad hasta el último momento de poder transitar por Tioga Road, la carretera que accede a Yosemite por el este y que ha permanecido cerrada hasta la fecha por no haber finalizado las tareas de aclimatación tras el fortísimo temporal de nieve de esta temporada. Lamentablemente Tioga Road está muy lejos todavía de abrir -spoiler: finalmente abrió 12 días después, el 29 de junio- y no vamos a poder visitar ciertos hitos a lo largo de ella que, afortunadamente, en parte ya pudimos visitar en su día durante nuestro breve paso por el parque en 2011.
En definitiva, todo esto nos lleva a la situación en la que no tenemos nada más que hacer en el parque salvo una última visita que por conveniencia geográfica haremos mañana antes de alejarnos por el oeste. Y eso, sumado a que ya hemos tenido bastante actividad para nuestras piernas y hemos recibido bastante sol durante los últimos días, nos lleva a la decisión de tomarnos el día para lo que se destinan muchas veces las vacaciones: descansar.
El plan para hoy es extremadamente sencillo, y por ello tras esta introducción la etapa no dará pie a demasiados detalles ni demasiadas fotografías. Durante la mañana volveremos a conducir hasta los alrededores de Fresno con el objetivo de visitar un Best Buy -el equivalente a los MediaMarkt europeos" y un nuevo Walmart. Regresaremos a casa al mediodía justo a tiempo para comer un plato caliente y cuando el sol comience a bajar y pasen las peores horas de calor conduciremos hasta el cercano lago de Bass Lake, situada en un área recreativa en la que pese a la previsión de público debido a que es fin de semana esperamos poder pasar un rato agradable. Para terminar aprovecharemos nuestro último día en casa de Conan para hacer una nueva lavadora antes de volver a preparar nuestro equipaje y no perder así demasiado tiempo durante el día de mañana, en el que nos volverá a interesar ponernos en marcha más bien temprano.
Hecha la introducción, nos ponemos en marcha. Comenzamos como siempre preparados para un nuevo desayuno de lujo por gentileza de nuestro anfitrión. Esta vez está programado para las 7:00 y sabemos de antemano que por primera vez Conan repetirá una receta de días anteriores, exactamente la que ayer le dijimos que había sido una de nuestras favoritas durante nuestra estancia. Nos espera una nueva tanda de esas maravillosas copas de yogur con plátano y arándanos pero con una pequeña modificación, sustituyendo la tortilla original por unas tostadas aderezadas con mantequilla. Conan es incapaz de no innovar ni un solo instante y saca de la nevera un pequeño experimento: cantalupo -un melón naranja poco habitual en España- especiado con pimienta cayena y sal. Qué podemos decir que no hayamos dicho ya: todo está buenísimo, incluida la mermelada de albaricoque que nos ofrece para acompañar a las tostadas.
Tras un tiempo más que prudencial haciendo la digestión en la intimidad de la habitación entramos en el Nissan Rogue e iniciamos nuestro periplo hacia el sur. Con la compañía del primerísimo programa de Nadie Sabe Nada emitido hace ya tres años conducimos hasta Fresno durante una larga hora que recordábamos más corta tras nuestro día visitando el Parque Nacional de las Secuoyas.
Llegamos al Best Buy y bajo del coche como un niño que fuese a visitar a Santa Claus. Se da la circunstancia de que dentro de dos días un servidor cumplirá 33 primaveras y mi media naranja quiere aprovechar la circunstancia para que elija mi propio regalo -uno de ellos- de entre las estanterías de la gran superficie. Tras probar varios modelos de auriculares inalámbrico con tecnología bluetooth, los ganadores son unos Sony XB650BT cuyo precio en Amazon España es de 99 euros y aquí, tras el cambio de divisa y habiendo aplicado las tasas, se queda en unos muy apetecibles 77 euros. Los varios minutos caminando por los pasillos de Best Buy me recuerdan lo triste que es ser pobre o, por lo menos, financieramente responsable. Me llevaría hasta las neveras.
¡Regalitos!
