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Escapada a Lisboa de tres dias

Escapada a Lisboa de tres dias ✏️ Blogs de Portugal Portugal

Este diario narra las experiencias vividas en Lisboa durante la primavera del 2013
Autor: Metalheadvlc  Fecha creación:  Puntos: 3 (1 Votos)
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Sábado 8 de junio. Toma de contacto

Sábado 8 de junio. Toma de contacto


Localización: Portugal Portugal Fecha creación: 22/05/2014 19:11 Puntos: 0 (0 Votos)
Embarcamos en Manises y aterrizamos aproximadamente una hora y cuarto después en Lisboa, el vuelo ha costado por persona 60 euros, muy barato. Lo primero que me llama la atención es lo nublado y gris que está todo en comparación con el sol que teníamos en Valencia.

Salimos del aeropuerto y cogemos un bus que nos acerca de la terminal 2 a la 1, bajamos y cogemos la línea roja del metro que nos lleva, tras un trasbordo, a la estación del Marqués de Pombal, vemos un montón de corredores con dorsales en el metro que se dirigen a una carrera, salimos a la calle junto a la estatua del Marques y para nuestra sorpresa nuestro Hotel está junto enfrente, damos la vuelta a la calle y vemos la entrada principal, nos registramos (muy serio los de recepción) y nos dan la habitación de Win Wenders ya que es un hotel temático sobre el cine (Hotel Florida). La habitación está muy bien e incluso tiene un sofá de tres plazas de piel blanca dentro, la ventana cierra perfectamente (no hay ruido) y el baño está muy limpio, tiene buena pinta.

Deshacemos las maletas y tras pedir un plano salimos a la Avenida de la Libertad, que es donde están todas las tiendas de firmas de lujo y los hoteles caros con Mercedes enormes negros con chofer en la puerta etc. Hay un kilómetro de bajada hasta la primera plaza interesante (un par de paradas de metro), vamos observándolo todo a nuestro alrededor, empapándonos de todo cuanto nos rodea como si fuéramos niños y descubriendo cada rincón. Llegamos paseando hasta la plaza de Restauradores, primera gran plaza de la zona llamada “La Baixa”, es bonita, destaca una columna con un tipo arriba que ahora no recuerdo quien es en el centro de la plaza, entramos en el puesto de información turística y cogemos mas planos e información sobre restaurantes donde canten Fado.
Seguimos bajando la calle en dirección al mar y vemos un montón de gente que ha acabado la carrera, le pregunto a un chico en Ingles (porque hace como que no entiende el español) y me explica que es una carrera de 10 km que iba desde la plaza del Rossio hasta el puente del 25 de abril (similar al de San Francisco). Nos dirigimos haciendo una pequeña curva hacía la plaza del Rossio, vemos la preciosa fachada de la estación de tren con forma de herradura y enfrente, el lateral del teatro nacional, finalmente a pocos pasos está la famosa plaza del Rossio, pero está cubierta con carpas y puestos de llegada de la carrera y no se ve bien, entramos en la “cafetería Suiza” y probamos los famosos pasteles de Belem, está riquísimos, son dulces y aunque los llaman de nata son como de crema pastelera, tomamos un café con leche y nos vamos a seguir con el paseo, nos acercamos a la cercana plaza de Figueiras, también muy monumental, allí nos llama la atención otra famosa pastelería (nos explica un señor que como Portugal era muy pobre y no podían comer carne, desarrollaron la técnica pastelera y por eso en la actualidad son tan famosos y sabrosos sus pasteles) entramos dentro y es como una vuelta en el tiempo a principios del siglo XX, techos artesonados de madera y gente degustando cafés (bicas) y pasteles, nos pedimos dos, el mío era una especie de bollo azucarado, creo que es el mejor pastel que me he comido nunca, buenísimo. Como me entra el ansia de ver cosas (como siempre) apenas estamos 10 minutos y salimos por la puerta, ya no tenía hambre después de los dos pasteles.
Vemos con calma la plaza, hacemos algún video y nos desplazamos hacia la izquierda hasta la cercana vía Augusta que baja desde el Rossio por toda la “baixa”, hasta el mar, pasando por la plaza del Comercio.

