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Último día de viaje por tierras castellanas, para el día de hoy teníamos previsto terminar lo que nos faltaba por visitar de Segovia (zona de San Marcos), y conocer las localidades de Coca y Cuéllar, famosas por sus castillos de estilo mudéjar.
Después de meter las maletas en el coche, conducimos hasta el barrio de San Marcos, que pudimos contemplar el jueves desde el Alcázar.
Llegamos y aparcamos al lado de la Iglesia de la Vera Cruz, donde tenemos buenas vistas del Alcázar.
Tuvimos que esperar unos minutos para que abriera (abre a las 10:30 horas), y tras pagar 2€ por persona, accedemos al interior.
La Iglesia de la Vera Cruz es uno de los mejores ejemplos que se conserva en Europa de templo construido por un edículo central en cual gira la nave central. Su planta, dodecagonal en el exterior y circular en el interior, se relacionan con las de otros templos del norte de Italia y con la mezquita de la Roca de Jerusalén.
Fundada por la Orden de los Templarios, pasó, tras un periodo de abandono, a las manos de la Orden de Malta. Se cree que no fue construida para ser templo parroquial no para capilla monástica, si no como mastriyum, es decir, un templo dedicado a evocar la muerte y resurrección de Cristo.
El interior de la Vera Cruz consta de un cuerpo concéntrico de dos pisos al que se accede por cuatro puertas orientadas a los puntos cardinales. La escalera adosada que sube a la segunda planta deja un espacio en el centro en el que un curioso edículo forma a su alrededor un deambulatorio circular. También conserva punturas murales y un valioso Cristo del siglo XII.
Llama la atención las banderas de la Orden de Malta que hacen referencia a las lenguas en la que se divide, situadas a lo largo de toda la nave.
Tras la visita, salimos y nos acercamos a la Pradera de San Marcos, con buenas vistas del Alcázar.
Justo en la otra acera tenemos la alameda de la Fuencisla, un parque rodeado por dos santuarios.
El primero de ellos es el Convento de los Carmelitas Descalzos, donde reposan los restos del fundador del convento, San Juan de la Cruz.
El templo en sí es de una sola nave con capillas laterales, construido en estilo barroco.
El otro gran templo que surge por debajo de la roca es el santuario de la patrona de Segovia, la Virgen de Fuencisla. El templo, renacentista, fue construido por Pedro de Brizuela entre los siglos XVI y XVII en el mismo lugar que se enclava el primitivo santuario.
Tomamos de nuevo el coche y nos dirigimos a Coca, famosa por su castillo de arte mudéjar.
La ciudad tuvo gran importancia en tiempos de los romanos (Cauca Vaccea, entonces), y vio nacer al emperador Tedosio el Grande en el año 343. Durante la Edad Media, Coca alcanzó un notable desarrollo de la mano de la poderosa familia de los Fonseca, artífices de dos de sus principales monumentos; el castillo y la Iglesia de Santa María.
Tras comprar la entrada (2,70€ por persona), estuvimos esperando un rato a que dieran la 1 para poder iniciar la vista guiada. Mientras esperamos, os resumo la historia del Castillo:
En el año 1453, don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, recibió el permiso del rey don Juan II de Castilla, para la construcción de este castillo iniciándose las obras en el año 1473.
De los Fonseca el castillo pasó a la Casa de Alba, y en 1928 la fue declarado Monumento Histórico Nacional. En 1954 pasó al Ministerio de Agricultura, cedido por los propietarios, para que se instalara en ese lugar una Escuela de Capacitación Forestal que sigue funcionando en la actualidad.
El castillo de Coca es uno de los mejores exponentes de la arquitectura gótico-mudéjar española. A modo de curiosidad, destaca en no haber sido construido sobre un cerro como suele suceder con fortalezas de este tipo, su sistema defensivo aprovecha los escarpes del terreno, el cual sirve de asiento a este castillo, que se alza sobre un ancho y profundo foso.
A la 1:00 horas empezamos la visita guiada, comenzado por la capilla donde se albergan algunas tallas románicas y góticas de la Virgen con el Niño.
Continuamos por la sala de armas, donde destaca la decoración de los muros y techos.
Le sigue una especie de sala museo con algunas armaduras y armas de los siglos XVI y XVII, fotografías que muestran el estado del castillo antes y después de la restauración efectuada entre los años 1956 y 58.
Desde aquí se accede al mirador, con magníficas vistas de la Tierra de pinares.
Sobresalen especialmente algunos puntos de interés de la villa, como la iglesia de Santa María la Mayor, Torre de San Nicolás y las Murallas Medievales.
Seguimos por otras salas, pero sin especial interés. Lo verdaderamente interesante es el propio castillo en sí, sus dimensiones y el empleo del ladrillo tan característico del arte mudéjar.
Salimos del castillo y nos encontramos con un trozo de la muralla medieval.
Empezamos a rodear el trozo de la muralla y llegamos a la Puerta de la Villa.
En el centro de la rotonda se sitúa la Cruz de Setién, ordenada tallar por el hidalgo Antonio de Setién, gran benefactor de la villa en los años finales del siglo XVI y principios del siglo XVII.
