Berlín en 4 días ✏️ Blogs de AlemaniaVisita a Berlín en 4 días completos (5 noches).Autor: Silvi_1982 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.4 (17 Votos) Etapas 1 a 3, total 5
Esa Semana Santa el destino elegido fue Berlín ya que a mi novio y a un amigo suyo les encanta la ciudad por una simple razón ociosa: el juego de Call of Duty, que tiene planos de la ciudad destruida tal y como quedó tras la II Guerra Mundial.
Así que las dos parejas pusimos rumbo a Berlín con EasyJet y llegamos allí de noche, pasadas las 23:30, al aeropuerto de Schönefeld. Decidimos coger un taxi colectivo que nos salió bien de precio, 21€ por el trayecto hasta el hotel, el Park Blub Berlín, un hotel de 4* en el barrio de Neukölln, junto a la parada de metro de Grenzallee (línea U1). Nos dieron habitaciones en distintas plantas, fue la única pega, pero qué se le iba a hacer. La nuestra estaba en el primer piso, con vistas al jardín interior del hotel; era una habitación amplia, con televisión, minibar, escritorio y baño completo. Terminamos de preparar el itinerario del día siguiente y nos fuimos a dormir. Etapas 1 a 3, total 5
Nos levantamos temprano y lo primero que hicimos fue ir a desayunar: compramos unos zumos en una tienda cercana y a continuación nos acercamos a un kiosco de currywurst donde pudimos probar tan delicioso manjar. Además, muy barato: una salchicha con patatas por 2€ y la cerveza 1€. Terminamos de comer antes de entrar al metro y luego pudimos comprobar que la gente come y bebe dentro y es lo más normal, sin embargo en Madrid la gente mira a mal a quien come o bebe algo que no sea agua dentro del vagón.
Bajamos al andén y en una de las máquinas sacamos un billete de grupo para todo el día (Kleinegruppekarte), sirven para grupos de hasta 5 personas (nosotros éramos cuatro) y nos costó 16,20€, por lo que nos compensaba mucho más que comprar un billete cada uno de día o uno de varios viajes. Las máquinas están a la entrada de las estaciones (no hay tornos) y se pueden usar en español seleccionando la opción Sprache. A continuación, el ticket hay que validarlo una vez en otra máquina amarilla más pequeña, y ya sirve para todo el día. Mucho ojo con no picarlo porque hay revisores vestidos de paisano como pudimos comprobar nada más montarnos en el vagón: un chico se levantó, mostró su acreditación y exigió todos los billetes; a nuestro lado iba un chico que hablaba algo de español que no llevaba el billete y nos explicó que tenía que salir con el revisor y la multa era de 40€. Por fin llegamos a Alexanderplatz. No es una gran plaza, en el sentido de una plaza monumental, pero es el centro neurálgico de la ciudad y aquí se encuentran dos iconos de la ciudad: la torre de la televisión (Fernsehenturm) y el reloj mundial: Seguimos caminando y nos encontramos con la fuente de Neptuno (Neptunbrücke) a la derecha y el Ayuntamiento Rojo a la izquierda (Rotes Rathaus). En Berlín hay varios ayuntamientos, y esto se debe a que antiguamente, lo que hoy son distritos, eran municipios independientes cada uno con su propio ayuntamiento. Continuamos caminando con una parada junto a la Berliner Dom para descansar y tomar algo fresco (¡30ºC vimos!). La catedral llama la atención por su estilo pero, sobretodo, porque quedó destruida tras la II Guerra Mundial y tardaron muchos años en reconstruirla. De hecho, la cruz en el campanario central se colocó hace muy pocos años (se puede ver la historia gráfica de la catedral en su interior, subiendo hacia la cúpula, por 5€). El interior es bonito, no es tan austero como otras catedrales e iglesias no católicas. Y desde la cúpula se pueden obtener buenas vistas de la ciudad desde todos sus ángulos: torre de la TV, Ayuntamiento Rojo, Sinagoga, Reichstad, Iglesia de Santa Eduvigis, etc. Los jardines que hay delante de la fachada principal estaban llenos de gente y son un buen lugar para relajarse. Se encuentran en la isla de los museos, donde están el Altes y Neues Museum, Bodenmuseum y Pergamo. Ya por fin entramos en la avenida Unter den Linden y aquí hay que mirar a ambos lados de la calle, ya que hay toda clase de edificios y monumentos. Yendo por la acera de la derecha en sentido hacia la puerta de Brandemburgo , a la derecha lo primero que se encuentra es la Neue Wache con una Piedad, una madre que sostiene a su hijo herido. A la izquierda queda la biblioteca nacional. Continuando por la derecha, lo siguiente es la universidad Humboldt, donde cabe destacar parte de su entrada: Enfrente se encuentra la catedral de Santa Eduvigis: En este momento, y con el hambre apretando, decidimos parar a comer ya muy cerca de la puerta de Brandemburgo, cerca de la estación de tren de Unter den Linden. Al acabar, nos fuimos a la Pariser Platz, donde está la famosa puerta de Brandemburgo, llena de gente y de figurantes para hacerse fotos con ellos, incluso calesas para dar una vuelta por los alrededores. Conseguir una foto solitaria era demasiado difícil. Ahí nos quedamos un rato largo contemplando el monumento sin saber que frente al Reichstag hay una explanada donde tumbarse al sol. Llegamos y nos pusimos en la cola, pero era demasiado larga y decidimos dejarla, acercarnos a la Estación Central (Deutsche Hauptbahnhof) a comprarnos un helado y tomárnoslo sobre el césped delante del Reichstag. La Estación Central es un edificio de cristal que se reconstruyó hace unos años, junto al río Spree en cuya orilla se instalan terrazas cuando hace buen tiempo. Todo este recorrido lo hicimos andando, es cansado, pero merece la pena. Compramos algo de cena y nos fuimos al hotel, dando por finalizado el primer día en Berlín. Etapas 1 a 3, total 5
Amanecimos con un día nublado y más frío que el anterior, con ganas de visitar sitios nuevos pero sientiendo un gran respeto por el primer sitio que íbamos a visitar: el campo de concentración de Sachsenhausen.
