(B) MERCADO DE PULGAS ECSERI (ECSERI BOLHAPIAC)
Mercado del siglo XIX, es uno de los mayores de centro Europa, y está a unos 45 minutos de Budapest en dirección al aeropuerto. Venden un poco de todo, joyas antiguas, baratijas, pupurri de cacharra, ropa de segunda mano, pero sobre todo, es conocido por los recuerdos y objetos de las épocas soviética y nazi. No está mal para perder un par de horas sosegadas de paseo, pero tampoco lo consideraría de visita imprescindible, a menos que no se deseen adquirir porcelanas u objetos de parafernalia soviet o militar, o simplemente se sea un incondicional de lo Kitch, abundante en todos los flea markets. Lo cierto es que pasamos un buen rato, pero no compramos nada.
El mercado está bastante bien cuidado y es tranquilo, y por ejemplo pudimos ver un cocodrilo disecado, maletas o imitaciones de maletas antiguas con las típicas pegatinas de ciudades del mundo, relojes soviéticos, bordados tradicionales, ropa inclasificable...
Para ir desde el centro, cogimos en FERENCIEK TERE la línea 3 de metro hasta HATAR UTCA. Al salir se cruza un pequeño anden de tren y la autovía, en dirección al gran centro comercial Europark a la izquierda, y en medio de la plaza triangular, donde la paradas de autobuses, hay que buscar los 84E, 89E y 94E, que van directamente al mercado.
La parada es en Fiume Utca, que te deja a los pies de un puente que cruza la autovía al otro lado, donde está la entrada del mercado, y es difícil pasártela por la cantidad de gente que se baja. Desde Boraros Ter en Pest, se puede ir también cogiendo el autobús 54E. Abren de lunes a viernes de 8 a 16 h, sabados de 6 a 15 h, y domingos de 8 a 13 h.
Tras un par de horas de paseo, viendo como se desperezaba el mercado, a los comerciantes tomarse cafés y desayunos de cuchara, recorrer las paradas y hacer unas cuantas fotografías, sin problemas en general, aunque uno de los vendedores me indicó moviendo el dedo negativamente que no hiciera una foto a una presunta maleta antigua con pegatinas, volvemos a la ciudad retomando el mismo autobús y metro que a la ida, para apearnos en el Barrio Judío, cuyo territorio empieza a apenas 10 minutos del hotel, y que es uno de los recorridos que no falta en ninguna guía de Budapest.
(C) BARRIO JUDIO
Situado a medio camino entre las estaciones de metro de Astoria (M2) y de Deak Ferenc Ter (M1,M2,M3), bajo la ocupación alemana se convirtió en un ghetto amurallado que abarcaba unas 6 o 7 manzanas de la ciudad, donde vivían recluidos vario miles de judios, y que estaba comprendido entre las calles Dohany y Kiraly Utca. El último trozo de muro del ghetto fue demolido en 2006, y hay erigido uno conmemorativo con un poco de material original, pero que nada tiene que ver con el demolido.
Desde la puerta del Eurostars, cruzamos a la acera de enfrente, y siguiendo recto en dirección contraria al Danubio, cruzamos la Avenida Karoly Krt, y tomamos la primera calle a la izquierda llamada Sip Utca, hasta la segunda travesía que es la calle Wesselenyi, donde girando a la izquierda, apareces por el lateral de la Gran Sinagoga, donde está situado el cementerio y el templo de los heroes.
Por la calle Wesselenyi se pasea al lado de las lápidas, se pasa por un memorial de un trozo de muro con alambre de espinos, y se llega al patio del "árbol de la vida", la escultura de un sauce llorón con nombres de víctimas del holocausto, grabados en sus hojas metálicas. Al girar en la siguiente esquina en la calle Dohany, se encuentra la fachada principal de la morisca Gran Sinagoga, una de las más grandes del mundo, y que suscitó polémica durante su construcción en 1854, porque algunos la consideraban demasiado ostentosa. Los horarios de visita son de domingo a viernes de las 10 de la mañana hasta las 13'30 o 15'30 dependiendo de la temporada. Los sábados está cerrada por ser sabbat, el dia de descanso judío.
Desde la Gran sinagoga, seguimos el recorrido hasta la estrecha calle Rumbach, donde pasamos por delante de la fachada de la otra sinagoga famosa de la zona, de mismo nombre que la calle. A similitud de su hermana mayor, también es de estilo mudéjar, pero como está cerrada por obras, seguimos callejeando entre establecimientos con la estrella de David, y vistazos a las fachadas de los pocos edificios antiguos que permanecen. Muchas calles están en obras y aparte de la degradación, se estima que un 40% del barrio original ya ha sido derruido para construir modernos edificios, lo que ha provocado que se estén alzando voces clamando por rehabilitar y proteger estas históricas manzanas de la ciudad.
Siguiendo la calle Rumbach y girando a la derecha por Kiraly Utca, se encuentra en el número 13 de la calle, la entrada a otro de los puntos de interés del barrio, los seis patios conectados que atraviesan varios bloques de edificios hasta salir por el número 16 de la calle Dob Utca. Estos patios rehabilitados, son ahora unas galerías con comercios, pastelerías, bares y zona de ocio, ... y las viviendas son pisos de lujo. Los patios llevan el nombre de su "ideólogo", el abogado judío Mano Gozsdu.
Salimos por un lateral, y cerramos el tour del barrio volviendo por Kazincsky Utca, la calle bipolar, ejemplo de la transformación de la que hablaba antes, ya que es una zona caliente de ocio nocturno en pleno corazón del jewish quarter, con varios famosos bares de ruinas de Budapest, entre ellos quizás el más conocido: el Szimpla.
Volvemos paseando en dirección al río por la calle Dohany, cruzamos al otro lado de Karoly Krt, y nos introducimos por el centro hasta llegar a la bonita calle Petofi, para acercarnos a ver dos joyas a uno y otro lado de Ferenciek Tere, una frente a otra, a cada una de las dos bocas de la parada de metro. A la primera, en el número 5 de Ferenciek Tere, se entra por la puerta de una monumental verja de hierro, bajo el nombre de:
(K) PASAJE DE PARÍS (PARISI UDVAR)
Lugar extraño pero alucinante por el pupurri de estilos arquitectónicos, veneciano, morisco, renacentista, neogótico, art nouveau, oriental, que se le pasaron por la cabeza al ecléctico arquitecto húngaro-alemán Henrik Schmahl, autor también de otro precioso lugar de Budapest, el cine Urania, a un cuarto de hora caminando por la misma calle (Rakoczi).
El origen de este edificio se remonta a 1817 cuando el acaudalado burgués Jozsef Brudern, encargó llevar a cabo su idea de una galería de tiendas de la época: licores, chocolates, te, pastelería, cerveza embotellada, ropa interior... tomando como modelo el Pasaje de los panoramas de París.
Tras una época de esplendor, llegó la decadencia con el cambio de siglo, y la venta del edificio para la construcción de la sede de la Caja de ahorros Belvaros, la cual tras un concurso, fue adjudicada a Henrik Schmahl, quien comenzó las obras en 1909 y las terminó cuatro años después. El nuevo edificio, llamado Parisi Udvar, pero también Casa Brudern, contaba con unas suntuosas galerías comerciales de dos niveles, y las oficinas bancarias en los pisos superiores.
