Un recorrido a pie por el centro histórico de Valencia y una ruta en bicicleta para un día a través de huerta, playa y ciudad. Almoina, Ángeles Músicos, Micalet, Almudí, Baños del Almirante, san Juan del Hospital, Lonja, Mercat central. Vía Augusta, Alboraia, Ermita dels Peixets, Via Xurra, Playa de la Malvarrosa, Bicimetro, Jardín del Turia Autor:LecrínFecha creación:⭐ Puntos: 5 (31 Votos)
Preparando una escapada a Dublín, por diversas circunstancias hube de desistir del plan (Ryanair y sus cambios de vuelos no fue ajeno). Creo que, en la vida y en los viajes hay que estar dispuesto a cambiar los planes y encontrar el lado bueno. Valencia fue el nuevo destino que se me vino a las manos y tengo que decir que me costó entusiasmarme (pero me entusiasmé). Y es que Valencia ya la conocía o eso creía yo. Pero los lugares y las personas cambian así que, cuando nos reencontramos siempre es otro viaje. Toda esta filosofía viajera es para contar cual fue mi ánimo: descubrir algo nuevo en la ciudad conocida. La bicicleta ayudó aportando sus propios caminos y un punto de vista peculiar.
Por cierto, somos una familia de cuatro, comprendiendo dos chavales de diez y doce años. Pero creo que el plan cuadra bien a todos los públicos. Y, gracias al suave clima de Valencia, a buena parte del año.
Bien, el propósito es descubrir rincones nuevos, pero a los pesos pesados, como la Catedral, la Lonja o el palacio del Marqués de Dos Aguas soy incapaz de no cumplirles visita. Sería como pasar sin ver a unas amistades de toda la vida. Al ser domingo, muchas entradas eran gratuitas pero la mayoría en horario de mañana. La estrategia fue, dadas las dimensiones abarcables del centro, disponer el recorrido atendiendo a los horarios. Así todo aquello con hora de cierre se concentró en la mañana. Un arroz a mediodía hizo de sabroso punto de inflexión, mientras que la tarde se convirtió en un paseo circular al aire libre por el perímetro de lo que fue muralla. Por el centro histórico llegué a ver muchos ciclistas, no obstante, las callejas intrincadas y las distancias breves invitan a recorrerlo a pie
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Valentia, Balansiya, Valencia: Centro Arqueológico de L’Almoina
En la medida de lo posible empezaría por aquí. Una excelente introducción a los orígenes de la ciudad y al flujo de su historia. No tiene pérdida. En la Plaza Décimo Junio Bruto, contigua a la Plaza de la Vírgen y a la Basílica de los Desamparados, se ve fácilmente un estanque de agua bajo el cual se vislumbran los restos de las termas. Si miramos hacia la Seo, la entrada queda a nuestra izquierda.
Este Décimo Junio Bruto merece que me detenga un poco pues es nada menos que el fundador de Valencia. Aquí señaló unas tierras como recompensa a los soldados licenciados de sus campañas lusitanas: Valentia Edetanorum, algo así como una tierra para los valientes en la región conocida como Edetania. En la visita conoceremos detalles curiosos del rito fundacional. Para los romanos, fundar una ciudad era cosa seria y ritual. Estamos en el punto exacto en el que nació Valencia -¿Dónde podríamos haber empezado mejor?- y un entorno siempre asociado a los círculos del poder. La contigua Cripta de San Vicente subraya el simbolismo de un lugar en el que todas las culturas han dejado huella.
Los reticentes con los museos no deberían desanimarse. Las explicaciones del guía y el concepto moderno de espacio arqueológico harán la visita tan ligera como la envoltura arquitectónica. El estanque que vimos en la plaza proyecta sobre los restos de las termas romanas una sensación de agua en movimiento. Grrrr, que manía con no permitir fotos. La que ves de las termas es mi pequeña pataleta ante una norma que considero absurda.
La visita ha de ser concertada previamente, lo que puede hacerse llamando al teléfono 96 208 41 73 o en el propio centro, para los menos previsores.
Almudí: mucho más que un granero.
Un edificio curioso está ahora a tiro de piedra. No pretendo recorrer exhaustivamente el centro histórico de Valencia. Como he dicho, la ciudad no me era desconocida. De ahí que haya buscado lugares más escondidos o recientemente puestos en valor y por aquí aún no me había asomado.
La voz árabe almudí designa a una medida para el cereal. De ahí pasó a nombrar el lugar donde se almacena el trigo y se controla su suministro. Ese aire defensivo que tiene el edificio da idea del valor estratégico de lo allí se guardaba. De un macizo y austero exterior como de fortín pasamos a un espacio delicadamente decorado con escenas populares y cierto aire de iglesia. La sala central fue originalmente un patio descubierto. De cuando en cuando acoge exposiciones culturales. Yo lo vi así de diáfano.
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1- Almudí: interior
2- Termas romanas en la Almoina
3- Baños del Almirante
Plaza de la Vírgen: lugar de encuentro
Y además, desde mucho tiempo atrás pues, como aprendimos en L’Almoina, aquí se cruzaban el cardo y el decumano, principales vías de la ciudad romana, dando lugar al foro. Las calles Caballeros (cardo) y Micalet (decumano) nos ayudan a reconstruir mentalmente el esquema milenario. Siempre me ha llamado la atención como, aunque los edificios desaparezcan, el trazado de las calles pervive a través de los siglos. A veces también su función y su carácter. Debo a mi profesor de historia la costumbre de intentar desentrañar algo de la historia de las ciudades mirando sus planos. ¡Gracias, Don Julián! ¿Quién sabe? Quizás por esos vericuetos de Internet llegue a leerlo.
Así pues, la Plaza de la Vírgen conserva desde la fundación misma de la ciudad su carácter de punto de encuentro y celebración y continúa siendo sede de edificios tan emblemáticos en lo civil y en lo sagrado –Catedral, Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, cerca el Palau de la Generalitat- como ya lo fuera en tiempos de Roma. Asomo a este salón principal de Valencia, unas fotos junto a la fuente –alegoría del Turia y sus acequias, que tanta vida le han dado a Valencia- y, aprovechando el horario algo más generoso de la catedral, volveré más tarde para visitarla por dentro. Ahora me marcho en busca de una pequeña y escondida muestra de la Valencia medieval.
Herencia árabe en la vida cotidiana: Baños del almirante.
Allá que voy tan dispuesta, recorriendo la calle Almirante. Como no termino de encontrar los baños, preguntamos a los viandantes, que no parecen conocerlos. Mira por donde, igual le descubro este lugar a algún valenciano, que ya se sabe…a veces no acabamos de visitar algo, de puro cerca que lo tenemos. Después de unas cuantas vueltas, damos con la discreta entrada. Menos mal, pues tengo concertada hora para la visita guiada. Es gratuita pero hay que llamar previamente al 605.275.784. Un joven con el que coincidimos en la puerta no tenía cita pero, al no estar completo el cupo de 15 personas, es admitido. Mi equivocación fue buscar en la calle Almirante. Realmente la entrada está en una callecita llamada “Banys del Almirall”, entre las calle Miracle y Palau, rodeando el Palacio del Almirante.
Los Baños, que eran públicos, datan de 1313. Época cristiana, pues, en Valencia. Sin embargo el peso de la cultura y las costumbres árabes sigue latente y el recinto adopta el esquema de un hamman. El espacio es pequeño, íntimo. Agradezco que las fotos estén permitidas y que el guía me dé tiempo a hacerlas antes de pasar de un espacio a otro. Su explicación nos introduce en el contexto histórico de lo que vemos. Algunos objetos, no demasiados, recrean la función de las diferentes salas. Pero el lugar ha sido limpiado de los excesos decorativos orientalizantes introducidos en el siglo XIX. Por cierto que, los baños funcionaron como tales durante ¡seis siglos! Hasta 1959 estuvieron abiertos al público. No llegamos a tiempo de un baño pero sí de conocer un retazo de la vida cotidiana de otras épocas, puesto hace unos años en valor por la Generalitat Valenciana.
