¡Qué calooor!, a las 3 de la tarde las calles de San Juan del Sur están vacías, parece un pueblo fantasma. La playa también estaba desierta. Los locales estaban tirados en sus hamacas dentro de sus casas mientras los turistas nos refugiábamos en las terrazas de los restaurantes. Decidimos dejarnos de paseos y coger un taxi para ir a Playa Maderas ($20, 2 personas i/v esperándote dos horas para volver a San Juan).
Playa Maderas es una pequeña playa situada a unos 10 km al norte de San Juan con buenas olas. El trayecto consiste en un camino de carro con socavones por todos lados que te deja el culo como un bebedero de patos (los taxis no tienen asientos de diseño precisamente) pero merece la pena. Playa Maderas es un rinconcito precioso que recuerda a algunas calas de la Costa Brava o Baleares. Chiringuito surfero, musiquita y olas, lo imprescindible para una buena sesión. Luís se quedó mirando las olas unos minutos, “Vaya mierda tío, me recuerda a Indonesia”. Las olas eran grandes pero rompían en seguida por todos lados, imposibles de surfear bien (hecho que se evidenciaba viendo los porrazos de los intrépidos, o novatos, surfers que estaban en el agua). Nos miramos con cara de resignación y nos dimos un largo paseo por la zona. Llegamos a otra playa, un poco más grande y solitaria. El sol caía a plomo y nos fuimos corriendo a la sombra.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Maderas.
Durante el trayecto de vuelta, el taxista nos comentaba que San Juan del Sur es el destino preferido de los nicas durante Semana Santa, se pone a reventar (el pueblo y los precios). A ambos lados del camino se podían observar numerosos carteles de “Lote en venta” y algunos casoplones de americanos que ya se han instalado en la zona a precios irrisorios en comparación con los precios americanos o europeos.
Volvimos al restaurante “La Iguana” para meternos unas piñas coladas frente al mar mientras caía el sol. En el restaurante pudimos constatar que los precios en Nicaragua eran significativamente más baratos que en Costa Rica, pintaba bien. La playa se llenó poco a poco de familias locales. Los adultos charlaban tranquilamente mientras los niños correteaban a su alrededor. Unos chavales improvisaron unas porterías en la arena y empezaron a darle al balón mientras un grupillo de jóvenes locales iniciaba un espectáculo de bolas de fuego amenizado con percusión de djembés. Todo estaba en calma, incluidos nosotros dos. Brindamos mientras el sol se despedía hasta el día siguiente regalándonos otra puesta de sol mágica cargada de colores.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SjdS 12 febrero.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SJdS 12 febrero
Luís se quedó en la playa y yo aproveché para dar un paseo. Se encendían las primeras luces en San Juan del Sur y el paseo marítimo empezaba a estar concurrido. El aire, tibio y suave, invitaba a pasear sin ninguna prisa. Numerosos autobuses partían hacia Rivas, Granada, Managua y la frontera con Costa Rica. Los locales empezaban a sacar sillas y mecedoras a la calle mientras la música de Juan Luís Guerra envolvía el ambiente. Los restaurantes estaban listos para recibir a clientes ávidos por degustar un buen ceviche, un pescadito o una langosta mientras los bares preparaban las botellas del ron nacional “Flor de Caña” al son de música nica. Todo estaba preparado para iniciar la sesión del viernes noche. Sí, me encontraba a gusto en San Juan del Sur. Sonreí pensando “Buena entrada en Nicaragua”.
Me desperté a las 7 y media un poco empanao. Luís todavía seguía durmiendo. “¿Luís?”, ví asomar un careto más empanao que el mío en la cama de al lado. La noche anterior había sido la primera noche de “marcha” del viaje (entiéndase una cerveza, dos roncitos con hielo y a las 12 a dormir) y si a eso le añadimos que en la habitación contigua nos tocó una pareja fogosa con ganas de darle al “tema” y que las paredes de Casa Oro son como el papel (aunque el tío no durara mucho, la verdad), la empanada era comprensible. Un buen café y a empezar el día.
El parte de olas para Playa Maderas era muy malo y las otras playas (Playa Hermosa y Playa Remanso) estaban a más de una hora en taxi desde San Juan y sin garantías de buenas olas. “¿Cómo lo ves?”, Luís fruncía el ceño mientras sorbía su “licuado” de sandía. Decidimos olvidar el surf y dedicar el día a descubrir rinconcitos de San Juan del Sur sin prisas de ningún tipo.
San Juan del Sur está situado sobre la ladera de una montaña por lo que visitar los barrios altos es un buen ejercicio de piernas. La zona más turística se limita a la zona de playa y un par de calles más. El resto es puramente local, con sus casas pintadas al estilo colonial con colores tipo “verde aceituna”, “amarillo chillón”, “azul eléctrico”, “fucsia cantón” mezcladas con casas en ruinas. Me recordaba a ciudades como Olinda o Salvador de Bahía en Brasil, pero en pequeñito. “Sodas” (restaurantes locales), “pulperías” (colmados locales), locutorios, lavanderías, cafés, panaderías de las “de antes” completaban un escenario lleno de vida nica.