Desde hace décadas, con muchas partes en peligro de derrumbe, el edificio permanece cerrado a la espera de una rehabilitación que nunca llega por la enorme fortuna que supone, a pesar de que muchos húngaros opinan que es una verguenza para la ciudad no restaurar este histórico edificio de Budapest, el cual se dice que está en manos de inversores extranjeros, pero que tiene un futuro incierto.
Cuando se entra, lo primero que llama la atención, aparte de la pareja de ociosos vigilantes que están sentados junto a la puerta de entrada a los pisos, es el precioso suelo embaldosado, y la gran cúpula de cristal. Sin embargo, no hay que perderse los muchísimos detalles de este "bazar", cuya magia aumenta la penumbra en la que se encuentra la galería.
Ya fuera, cruzamos al otro lado de la calle por el paso subterráneo de la estación de metro, para pasar del materialismo comercial y bancario, y el cóctel arquitectónico de esas galerías de 1900, a dar un salto en el tiempo, a una mayor sencillez barroca y la espiritualidad de la reconstruida (1743),
(J) IGLESIA DE LOS FRANCISCANOS (BELVÁROSI FERENCES TEMPLOM)
El origen de esta iglesia, cuyo patrón es San Pedro de Alcántara, se remonta al 1250, donde el segundo fundador de la patria, el rey Bela IV de la dinastía Arpad, levantó en este lugar un primer templo gótico, como sede franciscana. Tres siglos después, pasó a ser lugar de culto islámico tras incendiarla los turcos durante la ocupación para levantar una mezquita, y finalmente, tras la reconquista de finales del XVII por los Habsburgo, se reconstruyó en 1743 en estilo barroco, tal y como se puede ver hoy en día. Ya en el siglo pasado, los franciscanos que sufrieron persecución por los comunistas desde 1950, no pudieron regresar y retomar su iglesia hasta setiembre de 1990.
En la fachada coronada con un triángulo con lados curvos, se pueden ver tres hornacinas con San Pedro de Alcántara, San Antonio de Padua, y San Francisco de Asís, y sobre el pórtico de entrada, el blasón de la orden con la "Tau", última letra del alfabeto hebreo en forma de T o cruz, con dos brazos cruzados con estigmas. El interior alberga frescos con escenas de la virgen, altares de mármol, un bonito púlpito de madera tallada, y como anécdota, una pequeña plaquita en uno de los asientos de primera fila, recordando donde se sentaba habitualmente Franz Liszt.
El día avanza, y teniendo presente que queremos disfrutar del atardecer en los baños Szechenyi, y que el atardecer es a las 4 y pico, arrancamos hacia el hotel para pillar bañador y toalla, y preguntar por lugares no turísticos donde poder comprar telas tradicionales húngaras (en el mercado central y Ecseri no encontramos exactamente lo que buscábamos, y además los precios nos parecieron altos.
En recepción, una simpática chica de Barcelona nos comenta sobre la calle Garay, al lado de la estación de Keleti, como un sitio popular y nada turístico para comprar telas, y nos indica que cojamos el metro en la esquina, en la estación de Astoria de la línea 2, hasta la estación de Keleti Palyaudvar. Echamos un vistazo al mapa, y vemos que nos va perfecto porque luego se puede ir caminando hasta el parque de Varosliget, donde se encuentran los baños. Dos paradas, y nos bajamos en la plaza Baross, frente a la puerta de entrada de la
(D) ESTACIÓN DE KELETI (KELETI PALYAUDVAR)
La estación de trenes del este, construida para variar, en estilo ecléctico entre 1881 y 1884, es la más grande de las tres estaciones principales de la ciudad, Keleti, la de Nyugati (oeste) que va a la Gran llanura fronteriza con Rumania y Serbia, y los recodos del Danubio en dirección a Eslovaquia donde están los pueblos de Szentendre, Esztergom y Visegrad, y la de Deli (sur) con destinos al lago Balaton, y a la Transdanubia, o sea toda la parte Oeste de Hungria al otro lado del Danubio, que hace frontera con Austria y Croacia.
Dejamos atrás el arco de la fachada de Keleti, tan característico de estación de tren, y nos metemos por la calle Garay entre las manzanas de enfrente, donde prácticamente no se vislumbra turismo. Muchos de los pequeños comercios están cerrados, ya sea por la hora o por ser Sábado, y aunque en algunos escaparates si que se pueden ver rollos de telas y alfombras, tampoco vemos exactamente las telas tradicionales que buscamos. Solo entramos en una pequeña tienda en una calle lateral, pero el tipo se cortocircuita en cuanto abrimos la boca, y nos dice a todo que no con la mano porque no entiende nada. Haciendo un poco de mímica que siempre ayuda y divierte, el hombre se relaja, nos dice que las telas son igual de turcas que él, y nos enseña algún rollo de tela amablemente, que no nos interesa. Le agradecemos el esfuerzo, y nos vamos.
Al final de la calle Garay, tranquila y muy de barrio, llegamos a la larga recta del paseo Dozsa que enfila hacia el parque de la ciudad, y a nuestro destino. El gran espacio verde de Varosliget, ya se puede ver a dos manzanas en la otra acera, pero resulta engañoso, porque el trecho es bastante largo. De cualquier manera, disfruto enormemente del recorrido. Me gusta el ambiente tranquilo de las casas frente al pulmón de la ciudad, y la mezcla ecléctica de edificios, alguno que da la sensación de época comunista, algún hostel, restaurantes, un mamotreto del ING Bank, y calles adyacentes relajadas con fincas regias y casas señoriales con jardines con arboledas y espacios verdes entre ellas.
Una placa de obrero con martillo y herramientas, me da la razón sobre ciertos bloques de aire soviético. Por la calle, unos pocos turistas y gente del barrio se mueven a comprar algo o a pasear el perro, y el tráfico es escaso.Pasamos frente al memorial en la orilla del parque, levantado por el 50º aniversario de la revolución del 56, una cuña que reluce al sol, formada por decenas de estacas de metal, que representa la unión del pueblo que luchó contra el gobierno húngaro títere de la Unión soviética, y por fin llegamos a las columnas neoclásicas del Kunsthalle Mucsarnok de Budapest, un museo de arte contemporáneo que, también en la acera del parque y en la misma esquina, marca el inicio de la
(E) PLAZA DE LOS HEROES (HOSOK TERE)
Como extremo de la Avenida Andrassy, la plaza forma parte de un conjunto nombrado Patrimonio de la humanidad por la Unesco. Su construcción se inició en 1896 y finalizó en 1929, y conmemora los mil años del país, efemérides que conmemora el monumento del milenario que se erigió en forma de media luna, partida en dos por una columna central con el arcangel gabriel en un pedestal rodeado por Arpad, el líder, y los otros seis jefes de las siete tribus magiares que fundaron la nación, Elod, Tas, Huba, Tohotom, Kond y Ond. En las alas de la media luna, a cada lado del pilar central, posan las figuras de diversos reyes y personalidades de Hungría, como San Esteban, Lajos Kossuth, o Matías Corvino, entre las columnas coronadas por esculturas alegóricas del Trabajo, Bienestar, Sabiduría, la Gloria, la Paz y la Guerra.
