UN METRO MODERNO
Subo las maletas a la habitación, aparco el coche y me voy andando a la estación de metro IPO que está a menos de doscientos metros del hotel. Lo primero que hago es comprar en un expendedor la tarjeta andante 24 horas , me cuesta 3´35 €, a lo que hay que añadir 0´50 € por la compra de la tarjeta. Con ella puedo utilizar el metro, tranvías, trenes, autobuses y el funicular, sin límite de viajes durante todo el día. Me parece realmente barato, aunque hoy no la voy a rentabilizar porque ya son casi las dos de la tarde. Compro hasta la zona 2 porque cubre prácticamente la ciudad entera.
El Metro de Oporto se inauguró en el 2003 y tiene 5 líneas. Una de las líneas, incluso llega a comunicar la ciudad con la localidad costera de Povoa de Varzim que se encuentra a casi 40 kilómetros al norte. Las estaciones están muy limpias y me sentí siempre seguro, incluso moviéndome de noche. El único inconveniente que le veo es que hay zonas interesantes de la ciudad que todavía no están cubiertas por la red. Si solo te vas a mover por el casco histórico no merece la pena que te muevas en metro.
En algo menos de diez minutos llego al centro de la ciudad. Bajo en Aliados, la avenida más ancha de la ciudad y donde está el imponente ayuntamiento barroco. Camino hacia el local que me recomendó un buen amigo portugués, O Piolho. En principio, el nombre del local me suena mal – Piolho en gallego significa piojo.
PROBANDO LAS FRANCESINHAS
En el Piolho se comen las mejores francesinhas de Oporto y a un precio muy económico. Está situado en la Plaza Parada Leitao 45, enfrente de la facultad de ciencias. Este local es muy frecuentado por universitarios y siempre hay ambiente, de día y de noche. Es un símbolo de la resistencia antifascista, donde se refugiaban y mantenían conversaciones políticas los adversarios de la dictadura de Salazar, el dictador contemporáneo de nuestro Franco, que además de putear a los portugueses durante 40 años, tenía por costumbre criar gallinas en el Palacio de Sao Bento para comerse sus huevos - a los portugueses se los tocaba. En las paredes del Piolho, cuelgan placas conmemorativas dedicadas a las personas que contribuyeron en gran medida al derrocamiento del régimen dictatorial de Salazar, cuando se produjo la Revolución de los Claveles en los 70. Viva la democracia y sus defectos.
Pedimos unas francesinhas especiales. Te la sirven con una gran bandeja de patatas fritas y es una auténtica explosión de calorías, pero está muy rica. La francesinha es una especie de sándwich que customizó en los años 60 un emigrante portugués que vivió en Francia. Personalizó una receta típica francesa, los croque-monsieur. Los ingredientes principales, además de pan de molde son: jamón, queso, linguiça (chorizo picante), salchichas frescas y un filete de ternera, todo esto lo cubren con queso gratinado al horno y lo bañan con una salsa picante de color anaranjado que hacen con tomate fresco, cebolla, cerveza, whisky o vodka y un poco de absenta para el picante. La especial también lleva huevo y patatas fritas.
Esta especialidad se ha convertido en un plato típico de la ciudad, incluso se realizan festivales gastronómicos en los que se reparten miles de francesinhas entre los asistentes. Ahora, además de la francesinha clásica, puedes encontrar la del mar (con pescado), la del campo (con vegetales) o la sevillana (con camarones). Por cuatro bebidas y dos francesinhas solo pagamos 20 €, realmente barato. Os cito los otros locales que me recomendaron para degustar en Oporto estas deliciosas bombas de relojería; el Bufete Fase en Rúa Catarina 1147, el Capa Negra en Rúa do Campo Alegre 191, el Cufra en la Avenida de Boavista 1120 y el Regaleira en Rúa do Bonjardim 87, en el cual se elaboró la primera francesinha de la ciudad. Una foto de la Avenida dos Aliados, mi preferida de la ciudad, con el ayuntamiento al fondo.