San Juan del Hospital y la iglesia más antigua de Valencia.
En busca de más joyas escondidas llegué hasta este conjunto cuya recuperación sigue actualmente en marcha. Recorriendo la calle Trinquete Caballeros en dirección hacia el Carrer de la Mar, hay que prestar atención a un portón a la derecha. Por aquí se accede a un corredor insospechado a cielo abierto, adornado con macetas y paneles cerámicos. A nuestra izquierda queda ahora la iglesia. Entramos a un espacio austero, sosegado, bañado por la luz matizada del alabastro en los vanos. Fundada por los Caballeros de San Juan de Jerusalén en tiempos de cambio: del islam al cristianismo, del románico al gótico, de todo ello ha quedado huella en este templo que el desarrollo de la ciudad ha ido dejando un tanto oculto y, por décadas, completamente olvidado.
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Camino del Mercat
La calle Trinquete Caballeros me conduce hasta la Plaza de San Vicente Ferrer. Me detengo un poco para apreciar la portada barroca de Santo Tomás y San Felipe Neri, con su aire de iglesia romana y continuo por el Carrer de la Mar hasta la animada Plaza de la Reina, a la que se asoman dos campanarios con nombre propio en Valencia: el Miguelete o Micalet y Santa Catalina. Disfruto del soleado espacio abierto antes de sumergirme en una de las zonas más intrincadas del casco viejo de Valencia, camino de dos edificios de diferentes épocas pero que comparten un mismo cariz comercial: la Lonja y el Mercat Central.
Frente a la iglesia de Santa Catalina, un pequeño local subraya el carácter tradicional de la zona e invita a hacer un alto en al camino. Se trata de la horchatería que toma también el nombre de la santa (y es una bendición celestial en el calorcillo de junio). Si gusta y el tiempo acompaña, no se me ocurre mejor manera de reponer fuerzas para seguir conociendo Valencia que una horchata con fartons en una horchatería tradicional.
En seguida, a la izquierda, la archifamosa Plaza Redonda. Hoy están cerrados los puestos. Lástima.
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4- Sabta Catalina
5 -Horchatería tradicional
6- Plaza Redonda. Detalle.
Asomo a la Plaza Lope de Vega para mostrarles a los niños la fachada más estrecha de Valencia, posiblemente de España, aprendida de Jotape en el foro: ¡62 cm de ancho! En la calle Trench encuentro estos divertidos dibujos que adornan las persianas metálicas de un negocio de ropa laboral. Francamente, los chicos podían haber sido un pelín más sexys para estar a la altura.
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Testigos de la Valencia comercial: la Lonja y el Mercado Central
La cotorra del Mercat o pardalot, imagen que utilicé en el foro como cariñoso homenaje a los más cotorros, nos saluda desde lejos cuando desembocamos en la Plaza. Leo en “Excursiones en Familia” de Carlos Ferrís y José Manuel Almerich una tristísima anécdota en relación con esta figura de pájaro. Está tomada de la novela “Arroz y tartana” de Vicente Blasco Ibáñez y cuenta como los serranos traían a sus hijos para colocarlos en los comercios de los alrededores del mercado, distrayéndoles con la visión del pardalot para alejarse de ellos en un intento de que encontraran un futuro mejor. Los paralelismos con situaciones que se dan hoy en día son inevitables y hacen más estremecedor aún el relato.
El soberbio edificio modernista no muestra hoy domingo el bullicio que lo caracteriza y que conozco de otras ocasiones. No obstante, no faltan puestos de sellos, monedas y otras piezas de colección en dirección a la lonja. Adecuadísimos en este entorno dedicado durante siglos a los intercambios comerciales.
Sin cambiar del todo de tema ni de espacio, un salto en el tiempo nos lleva a la magnífica Lonja de Valencia que, con su aire de catedral del comercio, fue testigo de la prosperidad de las relaciones comerciales en la Valencia de la baja edad media. Su sobrenombre, “Lonja de la Seda” habla de la importancia de esta industria en el pasado y pone un toque refinado y oriental, casi de cuento. Hay que experimentar la sensación de caminar entre palmeras en la Sala de Contratación antes de acceder a las restantes dependencias a través del Patio de los Naranjos. La monumental escalera de piedra nos conducirá hasta la Cámara Dorada del Consulado del Mar cuyo techo de madera policromada hará que alcemos la vista. No se advierte fácilmente que procede de un edificio diferente, de tan bien como encaja en este lugar.
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7- Cotorra del Mercat o pardalot
8- Lonja. Detalle de la Sala de Contratación.
9- Palacio del Marqués de Dos Aguas
Portada del Palacio del Marqués de Dos Aguas o la piedra en movimiento
Para el final de la mañana había dejado la más célebre imagen del churrigueresco valenciano en la portada del palacio del Marqués de Dos Aguas. No soy muy de los excesos del barroco, quizás su omnipresencia en el sur hace que me llame menos la atención que otros periodos en el arte, pero no puedo dejar de admirar como la piedra “fluye” en perfecta alusión al título de los señores que aquí habitaron. Me vienen a la memoria ciertos versos grabados en un lugar bien diferente, como es la Alhambra:
Tan semejante lo que fluye es a lo inerte
que no sabemos cuál de ambos discurre.
Esto dio de sí la mañana. No quedó tiempo para visitar el interior del Palacio, que alberga el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias pero lo conocía de anteriores ocasiones. Las coloristas y renombradas cerámicas valencianas (Manises, Paterna) están acompañadas por enseres, vestimentas, sedas y abanicos valencianos, ¡incluso carruajes! Merecen visita no sólo por su vistosidad sino por lo que nos cuentan, desde las cocinas hasta los salones, acerca de la vida cotidiana en otras épocas.
Para el almuerzo había escogido una arrocería tradicional, El Forcat, cerca de las Torres de Serrano. Es curioso, porque no contestaban al teléfono y la web estaba fuera de servicio. Esto me hizo comprobar la potencia del foro. Pregunté en el hilo correspondiente si alguien sabía qué pasaba con este restaurante y un amable usuario, vecino del restaurante, hizo averiguaciones y me dedicó su primer mensaje para informarme de que estaban en proceso de reformas pero esperaban abrir de nuevo para las fechas que me interesaban. Así fue finalmente. Como ya comenté en el foro, los arroces los sirven para un mínimo de dos comensales y no es necesario encargarlos. Me hubiera gustado conocer el arroz al horno pero no estaba disponible ese día. Tomamos arroz con bogavante. De punto lo encontré un pelín entero pero ésto va en gustos y cualquiera puede tener un mal día. Es verdad que lo que hace subir la cuenta es la picaeta pero es fácil sucumbir ya que, como en cualquier arrocería, es necesario esperar una media hora a que esté listo el arroz. Me gustó encontrar menús infantiles diversos, alguno incluía paella.
Los Ángeles músicos y el Santo Cáliz en la Catedral.
El horario algo más generoso de la Catedral me permitió invertir parte de la tarde en esta visita. Nada más entrar, recomiendo visitar a la derecha La Capilla del Santo Cáliz, cuya traza gótica escapó a las reformas del XVIII. Tradiciones y leyendas en torno al Santo Cáliz aparte, resulta llamativo el retablo de alabastro con los doce relieves de Giuliano Poggibonsi, (discípulo de Ghiberti, el autor de las célebres puertas del baptisterio de la Catedral de Florencia).