En la plaza se celebraban en la antiguedad, reuniones y asambleas ciudadanas, y después de la guerra, desfiles bajo una gigantesca estatua de Stalin, que fue destruida por la población durante la revolución del 56. El gobierno colocó inmediatamente después otra de Lenin, que en la década de los 90, fue trasladada al Parque de los monumentos (Memento Park). En la plaza también se encuentra una tumba al soldado desconocido, y en la actualidad continua siendo un espacio tanto para conciertos como para manifestaciones políticas.
Caminamos por la acera frente a la plaza, y mirando desde el principio de Andrassy, que da una perspectiva amplia del espacio, se divisan al fondo, detrás del monumento al milenario, los árboles del parque de Varosliget con las torres del castillo de Vajdahunyad a su derecha; a este lado en la esauina derecha, el mencionado Kunsthalle Mucsarnok, y en el lado opuesto a la izquierda, el otro gran museo neo-clásico de la plaza, el Museo de Bellas Artes (Szepmuveszeti Muzeum), donde en su fachada cuelga una pancarta de la gran exposición "Cezzane y el pasado" en la que se exponen un centenar de obras del pintor, y que estará en la capital húngara hasta el 13 de febrero. El museo, tiene cuatro exhibiciones permanentes, Egipto, pintura europea del XIX-XX, esculturas del barroco italiano del XIV-XVI, y pintura flamenca del XVI-XVIII. Está abierto todos los dias de 10 a 17'30 horas, excepto lunes que está cerrado, y la entrada varia entre 1000 y 4000 florines. A nuestras espaldas, la elegante arteria del bulevard Andrassy.
Tras verle de cerca el mostacho a Arpad, y darle vueltas a las columnatas, entramos al parque por Kos Karoly, la calle que arranca detrás del monumento, y atravesamos en diagona el espacio verde en dirección a los baños. El parque de Varosliget, además de los baños públicos Szechenyi, cuenta con el zoológico, un parque de atracciones, un circo, un lago artificial donde alquilar botes en verano, y una pista de patinaje sobre hielo en invierno, un Museo del transporte, y el afamado, clásico y clasista restaurante Gundel de 1910, donde se pueden degustar todos los platos típicos del país.
Todo esta ofera, hace lógicamente del parque de la ciudad, un espacio de ambiente muy muy familiar. Merece la pena un recorrido por las estatuas del parque, en especial para ver la misteriosa y conocida efigie del anónimo encapuchado sentado, situada en los terrenos del palacio de Vajdahunyad, dedicada a un posible monje capuchino, cronista de la época y notario real del rey Bela II o III, no se sabe bien.
Varosliget, el primer parque público de Budapest, se encontraba en las afueras de Budapest, siendo absorbido una vez la ciudad se fue extendiendo. Cronológicamente, hay que remontarse a los siglos XII-XIII, cuando el espacio era un pantano llamado Rakos Mezo, donde los reyes eran coronados; en el siglo XVI se dice que fue un coto de caza de los nobles; en el siglo XVII; tras la ocupación otomana, el espacio fue anexado a Pest por los Habsburgo,
y se pobló de árboles para convertirlo en un lugar de paseo de la aristocracia; en los siglos XVIII a XIX se convirtió en un parque de estilo inglés, y el emperador lo declaró "jardín nacional"; y finalmente en 1896 por cuestiones de espacio y de accesibilidad (Línea 1 metro), se decidió utilizar Varosliget para los eventos de la celebración del milenario de la nación, constuyéndose además tres edificios singulares: el palacio de Vajdahunyad, la capilla de Jak, y el palacio barroco de una familia de la aristocracia, actualmente el Museo de la Agricultura. Por los senderos paseando entre los árboles, llegamos a una hora perfecta y con placer anticipado, al siguiente punto de nuestro recorrido de la jornada, el edificio amarillo de los
(F) BAÑOS SZECHENYI (SZECHENYI FURDO)
Entre los muchos baños de esta ciudad termal, nos decidimos por los más populares, entre comillas, del parque de la ciudad, con la intención de disfrutar metidos hasta el cuello en el agua a unos 38º, de la temperatura exterior de unos 2-3º. Lo cierto es que el baño, rodeados de las naves neobarrocas del complejo mientras va anocheciendo, es un placer para el cuerpo y el espíritu. Haciendo un poco de historia, los baños Szechenyi, los únicos en Pest y de los más grandes de Europa, aunque se inauguraron en 1913, se remontan a un primer edificio construido en el lugar en 1881, donde se hallaba un pozo perforado a casi mil metros de profundidad en el año 1870, por la que salía el agua a unos 74 grados.
Por aquel entonces, los baños eran temporales y su nombre era el de "Baño artesiano" debido al tipo de pozo que suministraba el agua. Los pozos artesianos son los que perforan acuíferos impermeables en los que el agua contenida tiene tanta presión, que sube por sí misma sin necesidad de ser bombeada, brotando a la superficie como un surtidor. Aunque la denominación de pozo artesiano procede de Artois en Francia, donde en 1126 se perforó el más antiguo de Europa, en Siria y Egipto muchos siglos antes ya utilizaban esta técnica. En el Sahara se usan para suministrar agua a los oasis, y en España es famoso el de la preciosa fuente de Cella, en las cercanías de la sierra de Albarracín, excavado por los templarios asentados allí a finales del siglo XII.
Por el éxito del que disfrutaba el "Baño Artesiano" entre la población, en 1889 se decidió emprender una ampliación, que culminó con una inauguración en junio de 1913, que convirtió los baños en permanentes tras haberse construido la mayor parte de los edificios amarillos de hoy en día, y recibiendo su nombre actual. También se excavó otro pozo a una profundidad de 1250 metros, por el que brotaban mas de 6 millones de litros diarios de agua a 77 grados. Las piscinas al aire libre comenzaron a funcionar en 1927, y desde 1963 funcionan sin interrupción durante todo el año, haga el tiempo que haga. En 1982 se inauguró el departamento de fisioterapia junto al complejo, que funciona como un hospital de día. Al principio equipado con 40 camas y atendido por médicos experimentados y fisioterapeutas, provocó tanto interés que actualmente el número de camas se ha doblado. En 1999 se hizo una rehabilitación completa de las piscinas y filtros y sistema de circulación del agua y se añadieron equipos modernos de alta tecnología. En la actualidad, se realizan anualmente trabajos de renovación y rehabilitación, cerrándose parcialmente diferentes secciones cada año.
El agua de Szechenyi, de propiedades curativas, se caracteriza por su gran contenido de sodio, calcio, magnesio, fluor y azufre, beneficioso para dolencias del aparato locomotor, o sea huesos, articulaciones y músculos, y lesiones post-traumáticas. También se bebe ya que es indicada para enfermedades gástricas y la vesícula. Pasando de las cuestiones curativas, se puede asegurar que estar metido en ese agua es un gozo, y que cuando se sale al parque por la puerta, es notorio y evidente el bienestar y la relajación muscular que se nota en el cuerpo.
