Antes de seguir con el relato, me gustaría hacer un paréntesis para hablar de la motonave Amarco.
Si bien este tipo de embarcación no se compara con la estructura, la organización y las comodidades de los cruceros, nosotros tuvimos una buena experiencia y nos sentimos muy a gusto.
En cuanto a la infraestructura e instalaciones, la motonave cuenta con cinco cubiertas y tiene de todo: spa, gimnasio, bar, joyería y tienda de regalos y chilabas.
La recepción es amplia, luminosa y acogedora.
La cubierta es muy pintoresca; tiene una piscina rodeada de reposeras de madera, sombrillas y un bar donde hubo almuerzo en una oportunidad.
El comedor está en el subsuelo. Como éramos un grupo, nos asignaron dos mesas a nombre de nuestro guía, que teníamos que ocupar en los desayunos, almuerzos y cenas. Por lo general, cada uno respetaba su lugar en la mesa. La última noche de navegación hubo una cena de gala y el comedor quedó casi a oscuras, iluminado por numerosas luces pequeñas que había en el techo y que parecían estrellas.
El régimen de comidas era pensión completa. Los desayunos y los almuerzos eran buffet; las cenas eran a la carta (un menú establecido que consistía en una entrada, un plato principal y un postre). La comida era rica, abundante y relativamente variada excepto los postres, que no eran muchos. Solo hubo merienda el primer día de navegación, algo curioso (aunque irrelevante) en un servicio de pensión completa.
Las bebidas se pagaban aparte. Cada vez que consumíamos algo, firmábamos un recibo del que nos daban una copia y luego, al hacer el check-out, había que cerrar las cuentas. A nosotros nos sobraron libras egipcias en efectivo y pudimos usarlas para pagar parte de la cuenta; el resto lo abonamos con tarjeta de crédito. El pago de las compras en la joyería y la tienda de chilabas se hacía en el momento.
Nuestro camarote (215, el más cercano a la joyería del barco) estaba muy bien decorado y era cómodo (sobre todo la cama y las almohadas, algo fundamental); tenía frigobar, aire acondicionado, televisión, mesa ratona con sillas, placard, caja de seguridad y una ventana grande desde donde se podía contemplar el Nilo. El baño era normal, contaba con varios elementos de aseo personal. Retiraban las toallas dos veces por día y, por suerte, nunca se escucharon ruidos molestos en ningún momento.
La atención del personal fue excelente: educados, amables, simpáticos, atentos y no pedían propinas (estaban incluidas en el paquete, pero igual le dimos a aquellos que consideramos se merecían un adicional, por ejemplo, el mozo que nos atendió siempre en el comedor y la gente que preparaba los camarotes, que nos solían dejar una “sorpresa” de noche, cuando volvíamos de cenar). Algunos mozos hablaban español, pero la mayoría manejaba el inglés. Algunas muestras de las “sorpresas”:
El wi-fi costaba EGP 360 por 3 días, pero no funcionaba muy bien, solo había señal en la recepción, en los camarotes y en la cubierta (pero sujeto al área de cobertura).
En cuanto a precios, algo elevados en comparación con las tiendas o quioscos fuera de la motonave, pero bastante parecidos a los nuestros en Argentina. Por ejemplo, el agua mineral grande costaba EGP 25 y la cerveza Stella, EGP 60.
Nosotros estuvimos muy conformes con nuestra estadía en el Amarco y lo recomendamos 100%.
Si bien este tipo de embarcación no se compara con la estructura, la organización y las comodidades de los cruceros, nosotros tuvimos una buena experiencia y nos sentimos muy a gusto.
En cuanto a la infraestructura e instalaciones, la motonave cuenta con cinco cubiertas y tiene de todo: spa, gimnasio, bar, joyería y tienda de regalos y chilabas.
La recepción es amplia, luminosa y acogedora.
La cubierta es muy pintoresca; tiene una piscina rodeada de reposeras de madera, sombrillas y un bar donde hubo almuerzo en una oportunidad.
El comedor está en el subsuelo. Como éramos un grupo, nos asignaron dos mesas a nombre de nuestro guía, que teníamos que ocupar en los desayunos, almuerzos y cenas. Por lo general, cada uno respetaba su lugar en la mesa. La última noche de navegación hubo una cena de gala y el comedor quedó casi a oscuras, iluminado por numerosas luces pequeñas que había en el techo y que parecían estrellas.
El régimen de comidas era pensión completa. Los desayunos y los almuerzos eran buffet; las cenas eran a la carta (un menú establecido que consistía en una entrada, un plato principal y un postre). La comida era rica, abundante y relativamente variada excepto los postres, que no eran muchos. Solo hubo merienda el primer día de navegación, algo curioso (aunque irrelevante) en un servicio de pensión completa.
Las bebidas se pagaban aparte. Cada vez que consumíamos algo, firmábamos un recibo del que nos daban una copia y luego, al hacer el check-out, había que cerrar las cuentas. A nosotros nos sobraron libras egipcias en efectivo y pudimos usarlas para pagar parte de la cuenta; el resto lo abonamos con tarjeta de crédito. El pago de las compras en la joyería y la tienda de chilabas se hacía en el momento.
Nuestro camarote (215, el más cercano a la joyería del barco) estaba muy bien decorado y era cómodo (sobre todo la cama y las almohadas, algo fundamental); tenía frigobar, aire acondicionado, televisión, mesa ratona con sillas, placard, caja de seguridad y una ventana grande desde donde se podía contemplar el Nilo. El baño era normal, contaba con varios elementos de aseo personal. Retiraban las toallas dos veces por día y, por suerte, nunca se escucharon ruidos molestos en ningún momento.
La atención del personal fue excelente: educados, amables, simpáticos, atentos y no pedían propinas (estaban incluidas en el paquete, pero igual le dimos a aquellos que consideramos se merecían un adicional, por ejemplo, el mozo que nos atendió siempre en el comedor y la gente que preparaba los camarotes, que nos solían dejar una “sorpresa” de noche, cuando volvíamos de cenar). Algunos mozos hablaban español, pero la mayoría manejaba el inglés. Algunas muestras de las “sorpresas”:
El wi-fi costaba EGP 360 por 3 días, pero no funcionaba muy bien, solo había señal en la recepción, en los camarotes y en la cubierta (pero sujeto al área de cobertura).
En cuanto a precios, algo elevados en comparación con las tiendas o quioscos fuera de la motonave, pero bastante parecidos a los nuestros en Argentina. Por ejemplo, el agua mineral grande costaba EGP 25 y la cerveza Stella, EGP 60.
Nosotros estuvimos muy conformes con nuestra estadía en el Amarco y lo recomendamos 100%.