Viaje a la India y Nepal ✏️ Blogs de Sub Continente Indio

El templo en sí está bastante concurrido y no está mal aunque nada que ver con el resto de cosas que veríamos después. Lo primero que tuvimos que hacer fue pagar 200 rupias nepalíes por cabeza, lo que sería una constante en el resto de visitas del día.


Nuestra siguiente parada fue Patan, esta visita sí que fue mucho más interesante, la plaza es una maravilla con numerosos templos y sobre todo el palacio real con la estatua del rey en frente en cuya cabeza hay un pájaro. Al parecer el rey era muy querido del pueblo y se fue a cazar no volviendo nunca. El pueblo para no creer que estaba muerto colocó el pájaro sobre su cabeza diciendo que mientras el pájaro estuviera allí era signo de que el rey estaba vivo y cuando escapara era signo de que había muerto, evidentemente será difícil que el pájaro se escape nunca de la estatua


Todas estas cosas nos las contó un guía que nos cazó a la entrada de la plaza. Nos resistimos bastante a cogerlo pero la verdad es que, no llevando guía, es una muy buena opción, este chico no sabía español pero hablaba un inglés bastante bueno y clarito y además hacía muy bien las pausas por lo que traducirle al español, para que los que no supieran lo entendieran, resultaba francamente sencillo.


Enfrente del último templo había una fuente en un punto bajo con un cuenco delante donde según la leyenda bajaban a beber los elefantes que estaban a la entrada del templo más cercano.


Al acabar la visita de la plaza, el guía nos llevó a un templo un poco más alejado donde se celebraba una fiesta. No supimos mucho de que iba la fiesta pero todas las mujeres estaban vestidas de colores vivos, especialmente de rojo, que según nuestro improvisado guía es el color de las mujeres casadas. Según nos dijo quemaban más de 100.000 virutillas de cera durante la fiesta.


El guía se ganó su sobresueldo llevándonos a una escuela de pintura Thanka, que luego veríamos a miles pero donde picamos comprando unas mandalas de bonitos colores y dorados. La verdad es que resultan muy espectaculares, aunque como digo no es algo ni mucho menos exclusivo de Patan

Al volver, intentamos encontrar pan para hacer unos bocatas ya que no teníamos tiempo para comer, si queríamos acabar nuestro programa de visitas del día. Aquí se demostró que tratar de encontrar pan en Nepal no es tarea fácil. Al parecer en este pueblo sólo era posible encontrarlo en los hoteles o restaurantes pero, claro, nadie te lo vendía. Hicimos un recorrido por el pueblo acompañados por el chofer y no hubo manera, ahora, eso sí, pudimos comprobar que todo el pueblo estaba lleno de templos casi tan bonitos como los de la plaza.

Nuestra siguiente visita fue Pasupatinath, un templo hindú y, por tanto, lugar de cremación. Lo primero fue el consabido pago de 500 rupias por la entrada lo cual nos pareció un poco abusivo, pero que le vamos a hacer. A la entrada del templo sobre el rio Ganges, que apenas llevaba un hilillo de agua, estaban dispuestas las piras sobre una plataforma y en dos de ellas había fuego, no sabemos si había cuerpo o no, aunque con un cierto morbillo nos acercamos para intentar comprobarlo.


En el templo hay como unos 150 templos pequeños, al parecer todos ellos con una representación de la cara horrible de Shiva en su interior. No nos enteramos de cuál era la causa para hacer tantos templitos.


El conjunto con dos partes, una abajo donde el río y otra arriba con más templitos está lleno de monos que se pasean por todas parte con bastante descaro. Pudimos comprobar la mala leche que se gastan los monos, cuando un niño se acerca y trata de hacerles alguna gracia, primero hacen un movimiento instintivo hacia atrás y posteriormente atacan. Hay que tener cuidado porque, aunque el ataque parece más bien simbólico, el caso es que asusta.

La última parada del día era el Bouddhanath una stupa gigante coronada por una torre dorada con el ojo de Boudha. La estupa redonda está rodeada de una plaza también redonda donde un montón de gente se dedica a dar vueltas, todos en el mismo sentido. Dimos dos vueltas, una alrededor de la stupa y otra por el tejado de la misma, ya que resulta imposible andar en dirección contraria al sentido de la masa que marcha. El lugar tan concurrido tiene bastante gracia con su masa de gente andando.


De vuelta al hotel estábamos reventados y solo tuvimos fuerzas para cenar en el buffet del propio hotel, Hotel Radisson, que no estaba nada mal, al precio de 15 euritos más bebida e ir a dormir.

Día 10 de abril. Valle de Katmandú.

La parte final de nuestra visita empezó por Nagarkot desde donde se supone que se ven los Himalayas. Se supone, porque el día estaba muy brumoso y no hubo nada que ver, Si acaso un valle plantado en terrazas con casitas rurales. Nuestro guía para hoy se llama Manoj K.C. nombre curioso que pensé era único, pero que cuando se me ocurrió buscarlo en Facebook me encontré con que había una barbaridad con el mismo nombre, menos mal que me dio su correo (manoj_kc8@yahoo.com) la verdad es que fue un gran guía con mucho conocimiento del tema y un nivel de español bastante bueno.


La siguiente visita fue mucho más interesante, era el pueblo de Bhaktapur, con entrada a 1.100 rupias incluida. El pueblo es muy grande y tiene un 80% de sus casas tradicionales, por lo que se puede uno perder por cualquier rincón que tendrá la impresión de que ha retrocedido varios cientos de años en el tiempo. También se puede observar fácilmente como vive la gente de allí en concordancia con dicha vuelta atrás en el tiempo. Hay que decir que la ventaja del pago de la entrada en este pueblo es que parece otorgarte una especie de patente de corso y parece que a partir de ese momento puedes fotografías todo aquello que se te antoje.


Nadie te pone problemas para hacer fotografías, solo hay un lugar prohibido que es el templo de la diosa que está en la tercera plaza y que está protegido por unos soldados. El resto es vía libre para que mi mujer le pida a todo bicho viviente que se fotografía con ella.


El pueblo cuenta con tres plazas cada una más interesante que la anterior. En la primera dedicada a dos dioses hay bastantes templos. En la segunda hay un espectacular templo de cinco alturas con cinco niveles de animales que se suponen que son cada uno diez veces más fuertes que los anteriores: guardianes, elefante, leones, grifos y diosas. Había también un carro lleno de niños porque estaban preparando la fiesta de comienzo del año nuevo que se celebraba el día 14 de abril. Esta plaza es quizás la más interesante porque está llena de vida y colorido.


En una plaza intermedia estaban haciendo cosas de barro y dejándolas secar al sol.


La tercera plaza es la plaza principal y cuenta con el palacio del rey. A su lado está el templo de la diosa, único lugar que no se puede fotografiar, aunque yo no sabría muy bien porqué, ya que tampoco presenta nada de extraordinario. Eso sí, el mismo maravilloso trabajo de madera que tiene casi todas las ventanas y puertas del pueblo.


Curiosamente unos de los lugares más bonitos del pueblo son las plataformas que tienen para que se sienten las personas mayores que son todas ellas cubiertas con bonitas filigranas en las columnas que sujetan el techo y con un suelo de madera pulido, no sabemos si por los carpinteros o por las posaderas de los que se sientan pero que resultan francamente agradables para su misión.


Entre la segunda y la tercera plaza destaca una ventana con un pavo real tallado que es uno de los símbolos del pueblo.


Tomamos una coca cola en la cafetería de la tercera plaza justo mirando a la misma que es un sitio con buena pinta, que a lo mejor no hubiera estado mal para comer.