Tras pagar los 3200 florines (11 euros) de la entrada, en las taquillas del vestíbulo barroco de los baños, se entra a un pasillo de entrada a las termas, donde se recogen las perchas y te dirige a las cabinas con puerta de salida a las salas de taquillas, para dejar la ropa. Los armarios se cierran y se abren, pulsando directamente sobre el cierre, con la placa que lleva la pulsera que te proporcionan al pagar la entrada. Si te olvidas del número de taquilla, en la pared hay un lector por el que pasando la pulsera, te aparece. Nosotros nos llevamos bañador, y las toallas las cogimos del hotel sin problemas, incluso a instancias de los recepcionistas, que nos dijeron que a la vuelta nos las cambiaban por unas limpias.
Tras salir de las taquillas te encuentras una primera sala interior con tres piscinas, una grande central, y dos laterales, con el agua a diferentes temperaturas, unas duchas, y la puerta de salida a los 2º exteriores. Tras bajar las escalinatas amarillas, uno acelera para meterse en el agua de cualquiera de las tres piscinas exteriores existentes, una central para natación, en la que es preceptivo llevar gorro y está vigilada desde una garita, y dos de baño con jacuzzi y chorros de agua, que son las que contienen al 99% de las cabezas que asoman del agua. Aun así, el aforo está a la mitad, permitiendo espacio suficiente como para no sentirse incómodo en ningún momento. El origen de los bañistas es variado, y a groso modo se percibe una mezcla uniforme de aquincenses y turistas de diversas procedencias. Hay un par de partidas de ajedrez en la piscina, y algunos metidos en el agua o sentados en los escalones con vasos de cerveza. El vapor que emana de los cuerpos asciende inundándolo todo, junto a los chorros de agua que brotan de la fuente a la piscina, el entorno barroco de las naves laterales, y la luz cambiante del sol descendiendo, ofrece una visión y un ambiente de ensoñación y relax.
Los baños de Szechenyi, cuentan con un total de 3 piscinas exteriores y quince interiores. Las exteriores están abiertas de 6 a 22 horas y los baños de vapor y las termas de 6 a 19 horas, aunque hay que tener en cuenta que las taquillas son cerradas a las 6 de la tarde. Los spas de Budapest, ofrecen en los baños de Szechenyi, Gellert, Rudas, Kiraly, Lukacs, Dagaly, y Palatinus beach, un 20% de descuento en la entrada con la tarjeta Budapest Card.
Disfrutamos durante una hora y media en la piscina exterior, antes de pasar a las termas interiores, donde el olor a azufre es intenso, y la temperatura del agua menor. Sentados en los escalones sumergidos de los bordes, vemos la gente charlando, y a una oriental bajar las escaleras con el cuerpo totalmente cubierto con una sábana, e introducirse en el agua. Un rato después, entramos en las taquillas, pulsamos con la placa de la pulsera el cierre, recogemos, y entramos a las cabinas para cambiarnos. Devolvemos la percha, y aparecemos en el parque con el castillo de cuento de Vajdahunyad iluminado al otro lado. Con el cuerpo reparado, nos acercamos hasta el castillo encantado de Vajdahunyad, construido durante el milenario, en cuyo sendero hay montado otro mercadillo de navidad. El castillo, copia del rumano de mismo nombre de Hunedoara en Transilvania (Castillo de Hunyad) construido en 1320, es una mezcolanza góticorenacentistarománicabarroca (la reiteración del eclecticismo en un sinfín de edificios de Budapest, no deja lugar a duda de que les volvía locos el uso del picapica arquitectónico), que alberga el Museo de Agricultura.
En los terrenos del castillo está tambien, como dije en la reseña del parque de Varosliget, la estatua de Anonymus o Magister P (la P se supone que puede ser la inicial del nombre), monje, escritor, cronista y notario real de Bela II o Bela III, no se sabe. En la base se puede ver la inscripción “Anonymus = Gloriosissimi Belae Regis Notarius” (Anonymus, notario del glorioso rey Bela). Este personaje, autor de “La historia de los húngaros”, un manuscrito del 1200 mezcla de tradiciones, leyendas, fuentes antiguas e imaginación del escritor, sigue manteniendo el misterioso halo que le proporciona el desconocimiento de su identidad, ya que se especula con que pudo ser desde un par de cancilleres distintos hasta un obispo de Bosnia de la época. Para más inri, la superstición popular dice que tocar el lápiz trae buena suerte.
Tomamos camino de regreso, y pasamos por la pista de patinaje sobre hielo (Mujegpálya) pegada al castillo, que a la ida vimos con las pulidoras rodando sobre la superficie antes de la hora de apertura, y ahora vemos iluminada por un montón de focos, y animada por varias decenas de patinadores. Inaugurada en 1870 es la más grande de Europa. La pista está abierta anualmente desde mitad de Noviembre hasta finales de febrero, y en verano, se llena de agua y se convierte en lago para remar en botecitos. Abren a diario de 10 a 14h, y de 16 a 20h, y la entrada cuesta 1200 HUF entre semana, y 1400 los fines de semana, con taquilla incluida. Se pueden alquilar los patines por supuesto. Hay otra pista de hielo al aire libre (Jegterasz) en el distrito VIII, en el 9 de Kerepesi utca al lado del centro comerical Arena Plaza, con prácticamente los mismos precios, y cierran a medianoche. Para regresar al hotel a por una ducha, y a dejar las bolsas, volvemos a cruzas la plaza de los Héroes, y en la esquina de Andrassy, agarramos por primera vez en la parada de Hosok Tere, el
(G) METRO DEL MILENARIO LINEA I AMARILLA
La línea 1 fue abierta en el año 1896, con recorrido desde Vorosmarty Ter hasta Szechenyi Furdo, convirtiéndose en la segunda subterránea más antigua del mundo, tras la de Londres de 1863. Su inauguración con motivo de la celebración del milenario, hace que tome su nombre de "Millennium" (Millenniumi Foldalatti Vasut-M1).
La verdad es que los vagones de madera son entrañables, y las estaciones rehabilitadas de la época, son muy bonitas. Transbordamos a la línea 2 roja en la parada de la plaza Deak y bajamos en la esquina del Astoria, desde donde tenemos el hotel a 5 minutos. Como no hemos comido nada desde el desayuno, nos damos una ducha rápida, una cerveza, y nos vamos a la búsqueda en la calle Sip Utca esquina Wesselenyi, en el barrio judío donde estuvimos por la mañana, de uno de los restaurantes de la cadena, (H) HUMMUS BAR. Como no podía ser de otra manera, nos pedimos un plato de Falafel y otro de kebap. Los platos son abundantes y las albóndigas vegetarianas y la carne están buenas, pero el hummus no me convence, ya que está sobrecargado del Tahini (crema de sésamo), lo que le mata el sabor aparte de hacerlo tremendamente indigesto. Pero bueno, el fast food soluciona el tema comida, y el precio incluyendo un par de cervezas Dreher es económico. El dia lo rematamos acercándonos, como no, al ambiente de (I) VOROSMARTY, pero con la intención de realizar la compra de un par de regalos en los puestos del mercado. Fin del tercer día.
