Itinerario de la jornada sacado de GoogleMaps.
GORMAZ.
Era el último día de nuestro recorrido por tierras sorianas y el sol estaba anunciado, pero a horas tempranas todavía no había hecho su aparición. Dejamos El Burgo de Osma todavía coronado por la niebla, aunque ya podíamos ver algunos retazos del cielo azul. Nuestro siguiente destino era Gormaz (no tiene nada que ver con San Esteban de Gormaz, que habíamos visitado durante los dos primeros días del viaje –etapas anteriores-), ubicado a 15 kilómetros de El Burgo, apenas un cuarto de hora de viaje.
Eso era lo único que veíamos del castillo de Gormaz, una silueta muy al fondo, entre la niebla.
Sin embargo, según nos acercábamos el paisaje se volvía más borroso porque lo envolvía una niebla cada vez más espesa que apenas nos dejaba ver a unos pocos metros. Llegamos al pueblo de Gormaz casi a tientas porque prácticamente no veíamos la carretera. Empezábamos a plantearnos la posibilidad de cambiar el itinerario, ya que en semejantes condiciones poco íbamos a ver, cuando de pronto vi surgir a mi derecha, a un lado de la carretera y con toda claridad, la imagen del castillo, coronado por un cielo inmensamente azul. Las nubes quedaban por debajo, a la altura del pueblo, mientras que en el castillo lucía un sol espléndido. La excursión estaba salvada.
Al fin apareció el castillo, por encima de nosotros, iluminado por el sol.
Además del castillo, teníamos pensado ver la pequeña Ermita de San Miguel de Gormaz, que se encuentra en la ladera del montículo donde está el castillo. Se trata de un edificio prerrománico, construido a mitad del siglo XI y que cuenta con un bello conjunto de pinturas al fresco románicas. Sin embargo, un cartel en la puerta anunciaba que para favorecer las visitas del puente de la Constitución se había cambiado el lunes (día de cierre habitual) por el miércoles (día de nuestra visita). Pues nada, nuestro gozo en un pozo . Así que seguimos directos hacia el castillo, cuya vista impresiona ya desde lejos. Una vez allá arriba, nos encontramos como suspendidos entre las nubes, el reino de los cielos parecía, (un reino un poco derruido pero reino al fin y al cabo, jeje).
Antes de entrar a lo que queda del conjunto defensivo califal, viene bien repasar un poquito la historia de este recinto imponente ubicado en un paraje no menos espectacular.
Se trata de una fortaleza islámica califal que mandó edificar el califa Al-Haquem II a finales del siglo X sobre los restos de anteriores construcciones con la intención de reforzar las defensas del Duero ante los ataques de los incipientes reinos cristianos que avanzaban desde el norte. El lugar elegido no fue al azar ya que, como bien pudimos comprobar después, desde el cerro que se alza sobre el pequeño pueblo de Gormaz se tiene una amplísima visión de todas las tierras circundantes y adquirió una gran importancia estratégica cuando los cristianos avanzaron hacia el sur, obligaron a los musulmanes a establecer la llamada “Marca Media” (una especie de frontera a defender a cualquier precio), que tenía su centro principal en la fortaleza de Medinaceli. Por ello, este castillo fue muy disputado por ambos bandos, que lo conquistaron, perdieron y reconquistaron en diversas ocasiones, hasta que Fernando I lo tomó definitivamente para los cristianos en el año 1059, comenzando posteriormente la repoblación de la zona. En 1087 el Cid recibió la villa, el castillo sufrió bastantes reformas durante los siglos posteriores y en tiempos de los Reyes Católicos se dejó de utilizar para fines militares y se convirtió en cárcel.
La vista del conjunto, aun en ruinas como está hoy, sorprende por su tamaño, ya que se trata de la fortaleza musulmana más grande de Europa con 1.200 metros de perímetro, con murallas y torres cuadradas. Aunque de lo que debió ser el conjunto califal en su día queda poca cosa, merece la pena acercarse a verlo y darse una vuelta tranquila por todo el recinto, en el que se han realizado algunas obras de conservación. La visita es libre y gratuita y existen paneles informativos con un pequeño itinerario para seguir. Para los que no les guste la historia, simplemente por ver las amplias vistas de las tierras castellanas en torno al Duero ya les compensará subir hasta aquí, lo cual no es nada difícil porque se llega en coche por una pista asfaltada casi hasta la puerta, donde existe un espacio para aparcamiento. A ser posible, hay que elegir un día claro para apreciar mejor el panorama y si es laborable mejor que mejor para estar solos (o casi) en aquel solar inmenso, rodeados de murallas, puertas y torreones desmochados, que se recorren libremente al tiempo que se contemplan unas vistas magníficas... con permiso de la niebla.