Para comer fuimos a nuestra última visita: la plaza Durbar de Katmandú. Otra imponente plaza con un templo de 9 alturas y el único edificio de estilo europeo de Nepal, un palacio de mármol blanco que la verdad es que destaca bastante como un pegote sin sentido dentro de la plaza. Nuestro guía nos llevó a comer al sitio más céntrico de la plaza el restaurante plaza Durbar, que aunque parece un sitio para guiris, y de hecho lo es, la verdad es que merece la pena porque los precios eran bastante ajustados) unos 6 euros por persona) y se podía comer un poco de todo, desde comida tibetana (los momos, especie de empanadillas con una salsa no muy picante, el plato nepalí, un arroz con una sopita y diferentes cuencos con lentejas, carne de diversas maneras y yogur para mezclar con el arroz de postre, o comida italiana). La vista desde el restaurante era magnífica pudiendo verse toda la plaza.


Una vez comidos continuamos avanzando por la plaza para ver el resto de la misma que era todavía muy interesante con una representación de la cara mala de Shiva bastante grande y nuevos templos.


De ahí nos dirigimos al barrio de Tamel atravesando varios mercadillos llenos de vida. Thamel está también lleno de vida con una multitud de gente que pulula incesantemente por allí. Por el camino se nos pegaron varios vendedores que nos colocaron como unas 30 bolsitas hechas con telas brillantes al precio de 5 euros las 10 y una flauta como de 5 euros.


En Tamel nos llevó el guía a una panadería que tenía bastante buena pinta y donde, por desgracia, se había acabado el pan normal, así que compramos una especie de pan de leche y unos bizcochos parecidos a brownies. No es que fueran ninguna de las dos cosas una maravilla pero se dejaban comer y con los buenos fiambres que habíamos traído de España montamos una comida más que pasable.

Terminando la visita de Tamel nos empezó a llover. Yo creía que en esta época del año eso era imposible pero de eso nada llovió y llovió bastante así que la vuelta al hotel tuvo que ser bastante apresurada. No problema, aprovechamos para ir a la sauna, el jacuzzi y cenar en la habitación.[/align]

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Al llegar a Delhi caminata por la terminal internacional que es uno de los recorridos más largos que he visto en una terminal aérea en mi vida y nuevo paso por inmigración con papelito y bastante parsimonia por parte de los funcionarios indios.

A la salida del aeropuerto nos estaba esperando nuestro chofer indio al que pedimos en primer lugar que nos llevara a cambiar dinero y a comer a un sitio rápido para poder aprovechar el cacho de día que nos quedaba hasta las 7 de la tarde, que teníamos que coger el tren para Udaipur. Para el cambo llamó a unos amiguetes locales, que no se si serían muy legales, pero que nos cambiaron al magnífico cambio de 63 rupias por euro. Para comer nos llevó al Mac Donald, cosa que no nos pareció mal ya que la menos era conocido. Bueno conocido relativamente, ya que sólo había hamburguesas de pollo y vegetarianas, pero al menos las patatas y la coca cola eran como en todas partes.

Después de reponer fuerzas nos llevó al fuerte rojo, pero estaba cerrado por ser lunes, así que nos dirigimos a la mezquita Jamad Mashid. La mezquita es bastante impresionante pero muy diferente a otras que se pueden encontrar por otras partes del mundo, para empezar es casi completamente abierta. La piedra tiene un color rojizo casi podríamos decir que sucio pero que queda bien en el entorno en que nos movemos.


Al entrar nos cobraron 200 rupias por la entrada, no se sabe muy bien si de manera legal, pues era un tipo allí puesto en la puerta sin ningún tipo de garita. Dejamos los zapatos al típico cuidador que nos los puso aparte, para darles un trato especial y lógicamente cobrarnos una propina especial de a 10 rupias por barba.

En el interior te cobran 100 rupias por subir al minarete, la verdad es que merece la pena por las vistas que se disfrutan desde allí del fuerte rojo y, sobre todo, de la ciudad vieja con su marasmo de casas y gentes.


Lo que es también un espectáculo es la calle de acceso a la mezquita con un mercadillo atiborrado de gente y bastantes personas con malformaciones diversas pidiendo limosna. Nos paramos un momento a ver si comprábamos unas chanclas y se nos pegaron los niños más desharrapados y sucios que he visto en mi vida. Además se te agarraban a la mínima, uno de ellos acertó a agarrarme dos dedos y casi no me puedo soltar. Luego nos acompañaron hasta el parking. Yo les advertía durante todo el camino que no les pensaba dar dinero, aunque si tenía la intención de darles galletas y caramelos. Pero ellos no desesperaban e incluso nos paraban el tráfico para que pudiéramos cruzar algunas de las calles imposibles de Delhi. Al final, les di lo que pensaba, pero no les hizo ninguna gracias, solo querían “rupis, rupis”.

La siguiente visita fue el memorial de Gandhi, de una enorme sobriedad, dentro de un agradable jardín tapado simplemente por una gran lápida de piedra negra con un farol encendido, muy en línea con el personaje que muchos admiramos. Pues bueno, ¿no era imposible que lloviera en abril en India? pues volvió a llover.

Finalmente, llegamos a la estación de Delhi. El chofer contactó con un coli para que nos guiara hasta el andén correcto y nos llevar una maleta por 100 rupias, escogió al más viejo de todos. Yo que no me fiaba cogí a otro más joven que nos seguí ay pacté otras 200 rupias por llevarnos el resto de maletas, otras tres. Lógicamente metí la pata ya que al llegar me reclamó 300 y encima el viejo se cabreó un poco. Después de un regateo di 100 al viejo y 250 al joven y arreglamos el tema.


A la llegada del tren, el viejo se presentó de nuevo para ayudarnos a acomodar el equipaje, mostrándose muy amable por lo que le di otras 50 rupias.

Dentro de la estación el espectáculo de la gente esperando el tren es inenarrable, cientos de personas con enormes pilas de equipaje esperando para montar, casi hacinadas en los andenes. MI familia estaba temiendo lo peor sobre el tren que tendríamos que coger.

El tren era bastante cutre, pero nosotros llevábamos el coche HA que supuestamente era el de la elite, bueno el de la elite era idéntico a las literas españolas de los 70/80. Nuestro departamento, que no era tal sino que estaba completamente abierto, era de 6, en el íbamos 4 y otro en una cama de otro departamento de 2. El primer extraño que nos tocó en suerte fue un señor con pintilla rara, pelo teñido de color amarillo-rojizo, parece ser que el tener el pelo canoso está mal visto y el tinte negro da dolor de cabeza, a este le convencimos para cambiar su litera por la nuestra del departamento de dos. Nos costó un poco porque no nos aclarábamos con el idioma, pero lo conseguimos.

El otro extraño resultó ser un joven ingeniero electrónico que iba de negocios a Udaipur y que hablaba un buen inglés aunque la verdad es que articulaba más bien poco, pero bueno estuvimos hablando casi tres horas de todo lo divino y lo humano. Como buen indio estaba a la última en informática y tenía internet en el móvil así que me encontró en el Facebook y hemos quedado amigos (en el sentido facebook) para siempre.

Día 12 de abril. Visita a Udaipur

Según llegamos a Udaipur nos está esperando Ugam en el andén. Nos lleva lo primero al hotel a que nos cambiemos y nos aseemos un poco. El hotel es el Shit Bawas y es una pasada, situado en el complejo del castillo tiene unas bonitas vistas sobre el lago Pichola y las habitaciones están fenomenal. Bien es verdad que como en muchos casos, se lo debemos a Ugam que se las ha apañado para darnos las mejores habitaciones.

Comenzamos la visita por el templo del centro de Udaipur. Ugam nos ha contratado a un guía local: Pushker Khetra que habla español. Nos cuenta que solo lo ha estudiado dos meses y que el resto lo aprende con los turistas, pero que no hay muchos y no tiene mucha oportunidad. Se le nota, pero tratamos de ayudarle y sobre todo de enseñarle nuevas palabras. El templo es muy bonito pero además tenemos la suerte de que están celebrando una ceremonia y nos dejan asistir a la misma. La ceremonia consiste en una serie de cánticos mientras dos hombre agitan unos plumeros y una especie de sacerdote nos bendice, al final, con agua y no sé que mas. Muy curioso.