*** Imagen borrada de Tinypic *** San Juan del Sur.
El mercado de San Juan ocupa una manzana y no es muy grande. Apenas unas 10 paradas de fruta, ropa y conservas. Lo que más gracia tenía eran los “comedores” tipo bares de la Boquería donde uno se podía empapar de comida local al mejor precio. “¿No tienes hambre, Xavi?. Debían ser las 11 de la mañana pero ya hacía días que las comidas y las cenas las marcaba el estómago, no el reloj. Nos metimos un pollo encebollado con arroz, frijoles, tortitas, plátano frito y ensalada (1,5 euros) que nos cargó las pilas.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Comedor mercado SJdS.
El interior de la iglesia de San Juan es curioso. Una estructura construida enteramente de madera y soportada por 12 gruesas vigas verticales, probablemente recuperadas de algún edificio demolido, y restauradas posteriormente a juzgar por los parches que se podían ver. El sitio tenía mucho encanto. La calidez de la madera, el silencio y la suave brisa que pasaba a través de los ventanales abiertos de par en par hicieron que nos pasáramos una hora sentados en silencio uno al lado del otro (me pareció oir algún ronquido de Luís pero pudo ser el crujido de alguna viga, no le pregunté si estaba en meditación o en sobada del quince).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Iglesia SJdS
El resto de la tarde pasó con una calma impagable. Paso por la panadería para comprar galletas para Luís (era el monstruo de las galletas), parada en el Jimmy´s para saborear un buen café aderezado con una divertida conversación con Indhira y Honey, dos sanjuaneñas que llevaban el local y final en “La Iguana” para despedir al sol con unas piñas coladas frente al mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SJdS 13 febrero.
Empezaba la sesión de sábado noche en San Juan del Sur pero al día siguiente tocaba madrugar. Luís emprendía la vuelta a San José para volver a Barcelona y yo me iba a Granada para incorporarme a La Esperanza. Rematamos nuestra última noche con un ceviche de pescado, otro de camarón, una botella de Chardonnay chileno fresquito y un par de roncitos generosos. Recordamos los buenos momentos pasados durante la semana compartida. Brindamos por la compañía aérea Continental, por habernos hecho perder la conexión con San José y de esta manera, hacer que nos conociéramos. Gracias Luís, nos volveremos a ver a mi vuelta por tu bar del barrio gótico de Barcelona. Buenas noches.
Playa Maderas es una pequeña playa situada a unos 10 km al norte de San Juan con buenas olas. El trayecto consiste en un camino de carro con socavones por todos lados que te deja el culo como un bebedero de patos (los taxis no tienen asientos de diseño precisamente) pero merece la pena. Playa Maderas es un rinconcito precioso que recuerda a algunas calas de la Costa Brava o Baleares. Chiringuito surfero, musiquita y olas, lo imprescindible para una buena sesión. Luís se quedó mirando las olas unos minutos, “Vaya mierda tío, me recuerda a Indonesia”. Las olas eran grandes pero rompían en seguida por todos lados, imposibles de surfear bien (hecho que se evidenciaba viendo los porrazos de los intrépidos, o novatos, surfers que estaban en el agua). Nos miramos con cara de resignación y nos dimos un largo paseo por la zona. Llegamos a otra playa, un poco más grande y solitaria. El sol caía a plomo y nos fuimos corriendo a la sombra.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Playa Maderas.
Durante el trayecto de vuelta, el taxista nos comentaba que San Juan del Sur es el destino preferido de los nicas durante Semana Santa, se pone a reventar (el pueblo y los precios). A ambos lados del camino se podían observar numerosos carteles de “Lote en venta” y algunos casoplones de americanos que ya se han instalado en la zona a precios irrisorios en comparación con los precios americanos o europeos.
Volvimos al restaurante “La Iguana” para meternos unas piñas coladas frente al mar mientras caía el sol. En el restaurante pudimos constatar que los precios en Nicaragua eran significativamente más baratos que en Costa Rica, pintaba bien. La playa se llenó poco a poco de familias locales. Los adultos charlaban tranquilamente mientras los niños correteaban a su alrededor. Unos chavales improvisaron unas porterías en la arena y empezaron a darle al balón mientras un grupillo de jóvenes locales iniciaba un espectáculo de bolas de fuego amenizado con percusión de djembés. Todo estaba en calma, incluidos nosotros dos. Brindamos mientras el sol se despedía hasta el día siguiente regalándonos otra puesta de sol mágica cargada de colores.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SjdS 12 febrero.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SJdS 12 febrero
Luís se quedó en la playa y yo aproveché para dar un paseo. Se encendían las primeras luces en San Juan del Sur y el paseo marítimo empezaba a estar concurrido. El aire, tibio y suave, invitaba a pasear sin ninguna prisa. Numerosos autobuses partían hacia Rivas, Granada, Managua y la frontera con Costa Rica. Los locales empezaban a sacar sillas y mecedoras a la calle mientras la música de Juan Luís Guerra envolvía el ambiente. Los restaurantes estaban listos para recibir a clientes ávidos por degustar un buen ceviche, un pescadito o una langosta mientras los bares preparaban las botellas del ron nacional “Flor de Caña” al son de música nica. Todo estaba preparado para iniciar la sesión del viernes noche. Sí, me encontraba a gusto en San Juan del Sur. Sonreí pensando “Buena entrada en Nicaragua”.