Se puede decir que el renacimiento italiano entró en España por Valencia y de la mano de la influyente familia Borja-Borgia. Precisamente mi próximo objetivo es un encargo de Rodrigo de Borja a su regreso de Italia y realizado por los pintores Francesco Pagano y Paolo de San Leocadi, venidos con su séquito. Dirijo mis pasos hacia la Capilla Mayor donde unas pinturas renacentistas han “renacido” en los últimos años. Se trata de los Ángeles Músicos, ocultos largo tiempo tras una bóveda barroca, que lucen ahora todo su colorido tras finalizar los trabajos de restauración. Se los conocía a través de documentos y el estado en que se hallaron fue sorprendentemente bueno. Fijaos que vistosas (y eso que la foto no les hace justicia). Tomo asiento un rato para contemplar a placer los frescos (y para tomar fuerzas para la subida que me espera a continuación)
10- Plaza de la Vírgen
11- Ángeles músicos en la capilla mayor de la catedral
12- Capilla del Santo Cáliz
Tertulia de campanas
Termino de rodear el interior de la catedral en sentido antihorario para llegar a un campanario con nombre propio en Valencia, nombre, por cierto que toma prestado de su campana de las horas, bautizada el día de San Miguel. De ahí el nombre de Micalet o Miguelete para este emblema de Valencia. Se paga entrada y se asciende a través de una escalera de caracol más bien estrecha, pero las vistas ya bastan como aliciente. No en vano sirvió también en el pasado como torre vigía. 207 peldaños después, la panorámina sobre la ciudad es admirable y ningún edificio la estorba: la ciudad vieja con su forma de almendra, salpicada de esas cúpulas azules de teja vidriada que tanto me gustan, la mancha verde del Jardín del Turia, más allá la ciudad moderna. El conjunto calatraviano de la Ciudad de las Artes y las Ciencias se identifica al instante, con el puente del Assut de l’or como estandarte. Y al fondo, la cinta azul del mar. En Valencia lo echo de menos, la ciudad vieja se guarece tierra adentro y el horizonte marino no se hace visible. Sólo los grupos de visitantes procedentes de los cruceros y los nombres marineros de algunas calles me han recordado que estoy en puerto de mar. Mañana le pondré remedio, recorriendo la Valencia portuaria, pescadora y playera. De momento, me conformo con ese ribete azul difuminado.
Y ya que estamos, algunas curiosidades sonoras de esta torre-campanario. Aquí en la terraza tenemos al rotundo Micalet (7514 kg) en la espadaña y, sobre él la campana más pequeña de los cuartos. Pero debajo de nosotros está la Sala de las Campanas con otros de los habitantes bien avenidos de esta torre: La Caterina (1305) -la decana en funcionamiento en todo el antiguo reino de Aragón-, el Jaume, l’Ursula, el Pau, l’Arcis, la Maria, el Vicent, l’Andreu, el Manuel, la Barbera, la Violant y, en el cimborrio, el Cimboriet completan la notable tertulia camapnera. Cada una con su nombre, es fácil imaginárselas como un grupo de charlatanas y viejas amigas. Pero están al día, no creas. La torre de El Micalet contó en 1378, con el primer reloj mecanico de España para regular el toque de las campanas. Actualmente el toque de las campanas de horarios regulares está informatizado. Mientras bajo, me pregunto qué decidirá el nombre, en femenino o masculino, para una campana.
Cerca de aquí, en el umbral de la Puerta de los Apóstoles, cada jueves, a las doce del mediodía mientras tocan las campanas del Miguelete, se reúne el Tribunal de las Aguas para resolver acerca de los asuntos relacionados con el riego en la huerta. Se puede asistir a las sesiones de este Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que data de la edad media y es todo un ejemplo a seguir en búsqueda de la concordia y conservación de las tradiciones. Si tu visita cae en jueves…¿por qué no?
Un paseo de ronda
Terminadas por hoy las visitas con horario, me decido por pasear por las zonas de ensanche de la ciudad vieja, siguiendo el rastro de lo que fuera muralla.
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Las Torres de Serranos son un buen comienzo para este recorrido desde el medievo hasta el modernismo y el mejor testimonio de la muralla desaparecida, como tantas otras en nuestras ciudades, allá por el siglo XIX en aras de un nuevo concepto urbano. Por mucho tiempo fue la principal entrada a la ciudad murada. Sobre el origen de su nombre, leo que era utilizada por las gentes que llegaban desde la Serranía por el camino real de Zaragoza. Otro símbolo para los valencianos, desde aquí cada año la fallera mayor proclama la Cridà (llamada) para que todos participen de las fiestas falleras.
Aunque por hoy he tenido bastante con el Miguelete, es posible subir a las torres.
Continúo mi ronda en el sentido de las agujas del reloj, para pasar por delante del Palacio de Benicarló, sede de las Cortes Valencianas. Antes fue casa señorial de los Borja y otras familias notables en la ciudad. A caballo entre el gótico final y los nuevos aires del renacimiento, las dimensiones de este edificio remedan el poderío de los señores que lo mandaron construir.
La expresión “Cortes Valencianas” recupera una denominación histórica en el Reino de Valencia para un parlamento autonómico de nuestro tiempo. Es posible concertar una visita guiada en www.cortsvalencianes.es Hoy domingo no hay visitas por lo que, para mi, queda para una futura ocasión. Me dejo impresionar unos instantes por el porte severo y aristocrático del edificio y continuo a la vera del Jardín del Turia hacia el neoclásico Palacio del Temple. Aunque reconstruido sobre un monasterio asolado por un terremoto, conserva en su nombre el recuerdo de la orden templaria, a la que perteneció así como a la de Montesa una vez desbaratada aquella. Actualmente alberga la Delegación del Gobierno. Me detengo unos minutos a admirar sus líneas clásicas, de aire italiano y me dejo conducir por el Carrer del Governador hasta el de la Mar. En este tramo urbano me llaman la atención el gótico elegante y sencillo de la Casa Natal de San Vicente Ferrer y, a su lado, la explosión historicista del edificio de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, sede actual del Centro Cultural Bancaja. En las proximidades, la Puerta de la Mar sustituye y rememora a una antigua puerta donde la muralla se abría hacia el puerto.
Cerca está la Universidad Literaria. Volveré otro día para acceder a su claustro desde el Carrer de la Nau. Aunque el edificio actual data del s. XVIII, la Universidad de Valencia fue creada en 1502 por acuerdo entre los Reyes Católicos y el valenciano papa Alejandro VI. No hace mucho, por tanto, que la institución celebró su V centenario. Actualmente, la mayoría de las facultades se ubican en la periferia, en las avenidas de Blasco Ibáñez y de los Naranjos. Gracias a la red de carriles-bici espero conocer esas nuevas zonas mañana.
Cerca está también el Mercado de Colon. Lo visitaré en día laborable cuando tiene más vidilla su entorno comercial. Pero aprovecho para comentar algo de esta audaz obra modernista de 1916 que tiene algo de industrial y de ferroviario y en la que llaman la atención sus laterales abiertos. Aunque nos habla del auge de la agricultura en la huerta valenciana en el s. XX, no funciona actualmente como mercado de frutas y verduras, sino como pequeño centro comercial, incluyendo cafeterías y coloristas puestos de flores. El antiguo mercado ha marcado tendencia en la zona, que encuentro poblada de tiendas de ropa, calzado, regalos, etc.
