Bueno, pues aprovechando las tarifas de Ryanair decidimos volver otra vez más al Reino Unido, e ir completando el conocimiento que tenemos de aquellas tierras.
Y es que a pesar de intentarlo, las veces que hemos estado en Londres, el tiempo se va, entre entrar a ver algo nuevo en alguno de sus muchos museos, ver algún musical, y ¡shopping!, ¡mucho shopping!, así que teníamos varias deudas pendientes que decidimos resolver esta Semana Santa.
La verdad es que el viaje lo hemos organizado en base a visitar Stonehenge, y después, alrededor de este objetivo, hemos ido añadiendo otros sitios y hemos acabado de hacer nuestra ruta, de forma que el viaje finalmente se puede resumir en dos facetas que hemos alternado: restos prehistóricos y sitios pintorescos.
Sobre Stonehenge, más allá de las leyendas artúricas o sobre extraterrestres, las versiones mas probables y contrastadas es que se trata de un lugar de culto con unas extraordinarias características astronómicas, y al igual que puede suceder en Karnark, Altamira o cualquier otro vestigio prehistórico, lo puedes contemplar como un montón de piedras mas o menos ordenado, o sencillamente te puede hechizar. Yo pertenezco a estos últimos, y desde siempre lo había tenido en el punto de mira para hacerle una visita.
Pero bueno, mejor verlo después…
Jueves:
Por la mañanita, preparar todo, y tranquilamente marchar hacia el aeropuerto de Girona.
Como la hora de salida era a las 15h30’, y llegábamos a la entrada del aeropuerto sobre las 12h45’, decidimos ir a comer algo fuera. ¡Error!
Entre busca algo, aparca, entra y siéntate, eran ya las 13h45’ cuando estábamos pidiendo, así que nos quedaba ago menos de una hora para embarcar…
A comer como los pollos, y salir corriendo hacia la terminal. ¡Sorpresa! (previsible), ¡el parking principal está lleno!, así que me encamino al parking nuevo descubierto, y tiro el coche mas que lo aparco. ¡Ya es la hora de embarcar, así que a correr por la terminal!. Por suerte, el control de seguridad estaba vacío (no todo iba a ser negativo ¿no?), y lógicamente, en la puerta de embarque ya no quedaba ¿nadie?. ¡No, aun entraron otros chicos detrás nuestro en el avión! Pero lógicamente, nos tuvimos que sentar separados, y distribuir nuestros bultos por todo el avión.
Al final, un poco acalorados, pero conseguimos despegar con puntualidad británica hacia Bournemouth.
Al nuestra llegada, 16h30’ hora local, descubrimos el maravilloso aeropuerto de Bournemouth: un chiringuito en medio de la campiña, con el control de aduanas dentro de un barracón, lo cual hace que el proceso, ya de por si lento, se haga un poco agobiante (no quiero ni pensar en un caluroso día de verano). Pero bueno, hay unos carteles que dicen que es provisional, y que “en breve” tendrán un aeropuerto como Dios manda.
Como solo llevábamos equipaje de mano (si hubiésemos tenido que facturar, habríamos perdido el vuelo seguro), nos fuimos directos al barracón de los coches de alquiler. Como nota reseñable, comentar que las cuatro empresas (Hertz, Europcar, Nacional y Budget creo que eran) solo tenían los coches reservados, ya que mientras esperaba entro gente sin reserva y no consiguieron vehículo.
Yo había reservado con Hertz un Fiesta o similar, pero como suele ocurrir, me dieron un Kia Ceed, bastante mas grande, y como siempre, prácticamente nuevo.
Contratamos el SCDW adicional, y en marcha hacia nuestra primera parada: Salisbury.
En Salisbuy nos fuimos directamente al centro urbano, y aparcamos en la zona azul de rigor, ya que a las 17h45’ solo quedaban quince minutos para que finalizara.
De aquí nos fuimos a ver la Catedral y sus alrededores, y aprovechamos que estaban preparando al coro para las celebraciones del Jueves Santo para ver el Claustro, el mecanismo del reloj medieval y visitar el interior y los jardines.
Lástima del andamio que no permite admirar la mejor catedral gótica de Inglaterra (o al menos, la mejor conservada). La aguja, de 123 metros, es la mas alta de Inglaterra, y incluso ha ocasionado problemas estructurales a la catedral por el inmenso peso que soporta.
Tras la visita, como ya estaba todo cerrado, pero todavía teníamos luz, nos fuimos a ver el recinto de Old Sarum.
