Hvar – Drvenik – Dubrovnik. 219 kms
La ciudad de Hvar es muy pequeña y gira toda ella en torno a un pequeño puerto. El centro de la ciudad está amurallado y en su interior podemos encontrar restos de antiguos palacios pertenecientes a la antigua aristocracia de la ciudad. Lo alto de la ciudad se encuentra presidido por un castillo al cual se accede andando y posee una de las mejores vistas de toda la ciudad.
Nos levantamos a las 8:45, abrimos las contras de la terraza y contemplamos las maravillosas vistas de la la bahía de Hvar y de las islas Pakleki. Nos sentamos un rato en la terraza, luego nos damos una ducha, vamos a pagar a la señora, recogimos las cosas y las metimos en el coche. La señora muy amablemente nos dijo que lo podíamos dejar en la casa hasta la hora que quisiéramos.
Bajamos las escaleras y llegamos al puerto. Caminamos bordeando la bahía y viendo la gran fortaleza de fondo, ahora de día. A mano derecha está la plaza principal con la Catedral.
Al otro lado opuesto de la plaza vemos La Torre del Reloj, La Logia y el Palacio Hektorovic con ventanas de estilo veneciano. Todos los edificios son del siglo XV. En el Arsenal se construyó el primer teatro público de los Balcanes.
Recorremos las calles estrechas todas ellas de piedra blanca decoradas con plantas y con pequeñas tiendas y restaurantes. Es un lugar muy relajante pues estamos todavía en temporada baja.
Nos sentamos en una terracita a tomarnos un café y disfrutar de las vistas del puerto lleno de barcos.
Paseamos por el otro lado del puerto rodeando un pequeño camino de ronda donde nos encontramos con unos antiguos baños de los años 30. En la actualidad se encuentran en desuso pero la gente se acerca a tomar el sol pues hay zonas con plataformas de madera junto al mar para tomar el sol.
El paseo que va bordeando toda la bahía al lado del mar es muy chulo, y lo que más nos impresionó es azul del agua. Transparente, azul, limpio. Hasta en el propio puerto lleno de barcos el agua era impresionante. Caminando por este paseo llegamos hasta el hotel Amfora.
Al igual que la ciudad de Hvar, la bahía de Amfora está súper protegida del oleaje gracias al amparo de las islas que se sitúan justo enfrente
Sitio idílico donde los haya, la Bahía de Amfora es una resguardada y coqueta bahía que la caprichosa costa de la isla de Hvar ha dibujado a lo largo de los años. 10 minutos a pie desde el centro histórico de la ciudad de Hvar son suficientes para llegar a este bello y recóndito lugar. Es un entorno natural incomparable, quizás lo único que rompe la armonía y encanto de la bahía es el monstruoso (pero bonito...) resort vacacional de lujo situado sobre la misma bahía, un hotel que no deja indiferente a nadie que pasa por allí; de hecho, el paseo que va bordeando la costa desde el centro de Hvar hasta esta bahía y más adelante, pasa justo por encima de la zona de piscina exterior del hotel, con sus cataratas, con lo que nos paramos para curiosear y sacar unas fotos. Es más, el hotel "Amfora Bay" toma el nombre oficial de la bahía sobre la que se asienta, y la coqueta playa de guijarros de la bahía se puede decir que es casi la playa privada del propio hotel.
Tras pasar la zona del hotel, el paseo continua bordeando el mar hasta llenar a una zona llena de discobares (cerrados en octubre, solo abren la temporada de verano), al aire libre, con sus amacas, sofás y demás comodidades.
Llegamos hasta aquí, nos sentamos un rato en uno de los “sofás” a contemplar el bello paisejw y las islas Pakleni (islas del diablo) enfrente, sacamos unas fotos y como ya era la 1 de la tarde, decidimos regresar, borbeando nuevamente el mar, hasta la casa para coger el coche y emprender el camino de subida a la fortaleza del siglo XVI conocido por Spanjola (fortaleza española). Desde aquí hay vistas IMPRESIONANTES de toda isla y vistas Hvar desde la fortaleza de Españacon islas Pakleni al fondo
Después de recorrer la capital (Hvar) y quedar impresionados, continuamos hacia Stari Grad. Su significado es “ciudad vieja” y es que esta ciudad es más antigua que la propia Hvar. Todos los ferrys que salen de Split llegan a Stari Grad, pero al estar el puerto algo apartado de la ciudad muchas veces pasa inadvertido. Aunque no puede competir con la elegancia y fama de su vecina. Stari Grad no merece mucho la pena, así que dimos un paseo y en media hora nos fuimos.
Continuamos para Jelsa a 27 km de Hvar en dirección a Sucuraj (donde más tarde cogeremos el ferry).
