MONTAÑAS DEL NORTE DE TAILANDIA ✏️ Blogs de TailandiaUna semana a principios de Febrero en las montañas del norte de Tailandia. Este es el segundo país que visitamos en nuestro viaje de tres meses por el sureste asiático. Hemos llegado en avión desde Kuala Lumpur y nos marcharemos por tierra en dirección a Laos.Autor: Javierherrera86 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (3 Votos) Índice del Diario: MONTAÑAS DEL NORTE DE TAILANDIA
01: CHIANG MAI
02: CHIANG RAI
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Hola a todos! somos Javier y Vanesa, en este diario os vamos a hablar de la semana que pasamos por las montañas del norte de Tailandia a principios de Febrero. Vamos a estar recorriendo el sudeste asiático durante tres meses y hemos llegado hasta Chiang Mai tras haber recorrido Malasia, posteriormente seguiremos hacia Laos, Camboya y Vietnam. Para los que estéis buscando información sobre Tailandia os dejamos el enlace a nuestro viaje por las playas del sur y Bangkok que realizamos el año pasado en febrero de 2016, igual os sirve de ayuda (Viaje Tailandia 2016). [/align] La primera tarde en Chiang Mai sufrimos un flechazo con la ciudad. A veces pasa que sin saber muy bien porqué, de repente te sientes muy bien en un lugar que no conoces de nada, esa fue la sensación que tuvimos desde nuestra llegada. Volver a Tailandia en parte nos resultaba volver a algo que ya conocíamos, era casi como regresar a casa. Quién nos iba a decir en 2016 cuando realizamos nuestro primer viaje a Tailandia que no tardaríamos ni un año en regresar por estas tierras, en fin ya sabemos que esto engancha. Lo primero que hicimos esa misma tarde fue visitar el Wat Chadi Luang, uno de los templos principales de la ciudad. Nos sorprendimos ante esos elefantes que siguen impresionando a cualquiera que los vea y que parecen cansados de continuar sosteniendo sobre sus lomos el peso de una gran pagoda ya derruida. Tras esta primera visita pusimos nuestros pasos en dirección al Wat Phra Sing, aquí vivimos algo muy diferente, uno de esos momentos que te llegan a lo más profundo, en los que pareces que hayas conectado con alguna energía externa un tanto inexplicable. Intentaré describirlo lo mejor que pueda. Ya era de noche cuando llegamos a la entrada del templo, aunque todavía quedaba claridad en el cielo, era ese preciso momento en el que ya se ve Venus pero todavía no pueden verse las estrellas. Pues a esa hora un monje nos insistía para que accediéramos al interior del templo, pues nosotros lo creíamos ya cerrado. Los monjes andaban limpiando la moqueta para tenerla reluciente a la mañana siguiente, el templo era bonito, pero nos parecía uno más de los muchos templos que hay repartidos por esta ciudad. Al abandonar el templo principal, comenzaban unos jardines cuidadosamente iluminados, se respiraba mucha tranquilidad, no había absolutamente nadie, tan solo escuchábamos un sonido, una gota que caía a lo lejos con una frecuencia casi exacta. Siguiendo el misterioso sonido de esa gota, recorrimos el jardín trasero al templo y llegamos hasta el cuenco plateado que la recogía. Justo al lado de ese cuenco descubrimos el gran Chedi Dorado del templo de Wat Phra Sing, era precioso. Vanesa y yo dimos vueltas durante varios minutos a su alrededor, creo que ni siquiera hablamos entre nosotros para comentar algo sobre aquel lugar. Poco a poco de manera muy pausada fuimos abandonando el templo, al salir de él ya era de noche, se podían ver todas las estrellas, recuerdo que miré a Vanesa y los dos íbamos con una sonrisa de oreja a oreja, no había pasado nada allí dentro pero creo que los dos sentimos una paz, una tranquilidad y una energía que pocas veces se sienten. ¿Sabéis qué? si cierro los ojos ahora mismo creo que puedo escuchar esa gota y casi puedo transportarme en mi