A través de la calle Pintor Sorolla pongo rumbo a la Plaza del ayuntamiento. Se respira prosperidad en esta zona burguesa de los siglos XVIII- XX. Más sedes bancarias en notables edificios: imponente la característica silueta en chaflán del Banco de Valencia. Más sereno y palaciego el Banco Urquijo, ocupando la residencia dieciochesca del marqués de Huarte o de Penalba.
En la calle Barques encuentro el Teatro Principal, (s. XIX), actualmente en activo, siendo propiedad de la Diputació de València.
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13- Calle Quart, con las torres al fondo
14- Estatua del filósofo y humanista Juan Luis Vives en el claustro de la Universidad
15- Interior del Mercado de Colón
Y desde esta calle vengo a desembocar en la Plaza del Ayuntamiento, amplio salón de la ciudad moderna al que se asoman, además del monumental ayuntamiento de aire barroco (s. XX), el Ateneo Mercantil, la Filmoteca de la Generalitat y el edificio de Correos. Una curiosidad: en el Centro Arqueológico de la Almoina aprendí que la primitiva ciudad romana se fundó sobre una isla fluvial. Pues bien, estamos en los confines de esa isla, determinados por un ramal del Turia que discurría por la actual Avenida de María Cristina.
Por la Avenida del Marqués de Sotelo me dejo caer hacia la Estación del Norte. El nombre esconde una curiosidad pues el edificio, que se emplazaba al sur de la ciudad, recibe su nombre en realidad de la Compañía que lo administró durante largo tiempo. Me atraen las estaciones y ésta, de traza modernista, es bastante original. Fue concebida para servir como tarjeta de presentación de Valencia ante el visitante, aunando modernismo en sus líneas, y tradición en los motivos huertanos o el uso de la cerámica vidriada. Las dos torres en los extremos recuerdan a la de… ¿Qué otro emblemático edificio civil en Valencia?.............. ¡Eso es! La torre de la Lonja. Lo local y lo cosmopolita conviven bastante bien en esta fachada. Presidiendo el conjunto, un águila, símbolo de la rapidez. Contigua a la estación se situó la plaza de toros en esta zona de ensanche en la que, una vez demolidas las murallas surgieron amplios solares con que dotar de nuevas edificaciones a la ciudad.
La ronda de la muralla continua por Carrer de Xativa hacia Guillen de Castro. En el punto de unión de las dos –Plaza de San Agustín- confluye la Calle de San Vicente Mártir, vestigio de la Vía Augusta romana a su paso por Valencia. La Vía Augusta es la calzada romana más larga de la Península Ibérica. Su recorrido de unos 1500 Km (que se dice pronto) va desde los Pirineos hasta Cádiz atravesando la Comunidad Valenciana que, de hecho, se conforma históricamente siguiendo su trazado. Mañana, mi ruta en bicicleta seguirá el rastro de tan augusta vía así como de antiguos caminos de hierro.
En este punto, la Iglesia de San agustín es el único vestigio, muy reformado, de un convento de frailes ermitaños que aquí estuvo emplazado desde el s. XIII
Mi paseo casi circular me lleva a continuación hasta el Jardín del Hospital, así llamado en recuerdo del Hospital de Pobres Inocentes (1409) del que quedan algunos restos y en particular su portada gótica. Este entorno arqueológico alberga además la Biblioteca Pública de Valencia y el MuVIM (Museu Valencià de la Il.lustració i la Modernitat)
Y ya estamos de lleno en el barrio de Velluters (vellut = terciopelo) que nos recuerda, al igual que la Lonja, la importancia que alcanzó Valencia en el pasado como centro productor de seda. En la C/ Hospital se encuentra el Colegio del Arte Mayor de la Seda, heredero del antiguo gremi de velluters y que fue la corporación más importante de productores de seda. La casona, del s. XV alberga un museo actualmente cerrado por trabajos de restauración. La pequeña Plaza del Pilar es muy conocida por su falla. A pesar de la presencia de nuevos centros culturales, el barrio acusa una cierta dejadez que contrasta con otras zonas muy beneficiadas por grandes inversiones en torno a la cultura y el deporte. Lástima.
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16- Monumento al "Palleter"
17- Portal de La Valdigna
18- Estación del Norte
De puerta a puerta, me planto delante de otro testimonio gigante de la ciudad amurallada: las Torres de Quart. Este portal enlazaba con el camino de Castilla. Las desaparecidas puertas del Mar, hacia el este, y de San Vicente, hacia el sur, completaban el conjunto de puertas medievales. En estas quedan signos muy patentes de los impactos recibidos durante la Guerra de la Independencia. Por cierto, que junto a las torres está el monumento a Vicente Doménech el “Palleter”, un humilde vendedor de pajuelas (palla) para encender el fuego, al que se recuerda como el primero en llamar a la rebelión contra las fuerzas napoleónicas.
Me interno por la calle de Quart. En la Plaza del Tossal se encuentra la galería del mismo nombre en cuyo sótano se exhiben restos de la muralla árabe. Desde aquí me desvío a la izquierda, internándome en el Barrio del Carmen en busca de otro recuerdo de la ciudad medieval: el Portal de la Valldigna (s. XIV) que daba paso al arrabal de la morería. Se dice que junto a este lugar presenció Fray Joan Gilabert Jofré como unos muchachos agredían a un deficiente mental. El hecho influyó en su determinación por fundar el Hospital de Pobres Inocentes del que se dice que fue el primero para enfermos mentales en Europa y junto a cuyo emplazamiento pasé recientemente en mi paseo de hoy. Sobre el portal, un retablo de factura contemporánea sustituye al anterior del s. XVI. Representa al rey Jaime I ofreciendo al abad de Santes Creus el terreno para construir el monasterio de la Valldigna. Una pequeña leyenda en torno al nombre del Monasterio y de la Puerta: El rey, de regreso de sus campañas frente a los musulmanes en tierras meridionales, pasó por un fértil valle cuya vista le impulsó a comentar al mencionado abad: “Vall digna per a un monestir de la vostra religió" a lo que el religioso contestaría: “Vall digna senyor, vall digna” Y si lo decía el rey, no había más que hablar. Hízose el monasterio, dio nombre a su comarca al SE de la provincia y –por extensión- al escondido portal en el Carme. Una curiosidad más: en las inmediaciones funcionó la primera imprenta de España y en ella se imprimió nuestro primer libro: “Obres e trobes en lahors de la Verge Maria” en lengua valenciana (1474). El portal y su entorno los encuentro un tanto dejados, con contenedores de basura apiñados allí mismo. El del Carmen me parece otro barrio popular y con solera en Valencia que necesita que se le dedique más atención.
La Calle de Quart de paso a la Calle Caballeros, la elegida por las familias señoriales desde la edad media para establecer sus casas solariegas. Ya fuera eje principal de la ciudad en la antigüedad y eso imprime carácter. Termino mi recorrido frente a otro imponente edificio civil: Palacio de la Generalidad, sede del gobierno de la Comunidad Valenciana. El edificio comenzó a erigirse en el s. XV y ha experimentado sucesivos añadidos y reformas por lo que exhibe una variedad de influencias artísticas que se superponen al gótico tardío de su traza primitiva.
Esto dio de sí un día recorriendo a pie el centro de Valencia (En mi “paseo de ronda” las visitas fueron todas exteriores). Es curioso porque de regreso en el hotel, a mis acompañantes masculinos aun les quedó humor para ir a probar el gimnasio. Nosotras tenemos la fama, pero que creo que ellos también tienen sus misterios.
Hay mucho más, desde luego. Valencia está fuerte en museos como el de la Ciudad, el Arqueológico, IVAM, de Bellas Artes, casa de las Rocas (en torno al Corpus), del Ninot, del Arroz…todo el complejo de ocio y cultura de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias en su envoltura de arquitectura y jardines a cargo del valenciano Santiago Calatrava…y si hablamos de jardines: los del Real. Botánico, de Monforte, Parque de Cabecera, Jardín del Turia…mañana la bicicleta me llevará cerca de muchos de estos lugares. Algunos habrá tiempo de visitarlos y otros quedarán para una próxima ocasión.
Recorrido de un día completo utilizando la amplia red de carriles bici y la iniciativa “Bicimetro” cuyo nombre lo explica todo.
Planes previos
Investigando algo diferente para hacer en Valencia en esta ocasión, empecé a darme cuenta de que la ciudad ha apostado seriamente por integrar a la bicicleta en su espacio.
Los planos de carriles bici que me salían al paso eran muy prometedores, pero me preguntaba si era fruto de un impulso político momentáneo o estaban bien mantenidos. Pregunté en el foro la cuestión y obtuve respuesta positiva de Moralinda. Además, mis hijos tuvieron una buena idea que consistió en utilizar la herramienta “Street View” de Google Maps y pasar revista a los tramos que nos interesaban.
Despejada la duda, di con la iniciativa “Bicimetro” del Metro de Valencia. Además de la posibilidad de que los ciclistas utilicen la red de metro y tranvía para sus desplazamientos, la web www.metrovalencia.es contiene 18 rutas por los alrededores de Valencia explicadas con fotos y buen nivel de detalle.
Otro recurso valioso con el que terminé tropezando fue el libro “Excursiones en familia 4. Paseos a pie y en bici por la ciudad y la huerta de Valencia” de Carlos Ferrís y José Manuel Almerich que parecía que lo habían estado escribiendo para nosotros. Está editado por el Centre Excursionista de València y resultó una joyita, no sólo para el tema bici sino también para toda clase de visitas en la ciudad. Sus 8 rutas a pie y cuatro en bicicleta están pensadas para hacer también con niños y bastante bien detalladas. ¡Me dieron ganas de hacerlas todas! Otro punto a favor es su tamaño, como para llevar encima y la abundancia de planos y fotografías.
La web viajarenfamilia.net fue la tercera fuente de información que manejé para trazar mi propia ruta. Sus fichas técnicas, más escuetas, sirvieron, no obstante como complemento.
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Lo siguiente fue pensar en el alquiler de las bicis. Preferí llevarlo previamente apalabrado, así que estuve viendo oferta en Internet. Por situación, tarifas y claridad de la información elegí Doyoubike. No obstante, por lo que ellos mismos comentaron, entre semana no suele haber problema para alquilar bicicletas. Otra cuestión es el fin de semana. Una vez en Valencia pude ver bastantes negocios de alquiler, incluso en las estaciones de servicio. El hotel también disponía de diferentes folletos publicitarios, alguno anunciaba la opción de entrega y recogida a domicilio, incluso. La oferta para alquilar bici es abundante y variada en Valencia actualmente.
Y por último fue surgiendo la ruta. La idea primera era buscar caminos que nos acercaran a la huerta. La disyuntiva era: sur hacia Picanya o norte hacia Alboraya. La huerta norte ofrecía además la posibilidad de un regreso junto a la playa y “Bicimetro” facilitaba un salto al centro para terminar recorriendo el Jardín del Turia. Mi devoción por la horchata, cuyo origen está en la localidad huertana de Alboraya, hizo el resto y éste es, de un vistazo, el esquema, combinando tres rutas en una:
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El pedaleo propiamente dicho, a grandes rasgos:
-3,5 Km desde el inicio de Avda. de Aragón hasta Alboraya
-1,5 Km por el Barranco del Carraixet hasta la Ermita dels Peixet, junto a la playa
-4 Km desde la ermita hasta el puerto, a través de los paseos marítimos
-8 Km por el Jardín del Turia: unos 6 Km lineales incluyendo un tramo de unos 2 Km que se recorrió en ambos sentidos.
-en nuestro caso, 1 Km extra para devolver las bicis en Avda. del puerto completaron unos 18 Km de recorrido ciclista, fundamentalmente llano, en general con buen firme (algo irregular por el Carraixet y hasta el inicio del paseo marítimo), con algún defectillo de señalización que mi diario intenta paliar, variado y apto para todos los públicos.
Vía Augusta-Vía verde hacia Alboraya
Recogemos nuestras bicis en la tienda de la Avenida del Puerto y, a favor de su carril-bici, pronto alcanzamos la avenida de Aragón. Circulando con niños, estos tramos urbanos son los que más me preocupan. Pero en seguida me doy cuenta de que los vehículos a motor están habituados y son respetuosos con los ciclistas. Por nuestra parte, seremos respetuosos con ellos y con los peatones. Precisamente éstos últimos son los que plantean los mayores problemas pues, en los cruces que compartimos, tienden a cruzarse en diagonal para acortar trecho invadiendo el carril-bici y hay que andar con ojo. Por su parte, el carril bici está bien mantenido y llama la atención la señalización, ¡incluyendo bici-semáforos!. Con frecuencia veremos nuevos tramos en preparación. La apuesta de Valencia por la bici es decidida, tiene mucho a su favor en esta tierra, y los ciclistas responden.
Al inicio de la Avenida de Aragón vemos antiguos edificios ferroviarios testigos de la antigua vía férrea Valencia-Calatayud, hoy convertida en vía verde. Nuestro recorrido también coincidirá en parte con la antigua Vía Augusta. Un camino cargado de historia, pues.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
19- Inicio del carril-bici en Avenida de Aragón
20- Estadio de fútbol de Mestalla
21- Semáforo en el carril-bici
Al comienzo de este mini-viaje en el tiempo, dejamos a la derecha el vanguardista Edificio Europa y a la izquierda el campo de fútbol de Mestalla y el Ayuntamiento Nuevo.
En el cruce con la Avenida de Blasco Ibáñez cabe continuar por su carril bici bien hacia la derecha, bien hacia la izquierda para, dando un rodeo alcanzar nuestro objetivo que es el inicio de la Vía Xurra, en la gran rotonda en la que confluyen la Ronda Periférica Norte y la Avenida de Cataluña. De esta manera todo el camino discurre por carril-bici. Nosotros hicimos algo más directo incluso: bici en mano, cruzamos por el paso de peatones la Avenida de Blasco Ibáñez hasta un tramo de acera de ancho generoso junto a la Avda. de Cataluña que permitía continuar pedaleando. Cruzamos con todas las precauciones la línea del tranvía y en un momento nos plantamos en la rotonda de marras. Esperaba que el inicio de la Vía Xurra estaría mejor señalizado pero lo cierto es que me pareció un tanto escondido. La mejor pista podría ser un pino bastante grande, junto a la Ronda Norte, cuyas ramas dibujan una “V”. a su lado se abre un camino y, a escasos metros, comienza la vía con su inconfundible firme en tono rojizo y unas marcas azules y blancas en los bordillos que nos recuerdan que estamos transitando por una antiquísima vía romana. El ancho es suficiente para que se crucen ciclistas en sentido opuesto, pero hay que circular con precaución pues la vía es compartida con los peatones. Me llamó la atención encontrar personas con capazos, sombrero de paja y atavíos huertanos de faena. En día laborable, más incluso que ciclistas.
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Detalle del comienzo de la Vía Verde a Alboraya-Vía Xurra
Al principio huerta y ciudad se confunden en la frontera en que la segunda parece engullir a la primera. Pertenezco a una generación que ha alcanzado a conocer el final de un mundo rural que se perpetuaba casi inalterado durante siglos. Ahora se transforma aceleradamente a un ritmo que le es ajeno. Al igual que con los pescadores, con estos pequeños agricultores desaparece un mundo de hombres independientes.
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22- Marcas que recuerdan el paso de la Vía Augusta por este lugar
23- Vía Xurra
24- La ciudad parece engullir a la huerta
Pasamos junto a algunas de las ocho acequias principales que riegan la Huerta de Valencia y me viene a la memoria la fuente de la Plaza de la Virgen, donde figuran como muchachas valencianas derramando agua de un cántaro en torno al Turia. Empiezan a verse algunos cultivos de chufa a ambos lados del camino. Así se anuncia Alboraia, la cuna de la horchata. ¿Sabías que la chufa procede de Egipto y otras zonas del NE africano y, como tantos otros cultivos venidos de oriente, fue introducida por los árabes?
Al entrar en la población llama la atención una barraca a mano izquierda. La barraca es la vivienda rural más humilde, a base de paja, cañas y adobe y cuyos orígenes se remontan a la época prerromana. Nos adentramos en esa dirección en busca de la Avenida de la horchata. Buena idea dedicarle una avenida al producto que le ha dado vida y fama a la población y que además está riquísimo. Nosotros también le vamos a dedicar un alto en el camino y es que la horchata, tras el pedaleo, sabe incluso mejor. En la célebre horchatería Daniel nos dimos este ágape:
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Sin comentarios
Después de reponer fuerzas, nos adentramos un poco en el pueblo pasando junto a algunas bonitas casas de estilo colonial. Visitamos la iglesia parroquial de la Asunción (s. XVIII) en cuyo lateral se representa el milagro “dels peixets” en un panel de cerámica. Cuenta la leyenda que un sacerdote, al cruzar el barranco del Carraixet perdió las sagradas formas que consigo portaba, pero unos peces se las retornaron portándolas en sus bocas.
Cuando dejemos Alboraya a la vera del Carraixet pondremos rumbo precisamente hacia la ermita que conmemora el milagro. Pero antes nos detenemos en otra pequeña curiosidad alborayense y es el Puente del Moro, de 5 m de ancho por 8 m de longitud, que salvaba la acequia de Vera y actualmente adorna el Paseo de Aragón, coincidiendo con nuestro carril-bici que en este punto recuperamos.
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25- Acequia junto a la Vía Xurra
26- Puente del Moro en Alboraya
27- Portada de la Iglesia de la Asunción en Alboraya
De camino al mar
A la salida de Alboraya hay que extremar las precauciones en un cruce y un poco más adelante la vía Xurra salva el Barranco del Carraixet mediante un puente. Una sugestiva extensión de este paseo consistiría en seguir hacia Almàssera y visitar su Museo de la Huerta. La Vía Augusta continúa adentrándose en la Huerta Norte y una propuesta de Bicimetro Valencia consiste en llegar hasta Rafelbunyol regresando a la ciudad en metro. Nosotros, en este punto, tomamos un camino más marinero a la vera del Carraixet. Este tramo me planteaba dudas, al no tratarse propiamente de un carril bici. De hecho, el firme era irregular con lo que los chicos disfrutaron y yo me alegré de haber escogido bicicletas “todoterreno”. Había que prestar un poco de atención a los baches, pero a cambio de eso tengo que decir que este trecho, que busqué como un simple enlace a la ruta costera, me obsequió un bonito paisaje de huerta. Hacemos un alto en el camino para leer un panel explicativo acerca de las casas de huerta que estamos viendo en esta zona. Se trata de un tipo de construcción, más complejo, que vino a sustituir a la humilde barraca al mejorar el nivel de vida de los agricultores. El arreglo de barracas llegó a prohibirse ante el peligro de incendio que representaba su cubierta vegetal, acelerándose así su sustitución por el nuevo prototipo.
Vemos incluso patos nadando en el Carraixet que , encauzado en este tramo, lleva una discreta cantidad de agua. Hacia la desembocadura se ven bastantes pescadores. Nuestro camino pasa bajo la autovía V-21 a Sagunto y termina junto a la Ermita dels Peixet donde tengo que cumplir una promesa contraída esta misma mañana. La cosa fue que estaba yo haciendo algunas preguntas sobre la ruta al encargado de la tienda de bicicletas cuando un espontáneo tomo para sí la tarea de orientarme. Era un señor mayor, de maneras un poco secas, que no me dejaba meter baza. No obstante, la voluntad era buena, las indicaciones también y me reté a mi misma a hacerle sonreír. Con mi tono más dulcecito se me ocurrió decirle que, cuando llegara a la ermita gracias a su ayuda, rezaría por él. Objetivo logrado, afloró la sonrisa en el rostro adusto y ahora he de hacer mi parte. Con sentimiento religioso o sin él, lo cierto es que en este paraje tan tranquilo hoy no resulta difícil tener un recuerdo para mi espontáneo ayudante y desearle el bien.
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28- Panel explicativo sobre las casas de huerta junto al Carraixet
29- Motivo en cerámica del milagro dels peixets en la Iglesia de la Asunción de Alboraya
30- Ermita dels peixets
Tras un descanso y unas fotos, enfilamos el camino de la playa de la Patacona que en continuidad con la Malvarrosa y la de Las Arenas forman el frente de playa hasta el puerto de Valencia. Aquí tuvimos un despiste que consistió en que, junto a la ermita, nos dejamos llevar por unas indicaciones rojas y blancas (no vimos ninguna otra) de sendero de gran recorrido que apuntaban hacia la playa. Pero en seguida una acequia nos cerró el paso. No nos quedó otra alternativa que adentrarnos a nuestra derecha por caminos entre huertos para llegar a la vía de servicio de la V-21. Recorrimos con precaución un corto trecho y en seguida la abandonamos por un camino que aparece a la izquierda y que lleva directamente a la playa de la Patacona, pasando junto a un camping. No lo encontramos señalizado pero fue el primero que apareció y, por cierto, en no muy buen estado y con algunos vertidos de basura a los lados. Eso sí, es un pequeño trecho hasta una rotonda que abandonamos hacia la izquierda en busca del Paseo Marítimo.
Un poco de detalle, para que nadie se pierda:
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A la vera del mar
El panorama de huerta ha quedado atrás y ante nosotros se extiende un amplio paseo marítimo, muy tranquilo hoy lunes. Como admiradora de Sorolla, estoy deseando conocer las playas que inspiraron sus obras más conocidas. Ese amplio y luminoso panorama de arena blanca contrasta con el litoral volcánico, recortado y oscuro de Cabo de Gata, al que estoy acostumbrada, aunque siempre hay belleza en el mar.
Este primer tramo de playa, que se extiende hasta la desembocadura de la acequia de Vera, recibe el nombre de “La Patacona” y pertenece al término municipal de Alboraya. Aquí y en la Malvarrosa propiamente dicha encontramos algunas casas de principios de s. XX con sus fachadas de colores. Junto al Pabellón deportivo de La Malvarrosa está el chalet que ocupó el escritor Vicente Blasco Ibáñez, convertido en casa-museo. A lo largo del paseo comienzan a dejarse ver los restaurantes. Mi idea es almorzar en alguna de las famosas arrocerías de la Playa de las Arenas, pero la familia se rebela y nos plantamos en seco ante un fideuá del señoret (24 € / dos raciones. Todo el marisco ya pelado… para señoritos) en un restaurante llamado “La herradura”. Una delicia disfrutar de la comida valenciana mirando al mar.
