18 octubre Salta – Purmamarca
Queríamos comenzar la jornada bien temprano porque el plan del día era largo, pero tuvimos nuestro primer, y único, percance con el coche. Nos avisa un salteño que vamos con la rueda desinflada. Desocupa el maletero, saca la rueda de repuesto, cámbiala,... todo ello en mitad de la circulación de la calle Gral.Güemes. Y después hay que buscar un sitio dónde arreglen la rueda. Nos recomiendan una gasolinera cercana pero allí nos indican que tiene que ser en una “gomería”. Estos argentinos son bastante lógicos en sus expresiones, si vas a arreglar una goma de la rueda tiene que ser en una gomería, no como aquí en una tienda de neumáticos. Nos quedamos asombrados de lo que nos cobraron, 30 pesos. Con todo ello al final perdimos casi dos horas.
Nos dirigimos a S.S. de Jujuy a través de la RN.9, la de cornisa, con curvas casi constantes, todo el paisaje muy bonito y verde (vegetación de yungas y con árboles y plantas que crecen sobre otros árboles) pero no sé si realmente merece la pena este camino porque el conductor tiene que estar en constante tensión que se refleja en dolor de espalda y cuello.
Camino a la Quebrada de Humahuaca, Patrimonio de la Humanidad, a través del valle del Río Grande. Se entra a un mundo distinto dónde las montañas parecen pintadas, los kilómetros indican las distancias y las alturas y los lagos son de sal.
Al comienzo hay mucha vegetación, es también ambiente de yungas (con muchas precipitaciones) hasta llegar al pueblo de Volcán. Este nombre no se debe a que haya un volcán sino porque en esta zona se forman conos de aluviones de barro y piedra que descienden por las laderas dando lugar a estas elevaciones. Hay uno que llega a 500 m. y ello impide el paso de las lluvias cambiando completamente el paisaje. Pasado este pueblo ya comienzan a verse cerros coloreados en unos parajes de clima desértico de altura con abundancia de cactus.
Pasando Tumbaya, como a 13 km. hay que girar a la izquierda a la RN 52 y a 4 km. aparece Purmamarca, que pasamos de largo porque nos vamos a Salinas Grandes.
Vamos a subir desde los 2190 m. de Purmamarca hasta los 4170 m. del Abra de Porterillos y luego descender hasta los 3.500 m. de Salinas Grandes.
Subimos por la empinada y zigzagueante Cuesta de Lipán . Son unos 17 kilómetros salvando el mencionado desnivel. La carretera se encuentra bastante transitada, sobre todo de camiones cargados que se dirigen a Chile, por el paso de Jama, y de autobuses que vuelven de las salinas.
Un poco antes de llegar a la cima hay un mirador en el que se puede ver la vertiginosa, y bonita, cuesta en casi toda su extensión.
Comenzando el descenso las montañas van tomando colorido haciendo este tramo aún más bonito. Al poco ya empieza a verse a lo lejos el mar blanco. Antes de llegar observamos varias viviendas de adobe, que se confunden con el terreno, y nos preguntamos cómo puede vivir aquí gente, ya que no vemos agua por ningún sitio.
Estamos ante un gran mar de sal, si bien estas sales tienen su origen en una laguna con sales de procedencia volcánica que, al ir secándose, dio lugar a este marco de belleza de color blanco al que se une unos cielos azules, un aire puro, un silencio y una luz muy especiales que te dan una sensación de inmensidad que no puedes abarcar con tus sentidos. Estuvimos un rato haciendo el tonto con las fotos y los saltitos y nos comimos nuestro bocata a la poca sombra del maletero del coche. Y es que el sol calentaba bastante...., pese a la altura
Es un placer volver por el mismo sitio, viendo los mismos paisajes pero desde otro punto de vista.
En Purmamarca nos hospedábamos en una hostería llamada Sabor a Tierra, que, a lo peor, le han puesto este nombre por todo el polvo de las calles que la rodean.....
Se trata de un alojamiento barato, totalmente básico, pero que al menos esta limpio, en el baño todo funciona bien y las camas son cómodas. Nos atiende una señora, parca en gestos y palabras. Nos extrañan los comentarios de booking indicando la amabilidad de sus dueños, será que esta señora es una empleada nueva, pero el dueño, al día siguiente, no fue mucho más amable y tuvimos el peor desayuno de todo el viaje, un café con dos bollitos redondos y mantequilla.
Dejamos el equipaje y enseguida salimos a recorrer el camino de los Colorados porque pronto el sol se irá. Este camino es uno de los imperdibles de Purmamarca. Se puede iniciar desde dos puntos distintos, escogimos el que más le favorecía el sol del atardecer. Subiendo la calle Florida, al final encuentras un sendero que sube al cerro Porito ( más bien una loma) desde dónde se puede ver un lindo panorama del cerro, las casas del pueblo y el valle del rio. Bajando del cerro por el otro lado y siguiendo ruta te encuentras inmerso en este camino de unos 3 km. en el que la combinación de colores y caprichosas figuras gigantes talladas por la naturaleza ( sus nombres se dejan a la imaginación de cada uno que las contempla), crean un paraje único, a espaldas del pueblo y rodeando el cerro de colores. Predominan los colores rojizos arcillosos, de ahí el nombre de los Colorados. La excursión se va realizando por camino de tierra y todos los que estaban haciendo el recorrido, en un sentido u otro, iban a pie, y se finaliza en el centro del pueblo habiendo pasado antes por el cementerio.
Por la tarde el sol no realza los colores del Cerro de los Siete Colores pero es entonces cuando resplandecen otras muchas montañas que también parecen salidas de la paleta de un pintor. Acabábamos de comprobarlo.