Vamos en línea recta en dirección al mar y alcanzamos a ver a lo lejos el arco que da entrada a la plaza, desgraciadamente está tapado porque al igual que la estatua del centro, están restaurándolos. La plaza del comercio era la antigua plaza del palacio real y leemos que es la más grande de Europa. Hacemos fotos y llegamos al malecón donde hacemos alguna foto mas, está muy nublado y amenaza lluvia, hace un tiempo gris, como los edificios de la ciudad, esplendorosos en otra época, decadentes ahora. Me doy cuenta que en una esquina de la plaza hay un “museo de la cerveja”, automáticamente voy a cotillear que se cuece por allí y vemos que hay unos pescados frescos espectaculares y una tapas con una pinta estupenda, como acabábamos de tomar los pasteles no tengo hambre pero me pido una cerveza portuguesa, “branca”, de 600 ml por la que me soplan 5,85 euros, pero está rica y además el entorno es privilegiado, el vaso es también muy curioso.

Iniciamos el camino de vuelta y echamos un vistazo a los restaurantes de la paralela a la Calle Augusta, la Rua des Correiros, (un poco antes vemos a los lejos el famoso elevador de Santa Justa, diseñado por un alumno de Eiffel, es realmente curioso), es la típica calle donde te asaltan los camareros de los restaurantes para que entres en su local cada 5 pasos, nos fijamos en uno de un indio que no tiene mala pinta pero enseguida nos damos cuenta de que son todos parecidos y bastante baratos, seguimos andando y salimos a la plaza Figueira de nuevo, pasamos por la confitería nacional y entramos en una calle buscando un restaurante barato que sale en la guía, está en un callejón lleno de africanos y vemos que es comida india más que portuguesa, lo desechamos y aparecemos en el otro lateral del teatro nacional, vemos otra calle peatonal atestada de gente y nos dirigimos hacia ella, de nuevo nos acosan con las cartas de los restaurantes, finalmente elegimos uno que la terraza estaba llena de alemanes muy elegantes.

Cuando salimos, el dueño muy amablemente nos hizo una foto con el edificio de la cámara de comercio y nos explicó cosas de la historia de la ciudad, fue muy agradable, continuamos calle arriba por la Rua Das portas y de Santo Antao y salimos de nuevo a la esquina superior derecha de la plaza de restauradores donde está el Hard Rock café. Subimos andando poco a poco por la avenida libertad, donde me llama la atención un mendigo durmiendo en la puerta del concesionario Porsche, que contraste, muy triste. Finalmente llegamos al hotel bastante cansados, esa mañana había corrido 12 km por el cauce del Turia antes de partir!!
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Domingo 9 de junio de 2013 , Torre de Belem, Elevador, Chiado

Domingo 9 de junio de 2013 , Torre de Belem, Elevador, Chiado


Localización: Portugal Portugal Fecha creación: 22/05/2014 19:12 Puntos: 0 (0 Votos)
Nos levantamos y gracias a la chica que amablemente nos dio su ticket de metro el día anterior, hasta ese momento no habíamos tenido que pagar la tarjeta “6 mountains” válida para todos los transportes todo un día. Sin desayunar nos vamos en metro hasta la plaza del comercio, allí cogemos por primera vez un tranvía que nos lleva por la línea de costa hasta Belem, hay un montón de turistas de todos los países de Europa, nos bajamos casi en la última parada, en la torre de Belem, cruzamos una callejuela un poco cutre hasta el mar y pasamos por lo alto de un puente que pasa por encima de la autopista, vemos la torre solitaria al fondo, es realmente bonita, contrasta con el abandono de las calles que acabamos de cruzar, es una torre defensiva con una fachada muy ornamentada, cruzamos una especie de foso (está empezando a chispear) y entramos dentro del recinto, empiezan a formarse colas de turistas, vamos subiendo y descubriendo estancias, hay ventanas estrechas y miradores para los vigías de la época, desde la parte alta se ve perfectamente el puente de 25 de abril y un palacio de congresos o algo así.
Bajamos (tras esperar al semáforo de peatones que nos da luz verde dentro del propio edificio, por la cantidad de gente que lo visita) y entramos un momento en los calabozos, es asfixiante y salgo echando leches, me entra mucho agobio por la gente que hay y la baja altura del mismo, y pensar que fue un presidio en la antigüedad ¡que horror estar allí metido!. Vemos una sala a nivel del mar con un montón de cañones en posición de disparo y finalmente salimos, las colas para entrar ya son monumentales.