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Tras reponer fuerzas, continuamos hacia el puerto. Al pasar por Las Arenas vimos el famoso restaurante “La Pepica” que registraba lleno a pesar del día tranquilo aquí en la playa. Nos asomamos al Puerto de la Copa América con las bases de los 12 equipos participantes en la competición de 2004, de la que Valencia fue sede. Llegamos pedaleando hasta un emblema de la Copa América en Valencia: el minimalista edificio “Veles y Vents” junto al que se disfruta de una buena panorámica del puerto. Todas las embarcaciones desfilaban junto a esta singular atalaya a través del Canal de la Copa, junto al que nos encontramos. El Puerto de la Copa América es otra de las apuestas que difunden el nombre de Valencia por el mundo y atraen visitantes a la ciudad. Al fondo se divisan los grandes barcos de cruceros para los que la ciudad se ha convertido en una atractiva escala
Bicimetro: La bici al tranvía
Retrocedemos hacia Las Arenas y nos internamos por el Canyamelar, antiguo pueblo de pescadores cuya retícula de casas bajas recuerda las barracas alineadas en paralelo a la orilla. El Canyamelar, junto con el contiguo Cabanyal constituyeron un municipio independiente llamado “el Poble Nou de la Mar”. Actualmente están integrados en la ciudad y vienen siendo comunes los conflictos entre el gobierno municipal y las plataformas ciudadanas a la búsqueda de un equilibrio entre desarrollo y preservación de la identidad.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La parada de Las Arenas es final de trayecto, por lo que subimos al tranvía en Dr. Lluch (Línea 4) distribuyéndonos los cuatro ciclistas entre dos vagones –no muy llenos a esa temprana hora de la tarde, no obstante- con el fin de estorbar lo menos posible. Apoyamos las bicis en un espacio suficiente entre asientos y nos sentamos a disfrutar del recorrido por el Cabanyal y más adelante Avinguda dels Tarongers bordeada por las instalaciones de la Universidad Politécnica. A los chicos les hace gracia este sistema de viajar con la bici (A mi también). Nos asomamos a una nueva Valencia que crece sin renunciar a sus tradiciones y busca recuperar su relación con el mar. Seguimos cómodamente instalados y tomándole el pulso a la ciudad nueva a través de la Avda. Dr. Vicent Zaragoza. Después del cruce con Primat Reig, el tranvía enfila el Carrer d’Almassera y en Pont de Fusta nos acerca a nuestro próximo objetivo: El Jardín del Turia.
Es bonito arribar a esta antigua estación de donde partían ferrocarriles de vía estrecha a los pueblos cercanos. Tenemos la sensación de llegar de un viaje en tren, como si los raíles de los modernos tranvías urbanos le dieran vida de nuevo a “La Estacioneta”.
31- Edificio "Veles y Vents" junto al Puerto de la Copa América
32- Estación de Pont de Fusta. "La Estacioneta"
Pont de Fusta
Cruzamos el Pont de Fusta, con una buena panorámica de las Torres de Serranos al frente y descendemos por una rampa hasta el antiguo cauce hecho jardín y recorrido en toda su longitud por carriles bici. El río, generoso, se ha convertido en el eje de las actividades deportivas y recreativas a cielo abierto y el clima invita, desde luego.
La vista de las torres me trae a la memoria un dicho popular. Se cuenta que las puertas de la ciudad, como ésta tan magnífica que contemplamos, se cerraban a las diez de la noche y no volvían a abrirse hasta las seis de la mañana. Así, pues, el que andaba descuidado, se quedaba a pasar la noche fuera “a la luna de Valencia”.
Cauce viejo, jardín nuevo.
El Turia ha marcado siempre la vida de la ciudad y su comarca que vivía pendiente de un fenómeno propio de la cuenca mediterránea: las riadas. Tras la de 1957 se hizo evidente la necesidad de desviar las aguas alejando el peligro de la ciudad. Surgió así un nuevo espacio cargado de oportunidades que se ha ido conformando con la participación de los ciudadanos. El proyecto de un vial más para el tráfico rápido fue rechazado de manera que , si disfrutamos hoy de este singular corredor verde es porque los valencianos lo han querido y yo les alabo el gusto.
Puente de San José
Una figura de San José artesano preside este puente que conduce al Barrio del Carmen y todo nos remite a la noche fallera de San José y a la explosión de arte e ingenio que, muy cerca de aquí, tiene un buen exponente en la popular falla Na Jordana.
Puente de las Artes
De puente a puente, el de Las Artes no podía recibir mejor nombre, pues conecta con dos grandes citas culturales: El IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) y el Centro Cultural de la Beneficencia. Una oportunidad si se dedica el día completo al recorrido por el Turia, de aparcar la bici y subir a conocer los fondos de estos referentes culturales en la ciudad.
Puente de las Glorias
También evocador el nombre del puente que nos conecta con el Jardín Botánico. Más allá de su primitiva función docente, asociada a la Facultad de Medicina, este jardín se ha convertido en un lugar de recreo y sirve de escenario a diversos eventos culturales a lo largo del año. Buenas razones para venir al Botánico, cuya oferta se completa con el Museo de Historia Natural Torres Sala.
Continuando nuestro paseo cauce arriba, me llaman la atención los gruesos pretiles del río que nos hablan de devastadoras riadas y de los esfuerzos por aminorar sus efectos, culminados hoy por este proyecto radical, hecho realidad.
Puente del Campanar
Nombra a una población integrada hoy en Valencia, pero que conserva buena parte de su identidad y las huellas de un pasado ligado a la huerta.
A esta altura se puede acceder al Complejo Deportivo-Cultural de La Petxina. De nuevo el deporte y la cultura afloran en una ciudad que los lleva dentro. La Petxina fue un antiguo matadero municipal en el extrarradio. Mejor idear nuevos usos que demoler el pasado, para que las ciudades no pierdan su alma y su memoria.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
33- El agua está presente en el Parque de Cabecera
34- Molí del Sol
35- Puente de San José
Parque de Cabecera
El Jardín del Turia se ensancha en un área que recrea el paisaje fluvial original y donde el agua es protagonista. Nos perdemos y nos encontramos más de una vez por su laberinto de senderos con el estanque central como referente. “Aguas arriba” nos acercamos a conocer el Molí del Sol, un recuerdo del millar largo de molinos de agua que hubo por estas orillas. Un azud alimenta el estanque a través de una serie de canales. Azud es voz de origen árabe –como tantas relacionadas con el regadío- que nombra a un embalse artificial practicado en un río.
En el límite con Mislata se ubica el Museo de Historia de Valencia que da nueva vida al antiguo depósito de agua que abastecía a la Valencia del s. XIX.
El Bioparc es otra atracción del parque. Un zoológico de nueva generación con las barreras visuales reducidas al mínimo y centrado en diferentes áreas del continente africano.
Ruta de descenso a partir del Puente de la Trinidad
De nuevo nos “dejamos caer” hacia el Jardín del Turia que recorremos en sentido inverso. A partir del Puente de la Trinidad –el más antiguo de los que quedan en Valencia- el camino es nuevo para nosotros. El puente toma nombre del contiguo Monasterio de la Trinidad, que mantiene desde el s. XV una clausura de monjas clarisas. Una célebre abadesa de este convento fue la humanista Sor Isabel de Villena, caso poco frecuente de dedicación de la mujer a las letras que se enmarca en un periodo de esplendor cultural en la Valencia del s. XV.
Aquí se asoma al cauce una muestra más de la amplia oferta en museos: en de Bellas Artes, alojado en el antiguo Seminario de San Pío V.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
36- Jardín de Monforte
37- Museo de Beñlas Artes-Antiguo Seminario de San Pío V
38- Bajo el Puente de la Exposición
Puente del Real
El Jardín y el Puente del Real nombran a un palacio hoy desaparecido. Recordamos al Palacio del Temple asomado en este punto al antiguo cauce, que abandonamos para conocer el recoleto Jardín de Monforte. No faltan estatuas neoclásicas, surtidores cantarines, rincones íntimos ni ese aire melancólico que corresponden a un palacete y jardín del XIX. Paseamos por aquí bicicleta en mano pues la circulación en bici no está permitida ni cuadra a las dimensiones y el carácter del lugar.
