DÍA 1. LLEGADA
Viena nos llamó mucho la atención y encontramos en ella algo más que Sissí y tarta Sacher. Es una ciudad preciosa, sin los agobios de otras grandes capitales (excepto los palacios relacionados con Sissí), muy cómoda de visitar, pues casi todo lo más importante se encuentra dentro del Ring (excepto los palacios de Belvedere y de Schönbrunn, y el Prater) y de un lugar de interés se pasa a otro casi sin darse cuenta. Estos tres primeros días (realmente una tarde y dos días completos) en la ciudad imperial los dedicamos a la zona del Ring y a Belvedere.
TRASLADO DEL AEROPUERTO AL CENTRO. De las distintas posibilidades (CAT, bus, tren), escogimos para llegar al centro de Viena el tren S7. Saliendo de la terminal del aeropuerto, a mano derecha se encuentra la estación de tren. Está todo muy bien señalizado. Compramos los billetes en la máquina, seleccionando la opción aeropuerto- centro. Son dos zonas las que hay que cubrir y escogimos el “einzelfahrt 2 zonen” (3.60€), que es como si fueran dos billetes sencillos de 1.80€ cada uno. Si alguien tiene pensado ese día usar la tarjeta de 24 o 72 horas o la “8 tage-klimakarte”, solo deberá comprar un billete sencillo adicional (una zona se cubre con la tarjeta de 24-72 o la “klimakarte” y la otra con uno sencillo). Parece un poco lioso, pero en el hilo de transportes de Viena está muy bien explicado.
Hay que validar el billete en las máquinas que están en el andén antes de subir al tren; aunque parezca increíble, ni aquí ni en las estaciones de metro hay tornos.
En unos 25 minutos llegamos a la estación Landstrabe Wien Mitte y allí cogimos el metro U3 hasta Volkstheater. Al salir a la calle ya supimos que la ciudad nos iba a gustar.
Hay que validar el billete en las máquinas que están en el andén antes de subir al tren; aunque parezca increíble, ni aquí ni en las estaciones de metro hay tornos.
En unos 25 minutos llegamos a la estación Landstrabe Wien Mitte y allí cogimos el metro U3 hasta Volkstheater. Al salir a la calle ya supimos que la ciudad nos iba a gustar.
En el bus 48A llegamos a nuestro apartamento.
ALOJAMIENTO. Reservamos apartamento a través de Homelidays (ref. 162282) en la calle Neustifgasse, 225€ los tres días. Estaba muy bien, limpio, completo, espacioso y, lo más importante, céntrico, a menos de 5 minutos de Mariahilferstrasse, Volkstheater, Museum´s Quartier, … y de aquí al Hofburg un paseo. Además, teníamos un Spar en Neubaugasse 25 y un Merkur y Billa en Mariahilferstrasse 35 y 38.
TRANSPORTE. Para los seis días que pasamos en la ciudad, nos hicimos con la “8-tage-klimakarte” (28.80€). Es una tira con 8 casillas. Cada casilla es válida para un día de uso. Puede ser usada por varias personas y no es necesario que los días sean consecutivos. Se valida una casilla por persona y día. Por lo tanto, teníamos resueltos 4 días en metro, bus y tranvía. Hay que tener en cuenta que no es una tarjeta de 24 horas (creo recordar que sirve hasta la 1 de la madrugada del día en que empieza a usarse). Aunque parece cara, sale a 3.60 por persona y día, con lo que desde que se hagan más de 2 viajes al día ya es rentable.
VIENA A NUESTROS PIES. Empezamos nuestra primera visita por la parte más alejada del recorrido previsto para esta tarde: la iglesia Votiva y el parque Sigmund Freud.
TRANSPORTE. Para los seis días que pasamos en la ciudad, nos hicimos con la “8-tage-klimakarte” (28.80€). Es una tira con 8 casillas. Cada casilla es válida para un día de uso. Puede ser usada por varias personas y no es necesario que los días sean consecutivos. Se valida una casilla por persona y día. Por lo tanto, teníamos resueltos 4 días en metro, bus y tranvía. Hay que tener en cuenta que no es una tarjeta de 24 horas (creo recordar que sirve hasta la 1 de la madrugada del día en que empieza a usarse). Aunque parece cara, sale a 3.60 por persona y día, con lo que desde que se hagan más de 2 viajes al día ya es rentable.