Nos dirigimos hacia el edificio de los conquistadores, que está a un kilómetro más o menos, antes hay un puerto deportivo, no merece la pena detenerse, el monumento si es curioso y se ven las figuran de los conquistadores portugueses mirando al infinito, pero como hay que pagar y las vistas son similares a las de la torre de Belem no subimos, hacemos fotos y nos dirigimos al famosísimo monasterio de los Jerónimos. Antes entramos en un bar que hay en la esquina de la derecha viendo el monasterio de frente y como no habíamos desayunado, nos tomamos un pastel de gambas (que es una empanadilla grande) y otro de bacalao (una croqueta de bacalao) están riquísimos.
La cola es considerable pero va rápida, al ser Domingo es todo gratis, directamente accedemos al fantástico claustro interior, hecho en la época de Manuel I de Portugal, que reinó cuando se descubrieron las Américas y las colonias africanas, fue la época de máximo esplendor de Portugal. Los detalles de las columnas son sorprendentes, de una riqueza increíble, arquitectónicamente fue lo que más me gustó del viaje, además, no era exactamente cuadrado porque en las esquinas hacía como unas entradas o doble patio, subimos también a la planta superior, era realmente grande. Después salimos de nuevo a la calle porque para acceder a la iglesia, había que hacer de nuevo una cola, entramos dentro y nos llamó la atención las columnas centrales, también muy trabajadas. Nos vamos pronto, aún quedaban cosas que ver y hacer.

De nuevo comprobamos que la cola de la pastelería de Belem sale hasta la calle y yo, como siempre y con mi habitual impaciencia me niego en redondo a hacerla, -luego nos dijeron que iba rápida y que los pasteles originales solo los venden aquí, el resto son imitaciones-.

Desde allí volviendo por la calle atestada de turistas llegamos al museo nacional de carruajes que dicen que es tan peculiar, de nuevo la entrada al ser Domingo es gratuita. Nada más entrar me sorprende la disposición rectangular de la sala, es realmente grande, con hileras de coches de caballos a ambos lados y una especie de galería en alto con vistas a la sala central. El primer coche que divisamos es el que perteneció a Felipe III de España, es realmente antiguo y muy incómodo en relación a los demás. Continuamos andando entre los coches y son auténticas obras de arte, los que más me sorprenden son los de Papa Inocencio, la unión de las maxi ruedas está hecha con unos ejes súper recargados de figuras doradas, no imaginaba que existiera algo así y la verdad es que era tan ostentoso que me resultó bonito, algunas de ellos eran inmensos, con tapicerías en asientos y paredes internas que en pocos salones de palacio se pueden ver. Subimos a la parte de arriba y vimos los coches desde arriba, luego bajamos y entramos en una sala contigua donde había carruajes ya más normales. Nunca me han interesado mucho los carruajes y me sorprendió gratamente, la verdad.