El pueblo es pequeñito, pero la zona se encuentra rodeada de amplios pinares y en sus proximidades podemos encontrar varias playas y calas. Dimos un paseo por el puerto y continuamos en coche por la carretera que bordea el mar entre un bosque, hacia las afueras, a 2 kms a una calita, muy tranquila, en un pinar y con el agua totalmente limpia y transparente. Allí nos dimos unos bañitos, comimos unos bocatas y descansamos un par de horitas.
Eran ya las 16:00 de la tarde y todavía nos quedaban unos 50 kms hasta Sucuraj, así que decimos continuar rumbo para llegar con tiempo a coger el ferry. Hicimos una parada en Cala de Zensisca, a 3 kms de Jelsa para contemplar las vistas y sacar unas fotos, luego volvimos a parar en Playa Mina que da nombre al camping Kamp Mina y continuamos por la carretera entre el mar y la montaña y tras un acusado ascenso de vistas fenomenales (en la cual realizamos una parada para realizar fotos) llegamos al cruce de Prokriveik, donde nos desviamos para realizar una última parada de 10 minutos (no merece la pena. Además desde la “carretera general” hasta el pueblo la carretera es mala, estrecha y con curvas).
A las 17:15 ya estábamos en Sucuraj, dejamos en coche en la cola para subir al ferry (estábamos los 9º) y nos fuimos a una terracita a tomarnos unas cervezas y enviar un email a los apartamentos San de Dubrovnik para ver si tenía sitio para esa noche.
A las 17:50 regresamos al coche, y que sorpresa cuando llegamos que teníamos una fila de coche detrás larguísima y un autobús de giris. A las 17:55 empezaron a subir los coches al ferry, que por cierto, cogieron justo, justo, si llega un coche más no entra. El ferry salió puntual a las 18:00 y a las 18:30 ya estábamos de nuevo en Drvenik y cogiendo carretera para Dubrovnik.
Ya era de noche cerrada. Miramos el correo y vimos que nos habíamos contestado de los apartamentos San, diciendo que no tenían apartamentos, pero si habitaciones con baño en el mismo sitio (realmente eran de una vecina, pero hablamos siempre con la señora de los apartamentos San).
Llegamos, llamamos al señor para que metiera el coche en el patio (ya tiene callo en estas cosas, porque no creo que haya nadie capaz de ello, jeje). La habitación era muy chula. Bajamos las maletas del coche, nos dimos una ducha rápida y al salir nos encontramos de vecinos a unos españoles de Castellón. Charlamos un ratito con ellos y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad vieja de Dubrovnik y a cenar.
A las 22:15 nos sentamos a cenar en la terraza de la pizzería Oliva. Luego nos dimos un paseo, nos tomamos un café y a las 24:00 nos fuimos a dormir.
Nos levantamos a las 8:45, abrimos las contras de la terraza y contemplamos las maravillosas vistas de la la bahía de Hvar y de las islas Pakleki. Nos sentamos un rato en la terraza, luego nos damos una ducha, vamos a pagar a la señora, recogimos las cosas y las metimos en el coche. La señora muy amablemente nos dijo que lo podíamos dejar en la casa hasta la hora que quisiéramos.
Bajamos las escaleras y llegamos al puerto. Caminamos bordeando la bahía y viendo la gran fortaleza de fondo, ahora de día. A mano derecha está la plaza principal con la Catedral.
Al otro lado opuesto de la plaza vemos La Torre del Reloj, La Logia y el Palacio Hektorovic con ventanas de estilo veneciano. Todos los edificios son del siglo XV. En el Arsenal se construyó el primer teatro público de los Balcanes.
Recorremos las calles estrechas todas ellas de piedra blanca decoradas con plantas y con pequeñas tiendas y restaurantes. Es un lugar muy relajante pues estamos todavía en temporada baja.
Nos sentamos en una terracita a tomarnos un café y disfrutar de las vistas del puerto lleno de barcos.
Paseamos por el otro lado del puerto rodeando un pequeño camino de ronda donde nos encontramos con unos antiguos baños de los años 30. En la actualidad se encuentran en desuso pero la gente se acerca a tomar el sol pues hay zonas con plataformas de madera junto al mar para tomar el sol.
El paseo que va bordeando toda la bahía al lado del mar es muy chulo, y lo que más nos impresionó es azul del agua. Transparente, azul, limpio. Hasta en el propio puerto lleno de barcos el agua era impresionante. Caminando por este paseo llegamos hasta el hotel Amfora.
