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Jueves 24 de agosto de 2017
Hoy habíamos destinado este día para visitar un campo de recuperación de elefantes.
El elefante es el animal nacional de Tailandia. El hábitat natural de los elefantes es la selva del norte del pais pero tradicionalmente en los ultimos 500 años se han usado al servicio del hombre principalmente como animales de carga. Sin embargo con el avance de la tecnología sus servicios cada vez son menos necesarios. De una población de más de 100.000 habitantes a comienzos del siglo XX ahora sólo hay poco más de 4000 elefantes en todo el pais y se considera una especie en peligro de extinción. De hecho se calcula que sólo quedan 30000 elefantes asiaticos en todo el mundo. La mitad de los elefantes tailandeses están domesticados y el resto vive en santuarios principalmente en el norte del pais. Muchos de los elefantes domesticados se usan ahora para dar paseos a los turistas. Tradicionalmente los agricultores tailandeses no han sido muy amables con sus elefantes y muchos han sufrido malos tratos. Por esta causa muchos elefantes mayores presentan lesiones y heridas que les impiden trabajar y son abandonados por sus dueños. En Tailandia hay varios centros que compran y acogen a estos elefantes, les cuidan y les rehabilitan y que se pueden visitar para interactuar con los animales. Sin embargo hay otros muchos parques de elefantes que simplemente siguen aprovechándose de ellos utilizándolos ahora para el turismo disfrazados de falsos centros de recuperación
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Tras investigar un poco encontramos que el santuario de elefantes más famoso del pais es el Elephant Nature Park. Fue el primer centro de elefantes del pais, fundado a principios de los años 90 por una activista local llamada Sangduen Chailert (Lek) aunque actualmente también acoge otros animales heridos o amenazados: perros, gatos, búfalos y otras especies. Se financia mediante donaciones y por supuesto mediante las visitas de los turistas. En centro está a 60 kilómetros al norte de Chiang Mai en plena selva y ofrecen una multitud de paquetes turisticos de uno a varios dias y que incluyen no solo interactuación con los elefantes sino tambien trekkings por la selva y otras actividades. Tambien ofrecen la posiblidad de hacer trabajos de voluntariado en el campo.
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Nosotros elegimos el paquete básico de Elephant Nature Park - Single Day que nos costó 2500 bahts por persona (7500 en total, unos 192 euros). Como es el más famoso también es el más caro
pero es de los pocos que garantiza una experiencia ética con los animales. Tambien es de los pocos que se puede reservar online con semanas de antelación y son absolutamente confiables. Al hacer la reserva nos cobraron una señal de 3000 bahts y el resto lo pagaríamos el día de la visita. El dia se levanto soleado y caluroso de nuevo. A las 8 de la mañana el que iba a ser nuestro guía, un tailandes llamado Top, nos pasó a buscar por el hotel en una van que ya estaba ocupada por otra pareja de españoles y un grupo de 4 franceses jovencitos. Salimos de Chiang Mai por el habitual atasco tailandes y nos dirigimos al norte. Aunque el campo está cerca, por el tráfico y las carreteras tardamos en llegar más de una hora. En el trayecto Top nos puso un video de la historia del campo y su finalidad. En la última parte del trayecto entramos por una pista de tierra por el medio de la selva mientras nos cruzábamos con multiples carteles de otros campos de elefantes e incluso sorteábamos elefantes paseando a turistas o adelantabamos furgonetas cargadas de plátanos para los elefantes y que iban por la misma carretera.
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Llegamos al campo que ocupa una enorme pradera salpicada de algunos arboles y atravesada por un pequeño río y rodeada de montañas cubiertas de vegetación selvática. En en centro estaba el edificio principal donde en una amplia zona elevada, vallada y techada, los diferentes grupos de turistas nos ibamos sentando en unas mesas alargadas.