Cruzamos la Puerta de la Villa, y nada más salir hallamos una escultura de Tedioso I “El Grande”. Esta emperador romano tiene mucha importancia la villa de Coca, pues nació precisamente aquí en el año 347. Es el tercero de los emperadores hispanos que gobernaron Roma. Gobernó en principio la parte oriental del Imperio, aunque luego consolido su hegemonía en ambas partes, unificándolo por última vez el territorio. Dio paso a una dinastía de familiares suyos, la Tedosiana y a la muerte se repartieron el Imperio entre sus hijos, Arcadio y Honorio (división del Imperio Romano de Occidente y el Imperio de Oriente).
Siguiendo en línea recta llegamos a la Plaza Mayor, donde se localiza la Casa de la Villa y de la Tierra (actual Ayuntamiento). El edificio se encuentra portificado y construido en ladrillo, tratando de imitar la arquitectura local.
Pero el edificio más destacad de la plaza es la Iglesia de Santa María la Mayor. Se trata de una construcción tardiogótica de principios del siglo XVI, con planta de cruz latina, en cuyo interior se puede admirar un retablo plateresco y varios sepulcros renacentista de algunos miembro ilustres de la famita Fonseca, artífice de la obra.
Como iba siendo hora de comer, fuimos en busca de restaurante pero los dos que había en el pueblo estaban llenos; por lo que decidimos comprar unos bocadillos en una tienda como remedio.
Tras la comida, tomamos el coche y tras media hora de trayecto, llegamos a Cuellar, la segunda ciudad más poblada de toda la provincia.
Debido a su carácter de villa medieval, fue declarada conjunto histórico, y posee un amplio patrimonio en el que destaca su castillo medieval, su recinto amurallado, el conjunto de arquitectura mudéjar presente en iglesias, monasterios y otros edificios históricos. Dentro de las festividades que celebra se encuentran los Encierros de Cuéllar, declarados de Interés Turístico Nacional y considerados los encierros más antiguos de España, con origen en el siglo XIII.
Aparcamos próximos a la Iglesia de San Andrés, del siglo XII, que conserva una de las plantas más perfectas del arte mudéjar.
Fuimos directos al castillo, donde tuvimos suerte y justo a las 4 empezaba una vista guiada, a la que nos unimos.
El Castillo de Cuellar fue construido en pleno siglo XV por el primer duque de Alburquerque, Beltrán de nombre, al que debió Juana I de Castila su acusado apodo de “la Beltraneja”. De planta cuadrada y mezcla de estilos, principalmente gótica y renacentista, alcanza notable altura a base de una sillería, mostrado en el lienzo sur una galería que le da aspecto palaciego.
Fue residencia habitual de los duques de Alburquerque durante siglos, hasta que se trasladan junto a la Corte a Madrid, convirtiéndolo en palacio de recreo y vacaciones, desvinculándose así lentamente del edificio, hecho que se acentúa más aún cuando la línea primogénita del ducado se extingue.
El edificio, tras ser utilizado como prisión y tras años de abandono, sirve en la actualidad para albergar una oficina de turismo y un instituto de educación secundaria.
Comenzamos la vista guiada escuchando la historia del castillo mientras contemplábamos su fachada lateral.
Seguimos por algunas salas con mobiliario de la época.
Salimos a la terraza con buenas vistas de los alrededores.
La visita finaliza en el patio de armas, dispuesto en torno a una galería frontal de dos pisos con nueve arcos decorados en estilo renacentista.
Enfrente del castillo encontramos la muralla de la localidad.
Pasamos al lado de la iglesia mudéjar de San Martin, donde está instalado el Centro de Interpretación del Arte Mudéjar, que desgraciadamente encontramos en obras.
Yendo en dirección centro nos encontramos con la Iglesia de San Esteban, una de las más originales de la villa. Su ábside, que formó parte de la muralla, se parte en dos cuerpos diferenciados; el último, enorme, tiene forma poligonal con dos pisos de arcos ciegos y otros tres con arbotantes geométricos. Dentro, en el presbiterio, lucen a cada dos sepulcros mudéjares de abundante ornamentación.
Un poco más adelante en la plaza del Mercado del Pan tenemos a un lado, en la calle del mismo nombre, el hospital de la Magdalena, construido en el siglo XV.
Llegamos a la irregular Plaza Mayor, donde aparte de situarse el Ayuntamiento, se alza la iglesia parroquial de San Miguel, que pese a su escaso atractivo exterior alberga una gran riqueza artística. Sobresalen la Virgen del Rosario, obra del flamenco Pedro de Bolduque, del siglo XVI, y un calvario barroco.
Observamos la torre de la iglesia de Santa Marina, único resto del templo construido en el siglo XIII, y abajo, una pequeña placita dedicada a la misma santa centrada con una fuente gótica de influencias renacentistas.
Dimos una vuelta por el pueblo y no encontramos mucho más, por lo que decidimos finalizar la visita por Cuellar y tomar en el coche para llegar a nuestra casa.
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