Después vamos al palacio que es enorme y se visita casi por completo. Tiene un montón de estancias y todo está bastante organizado. La visita resulta muy interesante. El precio como siempre de a 200 rupias.


Una de las cosas más curiosas es que la mujer del Maharajá era de otra ciudad y le gustaba pensar que estaba en distintos sitios. Para eso había mandado poner cristales de colores en las ventanas y según mirabas por una u otra te podía imaginar que estabas en una ciudad diferente. Por ejemplo, amarillo: Jaisalmer, azul: Jodhpur, rojo: Jaipur, blanco: Udaipur.


Después del castillo nos toca comer en el restaurante a orilla del rio, se llama algo así como Raaj Bach. Está muy pero que muy bien y es francamente barato, por unos 35 euros comemos los cinco.

Por la tarde visitamos un jardín con unas curiosas fuentes de colorines que no es lo que más nos ha gustado de Udaipur, pero no está mal. De allí vamos corriendo al hotel a darnos un bañito en la piscina porque nos habían dicho que cerraba a las 6 de la tarde y no queríamos perdernos la oportunidad de bañarnos en una piscina de mármol auténtico, una pasada.


Después del baño nos tocaba el paseo en barca por el lago Pichola. Son las 6 de la tarde que es la hora del último barco. Nos cuenta Ugam que este barco es 200 rupias más caro que los que son antes de las 4 y por eso los turistas suelen ir en los anteriores. La verdad es que a esta hora que el calor ha disminuido se va bastante bien y aunque no llegamos a ver la puesta de sol sí que es verdad que con esta luz el palacio tiene un bonito tono beige. Durante el trayecto se paran 15 minutos a ver otro palacio que está en una isla en mitad del lago.


Después del paseo en barca tenemos que ir a un espectáculo de danzas indias. Como es tarde ya que son las 7 y cinco y el espectáculo empieza a las 7, cogemos dos tuc-tucs y les decimos que apuren. Creo que esta experiencia fue más divertida que las danzas indias. Había que ver a nuestros dos tuc-tuc lanzados en una loca carrera por las calles de Udaipur, sorteando todo tipo de obstáculos para llegar al palacio donde eran las danzas. Al final llegamos a las 7 y cuarto, objetivo conseguido.


Las danzas estuvieron bastante bien, destacando un señor que manejaba con mucha gracias dos marionetas, una mujer y un hombre, y una señora que acabó bailando con 10 cuencos de considerable tamaño encima de la cabeza.

Después del espectáculo nos fuimos a cenar al restaurante Ambrai que tiene una preciosa vista del palacio desde justo enfrente del lago. La comida como siempre regular no acabamos de acostumbrarnos a las especialidades indias, aunque en estos restaurantes de turistas suelen tener comida internacional, fundamentalmente china o italiana. El coste es bastante razonable de unas 600 rupias por persona.

Día 13 de abril. Udaipur-Ranakpur-Jodhpur.

No salimos muy pronto ya que la primera visita es el templo de Ranakpur que no abre hasta las 12 de la mañana. Nos da pena no haber pensado en tomarnos un bañito en la piscina antes de salir cosa que podíamos perfectamente haber hecho pues las piscinas en la india abren a las 7 de la mañana.

Por el camino nos lleva Ugam a visitar un pueblo. En los pueblos la gente está un poco menos maleada y aunque hay que dar la consabida propina te invitan a entrar en las casa y puede hacerte una idea un poco más exacta de cómo viven. Nosotros entramos en una casa y la verdad es que fue una bonita experiencia.


Al final del pueblo había una noria accionada por una pareja de bueyes que nos hizo remontarnos a tiempos muy antiguos.


El templo de Ranakpur es una filigrana de trabajo en mármol francamente precioso. Creo que será difícil que haya otro templo que pueda superar la belleza de este. La cantidad de columnas perfectamente trabajadas, los techos también cubiertos de mil y una figuras son un espectáculo impresionante.


Por si fuera poco hay un templo más pequeñito cerca, que si el grande destaca por la belleza de su interior, este destaca por su bonito exterior y por las vistas que desde el mismo se disfrutan del templo grande.


Acabada la visita de Ranakpur nos vamos unos 100 kilómetros más adelante a comer a un restaurante que se llama Maharana ya cerca de Jodhpur. La comida de nuevo no está mal y es muy barata, en este restaurante descubrimos las samosas y las pakoras que están muy buenas pero es de ese tipo de comida que te parecen bien para una vez pero que no te dejan ganas de repetir. Yo ya empiezo a sentir los efectos de la comida india y decido cambiar de tipo de comida en la próxima ocasión.

Por el camino nos cuenta Ugam la historia de un joven que se mató con una moto en la carretera y que después la moto volvió sola al lugar donde el chico se había matado y ahora han montado un templo muy visitado en ese lugar. Total que paramos a visitar el templo de la moto. La historia nos resulta bastante increíble pero si lo pensamos bien no mucha más que otras historias que constamos por aquí.


La verdad es que en todo el recorrido por carretera que hacemos a lo largo de la india se encuentran multitud de cosas curiosa como los rickshaw de transporte que llegan a llevar hasta 13 ó 14 bombonas de butano.


O los carros tirados por camellos


Así como multitud de camiones transportando cargas imposibles.


Antes de entrar en Jodhpur paramos en un poblado Viesnoy especializado en la realización de alfombras y tapices. La verdad es que son bastante bonitos y picamos comprando dos alfombras una de algodón y otra de algodón y yute. Eso a pesar de que en esta tienda el regateo es imposible.


Entrando en Jodhpur nos dirigimos directamente al mercado de la torre del reloj que a esta hora, sobre las 7 de la tarde, está en plena efervescencia. Es un caos considerable con montones de motos, tuc-tucs, carros y gente entremezclada con puestos de lo más diverso. La torre del reloj es bastante curiosa con unas lucecillas de colores que van cambiando. Al pasar la puerta que da acceso a la torre a mano derecha está el sitio más famoso de Lassis de la India. Nosotros estamos un poco perjudicados y decidimos pasar.


Lo que no pasamos es de comprar especias y tés en un puesto cercano, lo que más no sorprende es un tipo de té que nos sirven que no es más que una cocción de canela, cardamomo y azafrán y que lógicamente compramos. Así como tés verdes con menta, tés con guayaba, curry, azafrán y tikka masala.

Para la vuelta a nuestra vanette, Ugam nos contrata un carro tirado por un caballo, al parece en Jodhpur están prohibidos los rickshaws porque se estima que es un trabajo excesivamente duro para los que tiran del rickshaw, no me extraña.


Llegamos finalmente al hotel el Ajit Bawan que constituye una agradabilísima sorpresa, ya que por fuera es un edificio tipo palacio en ladrillo rojizo, casi morado muy bonito. Encima nos dan las mejores habitaciones, también gracias a los servicios de Ugam. En el hotel hay una especie de relaciones públicas que es un sijh de imponente aspecto. Se porta muy bien con nosotros y nos enseña los trofeos de caza del maharajá, su colección de rolls royce y se deja que le hagamos una foto a sus impresionantes bigotes. Eso sí de la propina no nos libramos.


La piscina del hotel es preciosa pasando por debajo de uno de los edificios del palacio y dando al gimnasio. Esta vez no dejo pasar la ocasión y me daré un bañito a las 7 de la mañana del día siguiente justo antes de salir.


Salimos a cenar al restaurante cercano On the rocks, que está bastante bien, aunque quizás excesivamente turístico. A la entrada tiene una ruidosa discoteca que gracias a dios termina su sesión poco después de que empecemos nuestra cena. Aunque nos pasamos a la cocina china yo casi no puedo más y con unos pocos noodles que he comido me siento explotar, así que directamente a la camita.