Aquí hay restos del 3000 a.c., que ocuparon la colina, y posteriormente los romanos y normandos construyeron una fortaleza, que son los restos que se pueden ver, junto a la planta de la antigua abadía.
Le dimos una vuelta, y como comenzaba a chispear, aprovechamos para ir al hotel a registrarnos y dejar las cosas.
El hotel, el Premier Inn, en las afueras, pero limpio, con habitación y camas amplias, y parking gratis. Los tres, 76 libras con el desayuno incluido. La wifi es de pago (£10 por día).
Después, como ya empezaba a anochecer, fuimos a hacerle algunas fotos a la catedral iluminada, y a cenar.
La cena en Salisbury Pizza Express, correcta, el sitio bastante animado, con mayoría de chicas (¡), y de precio normal.
Y por fin, a dormir.
Viernes:
Hoy el planning comenzaba en Stonehenge.
Como he dicho antes, el objetivo principal era este, y por ese motivo nos habíamos alojado en Salisbury, ya que nos encontrábamos a quince minutos en coche del monumento.
Por otro lado, cuando estaba previamente empollando todo lo que encontraba sobre el asentamiento para preparar el viaje, descubrí en English Heritage, que a pesar de que el horario de visitas comienza a las 9h30’, existía la posibilidad de visitarlo en grupos reducidos antes de la apertura al publico en general, con el aliciente añadido de poder caminar por dentro del recinto, entre las piedras, ya que a los visitantes en general, les hacen ir por un caminito que lo bordea, del cual no puedes salir.
Así que rellené el formulario, y lo envié por mail un mes antes, y de forma eficiente me confirmaron la fecha y hora solicitada: el Viernes Santo de 8 a.m. a 9 a.m. Por supuesto, ¡a cambio de 34 Euros!. Supongo que a algunos les parecerá una tontería gastarse ese dinero y tomarse estas molestias para ver algo que se puede ver desde la valla gratis, pero después de organizarme este viaje, yo quería ver, tocar y fotografiar las piedras sin que nadie me molestase mucho.
Pues nada, a las 7h diana, y marchando al monumento (sin desayunar). Un miniatasco de operación salida nos entretuvo un poquito, pero así y todo, llegamos bien, y entramos al parking que estaba todavía cerrado, pero con nuestro mail nos dejaron pasar (gratis).Una vez dentro, había una pareja y un grupo de diez o doce estudiantes que enseguida se fueron a un lado con su guía a recibir las explicaciones pertinentes.
El sitio, para mi es espectacular, pero no quiero extenderme demasiado…
Aprovechamos toda la hora prácticamente, y cuando marchamos, empezaban a llegar los autobuses de visitantes.
De vuelta al hotel, a desayunar, y hacer el checkout.
La siguiente parada es Averbury, donde se encuentra otro enclave megalítico esencial: The Henge.
No cobran entrada, pero el parking, casi obligatorio porque no hay más sitios para aparcar con facilidad, cuesta £5 todo el día.
Con 335 metros de radio, es el mayor de todos los monumentos prehistóricos encontrados en UK. Lamentablemente, la mitad de las piedras se arrancaron en siglos pasados par ser usadas por los lugareños para construir sus casas.
Comienza en una avenida a un par de kilómetros y acaba en él circulo.
Así que cogemos la mochila y a darle una vueltecita a todo. Cuando estamos acabando, empieza a chispear un poco, y aceleramos la marcha para acabar e irnos.
Cerca de allí se encuentran varios caballos gigantes dibujados en la montaña, como ¿homenaje? a las estructuras prehistóricas de la zona.. Este es el de Alton Barnes, y es de 1812.
La siguiente parada ya es Oxford, así que cogemos el coche y nos ponemos en marcha. La carretera es bastante buena, y en gran parte es autopista, así que al mediodía estamos en Oxford.
Vamos directos al hotel, y la operación es la misma, casi idéntica:
Hotel Premier Inn, en las afueras, pero limpio, con habitación y camas amplias, y parking gratis. Los tres, £76 con el desayuno incluido. Jugamos a las siete diferencias en la habitación, pero solo hay un cuadro diferente con respecto a la habitación de Salisbury.
El centro es peatonal, y comenzamos a dar vueltas para aparcar, pero no conseguimos encontrar sitio, ya que los dos parkings están llenos, y acabamos aparcando cerca de la estación de autobuses, pero solo se puede aparcar dos horas.
Así que cogemos y hacemos una parada relámpago en el McDonals de la calle principal, y nos vamos directos a la Christ Church, con la idea de ver todo lo que podamos.
La entrada familiar cuesta £32 , y las entradas de adulto £12 , y las de niños £7.