Salimos del museo y nos dirigimos hacia un parque cercano donde en los bajos de una hilera de edificios súper antiguos y no muy bien conservados, había una gran cantidad de restaurantes. Elegimos uno porque pensamos que los arroces de pescado que se estaban comiendo los comensales tenían buena pinta. Hacía fresquito, pero como estábamos protegidos en la terraza con plásticos, se podía estar. Pedimos una ensalada mixta y dos arroces diferentes, uno con pulpo y otro con mero y calamares. La ensalada estaba riquísima a pesar de su sencillez pero es que cuando sacaron el arroz nos sacaron un perol a cada uno que podían comer tres. Me comí la mitad del de pulpo y luego del otro, estaban buenísimos, le pusieron mucho cilantro y esto hizo que el sabor fuera totalmente diferente a nuestros arroces caldosos. Tras la comilona, nos levantamos y de nuevo vimos la puerta de la pastelería de Belén hasta los topes, pasamos de esperar y cogimos el tranvía de regreso al centro.

Bajamos de nuevo en la plaza del comercio y nos dirigimos por la calle Aurea hacia el elevador de Santa Justa, el que hizo el discípulo de Eiffel, tras una cola de unos 20 minutos por fin llegamos a la cima, el interior era como un artilugio del siglo XIX que había llegado hasta nuestros días, repleto de madera y azulejos en el interior, muy extraño pero bonito, una vez en la parte alta pagamos un euro y medio y subimos a lo más alto del mirador, desde allí se divisaba el mar, la plaza del Rossio, la de Figueira, la del Marques de Pombal, la colina del barrio del Alfama con el castillo de San Jorge en lo alto etc, las vistas fueron realmente bonitas. Bajamos y anduvimos ya hacia el Barrio del Chiado, contiguo al barrio alto, lo primero que vimos fue lo que quedó de la iglesia del Carmen tras el terremoto del siglo XVIII, entramos y vimos las arcadas derruidas a ambos lados pero como había una feria de colegiales y una exposición de no sé que, cortaba un poco la magia del lugar, entramos en una capilla que se había salvado y donde habían dos momias peruanas súper feas. Hicimos unas fotos y nos fuimos hasta la calle Garret, columna vertebral del barrio del Chiado, estaba lleno de tiendas de marcas españolas. Al salir de Springfield vimos una concentración callejera y es que estaba tocando un grupo de gente joven, al menos habían 10 chicos con instrumentos de todo tipo. Me recordó a Dublin.

Continuamos paseando y nos adentramos por la calle hasta llegar a otro café mítico con aire del siglo XIX o principios del XX el “brasileira”. Empezábamos a estar cansados así que tomamos un pastel de Belen y otro de galleta que no se pasaba de bueno, la verdad. Pagamos y fuimos a ver una cercana iglesia, la de San Roque, pero estaba cerrada, decían que era realmente bella por dentro. Continuamos caminando y llegamos hasta el mirador de San Pedro de Alcántara, donde de nuevo contemplamos unas vistas fantásticas de la ciudad de Lisboa. Todo el recorrido se puede seguir perfectamente con el Google Maps.

Allí mismo estaba el fin de trayecto del tranvía de Gloria, otro de los símbolos de la ciudad y que sube una calle muy corta pero empinadísima desde la plaza de Restauradores. Esperamos sentados en los bancos de madera del Tranvía unos 15 minutos y finalmente iniciamos el descenso, hacía un ruido en los raíles al frenar de tres pares de narices. Una vez en la plaza de Restauradores cogimos el metro y volvimos al hotel.

Una vez duchados y cambiados fuimos de nuevo al centro, bajamos en el Rossio y de allí fuimos andando hacía los restaurantes que el día antes habíamos visto de subida hacia el hotel desde la plaza del comercio, estábamos en pleno barrio de baixa, calle Correiros. Finalmente elegimos uno de unos indios porque se nos había hecho tarde y porque empezaron a decirnos en todos que estaban cerrando, fue un verdadero acierto. Nos ubicaron en la terraza, pero como hacía frio pasamos dentro, el bacalao con queso y nata que me pedí era supremo y el salmón a la plancha muy fresco, realmente un paraíso para los amantes del pescado. Después me pedí de nuevo una naranja que me la prepararon con esmero y buen precio. Los indios eran muy amables, me fijé en que a pesar de estar en pleno centro de la capital, había muchos comercios cerrados, era como una ciudad herida, en mi humilde opinión la gente estaba como triste.