Con el regalo bajo el brazo, nos dirigimos ahora hacia un nuevo hipermercado de la cadena Walmart con tal de conseguir algo que tengo en mente para regalar a mis sobrinos. No atinamos en el primer intento cuando el navegador GPS hasta un "Walmart Neighborhood Market" que resulta ser una versión más reducida de la misma franquicia -algo así como los "Carrefour Express" en España-. Sí acertamos en nuestro segundo intento, aparcando ante un inmenso como es habitual edificio y recibiendo una bofetada de calor cuando los 38 grados del exterior aparecen tras las puertas del coche.
Encuentro lo que andaba buscando -camiseta de Wonder Woman para mi sobrina y camiseta de Batman para mi sobrino- y nos echamos a la carretera para regresar a Oakhurst tras este paréntesis en Fresno que nos ha llevado más tiempo del que esperábamos. Aprovechamos el camino de vuelta para rellenar el depósito, cuya aguja ha vuelto a situarse en la mitad, en una estación de servicio Arco en la que hemos visto durante la ida un precio de 2,695 dólares por galón que resulta muy inferior a los que indican las gasolineras más al norte.
Son las 13:30 cuando estamos de vuelta en el garaje de Conan. Por el camino, carteles luminosos en la carretera advierten de que se esperan atascos de hasta una hora en los accesos a Yosemite. Es sábado y el parque lo sabe.
Cumplimos nuestra amenaza de un plato caliente y disfrutamos de unos macarrones con atún, salsa marinara y queso preparados en el momento en compañía de los mil aparatos de cocina que Conan tiene perfectamente ordenados. Mientras nuestro anfitrión se echa la siesta en la planta baja nosotros comenzamos a poner en orden nuestro equipaje, especialmente las compras que hicimos hace ya varios días en los San Francisco Premium Outlets. Se avecina un nuevo ataque consumista y queremos tener presente qué hemos comprado ya para no caer en repeticiones.
Pasan las 16:00 y estamos listos para nuestra última salida del día. En apenas 15 minutos y ataviados con unas toallas y una manta que nos ha cedido Conan alcanzamos Bass Lake, lago situado a escasamente siete millas de Oakhurst. El navegador GPS nos ha llevado por el norte en lugar de volver a la avenida principal para luego remontar nuevamente, en lo que parece una buena decisión que nos ha ahorrado tiempo y combustible.
Bass Lake se puede rodear en coche, viendo durante el proceso vehículos estacionados tanto en los aparcamientos oficiales previo pago de cinco dólares o esparcidos por el arcén allá donde es seguro y responsable sin necesidad de hacer ningún desembolso. Encontramos un sitio idóneo cerca de un litoral del lago en el que parece haber espacio para poder echarnos, aunque ya desde aquí vemos que ni la orilla ni las aguas son particularmente nuestras favoritas para disfrutar de un baño.
Nos acercamos y lo confirmamos: la arena se mezcla con ramas y piedras y el agua está más bien turbia y esconde en su lecho marino algunas rocas y árboles cuyas raíces permanecen sumergidas. No es ideal, pero nos sirve para cuanto menos remojar los pies y echarnos a la sombra de un árbol a apenas tres metros del agua. Hay niños jugando cerca de nosotros, pero ni uno solo de ellos se plantea dar un grito. Pasarlo bien no está reñido con respetar a los vecinos. Cuando llevamos unos minutos contemplando el paisaje y las lanchas motoras que pasan a toda velocidad por el centro del lago, aparece algo que mejora la experiencia en muchos niveles: ¡patos! Un buen puñado de patos, en algunos casos pequeños y custodiados por su madre, se pasean por las aguas e incluso se acercan sin demasiados reparos a los bañistas.
Las turbias aguas de Bass Lake
Algo se acerca...
¡Sonría!
Damos por cubierta nuestra visita a Bass Lake cuando se acercan las 18:00 y antes de regresar a casa paramos, presumiblemente por última vez, en el supermercado Vons de cuyas estanterías nos hemos nutrido para la mayoría de nuestras necesidades durante nuestra estancia en la Oakhurst. Compramos los últimos víveres antes de partir mañana, ya sin una nevera esperando en la que poder conservar más alimentos, y regresamos a casa de Conan por última vez.