Día 14 de abril. Jodhpur-Puskar-Jaipur.

Empezamos el día subiendo al fuerte de Jodhpur. Este fuerte es una auténtica maravilla, con unas vistas extraordinarias sobre Jodhpur, la ciudad azul.


Además el fuerte tienen unos maravillosos patios todos ellos con las ventanas cubiertas de unas celosías de piedra auténticamente increíbles.


La colección de objetos, palanquines, sillas, armas, etc. que tiene el museo son también de una calidad extraordinaria


El conjunto constituye una muy bonita visita. Por ahora todo lo que hemos visto de la India nos parece extraordinario y realmente merece mucho la pena.
Posteriormente, nos dirigimos al cementerio de los maharajás de Jodhpur que es también un edifico hecho en mármol blando de una extraordinaria belleza. De nuevo las vistas del fuerte que se tienen desde el cementerio son francamente impresionantes.


A eso de las 12 de la mañana dejamos Jodhpur y decidimos pasar por Puskar que en principio no estaba previsto en nuestro viaje. El camino de más de 4 horas se nos hace interminable. Encima la visita de Puskar no nos gusta nada. Ugam nos busca un guía local bastante majo, pero el pueblo no parece tener otro atractivo que sus precios francamente económicos. También que hay una curiosa concentración de monos en una de las fachadas de las casas.


Bueno eso y la presencia del único templo de Brahma en India y en el mundo y la historias correspondiente de que ello se debe a la maldición que le echó su primera mujer porque Brahma había cogido una segunda mujer para hacer el fuego sagrado. El templo es, para un gusto occidental, auténticamente horroroso, con unos colorcillos rojizos y naranjados francamente infumables y encima no dejan hacer fotos.

Después de Pushkar el camino hasta Jaipur se nos hace, de nuevo, interminable ya que además se hace de noche y coincide con la hora a que los camiones pueden entrar a las ciudades, con lo que la entrada en Jaipur es una auténtica pesadilla, Llegamos al hotel casi a las 10 de la noche. Creo que habría sido mejor venir directamente a Jaipur y disfrutar un poquito de las instalaciones del hotel.

Este hotel es el Taj de Jaipur, hotel que había yo exigido aun a costa de tener un precio un poco superior. Sin embargo, me decepciona un poco, no es que esté mal pero los dos hoteles anteriores de Udaipur y Jodhpur, mucho peor clasificados en las listas de tripadvisor, me parecen francamente con muchísimo más encanto. Eso me hace reafirmarme en mi escepticismo hacia las clasificaciones de hoteles, creo que es mucho mejor fiarse de los guías locales siempre y cuando dichos guías tengan un cierto sentido ¨encanto¨ como parece tenerlo Ugam.

Día 15 de abril. Jaipur

Empezamos el día tempranito para evitar las colas en los elefantes que suben a Amber, así que a las 8 de la mañanita nos dirigimos en primer lugar al palacio de los vientos para hacer las fotos cuando el sol le da de frente, al mismo tiempo recorremos en coche todo el mercado, todavía cerrado de Jaipur y observamos el tono rojizo de los edificios que dan nombre a Jaipur como la ciudad rosa o ciudad roja, que yo creo que los indios no se aclaran mucho con la diferencia entre estos dos colores.


Enfrente de la fachada del palacio de los vientos hay el típico encantador de serpientes que nos hace la demostración a cambio de la propina, no nos quejamos en este caso, te la has ganado.


A continuación vamos a Amber a subir a los famosos elefantes. A pesar de que hemos madrugado no somos ni mucho menos los primeros y hay un poco de cola. La experiencia de subir el elefante resulta en parte frustrada por los “choferes” de los mismos, como éramos 5 necesitamos 3 elefantes, al precio de 900 rupias, pues bien a ninguno de los tres nos devolvieron las 100 rupias del cambio de 1000 con que les pagamos. Yo discutí ampliamente con el tipo del elefante diciéndole que me devolviera las 100 rupias y yo decidiría si se las daba de propina o si no pero que era mi decisión, pero no hubo manera. Luego en la plataforma de arriba donde te dejan los elefantes te obligan a salir rápido para poder descargar más viajeros así que no hay opción a seguir discutiendo y el tío se queda con las 100 rupias por el morro. Es una pena…


Este detalle refuerza mi impresión de que los indios son más bien desconsiderados, por decirlo de una manera suave. Ya tuve una primera impresión en el avión que venía de Katmandú, cuando la gente se levantaba continuamente de los asientos sin importarle lo más mínimo molestar a los vecinos, hubo uno que se levantó justo cuando iba a despegar el avión y a poco si tienen que cancelar el despegue. Luego tuve la misma impresión cuando nos encontramos con los primeros niños que te piden rupias con excesivo descaro, encima haciendo el gesto de tocar dinero. Quizás estoy acostumbrado a los niños africanos que sólo en las zonas donde están más maleados te piden abiertamente cadeau=regalo, pero que, generalmente, no te piden nada y juegan contigo y se hacen fotografías sin ningún problema. En la carretera a menudo ves como los camiones más lentos se sitúan en la derecha de las vías de dos carriles (aquí se conduce por la izquierda) obligando a adelantar por la izquierda, en una actitud bastante absurda. Finalmente nunca nos hemos encontrado a un indio delante de una puerta que nos haya cedido el paso, ni a mí, ni a las chicas. Ya sé que no conviene generalizar y que probablemente es una impresión muy a la ligera pero no puedo evitar haber tenido esa sensación. Bueno, por lo menos no es el caso de Ugam y de nuestro chofer que son de una educación exquisita y nos soportan con total estoicismo.


El fuerte de Amber, la verdad es que está también muy bien, con sus puertas decoradas y sus magníficas vistas sobre el lago y sobre el valle. Compramos una audio-guía para conocer la historia del fuerte, pero, contrariamente a la de Jodhpur, esta guía está contada como una especie de diálogo entre personajes que resulta francamente aburrido por lo que acabamos abandonándola y paseando sin tino por las diferentes estancias.


A la bajada paramos para hacer fotos en el palacio del agua y un niño nos viene a hacer unos trucos de magia, bastante simples pero realizados con bastante habilidad a este sí que te da gusto darle una propina, te la has ganado chaval.


Seguimos a la tienda de telas de Jaipur que nos recomienda Ugam. Es un almacén inmenso donde un indio de piel muy oscura y de pelo en cascada sobre la frente nos recibe y nos explica primero como aplican los tintes, para después mostrarnos un almacén inmenso de todo tipo de telas, donde hay bastantes vendedores.


Estamos solos por lo que uno se pregunta cómo se puede mantener aquello con este poco negocio, pero bueno en India las cosas son así.


Nuestras mujeres se vuelven locas en aquel almacén para nuestra desesperación y compran de todo, colchas, pasminas, se encargan blusas, trajes, trajes para ir a bodas, bueno total: tres horas. A nosotros nos da tiempo para visitar el cementerio de los maharajás de Jaipur entre medias y volver y todavía tenemos que pelear en el regateo para conseguir un descuento del 25% que no está mal aunque seguramente podríamos haber sacado algo más. A la salida compramos 4 marionetas por 300 rupias y 12 elefantitos por 50 rupias, la calidad hay que imaginarla pero bueno esto es solo para repartir a nuestra vuelta.


Después de las telas nos vamos al palacio de la ciudad que también está muy bien aunque empezamos ya a estar un poco hartos de visitar palacios diversos de diversos maharajás, pero bueno todo sea por conocer la India lo mejor posible.


A la salida del Palacio le pedimos a Ugam ir a un Mac Donalds ya que por la noche tenemos pensado ir a cenar de lujo y ahora cualquier cosa nos viene bien. Ugam nos propone atravesar el mercado local en rickshaw y allá que vamos, yo no puedo evitar acordarme de la lectura de Oh Calcuta y casi se me caen las lágrimas de ver a los conductores de rickshaw arrastrar la bicicleta con dos personas dentro en una primera rampa. Luego la cosa mejora y al menos se pueden subir a la bicicleta y pedalear. Me consuelo pensando que al menos les hemos dejado unas 100 rupias por cabeza para que puedan seguir sobreviviendo.


Del McDonald’s nos dirigimos al hotel ya que tenemos ganas de probar la piscina que está bastante bien, pero, como dije anteriormente, no mejor que la de otros hoteles del recorrido que no tenían tanta fama.

Para cenar, nos vamos a Hotel Ramblagh Palace que es una pasada. Todo es de un lujo increíble y está super cuidado. El precio de la comida lógicamente se incrementa considerablemente hasta llegar a las 2000 rupias per cápita sin vino y tomando solo dos entrantes y dos postres, pero merece la pena. El hotel es de un lujo y de una sofisticación difícil de superar. Nos ha fallado el que a la gente que llega la reciben con pétalos de flores, no es nuestro caso y no sabemos muy bien por qué, pero observamos cómo se los hacen a otros viajeros

Día 16 de abril. Jaipur-Agra.

Nos levantamos para salir a las 9, cosa de la que luego nos arrepentiríamos ya que nos quedamos sin comer. Salimos del hotel y Ugam nos ofrece parar en Galta el templo del Dios mono y le decimos que por supuesto que sí y allí nos vamos. Se nota que no es un lugar muy turístico pero sí muy utilizado por los indios. El lugar es espectacular en cuanto a topografía con un par de formaciones rocosas que enmarcan varios templos y especialmente uno de ellos con bonitos arcos. Todo está bastante ruinoso pero tiene su encanto. En el parte de arriba se ve y se oye bastante jaleo de gente bañándose en lo que nos cuentan que es una especie de lago pero no nos dejan acercarnos.


El lugar está lleno de monos que corretean por todas partes. Destaca un mono grande de cara negra que en un momento determinado emprende una loca carrera y asusta a todos sus congéneres que huyen despavoridos dejándole como rey del recinto.

Nuestra siguiente parada es Fathepur Sikri, tardamos casi 4 horas en llegar porque, como siempre, la carretera está fatal y hay coches, motos, gente por todas partes. El paso por los pueblos es especialmente penoso. Al llegar a Fathepur Sikri, nos advierten de que no se puede subir en coche y que tenemos que coger un pequeño autobús por motivos ecológicos. Ugam nos coge un guía para que nos explique la visita.


El guía es un fenómeno y no sólo nos explica el monumento sino que nos hace de fotógrafo eligiendo los lugares más adecuados para las distintas fotografías y casi obligándonos a posar en grupo para las mismas. Además va a toda pastilla de un sitio para otro. Luego nos enteraríamos de que, como íbamos mal de tiempo, Ugam le había pedido que nos hiciera la visita en poco más de una hora.

En primer lugar visitamos Fathepur que es el palacio que el rey Akbar construyó para sus tres mujeres, cristiana, hindú y musulmana, cada uno con sus estancias adaptadas a las mismas. Destaca un bonito recinto de 5 alturas completamente asimétrico desarrollando todas las alturas bajas como en terrazas a partir de la primera. Hace muchísimo calor pero aguantamos como podemos.


Pasamos a Sikri la mezquita también bastante espectacular y donde destaca la capilla de un santo sufí muy venerado. Tenemos que comprar una ofrenda de a 200 rupias para depositar en la tumba del santo y que consta de unos hilos para atar a la ventana una especie de velo y algunas flores. El velo será para las viudas del pueblo y los hilos que se atan para que formulemos un deseo que seguro que se nos concede. Accedemos al ritual, más que nada porque no parece que tengamos muchas opciones a negarnos allí plantados, flanqueados por el guía y el señor que vende las ofrendas.


Acabada la visita, el guía nos lleva a su tienda familiar de la que viene a rescatarnos Ugam. Los indios no pierden una ocasión de hacer negocio y aunque te niegues siempre están ahí intentando llevarte al huerto. De todas formas el guía me ha caído simpático con su visita a la carrera y su pasión por la fotografía de grupo, así que le atizo 500 rupiazas. Mis hijos empiezan a observar que la gente me hace excesivas genuflexiones y se preguntan si no me estoy pasando con las propinas.

Salimos sin comer y a toda pastilla hacia Agra con objeto de poder visitar el fuerte rojo antes de que cierre a las 5, A pesar de que son las 3 y media y estamos a solo 20 kilómetros de Agra, llegamos de milagro ya que el camino es complicado y atravesar Agra es una completa odisea. Parece ser que al ser fin de semana hay muchos más visitantes y todos los accesos hacia el Taj Mahal están atiborrados de la masa de tuc-tucs, taxis, buses, bicis etc. que caracteriza la india.


La visita al fuerte rojo es también muy interesante, en la puerta dice que este fuerte es el más importante de la India pero me da la impresión de que en todos dice más o menos lo mismo. La verdad es que el fuerte es muy amplio con jardines en su interior y muchos edificios diferentes, lo que pasa es que ya hemos visto bastantes fuertes y nos está empezando a parecer de que son todos un poco lo mismo.

En este fuerte destacan las vistas sobre el rio Yamuna y sobre el Taj Mahal, aunque desde aquí no ofrezca su mejor vista ya que la pureza de su mármol blanco se ve ¨manchada¨ por otras construcciones de ladrillo rojo que están delante.

Ya de vuelta a Agra compramos unas pizzas en el Pizza Hut para tener tiempo de poder descansar un ratito y disfrutar de la piscina del Hotel. El Hotel es en esta ocasión el Taj Gateway que no está mal pero es moderno y echamos de menos los hoteles con encanto que hemos tenido hasta este momento.
En las piscinas de los hoteles de la India hay que tener un cierto cuidado porque en cuanto cae el sol viene miles de mosquitos, que casi no notas, pero que te acribillan sin piedad en cuanto te paras un ratito a estirarte mientras te secas.

Después del descanso, decidimos salir de compras y vamos a una joyería donde mi mujer se decide a comprarse unos anillos de piedras de la India. Hay dos piedras características de Agra, una de color malva que forma una estrella de 6 puntas al incidirle la luz y otra negra que la forma de 4 puntas, son francamente bonitas. También parece ser que los rubíes y los topacios se dan bien en la India por lo que tienen buen precio.

Les llevamos nuevas pizzas a los chicos para que cenen y nosotros cenamos en un restaurante de lo poco que nos convence de la cocina india: pakora, pollo tikka masala y rollitos primavera, bueno estos son chinos pero están presentes por todas partes.

Día 17 de abril. Agra-Gwailor-Orchha.

Hoy si madrugamos, a las 6 de la mañana estamos camino del Taj Mahal. A pesar del madrugón no somos ni mucho menos los primeros en llegar: hay ya bastante gente aunque la visita a estas horas es francamente cómoda debido a la temperatura más que agradable y a que habiendo gente todavía uno se puede desenvolver sin mayor problema.


Ugam nos ha buscado un nuevo guía que nos explica el Taj Mahal aunque en este caso la historia es bastante conocida del rey que tenía tres mujeres y que la segunda se murió en parto del hijo número 14 y que por eso le hizo el Taj Mahal.

Me impresiona el Taj Mahal más de lo que yo pensaba por dos cosas: una es la altura de 82 metros, yo me lo imaginaba más bajito y otra por el trabajo de incrustación de piedras semipreciosas en el mármol que le dan un acabado francamente precioso al edificio.


Dicen que el Taj Mahal cambia de color con la luz pero nosotros vimos amanecer allí y no observamos ningún cambio espectacular, yo creo que cambia más bien con el filtro de los fotógrafos. Por cierto, a la entrada del Taj Mahal nos enganchó uno y, aunque solo mi mujer quería fotos, nos cogió la otra cámara que llevábamos y nos hizo fotos con ella y de paso nuevas fotos suyas con la familia en distintas poses. Muy hábil el tío porque claro, a la salida, al ver las fotos que había hecho, no pudimos por menos que comprarle el lote completo de fotos a casi 100 rupias por foto.

Al final el Taj Mahal se convierte casi exclusivamente en un marco privilegiado para realizar miles de fotos, especialmente en el banquito que hay en la plataforma intermedia que es desde donde se ve mejor el mausoleo.

Una vez terminada la visita volvemos al hotel a desayunar y recoger para salir camino de Orcha. Antes paramos en una tienda de mármol donde nos explican la manera de hacer las incrustaciones y claro está picamos comprando unos elefantitos y una cajita, los precios son bastante elevados pero el trabajo lo requiere. También paramos en una tienda de cuero, otra de las especialidades de Agra, donde me compro una cartera para el dinero.

Después de tres largas horas de camino llegamos a Gwailor, el calor es ya insoportable, está apretando de lo lindo estos días en la India. En la entrada del fuerte hay un chico que se llama Pawan que se nos ofrece como guía, dudamos al principio si elegirle pero luego nos alegramos, ya que sabe español muy bien, casi el mejor de los guías que hemos tenido y nos hace el recorrido muy interesante.


Este fuerte es especialmente bonito, en el exterior se conserva en parte la decoración realizada en esmaltes de diferentes colores con motivos de animales. En el interior destacan todos los inventos realizados para hacer más agradable la vida de las 8 mujeres del rey, aunque sólo tuvo hijos con la novena que era la hija del lechero y que no vivía en el fuerte. Hay un montón de artilugios para conseguir que entre el fresco, cosa que agradecemos porque estamos a punto de desfallecer de calor.

También destaca el sistema de comunicación por tubos en las paredes, los agarres para los columpios de las mujeres y el baño alimentado por 1600 mujeres que llenaban y cambiaban el agua. La pena es que cuando el rey murió las 8 mujeres se incineraron en este baño suicidándose. Muy interesante la vista a Gwailor y muy bueno el guía al que recompensamos con 500 rupias porque se lo ha merecido.

En el camino de subida al fuerte de Gwailor hay muchas esculturas jaimistas, una de ellas de casi 18 metros altura representando distintos dioses tipo buda. Parece ser que las mandó hacer uno de los hijos del rey y resultan bastante impresionantes, aunque nadie por allí parece darles excesiva importancia.


Después de la vista comemos en un restaurante en Gwailor e insistimos en nuestras especialidades indias, el resto de cosas podrán estar muy bien pero no nos atraen en exceso así que preferimos no arriesgar

Creíamos que ya llegaríamos pronto a Orchha pero a pesar de que hay solo 120 kilómetros tardamos casi 4 horas por la peor carretera que hemos tenido hasta la fecha. Llegamos francamente derrengados.

A la llegada a Orchha ya es de noche por lo que no podemos hacer ninguna visita y las dejamos para el día siguiente. Nuestro hotel hoy es el Amar Mehal que no es muy bueno pero sí que tiene bastante encanto ya que las habitaciones se distribuyen alrededor de un bonito patio con una también destacable piscina. Las habitaciones son enormes y están pintadas con motivos florales y las camas de matrimonio tienen dosel. Vamos que sacrificas la calidad general del hotel por una decoración más que agradable.

Al pasar por el pueblo de Orchha vemos que está preparada como para celebrar una fiesta y decidimos ir a dar una vuelta por la noche. Efectivamente hay una celebración en el templo. Quitándonos los zapatos nos dejan entrar y vemos la cantidad de gente que hay. En primer lugar, una especie de sacerdote está diciendo una especie de oración acompañada de los canticos de los fieles y en un momento determinado todos se van a hacer cola para pasar a recibir el agua que les esparce el sacerdote. Hay mucha gente y prácticamente todos pasan por delante del sacerdote, que por cierto tiene cara de pocos amigos. A nosotros no deja de sorprendernos la enorme fe que tiene esta gente en una religión tan parecida a las mitologías clásicas y, por tanto, tan alejada de nuestros estándares de religiones monoteístas.

Decidimos cenar en el hotel de bocadillos, ya se nos están acabando las provisiones pero todavía es la mejor comida que hacemos en India. Para ello nos dirigimos a un restaurante y pedimos pan normal que nos sirven envuelto en papel de plata. Durante todo el paseo por el pueblo nos ha acompañado un niño con un papagayo verde en la mano que nos pide 20 rupias, no sabemos muy bien porqué. Durante la espera para que nos traigan el pan nos ha dado conversación contándonos sus desgracias con el pájaro, total que al final le damos las monedas sueltas que tenemos que casi suman lo que nos pedía.

Día 18 de abril. Orchha-Khajuraho.

Lo primero que hacemos a las 7 de la mañana es darnos un bañito en la piscina del hotel, En casi todos los hoteles de la India la piscina abre a las 7 de la mañana y como amanece tan pronto es un gustazo poderse dar un bañito antes de salir.

El desayuno en este hotel es el único en que no hay buffet sino que hay que pedir al camarero. Aunque hay huevos, solo pedimos el desayuno continental y comemos fundamentalmente tostadas. Este hotel es evidentemente el peor que hemos tenido hasta la fecha pero no está mal y tiene su encanto.

Nos dirigimos a Orchha a ver sus palacios. La verdad es que para ser un pueblo tan pequeño tiene al menos tres palacios de los que visitamos los dos que están en la isla. El primero es muy grande pero no tiene casi nada por dentro. Sin embargo el patio principal es enorme y merece mucho la pena.


Se pueden subir tres pisos y observar una bonitas vistas de Orchha con su templos y los cenotafios de los alrededores.


El otro templo, que es más pequeño, presenta como característica principal el que las habitaciones del rey y de la reina favorita están decoradas con bonitas pinturas de escenas de dioses y animales. La sala de las audiencias privadas también está decorada con motivos florarles. La verdad es que el conjunto de palacios de Orchha está muy bien y merece la pena visitarlo.


Por el camino a Khajuraho paramos en un pueblo llamado Alipurna donde hay una especie de palacio habilitado como restaurante y tienda. Mi mujer se compra una camisa mientras nos tomamos una coca cola. Posteriormente nos damos una vueltecita por el pueblo haciéndonos fotos con los niños y las mujeres que se muestran bastante comunicativos y relativamente poco pedigüeños. Lo dicho en los pueblos la gente está mucho menos maleada.


Por el camino sufrimos un pequeño percance: se nos pincha una rueda y tenemos que cambiarla y posteriormente dirigirnos a una tienda local de neumáticos a reparar el pinchazo. En total perdemos más de una hora. Una pena porque nuestro anhelado descanso se nos ve un poco reducido.

Llegamos a Khajuraho sobre las 3 y decidimos comer de bocatas en la habitación, así que pedimos 10 tortas de naan y a hacer bocadillos. Es curiosa la diferencia, ayer en Orcha compramos el pan en un restaurante y las 10 tortas nos costaron 50 rupias hoy en el hotel, las mismas 10 torta nos salen por 735 rupias, son algo mejores pero…. El Hotel de hoy es el Ramada, un hotel correcto sin mucho encanto pero con la ventaja de que las habitaciones, en este caso, sí que son verdaderamente enormes

A eso de las 5 nos dirigimos a ver los templos de la zona este. Es buena hora ya que está cayendo el sol y no hace el calor aplastante de todo el día. Además tenemos la oportunidad de ver una bonita puesta de sol entre dos templos. El conjunto de templos de Khajuraho es espectacular, hay más de una docena de templos dispersos por un área muy bien cuidada con bonitos jardines llenos de flores de color rosado.


