Pigmeos y Gorilas, un paseo por la selva centroafricana ✏️ Blogs de Centro Africa R.

AVISO:
Este diario es un relato del viaje que tuve la suerte de poder hacer en Agosto del 2.014, no es un diario al uso, con informaciones prácticas de lugares, hoteles, transportes… si alguno lo único que quiere es este tipo de información, puede saltar directamente al último capítulo, donde encontrará la dirección de contacto de Manu, él es el único que puede llevaros ahí y daros la información que necesitáis.

1.- Introducción.

Me gusta viajar, disfruto conociendo gentes y lugares, descubriendo nuevos paisajes, compartiendo a veces días, a veces horas, con gente que no conocía y que seguramente, jamás volveré a ver, gentes de culturas y costumbres muy diferentes a la mía o muy iguales, da lo mismo, disfruto tanto de unos días en Ibiza, como de unas semanas cruzando las estepas de Mongolia y he tenido, hasta ahora, la inmensa suerte de poder viajar en bastantes ocasiones, a distintos lugares y de formas muy diferentes, siempre menos de lo que me gustaría, siempre con la esperanza de poder hacerlo un poco más.

Ya sea cruzando los Estados Unidos en coche, andando por las montañas del Ladakh o conviviendo con tribus Konso en Etiopia, en cada uno de mis viajes, he aprendido cosas, he disfrutado y también he pasado apuros en determinados momentos.

Es muy difícil, cuando alguna vez algún amigo me pregunta, ¿cuál ha sido el mejor viaje que has hecho? poder dar una sola respuesta. Namibia, Mongolia, Argelia,… cada uno es diferente y de cada uno tengo grandes recuerdos y experiencias, pero sin duda, el viaje que he hecho en esta ocasión, ha sido la experiencia más extraordinaria que jamás haya vivido y dudo que pueda repetir algo semejante otra vez, tienen que darse muchas condiciones, muchas circunstancias y casualidades a la vez para que ello sea posible.

Dzanga – Sangha – Ndoki.

Este es el nombre de la zona a la que vamos. Conocido también como Parque Trinacional, ya que toda el área se encuentra en la zona donde confluyen las fronteras de Camerún, República Centroafricana y Congo Brazzaville.


Nosotros vamos a estar mayormente en la República Centroafricana (RCA), pero para llegar hasta allí, lo haremos vía Camerún. Entrar en la RCA no es fácil, hasta hace poco, en realidad muy pocos meses, ha habido matanzas y guerra civil en esta zona. De hecho, en otras partes del país, continúan aun los disturbios y las persecuciones por motivos religiosos, pero últimamente, la zona a la que vamos ha estado en calma y vamos a aprovecharlo. Si a alguien se le puede atribuir (y agradecer) la “autoría” de este viaje, es a Manu, un gallego medio loco (o loco del todo), que lleva tiempo por allí, conociendo gente, buscando y encontrando soluciones a los problemas y tejiendo una red de conocimientos, amistades y contactos que son, los que al final, nos permiten poder entrar y salir y disfrutar de todo lo que allí pudimos vivir. En el capítulo final del diario os pondré sus datos de contacto por si alguno se anima a acercarse allí.

¿Qué hay allí? ¿Qué vas a ver que valga la pena pasar por los peligros y penurias que vas a encontrar? Estas preguntas son las normales cuando le cuentas a alguien a dónde vas. La respuesta es: La Selva y sobre todo, la gente que vive allí, los Aka, a los que nosotros conocemos como pigmeos. Vamos a ver el “bosque primario”, la selva que conocieron los exploradores del siglo XIX, los paisajes que Conrad describe en el Corazón de las Tinieblas, el Infierno Verde, los elefantes de selva, los gorilas de llanura y os puedo asegurar que ni Tinieblas ni Infierno, son calificativos que, después de haber estado allí, se me ocurriría nunca más emplear, para explicar lo que vi y viví en esa parte del mundo.