POBRES Y RICOS
Me voy del Piolho sin probar el postre porque al comer una francesinha, te quedas con la sensación de haber comido una vaca entera. Saliendo del local, a mano izquierda, están las iglesias del Carmen y de las Carmelitas. Es un edificio peculiar porque son dos iglesias unidas. La que está a la izquierda es la de las Carmelitas y fue construída en el siglo XVII. Un siglo después se le añadió la del Carmen, mucho más vistosa y con su costado lateral totalmente cubierto de azulejo. Se construyó por deseo de los aristócratas que querían separar el culto de la plebe del de la gente adinerada, así es que a una le llaman la de los pobres y a la otra la de los ricos. Como puedes ver, las dos iglesias están pegadas. Los detalles de los azulejos muestran, como no podía ser de otro modo, escenas religiosas.
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ENTRE LIBROS MÁGICOS
Al cruzar la plaza rectangular en donde se alza la fuente dos leoes, llego a la Rúa das Carmelitas para ver una de las librerías más antiguas de la ciudad, está considerada entre las más bonitas del mundo: Lello e Irmao. Las instalaciones de esta librería se conservan exactamente igual que cuando fueron abiertas al público en el año 1869. Una extraordinaria fachada neogótica esconde en su interior un pequeño viaje en el tiempo. Al entrar, veo unas estanterías decoradas en madera tallada, pero lo que más me sorprende es su enorme escalera de madera labrada en forma de caracol bifurcado y con el piso de color rosa fucsia, una auténtica obra de arte.
Tengo la suerte de que no hay mucha gente y puedo sacar las fotos a gusto. Parece ser que en esta librería se rodaron algunas escenas de una de las sagas de Harry Potter, no me extraña, es una librería de película. Más adelante os comento lo directamente ligado que está Harry Potter con la ciudad de Oporto, bueno, más bien, la autora de este mágico personaje. En el techo de la librería hay una preciosa vidriera en la que reza una frase “Decus in labore“.
Poco a poco, la librería se llena de gente. Cámara en mano, disparan sus flashes sin cesar; pocos se entretienen con los libros - me temo que algún día prohibirán hacer fotos en este lugar. Decido cambiar de aires y colándome entre la multitud me cuesta trabajo salir por su angosta puerta de salida. Ya fuera, me dirijo a la torre de Clérigos. Está al otro lado de la plaza, se ve perfectamente. Antes de subir a la torre visito la iglesia dos Clérigos, que está pegada a la torre.
CLÉRIGOS
El conjunto arquitectónico de Clérigos fue realizado en el siglo XVIII por un arquitecto italiano, Nicolau Nasoni. Promovió su construcción la Hermandad de los clérigos pobres, que se encargaban del bienestar espiritual y material de los sacerdotes con menos recursos económicos. El montículo donde se alza la torre es conocido como el cerro dos aforcados porque antiguamente enterraban en este sitio a los ajusticiados ahorcados.
Después de visitar la iglesia subo a la torre de Clérigos, que era la más alta de Portugal antes de que se construyese la de Vasco da Gama en Lisboa. Tiene 225 escalones y 76 metros de altura. Para subir pago 2 €, las vistas una vez estás arriba merecen mucho la pena. En la planta baja, donde se compra la entrada, hay una pequeña maqueta de la torre. Subiendo, en la tercera planta te encuentras con el carillón de 49 campanas. En la quinta planta tienes unas vistas preciosas de toda la ciudad. Cuidado si llevas niños, porque hay espacio suficiente entre los pilares de piedra del balcón para que se cuelen y caigan al vacío. Las personas que padezcan vértigo, pueden pasar un mal rato ahí arriba, aunque yo, que lo padezco, disfruté viendo toda la ciudad en 360º. Las escaleras para acceder a lo alto de la torre se estrechan a medida que vas subiendo, y en ocasiones es recomendable esperar en un descanso si escuchas a otras personas bajar, más que nada, para no tropezar con ellos y que no te toquen el culo, ni tú tocárselo a ellos claro. Por cierto, la estatua del clérigo que aparece en la foto, a la izquierda de la torre, es conocida por los portuenses como batman por la capa que lleva puesta.
