Bahar Dahar (o Bahir Dar) es una ciudad grande y con mucha vida, la capital de la región amhara. Y se nota en el movimiento de gente que pasa por la ciudad. Está situada al sur del lago Tana, donde nace el Nilo Azul. El Tana es el segundo lago más grande de África después del lago Victoria, con 75 kilómetros de largo y 65 de ancho. Se extiende a unos 1.700 metros de altura sobre el nivel del mar y su profundidad nunca va más allá de los 14 metros. Es un lago tranquilo, apenas azotado por las tormentas, y cuenta en su interior con 37 islas. Desde el punto de vista histórico, esta zona, junto con Gondar, es una de las más importantes del país.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A unos 30 kms de Bahar Dar podemos contemplar Tis Isat (en amárico, Humo sin fuego), las cataratas. La verdad es que son impresionantes y aunque el acceso es difícil, merece la pena caminar hasta acercarnos lo máximo posible hasta el nacimiento del salto del río y que el agua nos moje levemente.
Los monasterios que se reparten a lo largo del lago son peculiares; se llega en lancha, aunque los locales utilizan el único transbordador que hay, el Tanana, lo que hace de la excursión algo de lo más bucólico. Cuando las aguas del lago se calientan los hipopótamos ascienden a la superficie y se pueden ver de cerca.
Encontramos muchas embarcaciones hechas de papiro, los tankwas, que no duran más de tres meses antes de que se pudran, y que fabrican con rapidez en pocos dias. Es impactante verles navegar en éstas rústicas canoas, no entendemos por qué extraña razón no se hunden con tanto peso. El lago tiene abundante pesca y en sus orillas se observa la fauna más variada: hienas, serpientes pitón, dicen que leopardos, pero nosotras no logramos verlos. La variedad de aves sí es impresionante, vimos pelícanos y cormoranes.
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Visitamos los monasterios más cercanos en la península de Zegue, que permiten entrada a las mujeres: Debre Maryam, Kibran Gabriel, Ura Kidane Mehret y alguno más que ahora no recuerdo. Este último tiene el interés añadido de estar habitado por mujeres que cuidan el monasterio. Nos perdimos el que dicen es el más impresionante y rico en manuscritos: Daga Estefanos, pero la entrada a las mujeres no está permitida.
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Con la visión de los monasterios, y en especial de los monjes te sientes transportado a tiempos inmemoriales, pero dudamos que no tengan ningún contacto con el exterior, y muy probablemente mantengan parte de su apariencia de cara al turismo porque la mayoría viven de ello. De hecho en el hotel encontramos a un chico español que viajaba sólo y nos contaba que en su visita a Daga Estefanos, mientras el monje les mostraba solemnemente los manuscritos, el inoportuno sonido de un teléfono móvil interrumpió la sacra escena y sorpresa: el monje sacó un móvil de su bolsillo y contestó la llamada...
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Las pinturas "murales" del interior de los monasterios son bonitas y coloristas, pero entrecomillo murales porque realmente no están pintadas todas ellas al fresco sobre los muros, sino en láminas adheridas posteriormente al mismo. Desconozco si es así en todos los monasterios, pero eso nos resultó algo decepcionante. No es necesario contratar un guia, pero si lo haceis os explicará al detalle cada una de las escenas bíblicas y de los emperadores etíopes que adornan las paredes.
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Encontrareis muchos niños vendiendo artículos de artesanía: reproducciones de las balsas de papiro en las que se desplazan, adornos con madera y pequeñas conchas...Están acostumbrados al farenyi y te siguen por todas partes hasta que consiguen que les compres algo.
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En Bahar Dar nos alojamos varias noches en el hotel Ghion, que es estatal y tiene un emplazamiento muy bueno a pie de lago, con un cenador exterior precioso. En su contra diré que está un poco deteriorado y con un par de arreglos sería un paraíso. Pero en este viaje eso era lo que menos nos preocupaba. Hay otro hotel recomendable en la ciudad, el Tana, que cuenta también con bonitas vistas del lago, pero esos dias estaba en reformas.
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La población es tremendamente religiosa, y los símbolos cristianos-ortodoxos se repiten por todas partes. Las iglesias se inundan literalmente de gente. Los hombres tienen preferencia en los oficios y las mujeres esperan fuera del templo. El exterior se reserva para los más pobres, lo que hace que pasear por las calles próximas a las iglesias en hora de oficios sea tarea casi imposible. Muchos indigentes mendigan tan solo para entregar todas sus dádivas a la iglesia local; prefieren pasar hambre y frío y entregar todo a la iglesia. Paradojicamente es su Fe, el pensar que les espera otra existencia mejor, lo que les permite mantenerse en pie en condiciones de vida a veces infrahumanas.
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Me gustó Bahar Dar, su bullicio, las conversaciones con su gente; la visita al médico que hicimos y nos permitió conocer un hospital por dentro; los zumos de fruta en las terrazas, su olor a flores y a almendros indios. Los sábados tiene lugar un gran mercado al aire libre que acoge a los habitantes de poblaciones próximas, y la ciudad se llena de gente y adquiere mayor ritmo de vida si cabe. No quiero idealizar Etiopía, cuando uno está de paso todo es maravilloso y la realidad del país es otra bien distinta, pero es mucho lo aprendido y son tantos los recuerdos, casi todos positivos y entrañables, que ahora que me paro a pensar no entiendo como tan pocos dias dan para tantas experiencias y emociones.
Fotografías:
- Vistas del lago Tana y el embarcadero, desde el jardín del hotel Ghion. Los niños y hombres se bañan en el lago.
- Balsas de papiro.
- Monasterio Debre Maryam, lago Tana. Sacerdotes ortodoxos.
- Monje ortodoxo, lago Tana.
- Pinturas en Debre Maryam.
- Niña vendiendo cestería y balsas de papiro, lago Tana.
- Niños jugando al futbolín en el lago.
- Cenador del hotel Ghion.
- Fieles en iglesia local.
- Casa de piedra en Bahar Dar.