MADRE NATURALEZA
Salgo de Braga por la autopista A-3, con dirección a Valença do Minho, me desvío en la salida que hay hacia Ponte da Barca. Al pasar el pueblo y a medida que voy subiendo la montaña, veo cada vez menos casas, menos gente, menos coches…, y más árboles, mas vacas, mas senderos, mas regatos, más paz, mucha paz y tranquilidad.
Sigo a una caravana que a su vez va detrás de un camión. La carretera tiene muchas curvas, pero el firme es bueno. En una curva peligrosa la caravana, aburrida de tragar el humo que escupe el escape del enorme camión, comienza a adelantarle…, ains, menos mal que no viene ningún coche de frente… , yo no tengo prisa y sigo detrás del camión. Poco más de cuarenta minutos es lo que tardo en llegar desde Braga a Lindoso, un lugar perdido en medio de una de las sierras del Parque Nacional do Gerés, el único parque nacional de Portugal. Estoy rodeado de naturaleza en su estado más puro.
LINDOSO
Los pocos habitantes de esta pequeña aldea subsisten gracias al pastoreo y la agricultura. Una pequeña placa me indica que ya estoy en Lindoso, entre dos sierras, la Amarela y la do Cabril. Más adelante, otro indicador me señala a la derecha el castillo medieval, y hacia allí voy.
Subo una corta pero pronunciada pendiente, el camino se estrecha cada vez más… A mi izquierda hay una pequeña capilla, y un par de señores que pasean fumando un cigarro me miran extrañados. No veo el castillo por ninguna parte y paro el coche para preguntar… ¿el castillo por favor? – O castelo…, mais o castelo esta detrás de vostede… - Ah, moito obrigado… , a menos de cien metros y detrás de mí, veo las murallas erguidas del castillo de Lindoso.
Aparco el coche en la plaza de la aldea y camino por un sendero para ver el grupo de espigueiros que hay en una de las faldas del monte que preside el castillo. Con cuidado, para no pisar la mierda de las vacas, llego al primer lugar que quiero ver en Lindoso.
ANTONIO, EL PASTOR DE LINDOSO
Solo el cacareo de las gallinas y el berrido de alguna oveja rompen el silencio sepulcral que se respira en la zona. Entre el enorme grupo de espigueiros, un pastor cuida de su rebaño de ovejas. Suenan unas campanas al fondo…, son las diez de la mañana. Aquí no existen las prisas, no hay stress ni falta que hace, ¿para qué?... Sacó unas fotografías de los espigueiros y me acerco a hablar con el señor de las ovejas. Se llama Antonio y lleva más de treinta años sin salir de la comarca. Antonio me comenta que hace muchos años estuvo en Galicia, que atravesó el antiguo puente de metal en el río Miño, le digo que ahora hay más puentes, más grandes y más anchos, pero de hormigón armado, no tan bonitos como el que él vió cuando cruzó la frontera para llegar a Tui. En aquellos tiempos, me dice, le pedían un montón de papeles para poder salir del país.
Antonio lleva unos treinta años sin salir de la comarca, me cuenta que tiene dos hijos, uno de ellos trabaja de maestro en Braga y el otro en la Guardia Nacional Repúblicana, en la localidad de Caldas da Rainha… Tranquilo, sin prisas, se sacude las pajas de una de las mangas de su chaqueta..., aquí no hay gente joven, no hay futuro…, por eso mis hijos y los hijos de mis vecinos se marcharon en busca de pan…, zarandea su palo para poner orden en su rebaño, en sus ovejas, en su vida... Antonio es mayor aunque aparenta menos años, pero su piel está curtida por el frío y el calor… Por un momento, me imagino que sencilla y tranquila debe ser la vida vista a través de los ojos de Antonio…
UN CASTILLO Y DECENAS DE ESPIGUEIROS
Según Antonio, hay cerca de noventa espigueiros en este lugar, pero yo, a pesar de que nunca se me dieron bien las matemáticas, calculo que no llegan a los cincuenta. La mayoría todavía se utilizan para guardar el maíz que se recoge en la cosecha. Al fondo, el Castillo de Lindoso comparte protagonismo con una gran grúa, hace tiempo, fue muy importante su situación estratégica para defender al pueblo portugués. Está cerrado por reformas. Camino por un sendero empedrado que me lleva a un pequeño cementerio. Una señora observa las tumbas desde el muro exterior, la fotografío de espaldas, sin su permiso, a traición... Me alejo cual ladrón, me acompaña el silencio..., y la mujer sigue sola, de pie, recordando quizá a un ser querido que todavía sigue vivo en su corazón…
Me siento en un muro bajo y enciendo un cigarro, es curioso, aquí fumo menos. Lo apago por la mitad y conduzco cuesta abajo para girar a la derecha y dirigirme al embalse. A la derecha una señora pasea lentamente apoyada en sus muletas..., se escucha solo el silencio, la nada y el todo, que paz…
Me paso el desvío del embalse y llego hasta Galicia que está solo a un par de kilómetros. Regreso y esta vez no me equivoco, por una carretera secundaria voy bajando hacia el embalse.