Carretera de subida al castillo, zona de aparcamiento y camino peatonal de acceso.
Panorama con un gorro nebuloso.
El Alcázar está dividido en dos sectores: según se accede, a la derecha (lado este), se encuentra la que fue zona noble, donde residía el gobernador militar y los altos mandos. Esta zona fue muy reformada por los cristianos y comprende la torre del homenaje mudéjar, la torre de Almánzor, estancias señoriales del que fuera palacio califal, la sala de armas, un aljibe y una puerta de salida hacia el norte en forma de herradura.
Zona del antiguo palacio califal con la Torre del Homenaje y la de Almánzor.
La zona oeste era la que ocupaban los soldados que también cuenta con una alberca para la caballería. Aunque lo más destacado es la doble puerta con arcos de herradura de tipo califal, que era la entrada principal de la fortificación, a mi todas las puertas me parecieron de lo más interesante.
Puerta califal de doble arco, arriba; otras puertas, abajo.
La niebla se había disipado completamente y las vistas eran magníficas:
El pueblo de Gormaz es muy pequeñito y no vimos a nadie cuando pasamos por él ni a la ida, lo que no era extraño por la espesa niebla, ni a la vuelta, cuando ya lucía un sol espléndido. Sin embargo, justo a la entrada se puede parar para sacar una foto muy bonita del castillo.
El pueblo de Gormaz.
Vista del castillo desde el pueblo:
A continuación, teníamos la idea de visitar la Ermita de San Baudelio y Berlanga de Duero, pero las cosas no salieron como teníamos previsto y tuvimos que dejarlo para una siguiente ocasión, que llegó algunos meses después y cuyo relato dejo en otra etapa de este diario.
MEDINACELI.
Habíamos pasado una infinidad de veces por la A-2, contemplando un caserío en el alto de un cerro en cuya falda se asienta un núcleo urbano mayor y más moderno con un indicador junto a la carretera que pone “Medinaceli”. Pero nunca se nos había ocurrido parar a conocerlo. Unas imágenes en internet nos llevaron a saldar, por fin, aquella deuda. Y no quedamos defraudados, ni mucho menos.
A 75 kilómetros de Soria y 150 de Madrid por la A-2, la villa antigua se encuentra encaramada sobre un cerro en el valle del río Jalón. Aquí se encuentran todos los monumentos y sitios para visitar. Nada más llegar, vimos un panel informativo con el recorrido aconsejado. El recinto histórico es pequeño pero realmente bonito, uno de los más bonitos de la provincia de Soria, así que merece mucho la pena verlo. Pero vayamos por partes.
A 75 kilómetros de Soria y 150 de Madrid por la A-2, la villa antigua se encuentra encaramada sobre un cerro en el valle del río Jalón. Aquí se encuentran todos los monumentos y sitios para visitar. Nada más llegar, vimos un panel informativo con el recorrido aconsejado. El recinto histórico es pequeño pero realmente bonito, uno de los más bonitos de la provincia de Soria, así que merece mucho la pena verlo. Pero vayamos por partes.
Panel informativo municipal con el itinerario de visita aconsejado.
Su origen proviene de la celtíbera Occilis, que fue conquistada por los romanos en el siglo II a.C. En esta época adquirió bastante importancia y de entonces data uno de sus principales monumentos: el Arco del Triunfo. El nombre de Medinaceli procede de la época de dominación musulmana, cuando se llamaba Medina Selim y se convirtió en un importante centro defensivo de la línea del Duero contra los cristianos, que avanzaban desde el norte. De aquí salió Almanzor hacia la decisiva batalla que perdió en Calatañazor y aquí regresó, herido, para morir en el año 1002. Su historia fue similar a la de otras poblaciones de la zona: fue repoblada en el siglo XII, Alfonso VII de Castilla le concedió fueros, Enrique II de Castilla la convirtió en condado y los Reyes Católicos en ducado. Sin embargo, con la pérdida de importancia estratégica comenzó su declive, que tuvo como consecuencia una inevitable pérdida de habitantes. En el siglo XX el principal núcleo de población se trasladó a la falda del risco, junto a la carretera, por el clima extremo (especialmente el frío invernal) que se padecía en la ciudad antigua. Actualmente cuenta con unos 1.000 habitantes.