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Los elefantes son de la especie asiática (Elephas maximus), más pequeña y morfológicamente diferente al elefante africano (Loxodonta africana). En el parque había más de 60 elefantes, la mayoría hembras. Sólo los machos tiene colmillos así que vimos muy poco marfil en el parque. Cada bicho está asignado a un cuidador que se llama su mahout. Los animales duermen en unas enormes cuadras-jaulas repartidas por todo el campo pero por el día están en completa libertad por el parque.
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La primera actividad consistió en alimentar a los elefantes. Los diferentes mahouts fueron trayendo a sus elefantes en pequeños grupos mientras los turistas les acercábamos a la trompa trozos de sandia, piña o bananas. Por nuestra seguridad el personal del campo nos impedía acercarnos a menos de un metro de la valla, marcado con una linea roja en el suelo, pero podíamos tomar un primer contacto e incluso acariciarles la trompa. Los elefantes tragan una barbaridad y parecían insaciables así que el asunto se prolongó durante casi media hora.
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Después de un pequeño descanso salimos a la pradera y nos acercamos andando a nuestro primer elefante. Cada guía llevaba a su grupo al grupo de elefantes que veía sólo y nunca estuvimos más de 15 o 20 turistas con cada elefante. Nuestro guía Top que parecía un extra de una película de Jackie Chan
, tenía un inglés bastante discreto y no era muy competente pero oyendo las explicaciones de otros guías al final nos hicimos una idea de todo lo que nos interesaba conocer. *** Imagen borrada de Tinypic ***
Aquí nuestro amigo Top
En el camino pasamos junto a un rebaño de búfalos tailandeses
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El primer elefante era un solitario anciano con un enorme tumor en una pierna que comía plácidamente bambú rodeado por búfalos. Nos acercamos a él, al principio con timidez, pero como vimos que era muy pacífico, luego con más soltura.
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El elefante es el mamífero terrestre más grande de la Tierra. El asiático mide de 2 a 3.5 metros de altura, 6 metros de longitud y pesa alrededor de 5 toneladas. El elefante es un animal muy longevo y puede llegar a vivir 100 años aunque la media son 70 años. Su piel es extraordinariamente gruesa llegando hasta los 2.5 cm de espesor. El cerebro de un elegante pesa unos 5 kilos, 4 veces el de un ser humano. Sin embargo su corazón sólo late 28 veces por minuto, la mitad que el nuestro.
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Luego nos acercamos sucesivamente a dos parejas de elefantes que también estaban comiendo bambú con sus trompas a la sombra de unos enormes parasoles. Allí seguimos el festival de fotos alimentando, tocando, acariciando y sonriendo a elefantes y al final ya les tocábamos como si nos conociéramos de toda la vida.
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Luego nos acercamos a una de las jaulas en la que estaba encerrado uno de los enormes y violentos machos y al que no nos dejaron ni acercarnos.
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Por todo el suelo del parque había una curiosa planta llamada mimosa que cuando la rozabas cerraba sus hojas.
Los elefantes viven en manadas integradas por hembras y lideradas por una de ellas. Los varones pertenecen a la manada hasta los 13 años. Entonces se van a vivir fuera de la manada sólos o con otros varones y sólo vuelven en época de celo. Son animales pacíficos pero ocasionalmente los varones sufren una especie de locura transitoria llamada must que los vuelve muy violentos durante varias semanas.
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Los elefantes son muy tímidos y rehuyen el contacto con otros animales. Pasan la mayor parte del día comiendo y consumen una asombrosa cantidad de comida: entre 150 y 300 kg al día, especialmente bambú, hierba, fruta y todo tipo de vegetales. Ademas beben unos 150 litros de agua al dia. En nuestros paseos por el parque tuvimos ocasión de comprobar que toda esa comida se transforma en una impresionante cantidad de enormes boñigas que jalonan toda la superficie del parque.
Volvimos por un rato al edificio central para tomar un café y al rato iniciamos otro paseo esta vez hacia el río donde ibamos a ayudar a bañar a los elefantes para evitar que se acaloren. Habitualmente los propios elefantes se echan agua y arena por encima formando una costra de barro que les protege del intenso sol pero si alguien lo hace por ellos no se quejan
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Nos trajeron un elefante, nos dieron unos cubitos y todo el grupo comenzamos a echarles agua por encima en una escena un poco surrealista pero muy divertida (y húmeda) mientras el elefante se ponía las botas con una enorme cesta de plátanos. Luego por supuesto hubo más fotos individuales y de grupo.
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Nuestro elefante estaba ciego por los golpes de su antiguo cuidador
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Luego seguimos el curso del río hasta una zona con más profundidad donde varios mahouts estaban bañandose con sus elefantes ofreciendo escenas muy tiernas e interesantes.
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Luego llegó una camioneta cargada con bambu que descargó allí mismo en el suelo y el grupo de elefantes prosiguió con su interminable festín vegetariano mientras los turistas seguiamos con nuestro festín fotográfico.
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En nuestro camino de vuelta paramos en otro grupo de elefantes que tenía un bebé. El embarazo de una elefanta dura 22 meses. Al nacer los elefantes miden unos 90 cm de altura y pesan alrededor de 90 kilos. Durante sus primeros años los pequeños siguen a su madre a todas partes y maman hasta los 5 años. Una curiosidad es que cada bebe tiene una "madrina" elegida por su madre de entre los integrantes de la manada para que se ocupe del pequeño en caso de que algo le ocurriera a ella.
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El bebe era muy juguetón y paso un buen rato empujando y jugueteando a su mahout. Los mahouts son chicos jóvenes de la zona y a pesar de la inicial desconfianza finalmente comprobamos que realmente disfrutan con su trabajo, con la cercanía de los elefantes y establecen unos fuertes vínculos con ellos.
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Volvimos al edificio central para comer, un buffet libre básico pero correcto. También fue el momento de pagar lo que nos faltaba del precio de la visita. En la sobremesa visitamos la zona donde el parque tiene acogidos a decenas de gatos abandonados.
Después de comer dimos otro paseo a visitar a otro grupo y a hacer los mismo: mirar, tocar y hacer fotos. la verdad es que ya empezaba a ser un poco repetitivo y tuvimos la sensacion de que la visita se alargaba un poco.
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Pudimos ver una de sus amplias jaulas-dormitorio donde solo se les encierra por la noche. Sólo duermen 4 horas por la noche y lo hacen de pie. Únicamente se tumban si están enfermos. En el parque había muchos elefantes ancianos y enfermos. Como he dicho antes, muchos de ellos estaban ciegos por golpes recibidos por sus amos. Y otros tenían heridas en las piernas, nos dijeron que por pisar minas en la selva. Sus heridas estaban cubiertas con un curioso desinfectante de un intenso color violeta
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Finalmente volvimos al edificio central donde los mahouts nos volvieron a traer a varios elefantes que se despidieron de nosotros con un conciertos de barritos (sí, así se llama el ruido que hacen los elefantes) con lo que finalizó el día.
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La visita es muy interesante. Da pie a conocer a este hermoso y amenazado animal y a entrar en contacto directo con muchos de ellos. Sin embargo tuvimos la sensacion de que podríamos haber interactuado algo más con ellos. Por supuesto en este campo no permiten pasear en ellos (y tampoco nosotros queríamos) pero quizá alimentarlos más de cerca o pasear con ellos por la selva o bañarnos con ellos habría estado mejor (aunque suponemos que por seguridad eso es imposible) y desde luego sí que vimos que la visita de un día completo estaba excesivamente alargada y en los últimos grupos de elefantes las actividades eran repetitivas y estábamos deseando acabar.
Volvimos a la van y a Chiang Mai en otro paseo de una hora. Top nos fue dejando en nuestros respectivos hoteles y nos despedimos de él agradeciéndole los servicios prestados
Pasar el día con elefantes es una actividad húmeda y sucia así que nos relajamos un rato en la piscina y nos dimos una ducha y salimos a cenar a un restaruante que nos recomendaron en recepción.
A la puerta del hotel paramos nuestro primer songthaew público, conducido por un tailandés cachondo que no entendía ni papa de inglés pero que a todo respondía que sí meneando enérgicamente la cabeza y riéndose a carcajada batiente. Sin saber si nos había entendido correctamente nos montamos detrás. En el songthaew iba una pareja de jubilados australianos con los que entablamos una corta conversación. Nos contaron que venían todos los años los meses de invierno a Chiang Mai porque les encantaba y porque ¡les salía más barato que vivir en Australia! También nos explicaron los fundamentos del songthaew y nos aconsejaron regatear porque el precio fijo de 30 bahts por persona... nunca es fijo!
El caso es que llegamos a destino, pagamos los 90 bahts correspondientes y entramos en el Roof 69, un agradable restaurante con patio regentado por una pareja de franceses y que estaba llenos de turistas sobre todo anglosajones. Nos sentamos en una mesa en el patio pero al poco rato empezó a llover y tuvimos que refugiarnos en el interior. Habíamos tenido suerte y la lluvia no había hecho acto de presencia hasta ese momento salvo algún pequeña llovizna el primer día en Bangkok. Pero a partir de entonces comprendimos por qué la estación de lluvias recibe su nombre
. La cena fue muy agradable. Mi hijo repitió Pad Tai que le sirvieron cubiertos por una fina tortilla, mi mujer pidió una hamburguesa y yo me atreví con un curry rojo de pato que estaba deliciosamente picante, todo ello regado con unas cervezas Chang (por cierto que chang significa elefante en tailandés).
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Al salir seguia lloviznando por lo que paramos otro songthaew que por 80 bahts nos llevó al Night Bazaar. Es curioso que el centro histórico de Chiang Mai está absolutamente muerto por las noches. No hay paseantes ni vida nocturna, al contrario que en Bangkok. La única zona que tiene animación es el Night Bazaar un gran mercado situado al este del centro histórico alrededor de Chang Khlan Road que abre al atardecer y cierra bien entrada la noche. No tiene nada de especial. Son cientos de tenderetes y puestos que venden las habituales artesanías, recuerdos y falsificaciones de todo mercado tailandés que se precie.
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También hay un enorme patio rodeado de decenas de puestos de todo tipo de comida y con mesas en el centro para sentarse a comer mientras se escucha a bandas de música tocando en directo en un pequeño escenario. Cuando nosotros llegamos acababa de terminar el concierto y la gente ya se iba marchando.
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Dimos una vuelta y aunque estábamos empezando a hartarnos de los mercaditos tailandeses, aprovechamos para comprar regalos y algún capricho. Yo me compré un conjunto de camiseta y pantalon de los Bulls de Michael Jordan por 800 bahts (20 euros). El tallaje tailandes es demencial. Yo habitualmente uso la talla L o XL pero en este caso tuve que llevarme la XXXL. Por último a mi hijo se le antojó un spinner (un juguete de moda que gira) con forma de estrella ninja que nos iba a dar un gran disgusto en el aeropuerto de Singapur (pero eso lo contaré en su momento).
Y sin más tomamos otro songthaew que nos llevó hasta el hotel bajo la lluvia por otros 80 bahts y nos acostamos porque el día siguiente iba a ser intenso.
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. Entiendo que con Mae te refieres a Mae Hong Song.
Lo de Ao Nang lo había descartado porque ya hemos estado en Krabi antes, estuvimos en el Sheraton pero ibamos allí a coger los ferries y prefería conocer algo nuevo. Koh Lipe lo había descartado porque o yo no lo se mirar bien o el traslado hasta allí es bastante largo (he visto que se tardan unas 3 o 4 horas desde el aeropuerto de Hat Yai) y nosotros somos un poco comodones, la verdad. Koh Samui la descarto porque... 