UNA ENORME PRESA
El embalse de Lindoso es el que más energía produce de todo el país. Contiene las aguas del rio Lima en un entorno incomparable. Un dato muy curioso; a muchos metros bajo tierra, en el interior de la presa, están las salas de mantenimiento del embalse. Estas salas subterráneas están comunicadas por un elevador con el exterior. Este ascensor es el más alto de Europa y uno de los más rápidos del mundo. Impresionante la altura que hay desde lo alto de la presa al lecho del río, como para tirarse en paracaídas...
SOAJO
Continuo bajando montaña hacia Soajo y cruzo un pequeño puente sobre el río Lima, junto a la antigua central hidroélectrica. Esta tramo de carretera está en mal estado, es estrecha y tiene algún bache. Otra vez conduzco pendiente arriba, por esta carretera serpeante llego a Soajo. Veo a otra vaca junto a la cuneta, pertenece a la raza Cachena, autóctona de esta región de Portugal. Tiene unos cuernos enormes, más grandes que los que le pone un conocido mío a su novia, que ya es decir, jeje.
La raza cachena, esto sí que son cuernos
Media hora es lo que tardo en llegar a Soajo desde la encantadora aldea de Lindoso. Al llegar a Soajo veo el luto cerrado y encarnecido de dos mujeres, que vestidas de negro, pasean con paso rápido por una de las rúas de la aldea.
La aldea de Soajo tiene las características casas de piedra al igual que Lindoso. Destaca el sencillo y simpático pelourinho. Esta aldea es un poco más grande y dispone también de un conjunto de espigueiros (hórreos) situados sobre un terreno rocoso que es utilizado por todos sus habitantes; es comunitario. El más antiguo de estos espigueiros se construyó en 1782. Para las personas que no sepan para que sirve un espigueiro comentar que se utilizan para guardar el maiz. Se hacen altos y sobre bases redondas para dificultar el acceso de los roedores y proteger al maíz de las inclemencias meteorológicas. Generalmente rematan sus tejados con una cruz, invocando así a la protección divina.
En Galicia y Asturias también abundan los hórreos. Te recomiendo, si todavía no has estado, dar un paseo por el pueblo de Combarro; situado en la costa norte de la ría de Pontevedra y muy cerca de la comarca del Salnés. En Combarro, aparte del encantador pueblo, se pueden ver un gran número de hórreos, con la particularidad de que están pegados al mar.
UN CORTO PASEO POR EL RÍO
Se acerca la hora de almorzar y decido volver sobre mis pasos para comer en Ponte da Barca, pues en esta pequeña ciudad tengo más alternativas para poder comer. En el camino, cerca del río, aparco el coche en la cuneta y me adentro por un sendero del bosque. El otoño muestra todo su gama de colores..., una alfombra de hojas alimenta el suelo de nutrientes.
El agua de un pequeño riachuelo
Dudo si seguir la ruta hasta el santuario da peneda, pero la hora que es, la carretera sinuosa y el maldito vértigo, me retraen en el intento. Definitivamente me voy hacia Ponte da Barca, así me aseguro donde poder comer y no sufro conduciendo monte arriba por esos caminos de Dios...
