Tras tomar posesión del vehículo de alquiler, como a las 10:00 horas, partimos hacia la localidad de La Ensenada, camino de los Saltos de Petrohué. Una vez extasiados ante tanta belleza y el estruendo de la caída acuífera, nos dirigimos hasta Lago de Todos los Santos. Desde la playa y orilla de dicho lago, avistamos los volcanes Cabuco y Osorno. Por el camino se nos junto al coche para un zorrito, que esperaba una recompensa. Como no es conveniente darles alimentos, nos reprimimos.
Ascendemos, por fuertes pendientes, hasta media ladera del Volcán Osorno, hasta la estación de teleférico. Durante el descenso nos detenemos en una estación de interpretación vulcanológica, e incluso accedimos a un chimenea de cráter, con lava solidificada. Por el suelo había gran cantidad de Lapilli, denominada así a la ceniza volcánica. Todo ello dentro del Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, reconocido como primer parque chileno.
Continuamos ruta hasta la aldea de Puerto Fontk, donde encontramos una iglesia luterana y un cementerio, donde la práctica totalidad de los finados eran de ascendencia alemana. Desde la misma iglesia, a nuestros pies, divisamos una iglesia de arena volcánica, y frente a nosotros el lago, que se asemeja a un mar inmenso.
Por el camino, nos llaman la atención las hileras de cipreses que antaño plantaron los alemanes a modo de cortavientos.
Llegamos a Puerto Octay, donde vemos las calles Bilbao y Urmeneta. Otra calle es Amunategi. Frente al pueblo seguía el lago.
Llegamos a Frutillar, donde tenemos el Paseo de la Costanera. Hay un bonito mirador en el muelle construido en madera. Contiguo se halla el Auditorio Teatro del Lago. Multitud de casas de aspecto puramente alemán, algunas que nos transportaban a La Selva Negra, incluso hay una finca ajardinada donde han preparado un excelente Museo Colonial Alemán.
Los restaurantes, con nombres también alemanes y carta con nombres en alemán, también.
Llegamos a Puerto Varas, pequeña localidad turística, donde tuvimos ocasión de cenar.