Pasamos por última vez por la plaza del Rossio o de Don Pedro IV y aún me tomé un pastel de chocolate, que terminé de comerme delante de la estación central antes de coger el metro de vuelta al hotel. Vemos que hay un par de restaurantes en el centro comercial pegado al hotel, uno de ellos americano tipo Hollywood, pero con pescado que se come aquí paso de las hamburguesas.
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Lunes 10 de junio de 2013 Castillo San Jorge, tranvía 28, Parque de las Naciones

Lunes 10 de junio de 2013 Castillo San Jorge, tranvía 28, Parque de las Naciones


Localización: Portugal Portugal Fecha creación: 22/05/2014 19:13 Puntos: 0 (0 Votos)
Me levanto realmente pronto y tras pensarlo mucho por la pereza que tenía, me decido a salir a correr, me visto y estiro un poco en la puerta del hotel, hoy es fiesta en Portugal así que no hay ni un alma por la calle, lo cual se agradece, hace fresquito, nada que ver con la temperatura que tenemos ahora en Valencia, bajo corriendo con cuidado por los dichosos adoquines por la avenida Libertad hacia el mar, paso por las ya conocidas plazas de la Baixa hasta que llego una vez más a la plaza del comercio, piso la gravilla y es agradable, hace cientos de años hacían allí los desfiles de caballos y las coronaciones, también el funeral tras el terrible terremoto que arrasó la ciudad y que posteriormente reconstruyó el Marqués de Pombal. Desde el hotel Florida, según el Garmin hay poco más de 2km hasta la plaza. Inicio la ruta paralela al mar hacia el puente del 25 de abril, paso por la zona portuaria, llevo el CD Toundra III en el Ipod, me voy “viniendo arriba” hasta que hay un momento en el que entra la canción “cielo negro” es simplemente un momento mágico, miro al cielo que está negro como el título de la canción, la carne de gallina, los riffs acompasando mis zancadas, el momento cumbre se produce cuando las guitarras explotan con la melodía que caracteriza a los madrileños, soy consciente de la felicidad que siento en esos instantes, esas sensaciones que se quedan grabadas en la memoria y cuando rememoras una ciudad, siempre te vienen unos recuerdos antes que otros, y sé que ese será uno de ellos.... es mi momento de soledad del viaje, donde se entremezclan en mi interior el subidón por estar soltando adrenalina al correr, con mi selección de música sonando en el Ipod y la emoción de descubrir a mi alrededor los edificios y los lugares anónimos hasta entonces para mí.

Finalmente, cuando el GPS marca 6 km llego al puente del 25 de abril, rojo, inmenso, seguramente no tan glamuroso como el de San Francisco pero igualmente práctico y llamativo. Justo debajo hay un pequeño puerto deportivo y unos restaurantes. Me lo quedo contemplando un momento e inicio el mismo camino de vuelta, esta vez escuchando Volbeat ya que necesitaba potencia máxima para poder llegar al hotel. Cuando por fin alcanzo la plaza del Comercio, ya está llena de turistas a pesar del nuevo día gris (no hemos visto el sol apenas desde que llegamos). Comienzo mi ascenso por las calles principales hasta la plaza del Rossio y de allí, hasta la Av Libertade, aquí pica más la inclinación pero continúo corriendo. Estiro delante del hotel con parsimonia, me siento mucho mejor, subo para ducharme y cambiarme.