PONTE DA BARCA
En este pueblo hay más vida, incluso tienen una piscina municipal..., está claro, he vuelto a la civilización y a las calles de hormigón. Nada más llegar busco donde comer, elijo el restaurante emigrante y me decido por el menú turístico; sopa de caldo con verduras, pescado aliñado con lechuga, aceitunas negras, arroz blanco y patatas fritas, que no como porque están empapadas de aceite. De postre me dan a elegir, mouse de naranja o babas de camello. ¿Babas de camello?, que coño es eso... Pregunto a la camarera para saber en que consisten las babas estas, pero no me sabe responder. Como me pica la curiosidad, me arriesgo a probarlo, y..., mmm, está delicioso..., es una crema poco densa, de color arena y muy dulce. El precio de menú turístico 12´50 €, muy económico y todo estaba muy bueno, excepto las patatas fritas.
Apenas se ve gente por la calle, supongo que en verano habrá más ambiente. Me acerco a la Iglesia da Misericordia y por una calle estrecha me acerco al lecho del rio. Un precioso paseo recorre toda esta zona. Al fondo, a mi izquierda, el puente de diez arcos regula el paso de los coches con semáforos en su tablero superior. La historia de esta ciudad está muy ligada a su rio, el Lima. Uno de sus primeros nombres fue Barca porque para atravesar el río había que utilizar una barca, más tarde, se le denominó Ponte da Barca, cuando a mediados del siglo XIV se construyó su primer puente, posteriormente se construyó otro puente a mediados del siglo XV debido a la destrucción del anterior.
Gracias a este puente, uno de los puentes medievales más importantes del país, la ciudad se convierte en un importante paso del camino de Santiago de Compostela y la ciudad comienza a desarrollarse económicamente gracias a la población que baja para asentarse en la orilla del río.
Calles en Ponte da Barca
El entorno y la zona más cercana al río es lo más interesante de Ponte da Barca. Tiene una iglesia situada en el alto y algunas calles que merecen ser paseadas. En una de ellas, cerca de una capilla, me llama la atención un panel de azulejos y observo que uno de ellos no armoniza en el conjunto. Observa la foto del panel, a ver si descubres que azulejo está mal colocado.
Desde un balcón, una mujer conversa con una vecina que está en la calle. Se ve que es una mujer de carácter,…, la fotografío aprovechando el zoom de mi negrita, pero aún así la mujer se da cuenta, y gira la cabeza hacia donde estoy, la expresión de su cara es todo un poema…
Solo 16 kilómetros me separan de Ponte de Lima por una carretera comarcal, con un buen firme, pero con muchas curvas también. Como puedes ver, Viana do Castelo, la ciudad costera en donde voy a pasar la noche, está a 40 kilómetros de aquí.
ROMÁNICO EN BRAVAES
Poco más de tres kilómetros separa Bravaes de Ponte da Barca, siguiendo la carretera que te lleva a Ponte de Lima. A orillas de la carretera te encuentras con esta maravillosa iglesia románica que está considerada como unos de los más significativos monumentos románicos de Portugal, por su densidad escultórica. Se construyó en el siglo XIII y destaca su portada frontal, que está decorada con animales, plantas, y figuras humanas y geométricas. Enfrente de la iglesia hay una fila de árboles cargados de mandarinas, están riquísimas. Aquí te muestro la iglesia y las mandarinas, jeje.
Detalles del pórtico
PONTE DE LIMA
En Ponte de Lima son muy visitados sus mercadillos, que junto con el de Barcelos, son de los más visitados del norte. Recuerda que en Barcelos se celebra todos los jueves, en Ponte de Lima los lunes y algún domingo. El de esta ciudad ya se celebraba en la Edad Media, ya que data del siglo XI. Ponte de Lima presume de ser la villa más antigua del todo el país. Es la capital de la zona baja del rio Lima y además de su puente romano, del que se conservan cinco arcos, posee importantes vestigios históricos.
Aparco junto al río, en una enorme explanada sin acondicionar, donde también hay más coches aparcados. Deduzco, que es el aparcamiento gratuíto de la ciudad, además no hay gorrilas (al menos yo no los encontré), y hay espacio más que suficiente. En la foto superior puedes ver la cantidad de coches que hay aparcados. Lo que se ve detrás del parking es Ponte de Lima.
Cruzo el puente de origen romano - es peatonal -, la historia de la ciudad está muy ligada al él. Fue ampliado en la Edad Media. