Yangon y llegada a Bago ✏️ Diarios de Viajes de Asia Sudeste

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17/11/16 || Yangon

07:00 | Diana. Nos aseamos y a desayunar.
El hotel es muy pequeño y no tiene comedor y mucho menos cocina por lo que el desayuno lo hacemos en la recepción. Unas clientas, europeas, no dan mucho crédito; nosotros no es la primera vez que comemos en la recepción de un hotel. Y mucho me temo que tampoco será la última.
Las habitaciones son cabinas, donde apenas cabe el aire acondicionado, una cama, grande eso sí, y un pequeño aseo. Es muy habitual este tipo de alojamiento, a veces incluso nos hemos encontrado con que para acceder al hotel, tenías que atravesar una tienda o un almacén.
Desayuno sencillo a base de huevos cocidos, mantequilla, mermelada con tostadas y café. El azúcar en sobre. Escuchando las noticias en la tv. Escuchando, no entendiendo.
La entrada al hotel está en una calle donde hay puestos de pescado y verduras y los dependientes te sonríen y saludan amablemente, mientras de un certero golpe cercenan la cabeza de un pescado, enfrente hay un restaurante bastante animado.
Salimos hacia la derecha, caminando buscando la estación de tren para mirar horarios. Después de dar vueltas, sin encontrar la entrada principal, entramos por una puerta que está enfrente de la torre Sakura, en el barrio chino. El edificio más alto de todo Yangon y referencia para orientarse por la zona. En la torre te venden billetes para otros días. Salen a las 6, 7:15 y 08:00, con sus retrasos por supuesto.
En las taquillas de la estación, solo te venden los billetes del día. También puedes cogerlos en agencias o el hotel, pero no hay problema en el mismo día, la estación estaba casi sin gente.

09:30 | Taxi para la Swhedagon Pagoda. 2000, el trayecto de 20 minutos, a estas horas el tráfico ya es intenso.
El trayecto, bien podría venderse como una actividad más, ya que te da para ver la ciudad y sus quehaceres.

Swhedagon Pagoda entrada, 8000 cada uno. Pero bien merece la pena, ya que es preciosa, más de lo que esperábamos.
Hay mucha gente pero sin ser sensación de agobio.
Es la pagoda más importante, sagrada y venerada del país. Su hti se eleva a más de 100 metros y se ve desde muchas partes de la ciudad, ya que está en una colina.
Aunque solo fuera por ver el acceso a esta pagoda merecería la pena esta visita.
Antes de que llegues siquiera a las escaleras ya hay tiendas con todo tipo de artículos, muchos de ellos religiosos, que te ofrecen sus mercaderías. Hay palomas para soltar, hábitos de monje, estatuas y puestos de bebidas y comida.
A pie de calle arrancan unas escaleras enormes, cubiertas, flanqueadas por tiendas de artesanía y artículos de culto.
El techo está adornado con motivos, en madera policromada, de la vida de Buda. Estos relieves tienen un color tan vivo, que te van haciendo parar a cada momento.
Justo antes de acceder al recinto de la pagoda, se encuentran los puestos de control, que llevan los militares y la taquilla para pagar los 16000.
El recinto, que es enorme, acoge no sólo a la pagoda sino a muchos otros chedis, templos menores, y toda clase de altares con nats y representaciones de Buda en todas sus posturas. Además de comedores, salas para el rezo, zonas de paso y estancias enormes, donde los feligreses rezan o descansan.
Todos hacen fotos, no solo los turistas.
Y en el centro se encuentra la pagoda, que dicen que está aquí desde hace 2600 años y cuya estupa, bañada en oro, se levanta hacia el cielo. En lo alto del hti, se encuentra el Tesoro, la terminación de piedras preciosas.

11:20 | Fin de la visita, ahora nos dirigimos al parque.
Dejamos el parque a la derecha y seguimos hasta el Buda reclinado. Pasear entre estas callejuelas, te da una sensación de aventura que a veces no tienes en mitad de un bosque. Otras piensas que te expones demasiado, pero qué es la vida sino un constante un peligro, aunque no queramos verlo así.
12:40 | Llegamos a otro Monasterio Ngar Htat Gyee Pagoda, donde hay un Budha enorme sentado.
Al salir a la izquierda bajando las escaleras y luego la rampa y cruzando la carretera, está el reclinado. A 5 minutos andando Sayama Daw Swe Swe Win.
Estas dos imágenes son impresionantes, al igual que los recintos que las acogen. Bien merece la pena perderse entre las callejas sin apenas gente ni tráfico.
13:10 | Taxi al hotel por 2500, trayecto de 30 minutos.
Coca 450 y subimos a comer el pollo de ayer.
15:15 | Reservamos en Bago por 66 euros, Jade Garden Hotel, dos noches del 18 al 20.
En Mawlamyine, del 20 al 22, Htun Yadanar Motel, por 47.
Los dos en Booking.
En Hpaya An, Soe Brothers II, del 22 al 25 por 81, ya está pagado en Agoda. Es la primera vez que utilizamos esta página para coger un hotel, nosotros somos más de Booking.

