EL FABULOSO VALLE DEL DRAA ✏️ Ruta-Marruecos

Ruta por el Marruecos más atractivo y auténtico

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EL FABULOSO VALLE DEL DRAA



Uno de los destinos más fascinantes y exóticos es, sin duda, Marruecos, en concreto el sur. Si queremos encontrar un ambiente, una cultura, una arquitectura y una forma de vida muy diferentes a la nuestra europea, no hay que recorrer miles de kilómetros, lo tenemos muy cerca, en un país vecino. No hay más que conocer los valles del Draa o del Dades para comprobarlo. Muchos españoles tienen serios prejuicios respecto al mundo árabe y descartan viajar a estos países, lo que sin duda representa todo un error, porque son una auténtica fuente de sorpresas.


El valle del Draa se extiende en dirección sur a lo largo de unos 100 km hasta finalizar en el desierto del Sáhara. Es un verdadero milagro de vida en una zona que, sin el río Draa, estaría muerta. Las kasbahs, castillos de barro y los ksur, plural de ksar, pueblo fortificado, se suceden en un derroche de atractivo a diferentes niveles.


Tamnougalt

Desde Ouarzazate se coge la carretera a Agdz, la N9, y enseguida el paisaje desolado nos acompaña durante un buen tramo mientras se sube el puerto de Tiz-in-Tinififft, a 1.660 metros de altura. En algunos momentos se pueden ver minioasis con algunas pocas palmeras en el fondo seco del cauce, todo un deseo de vivir en un medio claramente hostil.

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Tras 70 km se llega a Agdz, un pueblo bastante grande que supone el inicio del valle, formado por el río Draa que nace cerca de Ouarzazate. Aquí se puede parar para echar un vistazo al mercado y al elemento humano, siempre muy atractivo fotográficamente en los países árabes, pero no siempre fácil, sino más bien todo lo contrario. Las mujeres huyen de las cámaras como de la peste, incluso las niñas están aleccionadas en este sentido y han sufrido el correspondiente lavado de cerebro mediante el cual sienten que una foto les puede robar el alma. La ciencia actual, muy avanzada, ha demostrado que esto no es cierto, pero aquí todavía no se han enterado.


Pocos kilómetros después de Agdz, unos 5, nos encontramos a mano izquierda la interesante población de Tamnougalt, en la que debemos admirar un par de kasbahs. Vale la pena echarle un vistazo a la primera que vemos a mano izquierda en lo alto de una pequeña colina. Además, en medio del pueblo, una kasbah muy antigua que da nombre a la población, tiene entrada de pago, incluye un mini museo y es un magnífico exponente de la vida en un ksar.


El ksar de Tamnougalt

Algo más adelante, hay que entrar en el pueblo de Timiderte, también a mano izquierda, con un par de kasbahs, una en ruinas y al borde del oasis.

Los pueblos fortificados y los castillos de barro se suceden a lo largo del valle, alternando con preciosos paisajes en los que destaca el impresionante contraste entre el desierto y el milagro del río de vida que lo atraviesa, llenando de verdor un espacio enormemente árido. Miles de palmeras configuran la imagen de un oasis que parece infinito. Es una especie de Nilo menor en el oeste africano.


Aunque el Draa tiene poco caudal, en febrero de 2011 llevaba agua suficiente para considerarlo un pequeño río. Imagino que en verano la imagen será diferente.
Vale la pena pararse en algunos de estos núcleos de población, donde el tiempo parece haberse detenido hace miles de años. La construcción no ha evolucionado nada, ni tampoco algunas de las costumbres de sus habitantes.


En Tinzouline se puede visitar la kasbah en la que todavía viven varias familias.
Alguna de las kasbahs ha sido convertida en hotel, como la de Oulad Atmane. Otras, en bellas y orgullosas ruinas, permanecen estáticas en el paisaje, dotándolo de mucho encanto al evocar épocas pasadas. Fotográficamente resultan muy atractivas, especialmente al atardecer.

Zagora es la capital del valle y el mejor lugar para hospedarse porque su oferta es amplia. El pueblo en sí no tiene interés turístico, pero a su alrededor hay que visitar varios puntos. Uno es el Yebel Zagora, una montaña rocosa que se yergue sobre la villa. Aunque no subí, me consta que las vistas merecen mucho la pena.

Saliendo hacia el sur, y una vez cruzado el Draa, aparece a mano derecha un interesante ksar, la ciudad vieja de Amazru, que se merece un paseíto por sus laberínticas callejuelas de altos muros y torres de barro.



Amazru

A unos 18 km de Zagora, continuando hacia el sur, el pueblo de Tamegroute es otra parada obligada. Además de poseer una rica biblioteca, hay que recorrer el núcleo compuesto por un recinto amurallado que protege las casas con calles estrechas solo posibles para peatones, como en todos estos pueblos, pasadizos con entramados de madera, muros de barro, puertas con siglos de antigüedad…Aquí todo nos habla del Marruecos más auténtico, exótico y a años luz de nuestra cultura.


La carretera a partir de aquí es muy estrecha, aunque asfaltada, y a solo 8 km al sur de Tamegroute, encontramos a mano izquierda, las dunas de Tinfu, donde vale la pena hacer una parada, especialmente si uno no pretende llegar al desierto de arena, todavía a 70 km, en Mhamid. Aquí traen engañados a muchos turistas haciéndoles creer que van a dormir en el desierto, en pleno mar de dunas. Y aunque la zona es puro desierto, no lo es de arena, salvo las que se han acumulado en este punto y que, para unas fotos, dan el pego.





Lo peor de Tinfu, para el que viaja por libre, son los pelmas con camello que te persiguen por mucho que digas que no te interesa nada. Incluso puede que suban detrás de uno a lo más alto de las dunas para ver si finalmente te rindes y acabas aceptando el paseo en camello, un té, una comida, un solar a precio de ganga en pleno desierto o un viaje a Tombuctú en 40 días, 80 entre ida y vuelta.




Dunitas de Tinfu

Muchos turistas atraviesan el valle del Draa desde Marrakech en una jornada maratoniana y espartana nada recomendable, para dormir en una tienda en el desierto. Es una lástima recorrer este maravilloso valle sin detenerse a saborear uno de los lugares más genuinos y exóticos de los que te puedes encontrar en cualquier parte recóndita del mundo, sin tener que recorrer miles de kilómetros, solo hay que acercarse a Marruecos y dejarse llevar por su fascinante mundo.

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Última Actualización: 14/09/2012 - 08:31