Puente de la Exposición
Regresamos al antiguo cauce y en seguida avistamos el Puente de la Exposición, conocido popularmente como “la peineta”. El paseo ciclista nos permite conocer en una misma tarde los principales puentes de la ciudad, cada uno con su carácter. Éste lleva la impronta del arquitecto valenciano Santiago Calatrava e integra en su estructura a la estación de metro de Alameda. El nombre recuerda a la Exposición Regional de 1909, de la que pervive un edificio historicista, ahora a nuestra izquierda. Es el Palacio de la Exposición Regional, que evoca rasgos de los edificios más representativos del gótico valenciano.
Puente de las Flores. Puente de la Mar
Dos puentes muy cercanos. Inconfundible el primero, adornado con flores que varían a lo largo del año en función de la época o de la celebración de alguna festividad. De nombre marinero el segundo, conectaba la ciudad con el grao y los barrios litorales. Un estanque consigue que de nuevo los ojos del viejo puente se reflejen en el agua.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
39- Puente de la Mar
40- Palacio de las Artes y Puente de l’Assut de l’Or desde el del Ángel Custodio
El Puente de Aragón nos recuerda a la antigua estación ferroviaria donde comenzó esta mañana nuestra ruta ciclista y nos da paso al escenario de otra gran pasión en esta tierra, pues este tramo de jardín está presidido por el Palau de la Música. Aquí se celebran a lo largo del año conciertos, exposiciones y una variedad de actos culturales con la música como referente. El edificio presenta su estampa más atractiva hacia el río, con el recinto acristalado reflejándose en el estanque. Por cierto que, tanto cristal le ha valido el sobrenombre –con sorna- de “El Microondas” por las altas temperaturas que se alcanzan en la época estival en este invernadero de diseño que para más INRI mira hacia poniente. Estas temperaturas tienen que ser contrarrestadas por una ingente refrigeración. Una, que es profana en el tema, no puede evitar sin embargo echar de menos la sabiduría antigua de una arquitectura tradicional, acorde con su entorno, frente a la importación indiscriminada de estilos concebidos para otras latitudes. En fin. Bonito es, no digo que no.
Pasamos bajo el elegante Puente del Ángel Custodio cuyas farolas de hierro fundido le dan un aire parisino. Desde aquí asoman ya algunos edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Nada más pasar bajo el puente, nos encontramos con el Parque Gulliver que nos da la oportunidad de convertirnos en liliputienses y enredar un poco trepando y deslizándonos por la figura gigante de Gulliver, tendida en el suelo. Cedemos a la tentación (también los mayores ¿eh?) y tengo que decir que algún tobogán daba realmente vértigo. Un xiquet de unos ocho años me animó a probar el cinturón de Gulliver y no quise pasar por poco decidida ante el angelote, pero no sé si repetiría. Pasamos un buen rato subidos a las barabas del gigantón pero tenemos que retomar nuestro camino, puies se acerca la hora de devolver las bicicletas. Como otro guiño al mundo de la fantasía, desde aquí se contemplan las características siluetas de los cuatro guardianes alados del Puente de los Demonios o del Reino.
Enfilamos hacia el complejo de ocio y cultura que se ha convertido en seña de identidad y foco de atracción para los visitantes en Valencia: La Ciudad de las Artes y las Ciencias, a la que dedicaremos un día completo en otro momento de nuestro viaje. Las bicis son bienvenidas a La Ciutat que cuenta con buenos accesos y aparcamientos. De hecho,vimos muchos ciclistas por aquí.
Hoy nos damos por satisfechos con tener una visión de conjunto desde los paseos que circundan los edificios. El primero en aparecer es el majestuoso Palau de les Arts, que transmite ligereza con su cubierta suspendida. El ojo atento del’Hemisferic nos ve pasar y el Umbracle se me figura un arco de bienvenida. Es una delicia deslizarse en bicicleta en medio de estos gigantes que comienzan a iluminarse. El efecto de la luz reflejada en los estanques es digno de verse: Hay que venir a la Ciutat también por la noche. El agua está presente o sugerida, como en la cascada de cristal del Museu de les Ciencias Príncipe Felipe. Desde aquí contemplamos las últimas adquisiciones de la Ciutat, como el Puente de l’Assut de l’Or o el Ágora, nuevo recinto polivalente en construcción y, al fondo, los perfiles sinuosos del’Oceanogràfic. Nuestra ruta pasa ahora por el flamante puente dotado de carril-bici que se continúa por C/ Menorca hasta la Avenida del Puerto, donde hemos de devolver las bicis y poner punto final a nuestro paseo por diferentes ambientes, valencianísimos todos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La bicicleta nos ha llevado hoy por caminos vedados al coche. Caminos de pasado, presente y futuro que, como peatones, no habríamos llegado a recorrer en un solo día. De esta manera hemos reunido un buen puñado de claves para entender la ciudad: una importante vía romana, eje histórico del levante; antiguos trazados de ferrocarril, senderos de huerta, las playas que pintó Sorolla, modernas instalaciones náuticas, barrios marineros, jardines, la huella antigua del Turia y las nuevas apuestas culturales de la ciudad que mira hacia delante manteniendo su esencia.
¡Gracias Spainsun! ¡Ahora sólo te falta venirte a la quedada de Valencia. Las fotos...era por hacer algo un poquillo diferente. Los chicos de la calle Trench...también sin comentarios, jaja
Un abrazo!
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Yo iría a la albufera y paseo en barca seguro que le gusta al chaval lo de Montoliu efectivamente es muy de turistas pero puedes ver lo que era la huerta de Valencia hace muchos años , en la CAC tienes el Hemisféric que suele tener proyecciones infantiles .
La semana santa marinera no es muy conocida pero puede resultar entretenida y luego un paseo por la playa .
Muchas gracias, como es eso de la semana santa marinera? Suena curioso...
Para el oceanográfico yo si que cogeria entradas anticipadas, ya que en semana santa se llena de turistas, y así te ahorras las colas para comprar allí las entradas.
Saludos
Muchas gracias. Veo que también se pillan con entrada al museo y al Hemisferic. ¿Qué puede merecer la pena a un niño de 3 años en vuestra opinión?
Es como todas las semanas santas , procesiones y desfiles pero como se hacen en los barrios antiguos pesqueros se le llama marinera lo bueno es que acabas de verla y puedes pasear por la malvarrosa y comerte un arrocito o tomar el sol ...
Para 3 años te diria que basicamente el Oceanográfico, aunque en el museo quizas viera algo que le pudiera llamar la atención, aunque para esas edades seguramente no lo disfrutará.
Los trabajadores de Aena convocan huelga en el aeropuerto de Valencia en Semana Santa
Los paros serán de tres horas los días 28, 29, 30 y 31 de marzo y 1 de abril |
Reclaman un aumento de plantilla tras el incremento de pasajeros
El inicio de las vacaciones de Semana Santa estará marcado por una nueva convocatoria de huelga en el transporte, en esta ocasión, en el aéreo y, en concreto, en el aeropuerto de Valencia, donde los trabajadores de Aena han anunciado paros durante cinco días.
Así, el comité de empresa ha convocado huelga para los días 28 (Jueves Santo), 29... Leer más ...
Últimos comentarios al diario VALENCIA: PASEOS A PIE Y EN BICICLETA
spainsun 11/03/2010 01:08
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Lecrín 11/03/2010 01:17
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