Los templos son famosos por sus figuras que representan posturas del kamasutra, pero casi son lo de menos ya que hay miles de esculturas más. Se nota como si muchas de ellas fueran las mismas, o al menos lo parecen, pero el conjunto es de un abigarramiento que causa un bonito efecto a la vista. Hemos tenido suerte de que hoy es no sé qué día de fiesta y la visita es gratuita, no sabemos si es por eso pero Ugam y el chofer se deciden a acompañarnos en la visita y a hacerse fotos con nosotros.


Durante la visita coincidimos con un grupo de la Universidad de Madrid capitaneado por el profesor Adrados que ya tiene sus años y se pasea por el recinto con bastante dificultad. Hay también más hispano-parlantes en el recinto, es curioso que prácticamente no hayamos tropezado españoles durante nuestro viaje y aquí los hay en importante mayoría, ¿será por las esculturas subidas de tono?

A la salida se nos ocurre dar una vuelta por el pueblo y lo hacemos en olor de multitud, con una pléyade de niños y mayores que nos acompañan intentando hacerse los simpáticos, preguntándonos el nombre, de donde somos, en fin todo lo que se les ocurre. Todos tienen un afán comercial de una u otra índole, la mayoría quieren que pasemos a ver su tienda o la de su familia, algunos te acompañan a cualquier tienda, deben ser intermediarios, y algún otro, por ejemplo un niño sordomudo, simplemente para ver si caen algunas rupias. Sorprende el buen nivel de español que tienen los chavales, supongo conseguido a base asaltar turistas españoles de este modo.

Asistimos de nuevo a un espectáculo de danzas tradicionales. Son bastante coloridas pero, también un poco aburridas para mis gusto. Me gustó más el espectáculo de Udaipur y creo que era bastante más barato.


Para cenar decidimos quedarnos en el hotel y probar la comida, no es nada del otro mundo, el buffet es todo de especialidades indias por lo que decidimos pasar y comer sándwiches y hamburguesas, por supuesto que de pollo.

Día 19 de abril. Khajuraho- Benarés.

Tenemos tiempo así que nos levantamos tardecito a eso de las diez y media y nos vamos a visitar los templos que nos quedan de Khajuraho situados en la parte este. Son también bonitos pero bastante parecidos a los otros y menos espectaculares.


De allí nos dirigimos al aeropuerto para coger el avión que nos lleva a Benarés. De nuevo el aeropuerto está lleno de españoles, pero muchos de ellos van a Calcuta pasando por Delhi por lo que les espera un día entero de viaje, aprovechamos para hablar con ellos y comentar nuestro viaje.

A la llegada a Benarés nos espera nuestro nuevo chofer Samir que nos lleva directamente al hotel Palace of Ganges. La primera impresión de Benarés es muy fuerte con una entrada absolutamente caótica. Toda la ciudad parece estar en obras con unos grandes tubos por todas partes y gente trabajando, aún así el tráfico es de locura, cada vez que das un giro te encuentras una nube de motos, ricksaw, tuc-tucs, coches, camiones y hasta alguna vaca que ocupan todo el frente de la carretera. Tú te preguntas como se va a solucionar aquello pero milagrosamente todos se van ordenando y al final te queda el hueco justito para pasar sin parar, un auténtico milagro.

El hotel Palace of Ganges está al comienzo de la zona del río y es el peor de todos hoteles que hemos tenido en todo el recorrido, casi no hay agua caliente, las toallas está no muy limpias y el desayuno es muy, pero que muy, pobre, solo tostadas. De todos modos no da la impresión de que haya mejores hoteles por allí, quizás en otras zonas de Benarés, lejos del río, sí que los haya.

Al llegar nos espera nuestro guía Raj que es un chico de cabeza totalmente rapada porque se le ha muerto una tía y al parecer esa es la costumbre. Nada más dejar las cosas en el hotel nos lleva en primer lugar al crematorio pero no hay ninguna incineración. Nos explica en que consiste el asunto y nos vamos a dar una vuelta por Benarés. Resulta que Raj vive en ese barrio por lo que nos introduce por lo que podríamos llamar el Benarés profundo. Pasemos por un sinfín de callejas a cada cual más estrecha y llenas de todo tipo de gentes desarrollando los mas variados oficios y de vacas. El tour es bastante agitado porque hay calles donde entramos o las vacas o nosotros y todo ello tratando de esquivar las frecuentes plastas que te encuentras por el camino.


Después de recorrer las calles estrechitas salimos a la calle principal donde el caos es bastante mayor y la pléyade ya vista de vacas, motos, rickshaws, tuc-tucs, etc. te acosa sin parar. Hay algún edificio bonito, al parecer palacio de algún maharajá medio abandonado. Uno de los mejores va a ser convertido en hotel.

Al final de nuestro periplo nos dirigimos a uno de los ghatt para coger una barca de remos que nos lleve a ver la ceremonia del atardecer. Unos niños nos venden los típicos cuencos con flores y una vela para echar al río durante la ceremonia a 10 rupias por barba.


Una vez en la barca lo primero que hacemos es dirigirnos al crematorio de nuevo, donde esta vez sí que hay movimiento. Podemos observar perfectamente como hay una pira preparada con el muerto dentro esperando a traer el fuego sagrado y vemos como preparan en todas sus fases otras dos. A nosotros nos da corte estar allí mirando, pero el barquero y Raj no parecen darle ninguna importancia y nos mantienen en la barca a menos de dos metros de donde están preparando las piras, sin el menor recato. Nos abstenemos de hacer ninguna foto, aunque algunas barcas que pasan hacen video y fotos a toda pastilla. Poco antes de marchar casi coincide el encendido de las tres piras al mismo tiempo, con lo que finaliza nuestra visita.

De allí nos dirigimos al ghatt principal a ver la ceremonia de la tarde. Ya está empezada pero tampoco parece que nos hayamos perdido nada. Allí, al sonido de una música, unos sacerdotes vestidos de naranja hacen unos movimientos muy parsimoniosos con una especie de lámparas con fuego. Hay miles de turistas observando la ceremonia desde las barcas y la cosa nos parece relativamente aburrida. Después de 20 minutos nos damos la vuelta. Al parecer, la ceremonia dura hora y media.


De vuelta al hotel cenamos de bocadillos porque todavía nos queda material que hay que terminar.

ADía 20 de abril. Benarés-Delhi

Al día siguiente nos levantamos para salir a las 5:45 a pasear de nuevo por el Ganges. Vemos amanecer y observamos de nuevo los ghatts con los distintos palacios de maharajás diversos que se asoman al rio sagrado.


Hay bastante gente lavándose en el río y haciendo una especie de rito que incluye dar algún que otro trago a las aguas del río….


Finalizamos nuestro recorrido en barca en una escuela de yoga donde los alumnos, unos niños, hacen yoga de manera bastante distraída y poco concentrada al son que marcan los cánticos de una especie de santón con micrófono. No da aquello mucha impresión de espiritualidad.


Justo al lado, hay un montón de peregrinos del sur de la India bañándose, ellos sí que proporcionan un espectáculo bastante más movido y colorista.


Después de desayunar vamos a hacer la vista de Benarés, viendo un par de templos sin mayor interés y el museo donde se conservan los tres leones que constituyen el símbolo, junto con la rueda, de la India. El tráfico es tan caótico o más que la víspera y yo diría que constituye el mayor atractivo turístico de Benarés.

Hoy nos toca visitar un taller de seda. El dueño nos pasea, en primer lugar, por una serie de edificios donde están los operarios trabajando. Muchos de ellos nos sonríen pretendiendo que nos hagamos una foto con ellos y, lógicamente, les demos la consabida propina. Posteriormente volvemos a caer y compramos un par de cochas y tela para camisas de seda con un descuento de un 25%.