imaginación hasta aquel momento de una manera instantánea. Perdón por el relato, y por ponerme tan místico, pero esto lo escribí nada más salir de aquel lugar y quería compartirlo con vosotros. Volvamos a las calles de Chiang Mai. Esta ciudad, como todas, es para perderse y curiosear por los rincones. No hace falta ni planear que templos quieres ver, son ellos los que te saldrán al paso y acabarás diciendo, anda mira otro templo, y otro, y otro… hay cientos de ellos en el centro de la ciudad. Otra de las razones por las que estábamos deseando de volver a Tailandia era por su comida, nos moríamos de ganas por volver a probar esos pad thai callejeros que están buenísimos. Una de las tardes tuvimos la genial idea de montarnos en las bicicletas que nos dejaban gratis en el alojamiento y acercarnos hasta el templo Wat Umong, que estaba a unos 6 kilómetros. Error! ni se os ocurra salir del centro de Chiang Mai en hora punta con vuestra bici, quizás esto haya sido de las cosas más peligrosas de todo el viaje, el tráfico era brutal, y lo pasamos bastante mal para llegar hasta nuestro destino. Una vez en el Wat Umong llegamos tan estresados que ni disfrutamos del lugar, lo único que queríamos era volver antes que anocheciera y soltar las bicicletas cuanto antes. Otro de los planes que teníamos en la cabeza era el de alquilar una moto y movernos por los alrededores, por suerte durante los dos primeros días nos dimos cuenta que la policía hacía muchos controles, sobre todo paraban a turistas que iban en moto y si no llevaban el carné de conducir internacional estaban obligados a pagar una multa de unos 400THB. Se nos quitaron las ganas y nos organizamos nuestros planes de manera diferente. Si estáis pensando alquilar motos por el sudeste asiático lo mejor es venir con el carné de conducir internacional y os evitaréis un problema. Uno de los lugares más famosos de la ciudad es el templo de Doi Sukhet, para llegar hasta allí nos subimos a un Songtaew, unas camionetas rojas famosas en Chiang Mai que funcionan a modo de taxis por toda la ciudad. El templo nos dejó un poco insatisfechos, pasa lo mismo que en el Gran Palacio de Bangkok, es un templo muy bonito pero hay tantos turistas que se hace difícil poder disfrutar del mismo. Nos han gustado mucho más cualquiera de los templos que hay repartidos por la Old City, en ellos muchas veces te encuentras en solitario, o rodeados por niños que se encuentran en la hora del recreo y que usan un templo como lugar de juegos, lógicamente las sensaciones son bien diferentes. Resumiendo, Chiang Mai ha sido un sorpresón, seguramente haya sido de las ciudades que más nos ha gustado de todas las que hemos visto en estos meses de viaje. Os recomendamos nuestro alojamiento en la ciudad, La Maison Verte. Las habitaciones son humildes pero tienen todo lo necesario, los chicos de recepción nos dieron muchos consejos prácticos y nos ayudaron en todo lo que pudieron. Para nuestra sorpresa antes de llegar al centro de Chiang Rai, el conductor de la minivan nos hizo un regalito a nuestro ajustado presupuesto, paramos unos 20 minutos junto al famoso White Temple de Chiang Rai. Sinceramente nos ahorró un dinero, nosotros no entramos porque no teníamos tiempo suficiente y porque aquello estaba abarrotado de turistas. Lo bueno es que desde fuera y sin necesidad de pagar los 50THB que cuesta la entrada se puede ver perfectamente el edificio, aunque está claro que te pierdes los detalles más pequeños. El trayecto de 3 horas en minivan terminó siendo de 5 y se nos hizo un poco pesado. Por suerte la búsqueda de alojamiento esta vez se nos dio bastante bien. Nos quedamos por 300THB la noche en una habitación doble en Chez Nous, nuestra anfitriona Joyce y su pequeña de tres años nos acogieron en su coqueta casa de madera y nos trataron de maravilla. La primera