A nosotros nos ocupó poco más de una hora, pero porque fuimos ligeros, pensando en el aparcamiento del coche, pero yo creo que con tranquilidad, un par de horas o tres se le pueden dedicar…
Con las prisas, se nos pasó que delante estaba la Alice’s Shop, la tienda dedicada a Alicia en el Pais de las Maravillas y Lewis Carroll..
De vuelta al aparcamiento, que era de pago (£5 dos horas) hasta la noche, decidimos coger de nuevo el coche y volver a buscar sitio, ya que no era plan de estar cada dos horas volviendo al sitio de marras.. Después de muchas vueltas, y acabar con los nervios a flor de piel (conducir al revés, tráfico, lluvia, etc..), conseguimos dejar el coche en una zona azul, donde con £2 dejamos el tema resuelto, ya que aquí finalizaba a las 18h..
A partir d aquí, una vuelta por High Street, St.Mary, de aquí al Radcliffe y el Sheldonian, y acabar viendo la imitación del puente de los suspiros veneciano.
En este momento, como eran ya las seis de la tarde, y vimos que estaba casi todo cerrando, nos metimos en la tienda de souvenirs de turno a comprar las cuatro tonterías de siempre (imanes, camisetas, etc…).
Cuando salimos de aquí, nos vino a la memoria la Alice’s Shop (a buenas horas), y a pesar de que sabíamos que era en vano, nos acercamos a ver si sonaba la flauta. Por supuesto que la tienda estaba cerradísima, pero como ya estábamos allí, y no había mucha alternativa, decidimos dar una vuelta por los jardines del Christ Church (había dejado de llover).
Aquí los pies ya decían basta (llevábamos desde las siete de la mañana en marcha), así que nos fuimos a un TESCO que habíamos visto al lado del hotel, a buscar agua, y alguna tontería para picar...
De vuelta al hotel, nos sentamos en el bar a tomar una cerveza y comentar la jugada del día, y hablando, hablando, se nos hicieron las nueve y pico, momento en el cual, el sueño y el cansancio pudo con el hambre, y nos fuimos a dormir.
Tras un merecido descanso, nos levantamos con las pilas cargadas de nuevo, y un apetito que nos hizo arrasar con el buffet del desayuno, ya que, imitando a os ingleses, me metí unas judías con salchichas, beicon y huevos que me dejaron como nuevo.
Tras el checkout, a las 8h30’ estábamos de nuevo en marcha, y en menos de una hora y media habíamos llegado a Castle Combe:
El pueblo está muy bonito, y si te pilla de camino, como a nosotros, es una parada imprescindible. Ahora bien, como tantos otros sitios parecidos, es prácticamente solo la calle principal, y quizás no justifica un desvío muy sustancial, pero bueno, a nosotros nos gustó.
Esta ciudad, que para mi era desconocida (lo reconozco, la geografía me falla un poquito), era la que más intrigado me tenia, ya que había leído excelente referencias, y como en nuestro periplo encajaba bastante bien, pues decidimos incluirla.
Esta vez decidimos no entretenernos mucho, y nos fuimos directamente al parking del centro, lo que resultó ser una idea excelente, ya que no es muy caro (6 £ cuatro horas, creo recordar), y está súper céntrico.
El parking está en los bajos de una pequeña galería comercial, así que si alguien quiere aprovechar, desde luego los precios son mucho más económicos que en Londres, aunque sin el mismo glamour, está claro.
Al salir, enfrente, hay una tienda de artículos de rugby auténticamente británica, con camisetas de todos lo equipos que te puedas imaginar, (británicos o no) y perfecto para un regalo algo más original de lo habitual.
Justo al lado, nos encontraremos la catedral de Bath, y al lado, en la misma plaza, los Baños Romanos, (la principal atracción de la ciudad), pero la cola para entrar daba la vuelta a la manzana, así que pensamos que sería mejor ir a ver otras cosas, y volver más tarde.
Así que nos fuimos hacia la parte trasera, y dimos una vuelta por la ribera del rio Avon, para ver Pulteney Bridge que aquí comparan con el Ponte Vecchio de Florencia, lo cual me parece terriblemente exagerado, ya que aunque también tiene tiendas en los laterales, por lo demás, queda muy lejos de la fantástica obra italiana.
Nos encaminamos hacia la zona alta de la ciudad (está en la falda de una colina, y los desniveles son importantes), y por el camino hicimos una breve parada en el Jane Austen Center. Hacen unos tours por la casa a unas horas determinadas (solo en inglés), y tienen una pequeñita tiendecita donde venden los libros y los gadgets habituales. Como no nos cuadraba el horario de la visita (que por supuesto, es de pago), seguimos con nuestra ruta. Al salir nos encontramos a uno de los actores caracterizados que deben participar en el tour, o hacer de guía, vestido cual Mr.Bingley, pero al sacar la cámara de fotos, me hizo un quiebro, se metió en una tienda, y se escondió detrás de unas estanterías (¿).