Me desperté a las 7 y media un poco empanao. Luís todavía seguía durmiendo. “¿Luís?”, ví asomar un careto más empanao que el mío en la cama de al lado. La noche anterior había sido la primera noche de “marcha” del viaje (entiéndase una cerveza, dos roncitos con hielo y a las 12 a dormir) y si a eso le añadimos que en la habitación contigua nos tocó una pareja fogosa con ganas de darle al “tema” y que las paredes de Casa Oro son como el papel (aunque el tío no durara mucho, la verdad), la empanada era comprensible. Un buen café y a empezar el día.
El parte de olas para Playa Maderas era muy malo y las otras playas (Playa Hermosa y Playa Remanso) estaban a más de una hora en taxi desde San Juan y sin garantías de buenas olas. “¿Cómo lo ves?”, Luís fruncía el ceño mientras sorbía su “licuado” de sandía. Decidimos olvidar el surf y dedicar el día a descubrir rinconcitos de San Juan del Sur sin prisas de ningún tipo.
San Juan del Sur está situado sobre la ladera de una montaña por lo que visitar los barrios altos es un buen ejercicio de piernas. La zona más turística se limita a la zona de playa y un par de calles más. El resto es puramente local, con sus casas pintadas al estilo colonial con colores tipo “verde aceituna”, “amarillo chillón”, “azul eléctrico”, “fucsia cantón” mezcladas con casas en ruinas. Me recordaba a ciudades como Olinda o Salvador de Bahía en Brasil, pero en pequeñito. “Sodas” (restaurantes locales), “pulperías” (colmados locales), locutorios, lavanderías, cafés, panaderías de las “de antes” completaban un escenario lleno de vida nica.
*** Imagen borrada de Tinypic *** San Juan del Sur.
El mercado de San Juan ocupa una manzana y no es muy grande. Apenas unas 10 paradas de fruta, ropa y conservas. Lo que más gracia tenía eran los “comedores” tipo bares de la Boquería donde uno se podía empapar de comida local al mejor precio. “¿No tienes hambre, Xavi?. Debían ser las 11 de la mañana pero ya hacía días que las comidas y las cenas las marcaba el estómago, no el reloj. Nos metimos un pollo encebollado con arroz, frijoles, tortitas, plátano frito y ensalada (1,5 euros) que nos cargó las pilas.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Comedor mercado SJdS.
El interior de la iglesia de San Juan es curioso. Una estructura construida enteramente de madera y soportada por 12 gruesas vigas verticales, probablemente recuperadas de algún edificio demolido, y restauradas posteriormente a juzgar por los parches que se podían ver. El sitio tenía mucho encanto. La calidez de la madera, el silencio y la suave brisa que pasaba a través de los ventanales abiertos de par en par hicieron que nos pasáramos una hora sentados en silencio uno al lado del otro (me pareció oir algún ronquido de Luís pero pudo ser el crujido de alguna viga, no le pregunté si estaba en meditación o en sobada del quince).
*** Imagen borrada de Tinypic *** Iglesia SJdS
El resto de la tarde pasó con una calma impagable. Paso por la panadería para comprar galletas para Luís (era el monstruo de las galletas), parada en el Jimmy´s para saborear un buen café aderezado con una divertida conversación con Indhira y Honey, dos sanjuaneñas que llevaban el local y final en “La Iguana” para despedir al sol con unas piñas coladas frente al mar.
*** Imagen borrada de Tinypic *** Puesta SJdS 13 febrero.
Empezaba la sesión de sábado noche en San Juan del Sur pero al día siguiente tocaba madrugar. Luís emprendía la vuelta a San José para volver a Barcelona y yo me iba a Granada para incorporarme a La Esperanza. Rematamos nuestra última noche con un ceviche de pescado, otro de camarón, una botella de Chardonnay chileno fresquito y un par de roncitos generosos. Recordamos los buenos momentos pasados durante la semana compartida. Brindamos por la compañía aérea Continental, por habernos hecho perder la conexión con San José y de esta manera, hacer que nos conociéramos. Gracias Luís, nos volveremos a ver a mi vuelta por tu bar del barrio gótico de Barcelona. Buenas noches.