Nos llevan a comer a un restaurante que se llama Brownie y tardan una enormidad en servirnos, cuando estamos presionados por la hora de llegada al aeropuerto, eso sí la comida está francamente buena.

Nos despedimos de Raj que también ha sido un gran guía y en el aeropuerto nuevo encuentro con españoles y salida para Delhi a la hora esperada en un vuelo de spicejet que demuestra una gran eficacia en la organización del desembarque y embarque.

Cuando llegamos a Delhi nos espera nuestro chofer del primer día, que nos lleva de vuelta al Hotel Sanrgri-la. Después del hotel de Benarés, el lujo de este hotel nos recarga completamente las pilas. Antes de cenar nos da tiempo dar una vuelta por el mercado tibetano de la calle Jankar que está al ladito del hotel. No hay gran cosa porque están cerrando pero al menos nos da tiempo a compra unos colgantes con elefantitos a menos de 1 euro cada uno.

Nueva cena de bocatas con pan europeo comprado en el hotel y ya terminamos las provisiones para poder ir descargados para España.

Día 21 de abril. Delhi y vuelta.

Por la mañana nos levantamos tempranito y nos metemos en el spa a tomar un jacuzzi, sauna, etc. y bañito en la piscina que el día es largo y hay que tomar fuerzas. Poco después, un lujo de desayuno que demuestra que el Sangri-la es probablemente el mejor de los hoteles que hemos tenido en todo el recorrido, aunque no tenga el encanto de los hoteles de Udaipur y Jaipur.

Lo primero que hacemos por la mañana es visitar el templo Birla, Un antiguo templo reconstruido por la familia Tata. Es muy bonito y sobre todo está especialmente cuidado. Además para quitarnos los zapatos tiene la deferencia de hacernos entrar en una habitación especialmente habilitada para los turistas. No cobran nada por la entrada y después de la visita cuando recogemos los zapatos y estamos dispuestos a dejar la correspondiente propina, el guarda de los zapatos nos enseña con orgullo un cartel donde se dice que no se admiten propinas, casi se nos caen las lágrimas de emoción y cuando digo en voz alta lo que todos estamos pensando: es la primera vez que no pago absolutamente nada por entrar en un monumento en la india, zas!... el guarda nos muestra, con el mismo orgullo, una caja de caudales y nos pide una donación para el templo. Donación que, por supuesto, se queda en depósito en su bolsillo. Mis compañeros casi se mueren de risa de ver la cara de idiota que se me quedó.


La verdad es que el tema de las entradas a los monumentos y las propinas en la India resulta bastante agobiante. Se paga prácticamente en todos los sitios, todo el mundo sin casi excepciones. Bueno todo el mundo que sea extranjero, porque los indios pagan normalmente 25 veces menos. Y encima en cualquier momento que ves que un indio te dirige la más mínima sonrisa, date, le falta tiempo para extender la mano y pedir unas rupias. Luego, la verdad es que con cualquier cosilla se conforman y con 20 rupias el equivalente a 30 céntimos, se quedan más contentos que unas pascuas. Por otro lado, es lógico que exploten sus maravillas, sobre todo existiendo tanta necesidad como hay en el país. Mi consejo es proveerse de todos los billetes pequeños que se pueda de 10, 20 ó 50 rupias, ya que muchas veces el agobio viene de pensar que no tienes nada que dar que no sean 500 rupias, y repartir propinas por doquier. Al final del día te habrás gastado 2 ó 3 euros y todo el mundo habrá quedado contento. Eso sí no conviene repartir dinero por la calle, por mucha pena que te de la gente, que te la dará, porque puede que no salgas vivo.

Después del templo de Birla pedimos al chofer pasar por el Pahar gangh pero nos dice que no es un mercadillo sino una sola tienda que hay en la calle. Nos da un paseo por la zona y si que parece un mercadillo, pero como es pronto está casi todo cerrado así que decidimos pasar del tema.

Siguiente parada la tumba de Omayun que es una auténtica maravilla. Todo está muy cuidado y la tumba tiene unas proporciones realmente espectaculares.


La siguiente visita es sorpresa. El chofer nos lleva al templo de loto, centro de la religión Behai. Aunque sabíamos de su existencia no habíamos mostrado un especial interés por verlo pero ya puestos… El templo es bastante espectacular por fuera, con su aspecto parecido al de la ópera de Sídney, y aunque no despierte nuestra curiosidad sí que la de millares de indios, porque el templo está hasta la bandera de visitantes. Por dentro el templo no tiene absolutamente nada, probablemente sea una característica de la religión behai, que como es sabido trata de amalgamar todas las creencias existentes, supongo que para que no se peleen no ponen ningún santo o Dios en las paredes y listo. En este templo sí que es todo gratis hasta los zapatos, pero no me atrevo a decirlo en voz alta, por si acaso.


Siguiente parada Qutur mnab: Espectacular. El minarete es sencillamente imprescindible, no es solo su altura lo que le hace precioso sino la decoración y las aristas cuadradas y redondeadas que lo forman. Además la mequita de alrededor, aunque muy deteriorada, presenta unas columna muy trabajadas y unas puertas combinando piedras de dos colores francamente bonitas.


La siguiente parada es la comida, en esta ocasión en el restaurante Suribachi, de nuevo con todo tipo de comida y en esta ocasión de servicio muy rápido. Se nota que existe un tipo de restaurantes especializado en dar de comer a turistas occidentales donde hay comida, de todos los sitios: italiana, china, mejicana, hamburguesas (eso sí la vaca sigue brillando por su ausencia) que es donde nos concentramos los turistas. Teniendo en cuenta el miedo que solemos tener a la picante comida india no nos quejamos, aunque el precio debe ser el doble que el de cualquier restaurante indio.

Nuestra siguiente etapa es el jardín de Lodi con sus tumbas. No es tan espectacular, pero hay que reconocer que el jardín está muy bien cuidado y tiene una naturaleza portentosa, hay miles de pájaros, incluidas águilas y halcones, ardillas, comadrejas etc.


Las tumbas no están muy bien conservadas pero tienen su encanto. Encima tenemos la oportunidad de disfrutar de un bello arco iris en la fuente que está delante de la tumba principal.


Acabadas las visitas empiezan las compras, vamos primero al Palika bazar en la misma plaza Conaghut. Si no te dicen donde está no lo encuentras ni de broma, ya que está como enterrado en medio de la plaza. Eso sí una vez dentro aquello es la locura ya que hay miles de tiendas minúsculas y como a cuatro dependientes por tienda que te acosan hasta la muerte. Los productos deben ser todos de imitación pero los precios son por supuesto sin competencia o, bueno, lo contrario, porque la competencia debe ser feroz. Hay muchas tiendas de productos electrónicos, pero también de vaqueros, cuero, encajes, ropa, y todo. Nos timan vendiéndonos unas memorias USB de una capacidad espectacular 64 Gb a 5 euros. Nos lo tenemos merecido. Los 64 Gb están ahí pero la velocidad de transferencia de los datos es absolutamente a pedales.

Para finalizar un último mercado: el Sarojini nagar. Otra locura que al principio da la impresión de ser pequeñito, pero que luego resulta ser también inmenso. Aquí hay más bien ropa, sobre todo algodón. No tenemos mucho tiempo, por lo que es imposible comprar nada más que alguna tontería. De nuevo el acoso de los vendedores, sobre todo de gafas de sol y cinturones es brutal

Finalmente, agotados del larguísimo día nos dirigimos al aeropuerto, no sin antes constatar que Delhi tiene dos caras, una la del primer día en los alrededores de la mezquita y del casco antiguo completamente enloquecida al más puro estilo Benarés y otra la de las grandes avenidas, como la de las embajadas, con enormes jardines y muchísimas plantas y flores.

Después de pasar por última vez los trámites de aduanas, nuestro avión de Air France sale a la hora programada sin ningún problema, llegando a París con más de media hora de adelanto[/align]

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