Mercado del siglo XIX, es uno de los mayores de centro Europa, y está a unos 45 minutos de Budapest en dirección al aeropuerto. Venden un poco de todo, joyas antiguas, baratijas, pupurri de cacharra, ropa de segunda mano, pero sobre todo, es conocido por los recuerdos y objetos de las épocas soviética y nazi. No está mal para perder un par de horas sosegadas de paseo, pero tampoco lo consideraría de visita imprescindible, a menos que no se deseen adquirir porcelanas u objetos de parafernalia soviet o militar, o simplemente se sea un incondicional de lo Kitch, abundante en todos los flea markets. Lo cierto es que pasamos un buen rato, pero no compramos nada.
El mercado está bastante bien cuidado y es tranquilo, y por ejemplo pudimos ver un cocodrilo disecado, maletas o imitaciones de maletas antiguas con las típicas pegatinas de ciudades del mundo, relojes soviéticos, bordados tradicionales, ropa inclasificable...
Para ir desde el centro, cogimos en FERENCIEK TERE la línea 3 de metro hasta HATAR UTCA. Al salir se cruza un pequeño anden de tren y la autovía, en dirección al gran centro comercial Europark a la izquierda, y en medio de la plaza triangular, donde la paradas de autobuses, hay que buscar los 84E, 89E y 94E, que van directamente al mercado.
La parada es en Fiume Utca, que te deja a los pies de un puente que cruza la autovía al otro lado, donde está la entrada del mercado, y es difícil pasártela por la cantidad de gente que se baja. Desde Boraros Ter en Pest, se puede ir también cogiendo el autobús 54E. Abren de lunes a viernes de 8 a 16 h, sabados de 6 a 15 h, y domingos de 8 a 13 h.
Tras un par de horas de paseo, viendo como se desperezaba el mercado, a los comerciantes tomarse cafés y desayunos de cuchara, recorrer las paradas y hacer unas cuantas fotografías, sin problemas en general, aunque uno de los vendedores me indicó moviendo el dedo negativamente que no hiciera una foto a una presunta maleta antigua con pegatinas, volvemos a la ciudad retomando el mismo autobús y metro que a la ida, para apearnos en el Barrio Judío, cuyo territorio empieza a apenas 10 minutos del hotel, y que es uno de los recorridos que no falta en ninguna guía de Budapest.
(C) BARRIO JUDIO
Situado a medio camino entre las estaciones de metro de Astoria (M2) y de Deak Ferenc Ter (M1,M2,M3), bajo la ocupación alemana se convirtió en un ghetto amurallado que abarcaba unas 6 o 7 manzanas de la ciudad, donde vivían recluidos vario miles de judios, y que estaba comprendido entre las calles Dohany y Kiraly Utca. El último trozo de muro del ghetto fue demolido en 2006, y hay erigido uno conmemorativo con un poco de material original, pero que nada tiene que ver con el demolido.
Desde la puerta del Eurostars, cruzamos a la acera de enfrente, y siguiendo recto en dirección contraria al Danubio, cruzamos la Avenida Karoly Krt, y tomamos la primera calle a la izquierda llamada Sip Utca, hasta la segunda travesía que es la calle Wesselenyi, donde girando a la izquierda, apareces por el lateral de la Gran Sinagoga, donde está situado el cementerio y el templo de los heroes.
Por la calle Wesselenyi se pasea al lado de las lápidas, se pasa por un memorial de un trozo de muro con alambre de espinos, y se llega al patio del "árbol de la vida", la escultura de un sauce llorón con nombres de víctimas del holocausto, grabados en sus hojas metálicas. Al girar en la siguiente esquina en la calle Dohany, se encuentra la fachada principal de la morisca Gran Sinagoga, una de las más grandes del mundo, y que suscitó polémica durante su construcción en 1854, porque algunos la consideraban demasiado ostentosa. Los horarios de visita son de domingo a viernes de las 10 de la mañana hasta las 13'30 o 15'30 dependiendo de la temporada. Los sábados está cerrada por ser sabbat, el dia de descanso judío.
Desde la Gran sinagoga, seguimos el recorrido hasta la estrecha calle Rumbach, donde pasamos por delante de la fachada de la otra sinagoga famosa de la zona, de mismo nombre que la calle. A similitud de su hermana mayor, también es de estilo mudéjar, pero como está cerrada por obras, seguimos callejeando entre establecimientos con la estrella de David, y vistazos a las fachadas de los pocos edificios antiguos que permanecen. Muchas calles están en obras y aparte de la degradación, se estima que un 40% del barrio original ya ha sido derruido para construir modernos edificios, lo que ha provocado que se estén alzando voces clamando por rehabilitar y proteger estas históricas manzanas de la ciudad.
Siguiendo la calle Rumbach y girando a la derecha por Kiraly Utca, se encuentra en el número 13 de la calle, la entrada a otro de los puntos de interés del barrio, los seis patios conectados que atraviesan varios bloques de edificios hasta salir por el número 16 de la calle Dob Utca. Estos patios rehabilitados, son ahora unas galerías con comercios, pastelerías, bares y zona de ocio, ... y las viviendas son pisos de lujo. Los patios llevan el nombre de su "ideólogo", el abogado judío Mano Gozsdu.
Salimos por un lateral, y cerramos el tour del barrio volviendo por Kazincsky Utca, la calle bipolar, ejemplo de la transformación de la que hablaba antes, ya que es una zona caliente de ocio nocturno en pleno corazón del jewish quarter, con varios famosos bares de ruinas de Budapest, entre ellos quizás el más conocido: el Szimpla.
Volvemos paseando en dirección al río por la calle Dohany, cruzamos al otro lado de Karoly Krt, y nos introducimos por el centro hasta llegar a la bonita calle Petofi, para acercarnos a ver dos joyas a uno y otro lado de Ferenciek Tere, una frente a otra, a cada una de las dos bocas de la parada de metro. A la primera, en el número 5 de Ferenciek Tere, se entra por la puerta de una monumental verja de hierro, bajo el nombre de:
(K) PASAJE DE PARÍS (PARISI UDVAR)
Lugar extraño pero alucinante por el pupurri de estilos arquitectónicos, veneciano, morisco, renacentista, neogótico, art nouveau, oriental, que se le pasaron por la cabeza al ecléctico arquitecto húngaro-alemán Henrik Schmahl, autor también de otro precioso lugar de Budapest, el cine Urania, a un cuarto de hora caminando por la misma calle (Rakoczi).
El origen de este edificio se remonta a 1817 cuando el acaudalado burgués Jozsef Brudern, encargó llevar a cabo su idea de una galería de tiendas de la época: licores, chocolates, te, pastelería, cerveza embotellada, ropa interior... tomando como modelo el Pasaje de los panoramas de París.
Tras una época de esplendor, llegó la decadencia con el cambio de siglo, y la venta del edificio para la construcción de la sede de la Caja de ahorros Belvaros, la cual tras un concurso, fue adjudicada a Henrik Schmahl, quien comenzó las obras en 1909 y las terminó cuatro años después. El nuevo edificio, llamado Parisi Udvar, pero también Casa Brudern, contaba con unas suntuosas galerías comerciales de dos niveles, y las oficinas bancarias en los pisos superiores.