En la ciudad antigua hay varios restaurantes, algunos de muy prometedora gastronomía, por cierto. Sin embargo, cuando llegamos aquel miércoles casi gafado nos encontramos con las calles prácticamente vacías y todos los restaurantes cerrados excepto uno donde se arremolinaban los clientes en torno a unas pocas mesas: era evidente que todos los visitantes del día de Medinaceli estaban allí. Desde el exterior, al ver sus caras de penosa resignación lindando ya con la desesperación, decidimos dejar el almuerzo para más tarde (aunque se convirtiese ya en merienda) y fuimos a dar una vuelta por una villa que parecía sacada de una película de otros tiempos. Además de pasear por sus estrechas calles empedradas y asomarse al borde del risco para ver el panorama alrededor, pudimos ver los monumentos más destacados que son los siguientes:
Arco del Triunfo Romano.
Se construyó entre los siglos I y III d.C. y es el único en España que cuenta con tres arcos. Formaba parte de la calzada procedente de Cesaraugusta (Zaragoza). Una auténtica maravilla, más ahora que se ha restaurado.
Las dos caras del arco romano.
Castillo de Medinaceli.
Quedan unos pocos restos. Fue alcazaba árabe y residencia de los condes de Medinaceli hasta que éstos se trasladaron al Palacio Ducal, en la Plaza Mayor.
Plaza Mayor.
Es muy grande y aquí estaba el foro romano, del cual se recuperaron algunos hermosos mosaicos. Actualmente está restaurada y pavimentada, y la conforman algunos de los edificios más bellos de la población, como el Palacio Ducal de los siglo XVI y XVII (encontré su fachada renacentista un tanto deslucida, como descuida, la verdad) y la Alhondiga, edificio del siglo XVI con galerías exteriores, donde se almacenaba antiguamente el trigo.
Plaza Mayor.
Vista lateral del Palacio Ducal.
Iglesia-Colegiata de Santa María.
Edificio gótico de mediados del siglo XVI. Estaba cerrada cuando fuimos así que no visitamos el interior.
Además de los anteriores, está el Convento de Santa Isabel del siglo XVI, el Beaterio de San Román (se piensa que pudo ser la sinagoga) que está en ruinas y varios restos árabes, como la nevera y un arco. Es muy interesante seguir el paseo de ronda por la muralla, donde se aprecian diversos niveles de construcción desde la época romana en adelante; además se contemplan unas vistas muy amplias del valle del Arbujuelo, cuya mención figura tres veces en el Cantar del Mío Cid. Estas menciones se encuentran escritas en varias calles del pueblo.
Vista panorámica desde la zona del arco romano, con el núcleo urbano nuevo abajo.
Por supuesto, Medinaceli es Conjunto Histórico-Artístico. Y bien que se lo merece, muy bonito y recomendable, sobre todo pasear tranquilamente por sus calles, mucho mejor en día de diario, cuando no hay apenas nadie. Por la cantidad de restaurantes que vimos (cerrados aquel día para nuestro pesar), debe ser un sitio muy concurrido los fines de semana.
Terminada la visita, bajamos a comer al núcleo moderno, donde nos atendieron en un restaurante de carretera. No llegamos a tiempo de tomar el menú diario (se había pasado la hora), así que pedimos unas raciones (muy buenas) para contentar a nuestros maltrechos estómagos.
Por cierto que desde la carretera que desciende a la población moderna (incluso desde ésta) se tienen una preciosas vistas de la ciudad antigua con su arco romano al frente.
Y, de momento, aquí acabó nuestro periplo por tierras sorianas. Pero sin duda habrá más etapas que añadir en algún momento porque nos gustó mucho todo lo que vimos y se nos quedaron demasiadas cosas pendientes.
Este fue nuestro recorrido completo, sacado de GoogleMaps.