tarde la pasamos sin grandes planes pero terminamos con un susto importante en el cuerpo. Nos acercamos a ver el atardecer desde lo alto de una colina en la que está situado el templo Wat Ngam Muang. Para llegar hasta su puerta hay que subir unas bonitas escaleras flanqueadas por dos dragones, al igual que en otros muchos templos del norte de Tailandia. Al llegar al final de la escalera y asomarme a la puerta que da entrada al recinto una pandilla de unos 7 o 8 perros salvajes nos detectó y salieron disparados ladrando como posesos a por nosotros. Imagínate la escena, echamos a correr escaleras abajo pero rápidamente nos habían alcanzado, me giré enfrentándome a ellos como si les fuera a pegar con un palo, fue lo primero que se me ocurrió, y por suerte se dieron la vuelta tras unos segundos de tensión. Al bajar la escalera el corazón se nos iba a salir por la boca. Esto no es ninguna broma, en algunas zonas del sudeste asiático hay que tener mucho cuidado con estos perros, sobre todo si tú estás solo y ellos son mayoría. Repuestos del susto, nos fuimos a ver el famoso espectáculo de la torre del Reloj. A las 21:00 comienza el juego de luces y música que atrae a turistas y a gente del lugar. Allí mismo aprovechamos para cenar en un puesto callejero que estaba en la misma rotonda del reloj. Al día siguiente entendimos que la magia de Chiang Rai se encuentra escondida en las montañas que rodean a la ciudad. Alquilamos una moto y nos perdimos por los arrozales, montañas, caminos de tierra, campos de té, bosques de bambú y en las cascadas que surgian alrededor de la cuenca del Mekong. Al final del día recorrimos más de 90 km con nuestra scooter, y para sorpresa nuestra vivimos uno de esos momentos que estoy seguro recordaré con más viveza tras este viaje. Al llegar a una de las cascadas que marcamos en el mapa, nos encontramos con que uno de los poblados del valle se encontraba allí reunido, iban a celebrar un banquete. Todos estaban realizando alguna tarea. Los hombres cortaban largos troncos de bambú, los niños pequeños estaban con las mujeres más jóvenes, a modo de guardería, los niños de mediana edad correteaban descalzos saltando de roca en roca a lo largo del río. De vez en cuando llegaba algún joven con una gallina agarrada por las patas a la que rápidamente le daban muerte de la manera más natural y sin ningún sufrimiento. Algunas mujeres comenzaban a preparar el fuego y empezaban a cocer el arroz, previamente situado en el interior de los troncos de bambú que servían de cacerolas naturales. Allí todo el mundo estaba haciendo su tarea, los únicos que descansaban tumbados a las hojas de algún platanero eran los ancianos de la tribu. En medio de todo ese ajetreo estábamos nosotros, los únicos occidentales en aquella cascada perdida en las montañas. Ellos se mantenían distantes con nosotros, evitaban cruzar las miradas y cuando lo hacían nuestra sonrisa no era correspondida, aunque tampoco nos ponían mala cara ni nos hacían sentir incómodos. Simplemente éramos unos intrusos que no les molestábamos demasiado. Estuvimos varios minutos observando sus quehaceres y luego nos marchamos para dejarlos tranquilos en su cascada. Situaciones como estas son las que han hecho que el norte de Tailandia nos haya cautivado por completo. Con esta semana por las montañas, explorando la naturaleza de sus valles y la magia de sus templos, podemos decir que hemos conocido una Tailandia diferente a las de las playas del sur, algo que se nos quedó pendiente en nuestro primer viaje. Ahora nos toca afrontar nuevos retos, nos vamos hacia Laos, el país del que menos información encontrábamos en internet para preparar el viaje, sin duda un país que no te dejará indiferente. 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (3 Votos)
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