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Tomamos el vuelo de Turkish Airlines que nos lleva desde Barcelona a Yaundé, capital del Camerún, vía Estambul. Nunca había volado hasta ahora con esta compañía y la verdad es que me ha gustado, tanto por el trato recibido, como por la comodidad de los aviones. Asientos amplios y cómodos, eso sí, como ocurre por desgracia bastante a menudo, se pierde una maleta. Por suerte, ya nos avisaron de que procuráramos llevar todas las cosas en una bolsa que pudiéramos subir a la cabina, facturando solo una maleta con aquellos utensilios que no están permitidos subir a bordo, cuchillos, líquidos, etc.


La maleta perdida contenía estos utensilios, pero como vamos varias personas, podremos pasar sin ellos, compartiendo entre todos, los que llevamos en la maleta que si ha llegado. El problema, no es que se haya perdido irremediablemente, la volveremos a encontrar, pero solo cuando regresemos a Yaundé, es imposible hacérnosla llegar a dónde vamos.

En Yaundé, nos esperan los Land Cruiser con los que nos desplazaremos hasta la frontera con la RCA, van a ser cuatro días de ruta (más un par de noches que pasaremos en la reserva del Dja) hasta llegar al rio Sangha, frontera entre Camerún y la RCA. Cuatro días por pistas de selva, trampas de barro, puentes semiderruidos, son algunas de las dificultades que encontraremos de camino, junto con los muy frecuentes “controles policiales o militares”, que no buscan otra cosa que intentar sacarte algún Euro, cosa que gracias al buen hacer de Manu y a su desbordante inventiva, no conseguirán.

Deberemos también esquivar los innumerables camiones cargados con troncos de gigantescos árboles, una muestra del daño irreparable que le estamos haciendo a la selva de la cuenca del Congo, uno de los dos pulmones que le quedan al planeta y que estamos esquilmando a una velocidad que hace temer que en pocos años, tengamos que enfrentarnos a un desastre de consecuencias imprevisibles, a la par que condenaremos a la extinción a un sinfín de plantas, animales y a las tribus Aka, las cuales sin la selva, difícilmente podrán sobrevivir.


Y si por desgracia, llega ese día, en que los aka ya no puedan vivir en su amada selva, podemos empezar a prepararnos, porque nosotros, tampoco llegaremos mucho más allá en el tiempo.
Una vez llegados a Libongo, un pueblo a orillas del rio Sangha, donde deberemos hacer los trámites aduaneros para poder entrar en la RCA, tomaremos una canoa con un fuera borda y durante seis horas remontaremos el rio hasta llegar al Sangha Lodge, o dicho de otra manera, hasta llegar al paraíso, ya explicaré más adelante el porqué de este calificativo.

Aquí, estableceremos una especie de “campo base”, desde el cual, nos acercaremos a ver a los gorilas, iremos hasta Dzanga Bai a ver elefantes y bailaremos con los bantúes que viven en la zona y desde aquí saldremos para encontrar a los Bayaka y adentrarnos con ellos en la selva, regresaremos aquí una vez salgamos de la selva y volveremos a tomar la canoa para regresar hasta Libongo y de allí, esta vez en “matatu” y tren regresaremos a Yaundé, para acercarnos finalmente a Kribi, playa paradisíaca y turística en Camerún, donde veremos las cataratas de la Lobè y pasaremos un par de días de relax, cervezas y mariscadas antes de tomar el vuelo de regreso desde Douala.

Este es resumido, el itinerario que vamos a seguir, a continuación intentare explicar con un poco de detalle, los sitios que vimos, como lo vivimos y espero, hacer mínimamente comprensible, por qué para nosotros, este viaje se ha convertido en una experiencia única y ha supuesto un privilegio poder hacerlo.