Salgo de la torre y bajo por la calle de Clérigos hasta llegar a la Plaza da Liberdade, en la zona baja de la avenida dos aliados, que enlaza la parte vieja con la parte nueva de la ciudad. En esta pequeña plaza hay una estatua ecuestre del rey Pedro IV, al que llamaban el Rey soldado y cuyo nombre completo es sencillo, de andar por casa: Pedro de Alcântara Francisco António João Carlos Xavier de Paula Miguel Rafael Joaquim José Gonzaga Pascoal Cipriano Serafim de Bragança e Bourbon, vaya pedazo de nombre... Al cruzar la calle, te encuentras con una curiosa estatua de bronce que está apoyada en un buzón de correos y que recuerda a los vendedores de prensa de la ciudad. Siguiendo la misma acera entro en la Iglesia dos Congregados, cuya fachada de piedra está decorada también con azulejo, aunque en menor cantidad que la iglesia del Carmen. Cruzando la calle llego a la estación de Sao Bento.
AZULEJOS Y CARTERISTAS EN SAO BENTO
La estación de tren de Sao Bento fue construída a principios del siglo XX sobre el solar en el que se asentaba el monasterio de Sao Bento, que fue destruido por un incendio. Al entrar en la estación te encuentras con el vestíbulo principal, decorado con 20.000 azulejos que muestran entre otras escenas, pasajes de la historia de Oporto y Portugal, como por ejemplo la conquista de Ceuta. Hay que tener cuidado en esta estación con los carteristas; visten bien y dan el pego...
Un chico bien vestido, que no deja de mirar para mi cámara, se nos acerca. Se ofrece a ser nuestro guía por la ciudad a lo que nos negamos rotundamente. Minutos más tarde me pide dinero, también me niego a dárselo. Como abeja a su dulce panal, el chico no se despega de nosotros y parece que tiene un compinche en una de las entradas de la estación... Para evitar males mayores, guardo la cámara y salgo pitando de la estación.
UN Mc DONALDS IMPERIAL
La noche se nos echa encima y vamos a cenar a la avenida dos aliados. Entramos en el Mc Donald’s de esta emblemática avenida. Este restaurante de comida rápida ocupa lo que anteriormente era el Café Imperial, un precioso café modernista de los años 40 en el que destacan sus vidrieras y la fachada exterior. Da pena que un café como este lo ocupe un local de comida rápida. Voy al baño, que está en la planta baja del local, y me quedo de piedra cuando veo al payaso sonriente sentado delante de una vidriera preciosa, sin comentarios.
Me consuela saber que para montar este Mc Donald´s, le impusieron como condición indispensable respetar la decoración del antiguo café. Tengo que decir que nunca había comido en un Mc Donald´s tan elegante. A veces se me atraganta la hamburguesa, el motivo no son los dientes de ratón que dice una leyenda urbana que hay en sus hamburguesas, si no el recuerdo del payaso sonriente que hay en la planta baja y al que tengo manía.
SIN CAFÉ EN EL GUARANY
Al acabar de cenar subimos por la avenida dos aliados y entramos a tomar un café en el Guarany, un café piano muy antiguo pero bastante renovado, en el que hacen actuaciones musicales por las noches. Sabía que para comer aquí los precios eran elevados para nuestra cartera, de ahí lo de tomar solamente un café. Tanto la terraza como el interior están a tope, pero queda libre una pequeña mesa en una esquina del local. Hay una actuación de música clásica amenizada por un pianista.
Llevamos algo más de diez minutos sentados y nadie nos atiende, finalmente nos vamos sin haber tomado el café, una lástima. Cogemos el metro para ir al hotel, pero antes, le damos esquinazo a una persona que me pide dinero y nos persigue durante un buen trecho del camino. Personas como esta, desgraciadamente, las encuentras a menudo por toda la ciudad.