Despertamos en un bonito pueblo entre montañas y con un sol estupendo esperándonos. Desayunamos tranquilamente y bajamos el valle para visitar el pueblo de Oberammergau. Una vez allí aparcamos junto al río, donde hay mucho espacio de aparcamiento junto a la oficina de turismo.
Oberammergau es mundialmente conocido por la representación de la pasión de Cristo que realizan cada diez años, aunque yo jamás había oído hablar de ello. Allá por el año 1633 toda la zona sufrió una epidemia de peste y los habitantes de Oberammergau hicieron la promesa de que si se salvaban harían esta representación en agradecimiento. Así, desde entonces y cada diez años, buena parte del pueblo participa en una gran obra de teatro a la que asisten miles de personas.
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El pueblo es también conocido por ser un gran museo al aire libre. Muchas de las fachadas de las casas del centro, y alguna de las afueras, están decoradas con frescos. Lo que en el siglo XVIII era una manera de mostrar la riqueza de la familia se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos hoy día.
Encontramos frescos que representan palacios, con motivos religiosos, cuentos... cada casa tiene su estilo particular, con más o menos decoración. Es un placer perderse por sus calles admirando las fachadas y también la madera tallada de los balcones de madera.
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Antes de marcharnos del pueblo decidimos comer algo, en la zona más céntrica hay bastantes restaurantes con precios algo elevados, pero alejándonos un poquito encontramos el Gasthof zur Rose, un hotelillo con restaurante donde comimos la mar de bien a un precio más adecuado, terminando con un pastel de manzana espectacular. La dueña es muy simpática e incluso habla algo de español, estuvimos un buen rato charlando sobre como en la zona de Bavaria, según ella, la gente no es muy abierta, pero justamente en Oberammergau hay una base de la OTAN, por lo que las personas que viven allí son de muchísimas nacionalidades y hacen de este pueblo un lugar de mentalidad más abierta.
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Desde Oberammergau seguimos dirección Garmisch-Partenkirchen, con idea de visitar Mittenwald, otro pueblo que por lo que habíamos visto debía ser un estilo a Uberammergau, pero somos tan desastre que tomamos la carretera que no era y nos lo dejamos atrás, una pena.
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Cuando nos dimos cuenta el rodeo que había que dar era demasiado largo, así que decidimos seguir el camino, recorriendo las carreteras del oeste de Austria, cruzando la zona del Tirol y disfrutando de unos preciosos valles, montañas y la poca nieve que había empezado a caer.
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Recorrimos unos 190 km, parando nada más que a disfrutar de las vistas y en algún supermercado, y ya por la tarde llegamos a Vaduz, capital de Liechtenstein, ese pequeño país que parece perdido entre montañas y del que poco sabíamos. Nos encontramos con una ciudad pequeña, aunque eso si, repleta de tiendas y coches de lujo. Y es que Liechtenstein es considerado un paraíso financiero, aunque también tienen importantes ingresos del turismo.
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Nos pareció que la ciudad es más interesante por su ubicación, en un bonito valle entre montañas, que por ser una ciudad bonita, más bien la encontramos un poco sosa.
Sobre una colina y dominando la ciudad está el castillo del siglo XII, aunque cerrado al turismo, por lo que lo mejor que ofrece es una bonita imagen que contrasta con los edificios más modernos de la ciudad.
Paseamos por la calle principal, donde hay unos pocos edificios interesantes y algunas esculturas, entre ellas una voluptuosa mujer de Botero, y una especie de exposición, supongo que temporal, de sellos del país representados como carteles en el suelo, una forma curiosa pero interesante.
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Como no nos entusiasmó mucho volvimos a Austria, ya que pasaríamos la noche en Feldkirch, justo en la frontera. Reservamos en un youth hostel, el Jugendherberge Feldkirch. Ocupa un edificio medieval muy bien restaurado y, aunque eran habitaciones compartidas, el sitio estaba muy bien cuidado y limpio. Está más o menos cerca de la zona centro, a la que se puede ir andando en una media hora o en bus.
Salimos a pasear y a cenar por el pueblo de estilo medieval y con algunos monumentos como el castillo, una torre de defensa y la catedral. Vimos más ambiente que en la mayoría de sitios que habíamos visitado, sobretodo siendo ya casi de noche. Encontramos un par de sitios junto al río donde disfrutar de una buena cerveza y volvimos al hostel dando un paseo por las calles ya casi desiertas.
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