Desde hace décadas, con muchas partes en peligro de derrumbe, el edificio permanece cerrado a la espera de una rehabilitación que nunca llega por la enorme fortuna que supone, a pesar de que muchos húngaros opinan que es una verguenza para la ciudad no restaurar este histórico edificio de Budapest, el cual se dice que está en manos de inversores extranjeros, pero que tiene un futuro incierto.
Cuando se entra, lo primero que llama la atención, aparte de la pareja de ociosos vigilantes que están sentados junto a la puerta de entrada a los pisos, es el precioso suelo embaldosado, y la gran cúpula de cristal. Sin embargo, no hay que perderse los muchísimos detalles de este "bazar", cuya magia aumenta la penumbra en la que se encuentra la galería.
Ya fuera, cruzamos al otro lado de la calle por el paso subterráneo de la estación de metro, para pasar del materialismo comercial y bancario, y el cóctel arquitectónico de esas galerías de 1900, a dar un salto en el tiempo, a una mayor sencillez barroca y la espiritualidad de la reconstruida (1743),
(J) IGLESIA DE LOS FRANCISCANOS (BELVÁROSI FERENCES TEMPLOM)
El origen de esta iglesia, cuyo patrón es San Pedro de Alcántara, se remonta al 1250, donde el segundo fundador de la patria, el rey Bela IV de la dinastía Arpad, levantó en este lugar un primer templo gótico, como sede franciscana. Tres siglos después, pasó a ser lugar de culto islámico tras incendiarla los turcos durante la ocupación para levantar una mezquita, y finalmente, tras la reconquista de finales del XVII por los Habsburgo, se reconstruyó en 1743 en estilo barroco, tal y como se puede ver hoy en día. Ya en el siglo pasado, los franciscanos que sufrieron persecución por los comunistas desde 1950, no pudieron regresar y retomar su iglesia hasta setiembre de 1990.
En la fachada coronada con un triángulo con lados curvos, se pueden ver tres hornacinas con San Pedro de Alcántara, San Antonio de Padua, y San Francisco de Asís, y sobre el pórtico de entrada, el blasón de la orden con la "Tau", última letra del alfabeto hebreo en forma de T o cruz, con dos brazos cruzados con estigmas. El interior alberga frescos con escenas de la virgen, altares de mármol, un bonito púlpito de madera tallada, y como anécdota, una pequeña plaquita en uno de los asientos de primera fila, recordando donde se sentaba habitualmente Franz Liszt.
El día avanza, y teniendo presente que queremos disfrutar del atardecer en los baños Szechenyi, y que el atardecer es a las 4 y pico, arrancamos hacia el hotel para pillar bañador y toalla, y preguntar por lugares no turísticos donde poder comprar telas tradicionales húngaras (en el mercado central y Ecseri no encontramos exactamente lo que buscábamos, y además los precios nos parecieron altos.
En recepción, una simpática chica de Barcelona nos comenta sobre la calle Garay, al lado de la estación de Keleti, como un sitio popular y nada turístico para comprar telas, y nos indica que cojamos el metro en la esquina, en la estación de Astoria de la línea 2, hasta la estación de Keleti Palyaudvar. Echamos un vistazo al mapa, y vemos que nos va perfecto porque luego se puede ir caminando hasta el parque de Varosliget, donde se encuentran los baños. Dos paradas, y nos bajamos en la plaza Baross, frente a la puerta de entrada de la
(D) ESTACIÓN DE KELETI (KELETI PALYAUDVAR)
La estación de trenes del este, construida para variar, en estilo ecléctico entre 1881 y 1884, es la más grande de las tres estaciones principales de la ciudad, Keleti, la de Nyugati (oeste) que va a la Gran llanura fronteriza con Rumania y Serbia, y los recodos del Danubio en dirección a Eslovaquia donde están los pueblos de Szentendre, Esztergom y Visegrad, y la de Deli (sur) con destinos al lago Balaton, y a la Transdanubia, o sea toda la parte Oeste de Hungria al otro lado del Danubio, que hace frontera con Austria y Croacia.
Dejamos atrás el arco de la fachada de Keleti, tan característico de estación de tren, y nos metemos por la calle Garay entre las manzanas de enfrente, donde prácticamente no se vislumbra turismo. Muchos de los pequeños comercios están cerrados, ya sea por la hora o por ser Sábado, y aunque en algunos escaparates si que se pueden ver rollos de telas y alfombras, tampoco vemos exactamente las telas tradicionales que buscamos. Solo entramos en una pequeña tienda en una calle lateral, pero el tipo se cortocircuita en cuanto abrimos la boca, y nos dice a todo que no con la mano porque no entiende nada. Haciendo un poco de mímica que siempre ayuda y divierte, el hombre se relaja, nos dice que las telas son igual de turcas que él, y nos enseña algún rollo de tela amablemente, que no nos interesa. Le agradecemos el esfuerzo, y nos vamos.
Al final de la calle Garay, tranquila y muy de barrio, llegamos a la larga recta del paseo Dozsa que enfila hacia el parque de la ciudad, y a nuestro destino. El gran espacio verde de Varosliget, ya se puede ver a dos manzanas en la otra acera, pero resulta engañoso, porque el trecho es bastante largo. De cualquier manera, disfruto enormemente del recorrido. Me gusta el ambiente tranquilo de las casas frente al pulmón de la ciudad, y la mezcla ecléctica de edificios, alguno que da la sensación de época comunista, algún hostel, restaurantes, un mamotreto del ING Bank, y calles adyacentes relajadas con fincas regias y casas señoriales con jardines con arboledas y espacios verdes entre ellas.
Una placa de obrero con martillo y herramientas, me da la razón sobre ciertos bloques de aire soviético. Por la calle, unos pocos turistas y gente del barrio se mueven a comprar algo o a pasear el perro, y el tráfico es escaso.Pasamos frente al memorial en la orilla del parque, levantado por el 50º aniversario de la revolución del 56, una cuña que reluce al sol, formada por decenas de estacas de metal, que representa la unión del pueblo que luchó contra el gobierno húngaro títere de la Unión soviética, y por fin llegamos a las columnas neoclásicas del Kunsthalle Mucsarnok de Budapest, un museo de arte contemporáneo que, también en la acera del parque y en la misma esquina, marca el inicio de la
(E) PLAZA DE LOS HEROES (HOSOK TERE)
Como extremo de la Avenida Andrassy, la plaza forma parte de un conjunto nombrado Patrimonio de la humanidad por la Unesco. Su construcción se inició en 1896 y finalizó en 1929, y conmemora los mil años del país, efemérides que conmemora el monumento del milenario que se erigió en forma de media luna, partida en dos por una columna central con el arcangel gabriel en un pedestal rodeado por Arpad, el líder, y los otros seis jefes de las siete tribus magiares que fundaron la nación, Elod, Tas, Huba, Tohotom, Kond y Ond. En las alas de la media luna, a cada lado del pilar central, posan las figuras de diversos reyes y personalidades de Hungría, como San Esteban, Lajos Kossuth, o Matías Corvino, entre las columnas coronadas por esculturas alegóricas del Trabajo, Bienestar, Sabiduría, la Gloria, la Paz y la Guerra.
