28 de septiembre 2010
Salimos hacia Doula pasadas las once de la mañana. Nuestro vuelo a Casablanca sale a las 5h así que tenemos tiempo para visitar por segunda vez el mercado de artesanía, Marché des Fleurs. Sin mucho éxito con las compras, los precios son abusivos, y la artesanía es bastante limitada, regresamos a la misión baptista a preparar nuestras maletas. Este año para variar no tenemos ningún inconveniente con el peso.
Sólo queda solucionar el problema de la falta del sello de inmigración en nuestros pasaportes, para pasar el control policial en el aeropuerto y nos volvemos a casa. Abdul resuelve el asunto con una pequeña propina a un amigo suyo de seguridad, que nos acompaña hasta la cocina para asegurarse que no tenemos ningún problema con la policía. Sin lugar a dudas ha sido el mejor guía con el que nos hemos topado en nuestros viajes, capaz de calmar los ánimos y adaptarse a cada circunstancia, de colarse en cada pueblo y en cada choza, de hacernos palpar el día a día de la gente de esta tierra, de hacer de este viaje una aventura inolvidable. Le deseamos toda la suerte del mundo, aunque creo que no la necesita, conseguirá lo que se proponga.
Despegamos puntuales con un futuro incierto, y una huelga general esperándonos en casa, seguro habrá cancelaciones y retrasos, pero ahora, en el preciso instante de la partida, solo puedo pensar en lo vivido en este país sorprendente. Había puesto muchas expectativas en este viaje pero sin lugar a dudas se han superado con creces. Una vez más ha ocurrido, África ha vuelto a seducirnos y Camerún es eso, toda África en un solo país.
Salimos hacia Doula pasadas las once de la mañana. Nuestro vuelo a Casablanca sale a las 5h así que tenemos tiempo para visitar por segunda vez el mercado de artesanía, Marché des Fleurs. Sin mucho éxito con las compras, los precios son abusivos, y la artesanía es bastante limitada, regresamos a la misión baptista a preparar nuestras maletas. Este año para variar no tenemos ningún inconveniente con el peso.
Sólo queda solucionar el problema de la falta del sello de inmigración en nuestros pasaportes, para pasar el control policial en el aeropuerto y nos volvemos a casa. Abdul resuelve el asunto con una pequeña propina a un amigo suyo de seguridad, que nos acompaña hasta la cocina para asegurarse que no tenemos ningún problema con la policía. Sin lugar a dudas ha sido el mejor guía con el que nos hemos topado en nuestros viajes, capaz de calmar los ánimos y adaptarse a cada circunstancia, de colarse en cada pueblo y en cada choza, de hacernos palpar el día a día de la gente de esta tierra, de hacer de este viaje una aventura inolvidable. Le deseamos toda la suerte del mundo, aunque creo que no la necesita, conseguirá lo que se proponga.
Despegamos puntuales con un futuro incierto, y una huelga general esperándonos en casa, seguro habrá cancelaciones y retrasos, pero ahora, en el preciso instante de la partida, solo puedo pensar en lo vivido en este país sorprendente. Había puesto muchas expectativas en este viaje pero sin lugar a dudas se han superado con creces. Una vez más ha ocurrido, África ha vuelto a seducirnos y Camerún es eso, toda África en un solo país.