Continuamos ascendiendo por la misma calle, y desembocas en The Circus, una preciosa plaza al más puro estilo victoriano, desde la cual, caminando un par de calles apareces en el Royal Crescent, que es un semicírculo de 30 casas iguales abiertas hacia un parque (Royal Victoria Park), y en el cual, si que te imaginas perfectamente a la señoras de la época paseando en sus carruajes. El número 1 está restaurado y reacondicionado como en la época y se puede visitar. (¡pagando, of course!). Para los interesados, decir que The Circus es obra de John Wood El Viejo, y el Royal Crescent de John Wood El Joven
Finalmente, bajamos cruzando el parque (aprovechamos para hacer alguna foto de sus magníficos jardines), y pasando por el memorial que recuerda los bombardeos de la IIWW, volvimos de nuevo a los baños.
La cola ya había aflojado mucho, así que nos pusimos y ¡pa’ dentro!.
Los baños en sí, aparte de la curiosidad que despierta todo lo romano en Reino Unido, tiene la gracia de que están bastante bien conservados (o restaurados), y es bastante reconocible todos los salones y estancias. La fuente original de agua caliente continua funcionando y aportando el agua a las piscinas principales, así que estas están llenas (de agua y de gente alrededor) La visita se acompaña con un audio-video-guía en varios idiomas ., que incluye el español, y es bastante completa. Nosotros le dedicamos algo más de una hora, pero según el interés, puede hacerse en diez minutos o en varias horas. La entrada de los tres se fue sobre las £30.
Al salir, las chicas decidieron comerse unas crepes, y yo aproveche para chafardear un poco las tiendas de deportes, sin que al final me pudiese resistir a comprarme una camiseta en la tienda de los artículos de rugby…
De nuevo al coche, y pusimos rumbo a Shaftesbury, un pequeño pueblo de 6.000 habitantes, pero con una curiosa calle que es un motivo fotográfico que aparece en múltiples guías o calendarios de U.K..
Tras las fotos de rigor, un café en el Costa de turno, acompañado de unos muffins, y con eso me vi capacitado para aguantar hasta la cena, y además a las cuatro o cinco de la tarde estás ya más cerca de la cena que de la comida..
Un poco de conducción, por medio de la campiña inglesa, y en un entorno de carreteras rurales preciosas, nos llevó hasta nuestro destino: Bournemouth. Aquí he de decir que mi inestimable compañero de viajes, alias mister TomTom, me dio alguna vueltecita adicional de regalo, ya que en un cruce me hizo desviarme, y cuatro o cinco kilómetros después, aparecí en otro cruce donde salí detrás de una viejecita a la cual recordaba perfectamente haber adelantado un cuarto de hora antes. No obstante, no se lo tendré en cuenta, ya que le debo agradecer él haberme llevado a muchos sitios, a los cuales yo hubiese sido incapaz de llegar con un mapa a la antigua usanza….
Una vez en Bournemouth, localizamos nuestro hotel muy rápidamente, ya que el Premier Inn Bournemouth Central, como su nombre indica, está absolutamente en el centro, y esta vez, era bastante diferente a los otros Premier Inn en los que había estado.
El hotel era antiguamente un Hilton, adquirido por Premier Inn, y si bien el precio es bastante superior ( nos fuimos a £95 los tres, con el desayuno), la habitación es enorme, y el baño inmejorable con bañera y ducha separadas, y todo impecable y muy nuevo… Añadir que tienen un parking muy amplio, concertado, por £8 por día, con entrada directa al hotel.
El hotel está justo delante del globo aerostático que es una de las atracciones de la ciudad, pero a mí, la verdad es que no me atraía lo mas mínimo. También está en la zona de las tiendas de ropa, y junto a una librería enorme (no recuerdo el nombre) que tiene dentro un Starbucks, y que fue donde aprovechamos para hojear unas guías y acabar de concretar el día siguiente.
Para cenar, a pesar de que hicimos el amago de entrar en un pub, una vez dentro vimos que el personal estaba un poco emocionado viendo el fútbol en el mogollón de pantallas que había dentro (¡para variar!), y como algún camarero se miraba de reojo a mi hija (catorce añitos..), y ponía muy claramente y repetidamente que era para mayores de 18, pues nos fuimos a la playa, y acabamos en el Harry Ramsden’s.