VIENA A NUESTROS PIES. Empezamos nuestra primera visita por la parte más alejada del recorrido previsto para esta tarde: la iglesia Votiva y el parque Sigmund Freud.
De camino hacia el Ayuntamiento y pasando por la Universidad, en Rathausplatz 4 encontramos el Café Einstein, recomendado en el foro. Aprovechamos para tomar una cerveza y seguimos hasta dar de frente con el Ayuntamiento o Rathaus.
Paseamos por Rathauspark y volvimos al ayuntamiento de nuevo.
Se estaba celebrando un festival internacional de danza y estaba todo lleno de puestos de comida y bebida… muy buen ambiente.
Cruzando la calle, Burgtheater, recibiendo el inicio de la puesta de sol
...y Volksgarten, donde se encuentra la estatua de Sissí, unas cuidadas rosaledas y el Templo de Teseo, construido para albergar el grupo escultórico Teseo y el Minotauro, de Canova, que veríamos al día siguiente en el Museo de Historia del Arte.
Cruzando de nuevo hacia la zona de Rathaus, encontramos hacia la izquierda el Parlamento y la Fuente de Atenea, uno de mis lugares preferidos de Viena.
Y caminando un poquito más, llegamos a Maria Theresienplatz, delante de Museum´s Quartier...
...jardines muy cuidados, con fuentes...
...y flanqueados por dos edificios gemelos: el Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum) y el Museo de Historia Natural. (Naturehistorisches Museum).
Acabamos el día pecando de gula para la eternidad en el Centimeter II de Stiftgasse 4. Comimos los famosos wiener schnitzel, que se salían del plato, y una Fitness salat, ensalada de pavo, buenísima, por 21€ con bebidas enormes incluidas. Esta es una ración de costillas para ¡¡uno o dos!!
A partir de este día nunca supimos lo que fue tener hambre en Austria y nos marchamos del país sin probar la famosa tarta Sacher, porque nunca tuvimos un huequito en el estómago para ella.
DÍA 2. EN EL CORAZÓN DE VIENA
Empezamos el día visitando la Catedral de S. Esteban (Stephansdom). Compramos la entrada completa, que incluye la visita de la catedral, las catacumbas, el museo de la sacristía, la subida a la torre norte, la subida a la torre sur y la audioguía, por 14.50€ (unas dos horas, aproximadamente).
Empezamos el día visitando la Catedral de S. Esteban (Stephansdom). Compramos la entrada completa, que incluye la visita de la catedral, las catacumbas, el museo de la sacristía, la subida a la torre norte, la subida a la torre sur y la audioguía, por 14.50€ (unas dos horas, aproximadamente).
La catedral se puede ver también sin pagar, por el lateral y sin llegar al altar, por la zona acordonada, y a las distintas partes se puede acceder de forma independiente (catacumbas: 4.50; torre norte: 4.50; torre sur: 4.50; catedral y museo-sacristía con audioguía: 7.50 y sin ella, 5.50). A la izquierda de la entrada está la subida a la torre norte y la entrada a las catacumbas; la sacristía está a mano derecha y a la torre sur se accede desde el exterior.
Visto el interior de la catedral, subimos a la torre norte, donde está la campana “Pommerin”, en ascensor (de 8 en 8 personas), con buenas vistas sobre las tejas de colores tan características de San Esteban, la ciudad, el Prater y la Danau City.
Para visitar las catacumbas se forma grupo cada 30 minutos o cada hora. Están situadas bajo la catedral y bajo Stephansplatz y guardan, entre otros restos, las vísceras de algunos Habsburgo, excepto los corazones. También se depositaban allí los cuerpos de los muertos por la peste, cuyos huesos reposan por allí. Son unos 25 minutos de visita por pasillos a veces oscuros y un poco tétricos… menos mal que el guía era simpático y gastaba bromas.