Cuando estamos listos cogemos el metro y bajamos en la parada de “Restauradores”, de allí cogemos otro metro que nos lleva sin querer al café Brasileira que estuvimos la tarde anterior, tratamos de ver rápidamente la iglesia de San Roque pero de nuevo está cerrada, por fin subimos al famoso tranvía nº 28, símbolo de la Lisboa del siglo XX, tuvimos suerte y encontramos sitio para sentarnos, iniciamos un curioso tour por las partes más importantes de la ciudad en un peculiar medio de transporte de principios del siglo pasado. A medida que fuimos llegando a plazas y más plazas, subiendo y bajando por los raíles chirriantes, iba subiendo más gente, finalmente habíamos dado una vuelta muy grande al coger el metro, pero mereció la pena, porque de lo contrario no hubiéramos encontrado sitio, ni hubiéramos hecho un trayecto tan largo en el “tranvía-montaña rusa”. Finalmente iniciamos el ascenso al barrio de Alfama, el barrio más antiguo de la ciudad, hubo momentos que tal y como describía la guía Lonely Planet, parecía que íbamos en una atracción de feria.

El tranvía nos dejó cerca del castillo de San Jorge, a unos 150 metros, concretamente junto a un mirador sobre el mar bastante chulo. Nos tomamos un pastel de Belem y yo además una gingiña (una especie de chupito de licor de cereza en un vaso de chocolate) en una cafetería bastante cutre que había justo antes de la taquilla del castillo. Pagamos la entrada al castillo y vimos las vistas de la ciudad desde esta colina, la más alta de Lisboa, las famosas plazas y calles del centro, así como el elevador de Santa Justa que visitamos ayer. Estaban los cañones dispuestos por allí pero la verdad es que apenas quedaba en pie nada del castillo. Lo mejor de la visita sin duda fueron las vistas.

Salimos pronto y dimos una vuelta por las estrechas y antiguas calles de alrededor, callejeamos por el barrio de Alfama sin rumbo fijo, miramos incluso menús de medio día pero no nos acabaron de convencer… era una especie de barrio de Santa Cruz de Sevilla o Albaicín de Granada pero más pequeño.

Finalmente pedimos que nos indicaran por donde teníamos que ir a la cercana catedral y proseguimos nuestro paseo, antes de llegar nos fijamos que habían un grupo de Restaurantes de pescado con muy buena pinta antes de llegar a la catedral y buenos precios, elegimos uno que nos pareció interesante y de inmediato, a pesar de estar lleno, nos dieron mesa, estábamos prácticamente pegados a los de la mesa de al lado, así que poco a poco iniciamos una conversación con ellos, eran Lisboetas por lo que les preguntamos por un buen restaurante de Fado para cenar esa noche, un tema que ya me estaba agobiando a estas alturas, era la tercera noche y aún no habíamos ido a verlo. El tipo de al lado tenía ganas de hablar (y de vacilar) así que llamó a unos contactos para conseguirnos mesa en el Restaurante para esa noche, finalmente se dio por vencido pero su contacto coincidió con el camarero del Restaurante y con el recepcionista de nuestro Hotel en recomendarnos el “Club de Fado”, que era el nombre del restaurante que estaba en la calle de detrás, así que tomamos la decisión de no dar más vueltas y elegir ese local, prescindiendo así de ir al Barrio Alto.
Me pedí una carne de buey a la piedra (necesitaba proteína y grasa de verdad porque llevaba 2 días comiendo pescado y pasteles) y me sacaron una piedra individual para mí con tres filetes para hacérmelos al gusto, condimentado con unos pequeños recipientes insertados en la propia tabla que contenía la piedra, espectacular y buenísimo.

Nos despedimos de nuestros vecinos de mesa, nos marchamos a hacer la digestión paseando hasta las puertas de la catedral. Una de las típicas fotos de Lisboa es el tranvía amarillo nº 28 pasando por delante de la puerta de la catedral, nos sentamos un rato en los bancos del interior pero la verdad es que comparado con el monasterio de los Jerónimos no valía demasiado. Salimos pronto y fuimos callejeando hasta que compré cerca de allí mi camiseta con el tranvía amarillo. Andando y paseando llegamos de nuevo a la omnipresente plaza del comercio, no estaba lejos la verdad, de hecho, me di cuenta de que la ciudad no era nada grande, al menos el centro.