En la plaza se celebraban en la antiguedad, reuniones y asambleas ciudadanas, y después de la guerra, desfiles bajo una gigantesca estatua de Stalin, que fue destruida por la población durante la revolución del 56. El gobierno colocó inmediatamente después otra de Lenin, que en la década de los 90, fue trasladada al Parque de los monumentos (Memento Park). En la plaza también se encuentra una tumba al soldado desconocido, y en la actualidad continua siendo un espacio tanto para conciertos como para manifestaciones políticas.
Caminamos por la acera frente a la plaza, y mirando desde el principio de Andrassy, que da una perspectiva amplia del espacio, se divisan al fondo, detrás del monumento al milenario, los árboles del parque de Varosliget con las torres del castillo de Vajdahunyad a su derecha; a este lado en la esauina derecha, el mencionado Kunsthalle Mucsarnok, y en el lado opuesto a la izquierda, el otro gran museo neo-clásico de la plaza, el Museo de Bellas Artes (Szepmuveszeti Muzeum), donde en su fachada cuelga una pancarta de la gran exposición "Cezzane y el pasado" en la que se exponen un centenar de obras del pintor, y que estará en la capital húngara hasta el 13 de febrero. El museo, tiene cuatro exhibiciones permanentes, Egipto, pintura europea del XIX-XX, esculturas del barroco italiano del XIV-XVI, y pintura flamenca del XVI-XVIII. Está abierto todos los dias de 10 a 17'30 horas, excepto lunes que está cerrado, y la entrada varia entre 1000 y 4000 florines. A nuestras espaldas, la elegante arteria del bulevard Andrassy.
Tras verle de cerca el mostacho a Arpad, y darle vueltas a las columnatas, entramos al parque por Kos Karoly, la calle que arranca detrás del monumento, y atravesamos en diagona el espacio verde en dirección a los baños. El parque de Varosliget, además de los baños públicos Szechenyi, cuenta con el zoológico, un parque de atracciones, un circo, un lago artificial donde alquilar botes en verano, y una pista de patinaje sobre hielo en invierno, un Museo del transporte, y el afamado, clásico y clasista restaurante Gundel de 1910, donde se pueden degustar todos los platos típicos del país.
Todo esta ofera, hace lógicamente del parque de la ciudad, un espacio de ambiente muy muy familiar. Merece la pena un recorrido por las estatuas del parque, en especial para ver la misteriosa y conocida efigie del anónimo encapuchado sentado, situada en los terrenos del palacio de Vajdahunyad, dedicada a un posible monje capuchino, cronista de la época y notario real del rey Bela II o III, no se sabe bien.
Varosliget, el primer parque público de Budapest, se encontraba en las afueras de Budapest, siendo absorbido una vez la ciudad se fue extendiendo. Cronológicamente, hay que remontarse a los siglos XII-XIII, cuando el espacio era un pantano llamado Rakos Mezo, donde los reyes eran coronados; en el siglo XVI se dice que fue un coto de caza de los nobles; en el siglo XVII; tras la ocupación otomana, el espacio fue anexado a Pest por los Habsburgo,
y se pobló de árboles para convertirlo en un lugar de paseo de la aristocracia; en los siglos XVIII a XIX se convirtió en un parque de estilo inglés, y el emperador lo declaró "jardín nacional"; y finalmente en 1896 por cuestiones de espacio y de accesibilidad (Línea 1 metro), se decidió utilizar Varosliget para los eventos de la celebración del milenario de la nación, constuyéndose además tres edificios singulares: el palacio de Vajdahunyad, la capilla de Jak, y el palacio barroco de una familia de la aristocracia, actualmente el Museo de la Agricultura. Por los senderos paseando entre los árboles, llegamos a una hora perfecta y con placer anticipado, al siguiente punto de nuestro recorrido de la jornada, el edificio amarillo de los
(F) BAÑOS SZECHENYI (SZECHENYI FURDO)
Entre los muchos baños de esta ciudad termal, nos decidimos por los más populares, entre comillas, del parque de la ciudad, con la intención de disfrutar metidos hasta el cuello en el agua a unos 38º, de la temperatura exterior de unos 2-3º. Lo cierto es que el baño, rodeados de las naves neobarrocas del complejo mientras va anocheciendo, es un placer para el cuerpo y el espíritu. Haciendo un poco de historia, los baños Szechenyi, los únicos en Pest y de los más grandes de Europa, aunque se inauguraron en 1913, se remontan a un primer edificio construido en el lugar en 1881, donde se hallaba un pozo perforado a casi mil metros de profundidad en el año 1870, por la que salía el agua a unos 74 grados.
Por aquel entonces, los baños eran temporales y su nombre era el de "Baño artesiano" debido al tipo de pozo que suministraba el agua. Los pozos artesianos son los que perforan acuíferos impermeables en los que el agua contenida tiene tanta presión, que sube por sí misma sin necesidad de ser bombeada, brotando a la superficie como un surtidor. Aunque la denominación de pozo artesiano procede de Artois en Francia, donde en 1126 se perforó el más antiguo de Europa, en Siria y Egipto muchos siglos antes ya utilizaban esta técnica. En el Sahara se usan para suministrar agua a los oasis, y en España es famoso el de la preciosa fuente de Cella, en las cercanías de la sierra de Albarracín, excavado por los templarios asentados allí a finales del siglo XII.
Por el éxito del que disfrutaba el "Baño Artesiano" entre la población, en 1889 se decidió emprender una ampliación, que culminó con una inauguración en junio de 1913, que convirtió los baños en permanentes tras haberse construido la mayor parte de los edificios amarillos de hoy en día, y recibiendo su nombre actual. También se excavó otro pozo a una profundidad de 1250 metros, por el que brotaban mas de 6 millones de litros diarios de agua a 77 grados. Las piscinas al aire libre comenzaron a funcionar en 1927, y desde 1963 funcionan sin interrupción durante todo el año, haga el tiempo que haga. En 1982 se inauguró el departamento de fisioterapia junto al complejo, que funciona como un hospital de día. Al principio equipado con 40 camas y atendido por médicos experimentados y fisioterapeutas, provocó tanto interés que actualmente el número de camas se ha doblado. En 1999 se hizo una rehabilitación completa de las piscinas y filtros y sistema de circulación del agua y se añadieron equipos modernos de alta tecnología. En la actualidad, se realizan anualmente trabajos de renovación y rehabilitación, cerrándose parcialmente diferentes secciones cada año.
El agua de Szechenyi, de propiedades curativas, se caracteriza por su gran contenido de sodio, calcio, magnesio, fluor y azufre, beneficioso para dolencias del aparato locomotor, o sea huesos, articulaciones y músculos, y lesiones post-traumáticas. También se bebe ya que es indicada para enfermedades gástricas y la vesícula. Pasando de las cuestiones curativas, se puede asegurar que estar metido en ese agua es un gozo, y que cuando se sale al parque por la puerta, es notorio y evidente el bienestar y la relajación muscular que se nota en el cuerpo.