Una vez en el exterior, subimos a la torre sur (137 metros) a lo largo de sus 343 escalones. Es un poco decepcionante, pues en la subida hay pequeñas ventanas enrejadas que no ofrecen buenas vistas; sin embargo, arriba, pueden hacerse fotos a través de las ventanas de la tienda de recuerdos.
Una vez en el exterior, subimos a la torre sur (137 metros) a lo largo de sus 343 escalones. Es un poco decepcionante, pues en la subida hay pequeñas ventanas enrejadas que no ofrecen buenas vistas; sin embargo, arriba, pueden hacerse fotos a través de las ventanas de la tienda de recuerdos.
Si no hay mucho tiempo, recomendaría visitar la catedral por el lateral y subir a la torre norte. Es especialmente llamativo el contraste entre el moderno edificio de la Haas Haus y la catedral, que se refleja en su fachada de vidrio.
Por Roternturmstraβe, en la esquina con Lugeck, a la izquierda y dejando atrás el Café Melange, encontramos la calle Hoher Markt, donde está el Museo Romano de Viena y el famoso reloj Anker. A las 12 desfilan personajes importantes en la vida de la ciudad. El paso del tiempo lo marcan arriba las figuras que representan la vida y la muerte.
Después de tomar un café en el Starbucks de Rotenturmstraβe 22, dimos un paseo por el Barrio judío (zona a la izquierda de esta calle, hacia Judenplatz) hasta llegar a la iglesia más antigua de Viena, St. Ruprecht.
Bajamos hasta Franz Josefa Kai y cruzamos hasta el Danubio, que no tiene el atractivo de otros ríos como el Sena o el Támesis, ya que hay pocos monumentos en su orilla.
De vuelta hacia St. Stephan, paramos en la heladería Zanoni&Zanoni (esquina de Rotenturmstrasse con Lugeck), que habíamos visto a reventar de gente cuando bajamos hacia el Ankerur.
A continuación, paseamos por el barrio romántico-medieval (Backerstrasse, Postgrasse, Fleischmarkt, Schonlaterngasse) y descubrimos algunas iglesias, de las tantas que hay en la ciudad: de los jesuitas, de los dominicos, griega-ucraniana Sta. Bárbara y la griega-oriental Metrópolis.
A continuación, paseamos por el barrio romántico-medieval (Backerstrasse, Postgrasse, Fleischmarkt, Schonlaterngasse) y descubrimos algunas iglesias, de las tantas que hay en la ciudad: de los jesuitas, de los dominicos, griega-ucraniana Sta. Bárbara y la griega-oriental Metrópolis.
Volviendo a Stephansplatz, por Schulerstraβe llegamos a Domgasse, donde está la casa de Mozart en Viena. Enfrente arranca Blutgasse, calle con patios interiores ajardinados y las casas más antiguas de la ciudad. Aprovechamos que había una visita guiada de grupo por aquí e hicimos el recorrido con ellos.
Comimos en Fujiyama Japanisches (Schulerstraβe 13) por 7.50 cada menú: sopa, ensalada de col y brotes de soja, 3 mini-rollitos de primavera, arroz, 3 piezas de sushi, 2 makis, 1 futomaki, pollo o salmón en salsa y postre. También había buffet, pero ya era demasiado tarde. Caminamos hasta las calles comerciales Singerstrasse y Graben. En el centro de esta se encuentra la Pestsäule, columna de la peste levantada por el emperador Leopoldo tras la epidemia del S.XVII.
Detrás está la Iglesia de S. Pedro.
Por la tarde volvimos a la Plaza de Mª Teresa y visitamos el Museo de Historia del arte (12€ por persona) que se construyó específicamente como museo en la época de ampliación del Ring; la visita vale mucho la pena, no solo por las obras que guarda, sino por el edificio en sí mismo, pues tiene una decoración interior digna de verse. Cada parte está decorada de acuerdo con el periodo artístico que presenta (egipcio-oriental, grecorromana…).