Llegamos en metro a Friedrichstrasse, donde está la oficina de Avis en la que reservamos el coche de alquiler para ese día. Cerca de la oficina de alquiler se encuentra el centro comercial Galeries Lafayette y cómo no, las chicas nos metimos rápidamente de compras, aunque los precios son bastante más altos que en España aunque lo mejor es que hay una librería francesa donde comprar libros, lógicamente en francés, a precios muy buenos. Salí con unos cuantos, en concreto los que cuentan las historias del pequeño Nicolás (Le petit Nicolas), el Manolito Gafotas francés. Ya por fin nos pusimos en la carretera y pudimos comprobar cómo son las autopistas alemanas sin límite de velocidad. Nos llamó mucho la atención la amabilidad de los conductores alemanes que te ceden el paso en el cambio de carril o que no te pitan si en el último momento hay que tomar una salida. Con alguna dificultad llegamos a Oranienburg, el pueblo en el que se encuentra el campo de concentración. Para encontrar el lugar no hay que buscar nada con el nombre de Sachsenhausen, ya que en los carteles aparece como Gedenkstätte (memorial). El campo de Sachsenhausen era de concentración, es decir, no era de exterminio como Auschwitz o Mauthausen, aunque aquí también se exterminó a la gente prisionera. Es uno de los campos más pequeños pero fue el de mayor importancia ya que desde aquí se daban las órdenes al resto de los campos de concentración y exterminio. Entre los prisioneros que aquí llegaron, hubo 7500 españoles de los que 3500 murieron. Entre los prisioneros españoles estuvo Francisco Largo Caballero, como preso político. Al entrar alquilamos un par de audioguías y comenzamos la visita por un pequeño museo en el que se exponen objetos recogidos tras la liberación del campo así como dibujos que hicieron algunos prisioneros sobre la vida en el campo. De camino hacia la entrada al campo se pueden ver a la derecha las casas en las que residían los oficiales de las SS, de color verde, derruidas por el paso del tiempo. Nada más llegar a la pequeña explanada que hay frente a la entrada del campo, se encuentra la verja con la famosa inscripción Arbeit macht frei con el monumento a todos los prisioneros fallecidos al fondo. Sólo hay dos barracones que pueden visitarse, lo que fue la enfermería y lo que fue la cocina. Por dentro son museos con exposición de objetos y con el pase de una película de media hora que cuenta la historia del campo. Se pueden ver literas, horcas, ataúdes, trajes e imágenes reales no muy agradables de mirar. En esta imagen se explica que a los prisioneros se les obligaba a desfilar por delante de los fallecidos para que "aprendieran" a no repetir sus "errores": También se puede visitar una de las torres de vigilancia, pero realmente no hay mucho que ver dentro: Una de las zonas más espeluznantes de la visita, por no decir la más espeluznante, es la estación Z, es decir, la cámara de gas y el crematorio. Recibía el nombre de Estación Z debido a que se entraba vivo al campo por el edificio A y se salía muerto, de A a Z. También se visita la cárcel y las horcas que quedan en pie. Ya salimos de allí, bastante descompuestos y cansados tras 4 horas de visita (y eso que es el campo más pequeño de los existentes), así que nos acercamos de nuevo al pueblo a hacer compra en un supermercado y luego compramos la comida en un kebab y nos montamos un picnic en un parque cercano. Y hablando de supermercados, compramos sacarina Natreen, muchísimo más barata que en España y chocolates Lindt mucho más baratos también y de sabores que aquí tampoco se encuentran (rellenos de arándanos, de frambuesas, etc.). Después de descansar un poco y reponernos, nos fuimos a visitar la Zitadelle del barrio de Spandau ya en Berlín, otro de esos barrios que en su día fue un municipio independiente con su propio ayuntamiento. El museo en su interior ya estaba cerrado pero la entrada a los jardines y patios era libre. Y ya de ahí nos fuimos a Potsdam. Cuando llegamos nos encontramos con todos los palacios tapados por obras, con todo el centro de la ciudad levantado por las obras, así que sólo pudimos ver el barrio holandés y el Neue Garten, donde pudimos ir a ver el palacio Cecilienhof, célebre porque aquí se reunieron, en la conferencia de Potsdam, Chuchill, Truman y Stalin. Firmaron la declaración de Potsdam en relación a la rendición de Japón que, días después, fue atacada por las bombas atómicas. Volvimos a Berlín y aprovechamos que teníamos coche para ver la ciudad iluminada. Aparcamos en el Tiergarten y nos fuimos a ver la puerta de Brandemburgo, el Reichstag y el monumento a los soviéticos con Stalin a la cabeza (es curioso que esto siga en pie). Un dato: incluso de noche hay que poner ticket de parquímetro en esta zona. Después nos fuimos a Alexanderplatz a cenar en un restaurante italiano, nada del otro mundo. Y nos fuimos al hotel, en esa zona no hay ningún problema para aparcar en la calle. Etapas 1 a 3, total 5
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