Al igual que la ciudad de Hvar, la bahía de Amfora está súper protegida del oleaje gracias al amparo de las islas que se sitúan justo enfrente
Sitio idílico donde los haya, la Bahía de Amfora es una resguardada y coqueta bahía que la caprichosa costa de la isla de Hvar ha dibujado a lo largo de los años. 10 minutos a pie desde el centro histórico de la ciudad de Hvar son suficientes para llegar a este bello y recóndito lugar. Es un entorno natural incomparable, quizás lo único que rompe la armonía y encanto de la bahía es el monstruoso (pero bonito...) resort vacacional de lujo situado sobre la misma bahía, un hotel que no deja indiferente a nadie que pasa por allí; de hecho, el paseo que va bordeando la costa desde el centro de Hvar hasta esta bahía y más adelante, pasa justo por encima de la zona de piscina exterior del hotel, con sus cataratas, con lo que nos paramos para curiosear y sacar unas fotos. Es más, el hotel "Amfora Bay" toma el nombre oficial de la bahía sobre la que se asienta, y la coqueta playa de guijarros de la bahía se puede decir que es casi la playa privada del propio hotel.
Tras pasar la zona del hotel, el paseo continua bordeando el mar hasta llenar a una zona llena de discobares (cerrados en octubre, solo abren la temporada de verano), al aire libre, con sus amacas, sofás y demás comodidades.
Llegamos hasta aquí, nos sentamos un rato en uno de los “sofás” a contemplar el bello paisejw y las islas Pakleni (islas del diablo) enfrente, sacamos unas fotos y como ya era la 1 de la tarde, decidimos regresar, borbeando nuevamente el mar, hasta la casa para coger el coche y emprender el camino de subida a la fortaleza del siglo XVI conocido por Spanjola (fortaleza española). Desde aquí hay vistas IMPRESIONANTES de toda isla y vistas Hvar desde la fortaleza de Españacon islas Pakleni al fondo
Después de recorrer la capital (Hvar) y quedar impresionados, continuamos hacia Stari Grad. Su significado es “ciudad vieja” y es que esta ciudad es más antigua que la propia Hvar. Todos los ferrys que salen de Split llegan a Stari Grad, pero al estar el puerto algo apartado de la ciudad muchas veces pasa inadvertido. Aunque no puede competir con la elegancia y fama de su vecina. Stari Grad no merece mucho la pena, así que dimos un paseo y en media hora nos fuimos.
Continuamos para Jelsa a 27 km de Hvar en dirección a Sucuraj (donde más tarde cogeremos el ferry).
El pueblo es pequeñito, pero la zona se encuentra rodeada de amplios pinares y en sus proximidades podemos encontrar varias playas y calas. Dimos un paseo por el puerto y continuamos en coche por la carretera que bordea el mar entre un bosque, hacia las afueras, a 2 kms a una calita, muy tranquila, en un pinar y con el agua totalmente limpia y transparente. Allí nos dimos unos bañitos, comimos unos bocatas y descansamos un par de horitas.
Eran ya las 16:00 de la tarde y todavía nos quedaban unos 50 kms hasta Sucuraj, así que decimos continuar rumbo para llegar con tiempo a coger el ferry. Hicimos una parada en Cala de Zensisca, a 3 kms de Jelsa para contemplar las vistas y sacar unas fotos, luego volvimos a parar en Playa Mina que da nombre al camping Kamp Mina y continuamos por la carretera entre el mar y la montaña y tras un acusado ascenso de vistas fenomenales (en la cual realizamos una parada para realizar fotos) llegamos al cruce de Prokriveik, donde nos desviamos para realizar una última parada de 10 minutos (no merece la pena. Además desde la “carretera general” hasta el pueblo la carretera es mala, estrecha y con curvas).
A las 17:15 ya estábamos en Sucuraj, dejamos en coche en la cola para subir al ferry (estábamos los 9º) y nos fuimos a una terracita a tomarnos unas cervezas y enviar un email a los apartamentos San de Dubrovnik para ver si tenía sitio para esa noche.
A las 17:50 regresamos al coche, y que sorpresa cuando llegamos que teníamos una fila de coche detrás larguísima y un autobús de giris. A las 17:55 empezaron a subir los coches al ferry, que por cierto, cogieron justo, justo, si llega un coche más no entra. El ferry salió puntual a las 18:00 y a las 18:30 ya estábamos de nuevo en Drvenik y cogiendo carretera para Dubrovnik.
Ya era de noche cerrada. Miramos el correo y vimos que nos habíamos contestado de los apartamentos San, diciendo que no tenían apartamentos, pero si habitaciones con baño en el mismo sitio (realmente eran de una vecina, pero hablamos siempre con la señora de los apartamentos San).
Llegamos, llamamos al señor para que metiera el coche en el patio (ya tiene callo en estas cosas, porque no creo que haya nadie capaz de ello, jeje). La habitación era muy chula. Bajamos las maletas del coche, nos dimos una ducha rápida y al salir nos encontramos de vecinos a unos españoles de Castellón. Charlamos un ratito con ellos y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad vieja de Dubrovnik y a cenar.
A las 22:15 nos sentamos a cenar en la terraza de la pizzería Oliva. Luego nos dimos un paseo, nos tomamos un café y a las 24:00 nos fuimos a dormir.