Vimos obras de Bruegel, Vermeer, Rafael, Durero, Rubens, Rembrandt, Tiziano, Tintoretto, Velázquez, Arcimboldo…
La escalera principal es monumental, con el grupo de Teseo de Canova (subiendo desde la entrada)...
La escalera principal es monumental, con el grupo de Teseo de Canova (subiendo desde la entrada)...
... y en el piso superior, decorada con las pinturas de los hermanos Klimt, Matsch y Makart.
La sala de la cúpula, donde está la cafetería es también impresionante.
DÍA 3. DE BELVEDERE A NASCHMARKT
Tomamos un café bien temprano en X-Celsior y paseamos por los alrededores del Hotel Sacher mientras esperábamos a que abriera la Staatsoper.
Hicimos la visita guiada (de 10 a 16, cada hora; 6.50€) por el edificio, que está lujosamente decorado.
La entrada también incluye la visita al Museo de la Ópera, que está en otro edificio cercano. No nos llamó mucho la atención, pero a cambio descubrimos esta magnífica fuente en la subida a la Albertina, mientras el día se oscureció y empezó a lloviznar.
En el tranvía D llegamos hasta Belvedere. Los jardines que van del Alto Belvedere (Oberes Belvedere) al Bajo (Unteres Belvedere) son gratuitos.
Son muy bonitos, agradables para pasear, incluso bajo el poquito de lluvia que nos cayó.
Cada palacio de forma independiente cuesta 9.50; la entrada conjunta, 14. La audioguía sale 4€ (si son dos o más, 3). Es obligatorio dejar mochilas, paraguas… (0.50€ por pieza; si se usa el guardarropa de un palacio, al entrar en el otro no hay que volver a pagar, solo enseñar el tiquet).
Poder disfrutar de las obras de G. Klimt en el Alto Belvedere no tiene precio, junto a otras de Renoir, Monet, Manet… Y la pintura arquitectónica de la Sala Carlona.
Poder disfrutar de las obras de G. Klimt en el Alto Belvedere no tiene precio, junto a otras de Renoir, Monet, Manet… Y la pintura arquitectónica de la Sala Carlona.
Un agradable paseo nos llevó al Bajo Belvedere, que nos descubrió una sorpresa: la exposición itinerante de pintura británica victoriana del Museo de Ponce, de Puerto Rico “La bella durmiente”; allí nos reencontramos con “Flaming June”, de F. Leighton, que habíamos visto casualmente en el Prado el año pasado.
De vuelta, cogimos de nuevo el tranvía D hasta la Ópera y nos acercamos caminando hasta la Karlskirche, iglesia de S. Carlos Borromeo, en Karlsplatz. La entrada y subida a la cúpula (en ascensor; la última parte por unas escaleras algo estrechas) nos costó 6€ a cada uno.
Los frescos son impresionantes y poder verlos tan cerca es una gozada, pero nos pareció un poco aberrante la imagen de la escalera metálica para llegar hasta ellos. El museo borromeo no nos pareció que tuviera demasiado interés (incluido en la entrada).
Cruzando la calle llegamos a los pabellones de Otto Wagner, antiguas entradas de metro de la estación Karlsplatz; hoy uno es un pequeño café y el otro, un centro de documentación del Wien Museum, que está en la misma zona (un poco antes de llegar a la iglesia de s. Carlos) sobre el arquitecto, que formó parte junto a otros, como G. Klimt, del movimiento de la Secesión de Viena. Esa fue nuestra siguiente parada, tras un breve paseo: la Secesión ... o "repollo", como es conocido popularmente. En la puerta de entrada se lee "A cada tiempo su arte, y al arte, su libertad".
Un poco más adelante se encuentra el Naschmarkt, un mercado que nos gustó mucho, con puestos de comida, frutas de todo tipo, frutos secos, especias… y restaurantes muy variados. Casi al final del mismo, en la acera de enfrente, en Wienze Linke 38-40 están las casas wagnerianas.
En metro volvimos al apartamento, a hacer la maleta para marcharnos al día siguiente a Salzburgo.