Tras pagar los 3200 florines (11 euros) de la entrada, en las taquillas del vestíbulo barroco de los baños, se entra a un pasillo de entrada a las termas, donde se recogen las perchas y te dirige a las cabinas con puerta de salida a las salas de taquillas, para dejar la ropa. Los armarios se cierran y se abren, pulsando directamente sobre el cierre, con la placa que lleva la pulsera que te proporcionan al pagar la entrada. Si te olvidas del número de taquilla, en la pared hay un lector por el que pasando la pulsera, te aparece. Nosotros nos llevamos bañador, y las toallas las cogimos del hotel sin problemas, incluso a instancias de los recepcionistas, que nos dijeron que a la vuelta nos las cambiaban por unas limpias.
Tras salir de las taquillas te encuentras una primera sala interior con tres piscinas, una grande central, y dos laterales, con el agua a diferentes temperaturas, unas duchas, y la puerta de salida a los 2º exteriores. Tras bajar las escalinatas amarillas, uno acelera para meterse en el agua de cualquiera de las tres piscinas exteriores existentes, una central para natación, en la que es preceptivo llevar gorro y está vigilada desde una garita, y dos de baño con jacuzzi y chorros de agua, que son las que contienen al 99% de las cabezas que asoman del agua. Aun así, el aforo está a la mitad, permitiendo espacio suficiente como para no sentirse incómodo en ningún momento. El origen de los bañistas es variado, y a groso modo se percibe una mezcla uniforme de aquincenses y turistas de diversas procedencias. Hay un par de partidas de ajedrez en la piscina, y algunos metidos en el agua o sentados en los escalones con vasos de cerveza. El vapor que emana de los cuerpos asciende inundándolo todo, junto a los chorros de agua que brotan de la fuente a la piscina, el entorno barroco de las naves laterales, y la luz cambiante del sol descendiendo, ofrece una visión y un ambiente de ensoñación y relax.
Los baños de Szechenyi, cuentan con un total de 3 piscinas exteriores y quince interiores. Las exteriores están abiertas de 6 a 22 horas y los baños de vapor y las termas de 6 a 19 horas, aunque hay que tener en cuenta que las taquillas son cerradas a las 6 de la tarde. Los spas de Budapest, ofrecen en los baños de Szechenyi, Gellert, Rudas, Kiraly, Lukacs, Dagaly, y Palatinus beach, un 20% de descuento en la entrada con la tarjeta Budapest Card.
Disfrutamos durante una hora y media en la piscina exterior, antes de pasar a las termas interiores, donde el olor a azufre es intenso, y la temperatura del agua menor. Sentados en los escalones sumergidos de los bordes, vemos la gente charlando, y a una oriental bajar las escaleras con el cuerpo totalmente cubierto con una sábana, e introducirse en el agua. Un rato después, entramos en las taquillas, pulsamos con la placa de la pulsera el cierre, recogemos, y entramos a las cabinas para cambiarnos. Devolvemos la percha, y aparecemos en el parque con el castillo de cuento de Vajdahunyad iluminado al otro lado. Con el cuerpo reparado, nos acercamos hasta el castillo encantado de Vajdahunyad, construido durante el milenario, en cuyo sendero hay montado otro mercadillo de navidad. El castillo, copia del rumano de mismo nombre de Hunedoara en Transilvania (Castillo de Hunyad) construido en 1320, es una mezcolanza góticorenacentistarománicabarroca (la reiteración del eclecticismo en un sinfín de edificios de Budapest, no deja lugar a duda de que les volvía locos el uso del picapica arquitectónico), que alberga el Museo de Agricultura.
En los terrenos del castillo está tambien, como dije en la reseña del parque de Varosliget, la estatua de Anonymus o Magister P (la P se supone que puede ser la inicial del nombre), monje, escritor, cronista y notario real de Bela II o Bela III, no se sabe. En la base se puede ver la inscripción “Anonymus = Gloriosissimi Belae Regis Notarius” (Anonymus, notario del glorioso rey Bela). Este personaje, autor de “La historia de los húngaros”, un manuscrito del 1200 mezcla de tradiciones, leyendas, fuentes antiguas e imaginación del escritor, sigue manteniendo el misterioso halo que le proporciona el desconocimiento de su identidad, ya que se especula con que pudo ser desde un par de cancilleres distintos hasta un obispo de Bosnia de la época. Para más inri, la superstición popular dice que tocar el lápiz trae buena suerte.
Tomamos camino de regreso, y pasamos por la pista de patinaje sobre hielo (Mujegpálya) pegada al castillo, que a la ida vimos con las pulidoras rodando sobre la superficie antes de la hora de apertura, y ahora vemos iluminada por un montón de focos, y animada por varias decenas de patinadores. Inaugurada en 1870 es la más grande de Europa. La pista está abierta anualmente desde mitad de Noviembre hasta finales de febrero, y en verano, se llena de agua y se convierte en lago para remar en botecitos. Abren a diario de 10 a 14h, y de 16 a 20h, y la entrada cuesta 1200 HUF entre semana, y 1400 los fines de semana, con taquilla incluida. Se pueden alquilar los patines por supuesto. Hay otra pista de hielo al aire libre (Jegterasz) en el distrito VIII, en el 9 de Kerepesi utca al lado del centro comerical Arena Plaza, con prácticamente los mismos precios, y cierran a medianoche. Para regresar al hotel a por una ducha, y a dejar las bolsas, volvemos a cruzas la plaza de los Héroes, y en la esquina de Andrassy, agarramos por primera vez en la parada de Hosok Tere, el
(G) METRO DEL MILENARIO LINEA I AMARILLA
La línea 1 fue abierta en el año 1896, con recorrido desde Vorosmarty Ter hasta Szechenyi Furdo, convirtiéndose en la segunda subterránea más antigua del mundo, tras la de Londres de 1863. Su inauguración con motivo de la celebración del milenario, hace que tome su nombre de "Millennium" (Millenniumi Foldalatti Vasut-M1).
La verdad es que los vagones de madera son entrañables, y las estaciones rehabilitadas de la época, son muy bonitas. Transbordamos a la línea 2 roja en la parada de la plaza Deak y bajamos en la esquina del Astoria, desde donde tenemos el hotel a 5 minutos. Como no hemos comido nada desde el desayuno, nos damos una ducha rápida, una cerveza, y nos vamos a la búsqueda en la calle Sip Utca esquina Wesselenyi, en el barrio judío donde estuvimos por la mañana, de uno de los restaurantes de la cadena, (H) HUMMUS BAR. Como no podía ser de otra manera, nos pedimos un plato de Falafel y otro de kebap. Los platos son abundantes y las albóndigas vegetarianas y la carne están buenas, pero el hummus no me convence, ya que está sobrecargado del Tahini (crema de sésamo), lo que le mata el sabor aparte de hacerlo tremendamente indigesto. Pero bueno, el fast food soluciona el tema comida, y el precio incluyendo un par de cervezas Dreher es económico. El dia lo rematamos acercándonos, como no, al ambiente de (I) VOROSMARTY, pero con la intención de realizar la compra de un par de regalos en los puestos del mercado. Fin del tercer día.