El cambio climático también afecta a Brasil. Se supone que la época de lluvias aquí (en la región de Ceará) va de febrero a mayo, sin embargo nosotros ya hemos sido testigos de tres tormentas en los escasos días que llevamos en Jeri. Leticia, una de las dueñas de la pousada, nos decía ayer que jamás había visto antes llover en octubre. Lo bueno es que las tormentas son muy breves, aunque intensas, y hasta el momento siempre de noche. El único problema es que cuando llueve salen cientos de hormigas voladoras (y bastante grandes) que no sabemos si pican o no pero no son nada agradables!
Hablando con una de las trabajadoras de la pousada, nos hemos enterado de que el Jeri de ahora no se parece en nada al de hace 20 años. Se ve que entonces tan solo había tres pousadas en todo el pueblo (una de ellas de un español) que se hicieron de oro en su momento. El problema es que la población local no supo aprovechar la oportunidad de negocio y vendieron sus casas al mejor postor, mayoritariamente gente adinerada de Río de Janeiro y Sao Paulo y también extranjeros, muchos extranjeros, que acabaron transformando Jeri en el de ahora: pousadas y restaurantes. Lo bueno es que sigue siendo un lugar precioso, nada explotado, muy cuidado y con mucho encanto. La parte mala es que todos los locales son currantes y Jeri tiene unos precios desorbitados para ellos, pensados para el turista. De hecho, casi toda la gente empleada en Jeri vive en otras localidades vecinas, suponemos que debido a que no pueden permitirse tener una propiedad aquí. Nos dijeron que el precio de una vivienda oscila los 80.000-100.000 reales brasileros (el cambio a 1€ - 2,30BRL así que vosotros mismos…), pero no os imaginéis una gran casa ni mucho menos, aquí la construcción e instalaciones son bastante precarias.
Y cambiando de tema, ayer comenzamos las clases de kitesurf y, después de una clase de 2 horas, solo uno resiste! Jordi sí que continúa con el curso pero yo ya me he rendido. No es tan fácil como parece y el kite visto de cerca impresiona bastante. El problema es que tienes que tener control para dirigirlo y hacer bastante fuerza corporal (sobre todo de piernas) para sujetarlo y que no te lleve el viento donde él quiera, ¡y no caerte claro! Me tendré que buscar una alternativa más apta para mi condición física. En cuanto a Jordi, habrá que esperar a que comience con el kite dentro del mar (en las primeras clases tienes que aprender a controlarlo en la arena) para saber si es lo suyo.
Hablando con una de las trabajadoras de la pousada, nos hemos enterado de que el Jeri de ahora no se parece en nada al de hace 20 años. Se ve que entonces tan solo había tres pousadas en todo el pueblo (una de ellas de un español) que se hicieron de oro en su momento. El problema es que la población local no supo aprovechar la oportunidad de negocio y vendieron sus casas al mejor postor, mayoritariamente gente adinerada de Río de Janeiro y Sao Paulo y también extranjeros, muchos extranjeros, que acabaron transformando Jeri en el de ahora: pousadas y restaurantes. Lo bueno es que sigue siendo un lugar precioso, nada explotado, muy cuidado y con mucho encanto. La parte mala es que todos los locales son currantes y Jeri tiene unos precios desorbitados para ellos, pensados para el turista. De hecho, casi toda la gente empleada en Jeri vive en otras localidades vecinas, suponemos que debido a que no pueden permitirse tener una propiedad aquí. Nos dijeron que el precio de una vivienda oscila los 80.000-100.000 reales brasileros (el cambio a 1€ - 2,30BRL así que vosotros mismos…), pero no os imaginéis una gran casa ni mucho menos, aquí la construcción e instalaciones son bastante precarias.
Y cambiando de tema, ayer comenzamos las clases de kitesurf y, después de una clase de 2 horas, solo uno resiste! Jordi sí que continúa con el curso pero yo ya me he rendido. No es tan fácil como parece y el kite visto de cerca impresiona bastante. El problema es que tienes que tener control para dirigirlo y hacer bastante fuerza corporal (sobre todo de piernas) para sujetarlo y que no te lleve el viento donde él quiera, ¡y no caerte claro! Me tendré que buscar una alternativa más apta para mi condición física. En cuanto a Jordi, habrá que esperar a que comience con el kite dentro del mar (en las primeras clases tienes que aprender a controlarlo en la arena) para saber si es lo suyo.