Cogemos allí mismo el metro y tras un cambio de línea llegamos al parque de las naciones donde hace años se celebró la Expo 98. Lo primero que vemos al salir de la estación de metro en un ambientazo espectacular, es día festivo y se nota, hay un macro centro comercial donde la gente pasea mucho pero compra poco, como aquí, vamos, la mayoría de las tiendas son españolas..

Salimos por unas grandes escaleras hacia una explanada con un montón de banderas de países, llegamos al mar y vemos el teleférico por arriba y mas a la izquierda, el puente más largo de Europa, que une Portugal del norte con el sur del país. Vemos que hay algún restaurante por la zona y algún edificio como el pabellón de Portugal, que sinceramente no tenemos ganas de visitar porque estamos cansados. Nos vamos al metro y antes del salir del recinto ferial vemos de camino una manifestación a lo lejos. Llegamos al hotel y reservamos mesa en el restaurante de Fado.

El restaurante desde luego es sin duda el más bonito de los que hemos estado en Lisboa, tiene una mesa central más grande que el resto pero no está lleno, todos son Alemanes e Ingleses de nivel, teniendo en cuenta que es Lunes, imagino que son la élite europea con sus vacaciones infinitas gastando sus fortunas o gente de empresas haciendo negocios en Lisboa. Nos sacan la carta y flipo con los precios, es carísimo, pedimos un bacalao y un pulpo, cada plato vale unos 28 euros. Pedimos una botella de agua y nada más, ni cerveza ni aceitunas… nada. Cada 20 minutos aproximadamente se apagan las luces y entran tres o cuatro músicos con un cantante diferente, se van alternando al micro dos chicas y un chico. La música es lenta, bonita y muy triste, melancólica…no entiendo la letra pero parece que hable de amor y de tiempos pasados. El bacalao es sin duda el peor que me he comido en Lisboa aunque el pulpo estaba muy bueno.
Sé que resulta un poco cutre lo que voy a escribir, pero había leído en Internet que los camareros de estos restaurantes tan turísticos te agobian para que vayas pidiendo más cosas a medida que vas acabando los platos, ya que te lo recogen todo de la mesa como invitándote a que te vayas, así que comemos despacio para disfrutar más tiempo de la sucesión de cantantes, detecto que no permiten que tu copa está vacía en ningún momento, te van rellenando y apuntan a quien corresponde cada botella y se la llevan a otra mesita auxiliar de forma que no sabes lo que has bebido. Cuando llega la hora de pagar, habiendo tomado un pulpo, un bacalao y una botella de agua me endiñan 85 euros y es que me nos han cobrado 15 euros solo por el Fado.

Andamos hasta la plaza del Rossio desde la plaza del comercio y entramos en una cafetería de la vía Augusta porque a pesar de la clavada tengo una hambre impresionante, me tomo un pastel y luego un Macflury en Macdonalds, lamentable después de salir de un restaurante, creo que ya he visto bastante Fado por ahora. Bajamos en la parada de Marqués de Pombal para ir a descansar al Hotel. Hacemos las maletas y a dormir. Estamos agotados.
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Fecha: Vie Nov 03, 2023 10:13 am    Título: LEFFEST 2023 Festival de Cine de Lisboa - Portugal

LEFFEST, el destacado Festival de Cine de Lisboa, anuncia su regreso del 10 al 19 de noviembre con una edición que promete llevar a los amantes del cine a hacer un viaje inolvidable.

Enlace a la publicación de la nota de prensa: Oficina de Turismo de Lisboa: LEFFEST 2023
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Fecha: Mar Nov 14, 2023 03:11 pm    Título: Re: Viajar a Lisboa: Qué ver, museos, visitas...

Nuevo Tip de Oficinas de Turismo

Lisboa es un destino que cautiva los corazones de los viajeros con su rica historia, su vibrante cultura y su impresionante arquitectura. En el corazón de la capital portuguesa, hay una serie de barrios que ofrecen experiencias auténticas y fascinantes a aquellos que buscan explorar sus rincones más especiales.

