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Hoy no madrugamos demasiado, ya que al primer destino del día nos desplazaremos caminando: El Museo del Tapiz de Bayeux. Después del desayuno “justito” (siendo generosos) y tras hacer e Check-out y dejar el coche cargado, nos dirigimos al museo, que abre a la 9. Es muy interesante, ya que a lo largo de sus 70 metros de largo, divididos en 58 escenas nos explica la batalla de Hastings (año 1066) y como Guillermo el conquistador, rey de los Normandos, invade Inglaterra. Dispone de audio-guía gratuita que va explicando todas las escenas que muestran la forma de vivir y las costumbres de la época. El precio es algo caro para lo que ofrece (9,5 euros),aunque los niños no pagan.
Son más de las 10 cuando emprendemos camino hacia una de las joyas de este viaje: el Mont de Saint- Michel. El viaje nos lo tomamos con calma y siempre que podemos por carreteras secundarias. Los 120 kilómetros se alargan un poco y paramos a comer poco antes de llegar a nuestro hotel. Conforme vamos llegando, no podemos evitar parar en distintos miradores para observar el Monte. La verdad es que te hipnotiza. Está allí presente y se puede observar desde todos los lugares en muchos quilómetros a la redonda.
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Sobre las tres llegamos al alojamiento de hoy: El “Auberge de La Baie” (153 euros desayuno incluido). Un hotel restaurante con un amplio aparcamiento gratuito que se encuentra en la misma carretera que te lleva al parking del Monte Saint Michel, a unos dos kilómetros. La ubicación es inmejorable. Tras hacer el Check-in nos explican que podemos acceder caminando al aparcamiento del Monte por un bonito camino rural que hay tras el hotel y así lo hacemos.
En 15 minutos estamos subiendo a la lanzadera gratuita que te lleva desde el parking hasta el pie del Monte. Estas lanzaderas salen cada tres minutos y hacen dos paradas antes de llegar al destino, donde se pueden encontrar comercios y restaurantes.
Son la cuatro de la tarde y estamos a los pies de Mont-Saint- Michel. Es alucinante. La marea está baja esta semana con lo no hay agua en muchos metros a la redonda, sola arena. Parece una playa y la gente aprovecha para pasear por los pies descalzos por la inmensa “playa” llena de lodo.
Nosotros de momento nos decantamos por entrar al Monte y pasear por sus estrechas callejuelas repletas de comercios, restaurantes y…. gente. Hay tanta gente que hay tramos en los que se hace imposible caminar. Es lo que tiene venir en pleno mes de Agosto. Decidimos llegar hasta el pie de la Abadía por el Camino que hay en la parte exterior de la muralla, junto a las almenas. Hay bastante menos gente que en el Camino principal y la vista es fantástica.
Una vez llegamos arriba decidimos no entrar en la Abadía. Son casi las 6 y nos indican que si entramos ahora tendremos que salir antes de las 7 porque a partir de las 7:30 comienzan las visitas nocturnas. A Silvia tampoco le apetece demasiado, está cansada y los niños también, así que, tras comer un delicioso helado, decidimos bajar a pasear por la arena.
Son las 7 de la tarde y decidimos dar por finalizada nuestra visita. Nuestra idea inicial era volver mañana y entrar a la Abadía, pero estamos bastante cansados, y como no sabemos cómo responderá el coche decidimos no hacerlo. Antes de volver al hotel paramos en la zona comercial donde nos deja la navette para comprar la cena de hoy. Tenemos un amplio apartamento con dos habitaciones con lo que nos será cómodo cenar allí.
Mientras todos cenan, yo planto mi trípode al otro lado de la carretera, donde se observa imponente el Mont de Saint Michel en todo su esplendor. La luz diurna va dando paso a la penumbra que invita a encenderse las luces del Monte. Me dan las 10 de la noche pero vale la pena. Creo que son algunas de las mejores fotografías que he podido hacer en este viaje. Es todo un placer disfrutar de este privilegiado lugar.
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