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Llegamos a Yaundé por la noche, tarde, desde el aeropuerto, nos dirigimos directamente al hotel, es tarde y mañana hay que madrugar, así que se trata de ir a dormir ya y levantarse temprano para poder salir de la capital antes de que el trafico sea demasiado caótico y nos retrase demasiado. El hotel está en las afueras de la ciudad y no nos toma más de quince o veinte minutos llegar hasta el, inmediatamente nos metemos en la cama.

Por la mañana temprano, nos levantamos y después de desayunar, salimos en dirección Este, hacia la reserva del bosque del Dja.

Los primeros kilómetros transcurren por carreteras asfaltadas, el tráfico es algo denso, pero podemos ir a buen ritmo. Por el camino vamos encontrando pequeños poblados que nos van dando las primeras vistas del país, empezamos a recordar, los que hemos estado antes en el África negra, que aquí estamos otra vez, los olores, la tierra rojiza, el verde de los árboles, el cielo azul a ratos, a ratos grisáceo debido a las nubes que van y vienen y que tarde o temprano van a dejar caer lluvia, estamos en la “pequeña estación seca”, un período de unas pocas semanas que se da en Agosto, dentro de la estación de lluvias que va de junio a octubre aproximadamente. Que sea la pequeña estación seca, no significa que no llueva, digamos que llueve algo menos que durante el resto de la estación de las lluvias, pero todos tenemos muy claro que nos vamos a mojar a menudo durante este viaje.

Nos detenemos en alguno de los múltiples puestos de venta de frutas (principalmente piña) que encontramos por el camino para reponer fuerzas.


Al cabo de unas horas de viaje, llegamos a un cruce, ya tocando a la parte noroeste de la reserva del Dja, donde Manu, nos propone la primera improvisación, en teoría, aquí debíamos dirigirnos hacia el sur y entrar en la zona de selva por la parte sur, sin embargo, Manu nos dice que uno de sus contactos le ha hablado de que en la zona de Lomié, han contactado con una tribu de pigmeos que nadie conocía en esa zona hasta ahora, que si queremos, podemos acercarnos allí y a ver qué pasa. Apostamos por tomar esa nueva ruta y dirigirnos hacia allí, así que seguimos, ahora ya por pistas, rodeando la reserva del Dja por el norte, hacia el pueblo de Lomié.

Por el camino, nos detenemos en un poblado para comer. El restaurante es un tejado de hojalata, con una sola pared de madera al fondo, una mesa larga y un par de bancos y la cocina un bidón, en el interior del cual arde madera, con una plancha en la parte superior donde se fríe la carne. La carta es bastante escueta. Aquí se come pollo o cabra. Nos recomiendan el pollo, ya que la cabra, nos dicen, seguramente la encontraremos demasiado “fuerte” para nuestros gustos. Así que nos decidimos por el pollo. Seguidamente el cocinero, pilla al primero de los pollos que andan picoteando entre nuestras piernas, le retuerce el pescuezo, lo despluma y tras trocearlo, lo fríe en la plancha, añadiéndole algunas hierbas, que a saber que son. El resultado es espectacular. Un pollo frito que ya quisiera poder comer en casa, nos gusta tanto, que decidimos repetir, así que un par de pollos más que pasaban por aquí correteando y picoteando por el suelo siguen el mismo tratamiento que los anteriores.


Después de comer, seguimos camino hacia Lomié, a donde llegamos ya de noche, después de pasar de puntillas por puentes (por llamarlos de alguna manera) y de superar alguna pequeña avería en uno de los vehículos, llegamos al hotel de Lomié, un conjunto de bungalós, que dadas las circunstancias y teniendo en cuenta donde estamos, no están del todo mal, hasta te puedes duchar, con agua fría, eso sí. No hay mucho que hacer aquí y mucho menos de noche, el único alumbrado público que verás aquí, será el de tu frontal y el de los que van contigo, así que nos limitamos a cenar en el hotel y nos vamos a dormir. Mañana nos espera caminata por la selva para ir en busca de los primeros Aka.

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