Re: Viajar a Lisboa: Qué ver, museos, visitas... (1) Los barrios más atractivos de Lisboa - Portugal

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Fecha: Lun Nov 20, 2023 11:11 am    Título: Re: Viajar a Lisboa: Qué ver, museos, visitas...

Enlace a la publicación de la nota de prensa enviada por la Oficina de Turismo de Lisboa

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Fecha: Lun Abr 22, 2024 09:06 am    Título: Lisboa: legado histórico, arquitectura y más

¿Qué hace única a Lisboa?

Un rico legado histórico, arquitectura fascinante y mucho más

Lisboa se erige como un tesoro en el corazón de Portugal y destaca como un destino único en Europa por su rica historia, arquitectura distintiva y una cultura vibrante que atrae a visitantes de todo el mundo. Cada rincón de esta región ofrece una experiencia única y memorable gracias a su gran cantidad de atractivos.

Conjunto de carillones de Mafra

El conjunto de carillones de la Basílica de Mafra -declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO-, está formado por un total de 98 campanas y no solo son una maravilla técnica, sino también una fuente de orgullo para la comunidad local y una atracción turística imperdible para los visitantes.

Estas majestuosas campanas cuentan con un repertorio único de piezas musicales, que van desde himnos religiosos hasta composiciones folclóricas tradicionales. Con sus melodías armoniosas y su imponente presencia, representan una parte integral del patrimonio musical portugués, ofreciendo una experiencia sensorial única y convirtiéndose en un símbolo de identidad cultural.

Además de su valor musical, también son un testimonio de la rica historia de la región. Construidos en el siglo XVIII durante el reinado de João V, estos carillones son un legado duradero de la opulencia barroca y un monumento a la grandeza arquitectónica de Portugal.

Lisboa: legado histórico, arquitectura y más (1)

Calçada portuguesa

La pavimentación o calçada portuguesa es otra característica distintiva de Lisboa que no pasa desapercibida debido a sus diversos patrones geométricos y texturas, evidenciando la habilidad artesanal y la pasión por esta técnica en la zona.

Las calles adoquinadas y plazas empedradas no solo ofrecen una superficie resistente y duradera, sino que también aportan una estética atemporal que embellece el entorno urbano. Cada baldosa cuenta una historia única, desde los patrones tradicionales hasta las representaciones artísticas más vanguardistas, reflejando el rico legado cultural de la región. Esta expresión artística no solo proporciona una estética visualmente atractiva, sino que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un símbolo cultural distintivo de su paisaje urbano.

Lisboa: legado histórico, arquitectura y más (2)

Palácio Cunhal das Bolas

El Palácio Cunhal das Bolas, situado en el histórico barrio de Bairro Alto de Lisboa, es un testimonio vivo del esplendor arquitectónico de la capital. Construido en el siglo XVII, destaca por su elegante fachada y sus imponentes torres, así como por los diferentes tesoros y artefactos que alberga en su interior, que relatan la historia de Portugal a lo largo de los siglos.

Originalmente propiedad de la noble familia Cunhal das Bolas, el palacio ha sido testigo de diversos acontecimientos a lo largo del tiempo. Hoy en día, es reconocido como un importante patrimonio histórico y a menudo se utiliza para eventos y exposiciones culturales.

Azulejería

No se puede hablar de la singularidad de Lisboa sin mencionar la impresionante azulejería, una forma de arte que ha adornado los edificios de Lisboa durante siglos.

Desde simples diseños geométricos hasta elaboradas escenas históricas, los azulejos lisboetas añaden un toque de color y distinción a la arquitectura de la región, creando un paisaje urbano único que cautiva a todos los que lo contemplan. Estas hermosas baldosas decorativas, que adornan edificios, fuentes y plazas, son una parte integral del patrimonio cultural de Lisboa.

Lisboa: legado histórico, arquitectura y más (3)

Información facilitada por Turismo de Lisboa: www.visitlisboa.com/es
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