Antes de proceder a poner la última lavadora y secadora repasamos con nuestro anfitrión los posibles recorridos de mañana para ir de Oakhurst hasta el punto de nuestra última excursión y de allí hasta nuestro próximo alojamiento. La idea es buscar rutas alternativas que no añadan excesivo tiempo ni distancia pero nos permitan circular por otra carretera que no sea esa Wawona Road que ya empezamos a conocernos al dedillo tras haberla recorrido de ida y vuelta hasta cuatro veces durante la última semana.
Con la lavadora ya en marcha, aprovechamos los 51 minutos que tardará en finalizar para ducharnos y dejar nuestro granito de arena en el libro de visitas de la habitación, que ya cuenta con numerosas entradas de huéspedes agradeciéndole a Conan su hospitalidad y dejando consejos para los que le sucedan. Esta es nuestra aportación, traducida al castellano:
"Hola, futuro huésped. Permite que te digamos una cosa: no hay adjetivos para la estupenda experiencia que vas a tener.
Bienvenido a uno de los mejores Parques Nacionales del país (créenos, hemos estado en muchos) y también a uno de los mejores alojamientos que podrías haber encontrado para permanecer cerca de él.
Conan no es solo un anfitrión estupendo si no también una persona increíble. Siempre con una sonrisa en la cara y siempre ansioso por ayudarte, lo único que sentirás cuando esté cerca es lástima por todo el empeño que le pone a que te sientas cómodo.
Y ahora pasemos a los consejos:
Si estás planeando hacer el Panorama Trail prepárate para una dura carga sobre tus piernas. Puede no ser la excursión más larga, pero transcurre íntegramente descendiendo. No olvides ver las Nevada Falls desde una distancia segura justo unas yardas después de tomar el John Muir Trail.
¿Estás pensando en visitar el mirador de Columbia Rock? Cuando lo hayas hecho, continúa avanzando unas 300 yardas para alcanzar una vista limpia y despejada de las Upper Yosemite Falls. Y si te sientes con ganas camina un poco más para conseguir una ducha gratis y 100% natural.
Evidentemente vas a pasar por lo menos una noche cenando en algún rincón de Oakhurst. Déjanos decidir por ti: South Gate Brewing Company. Las cervezas Oakland Pecan y Deadwood Porter son un éxito asegurado, y presta atención a la hamburguesa a la barbacoa y las tremendas patatas fritas de guarnición.
Si ya has tenido suficiente Yosemite (¿es eso posible?) considera la opción de conducir unas tres horas desde Oakhurst para alcanzar el Parque Nacional de las Secoyas. Asómbrate con el General Sherman y camina hasta lo alto del mirador panorámico de Moro Rock.
Por último pero no menos importante, un pequeño comentario sobre los desayunos de Conan: OH-DIOS-MIO.
Eso es todo... por ahora, ya que seguro que encontraremos una excusa para volver a visitar a Conan. ¡Saludos a todos desde Mallorca, España!
A & L.
PD.: Está escrito en español (por ahora), pero si queréis ver fotografías y más consejos consultad nuestro diario de viaje en www.albertobastos.info. ¡Sin anuncios, solo por el placer de compartirlo!"
Dejada nuestra impronta y con la ropa ya pasada a la secadora, nuestra última cena en Oakhurst es la suma de una ensalada césar recién comprada y sobras que no vamos a poder llevar con nosotros ya que no tendremos nevera durante el trayecto de mañana ni en los siguientes alojamientos. Nos despedimos así del hummus con zanahorias baby, de la ensalada de patata y de la bandeja de fruta troceada, dejando lo que no consumimos y algunas cosas más a Conan para que aproveche lo que quiera. Rematamos para el postre con una suerte de profiterol gigantesco para cada uno.
Bebiéndonos a Yosemite
Damos las buenas noches a Conan ya con aires de despedida, aunque todavía tendremos ocasión mañana de decirnos adiós tras el desayuno. Son las 23:00 cuando nuestro cuarto presenta ya aspecto de final del camino, con las maletas junto a la puerta y solo un puñado de cosas esparcidas y esperando a ser recogidas en unas horas cuando nos despertemos.
Oakhurst se acaba y Yosemite casi llega a su fin. Todavía quedan cosas que contar, pero nuestros días de naturaleza en California se están agotando.