Este sitio es estilo un merendero de la Barceloneta ó la Carihuela (por buscar algún simil), donde el personal se pone de fish&chips y cervezas, pero eso sí, en ambiente familiar.
Como ya he superado esta etapa, decidimos decantarnos por unos combinados a base de pollo ( la alternativa es cordero), y unos Prawns Main, que vienen a ser gambas con gabardina. Todo ello con cervezas (Carling Pint’s) y cocacolas, más un heladito de postres, y unos expressos, ¡por £50 los tres!. No sé, pero yo lo encontré bastante barato, y la vista del Pier desde los ventanales es magnifica. La chica venezolana que nos atendió, nos dijo que había un par de chicas catalanas trabajando allí, pero ese día libraban..
Domingo
Por la mañanita, diana bien pronto, y a desayunar, a las 8h a.m., los primeros. Lo de siempre: huevos, salchichas, champiñones, judías, etc… (Los embutidos y la fruta, testimonial).
Checkout, y al coche, ya que nos espera la costa jurásica.
La mayoría de la costa de Dorset es Patrimonio de la Humanidad, y los prados que finalizan en acantilados, son el signo de identidad de esta zona.
Una rápida visita a Poole, y de allí a Corfe Castle, que merece una parada, e incluso una pequeña visita, para a continuación, llegar a Swanage (la antiguamente llamada Londres del Sur).
Swanage es una ciudad costera, de casas de veraneantes de clase media-alta, que tiene su encanto, pero lo que a nosotros nos interesaba realmente es porque es donde está el Durlston Visitor Center.
En este centro, te proporcionan información para recorrer el parque costero, y realizar el avistamiento de aves y delfines, incluso alquilando binoculares para completar la excursión. El acceso a toda la costa está absolutamente restringido a los peatones, e incluso las bicicletas tiene los accesos muy acotados. Hay que dejar el coche en el parking (las £5 de rigor por todo el día), y ponerse las botas y la mochila y comenzar a andar. (Hay posibilidad de unos buggys eléctricos para personas con movilidad reducida)
Al final, tras recorrer un poco la costa y ver el faro, volvimos al castillo-mirador-bar, y tras tomar un refresco, recogimos la parada y tristemente, iniciamos el camino de vuelta hacia Bournemouth. Por el camino, cogimos un atajo que nos llevó a cruzar la bahía en un transbordador por £3, pero nos ahorramos una vuelta de unos 20 km, y sobre todo mucho tiempo.
De vuelta en Bournemouth, unas ultimas compras, y ¡para el aeropuerto!. Cuando íbamos circulando, recordamos que la chica de Hertz nos había dado un plano con la situación de la gasolinera en un pueblo cercano, y al que en aquel momento no le dimos importancia, pero, que cuando llegamos al aeropuerto sin haber visto una sola gasolinera, decidimos buscar desesperadamente. Al final lo encontramos, y siguiendo las instrucciones, la localizamos sin mucho problema, ya que está a 5 ó 6 kilómetros tan solo, pero no te pilla en absoluto de camino, y si no tienes el plano, no lo encuentras ni en sueños. Le llenamos el depósito al coche por £45, muy lejos de las £70 que nos hubiesen cascado si lo devuelves vacío, tal y como figuraba en el contrato.
Finalmente, un poco de cola para embarcar .., y constatar que al menos en U.K.. la gente de Ryanair se han puesto bastante estrictos con el tema del equipaje. A algunas personas les hicieron meter los bolsos dentro de las maletas (entre ellos a nosotros), de forma que realmente solo llevases un bulto, y de las medidas adecuadas, e incluso a un par de pasajeros les hicieron ir a facturar una maleta o un bulto. Lo curioso, es que después, dentro del avión, había quien llevaba dos maletas, el bolso, el abrigo….. (¿) Aunque claro, eran ¡Británicos!, por supuesto.
Así que una vez acomodados, despegamos de nuevo de vuelta a casa, y empezamos a pensar en nuestro próximo destino.
Me ha gustado tu diario y tus fotos pero me hubiera gustado que en cada foto hubieras escrito qué es y así enterarme mejor, muchas gracias por compartir tu viaje y te dejo un montón de estrellitas.
Muy ameno tu diario, aunque no es un destino que tengo presente a plazo corto, me gusta ir catando y conociendo experiencias por si las moscas....las fotos preciosas..... te dejo las stars.
Después de haber leído este diario me dan ganas de coger un avión y salir para el sur de Inglaterra ya mismo. Las fotos son impresionantes.
Te dejo las estrellas
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