17:20 | Salimos al Internet Café y a ver el mercado Bagyoke Aung San, al lado del edificio del Former Ministry.
Buscando e Internet Café perdido, lo dejamos por imposible y nos tomamos una Tuborg enfrente de un puestecito donde elaboran el betel, el hombre muy apañado.
Vamos al mercado nocturno de la 38, en Chinatwon, donde nos sentamos en un puestecillo y comemos unos noodles unos vermicelli, un rollito y una sopa de verdura de col, acelga y unos palitos blancos que no identificamos; una sopa muy gustosa y un precio, 1200. Después, de postre una crep de coco y unas bolitas dulces, muy rico 300.
A veces los mismos turistas nos miran, pensando seguramente en lo atrevidos que somos y da sensación rara. Te sientes extranjero entre los extranjeros. Es una cosa que vemos a menudo, la gente no se atreve a sentarse entre los locales, ni comen de los peroles. Incluso más de una vez nos han preguntado por la comida y al ofrecerles se sorprenden de lo que se están perdiendo. Es nuestro momento, no sabemos hablar inglés pero mezclarlos entre la gente y ser uno más, de eso vamos sobrados.
Si hay que probar, se prueba.
Paramos para hacer la penúltima Myanmar en el Blue Sky, en la misma calle del hotel. La cerveza 1500 y para subir a la habitación una coca y un agua.
Estos baretos están muy bien para tomar contacto y parar un poco el ritmo, entender algunas maneras y sobretodo vivir la experiencia e integrarse en la vida diaria.
20:00 | Al hotel y a descansar.

18/11/16 || Yangon

06:00 | El local de abajo ya bulle de actividad, los nenes elaboran chapati, con una agilidad de la que harían escuela en occidente. En una gran perola hierven la comida del día.
Está la familia al completo y cada miembro se encarga de una labor. Los jóvenes son los que elaboran los panes, el marido trastea, sin hacer mas bien nada y las mujeres se encargan del fuego y las perolas. Hasta los más pequeños están entretenidos montando las mesas y limpiando y regando el suelo.
Aseo, desayuno check out, 55000.
Taxi a la estación por 1500. De camino a la estación, vemos nos vamos despidiendo de una ciudad que nos ha gustado mucho, con su ajetreo y su tráfico. El caos organizado. También se ven las miserias de una super urbe, pero es miseria que no molesta a los ojos, después de tantas visiones uno ve la vida de diferente manera. Todo esto se asimila después, una vez en casa afloran todos estos sentimientos, tan encontrados a veces.
Ya en la estación, pagamos 1200 por dos asientos en Uper Class, asientos 27 y 28. El tren sale a las 08:00.
Parece que nadie sabe dónde está nuestro asiento así que preguntamos por última vez y nos acoplamos al lado de unos japoneses, que parece que han pagado el doble por el mismo asiento. Veremos al final.
08:05 | Salimos bastante en hora. Ha pasado el revisor y parece que todo va bien. Nos ha deseado buen viaje unas cuatro veces.
Pazundaung.
El tren va lento, a 5 por hora.
Mahwagon.
Tin Gan Gyun
Vamos al paso, como encima de un caballo.

08:35 | Parece que salimos de la ciudad. Adiós Yangon.
Como es natural, hay suciedad por todas partes y cada vez que el agua se embalsa, está llena de plásticos y suciedad. Por otra parte, la selva, lo verde, invade lo que descuida el hombre.
Seguimos hacia el norte.
Arroz y estupas.
El viaje ha sido tortuoso, ajetreado. Hemos trotado y hasta casi galopado. Esta vía, aunque me temo que todo el país esté en las mismas condiciones, hace replantearte el desayunar antes de partir.
Los japoneses grababan y nos miraban como asustados y emocionados a la vez.

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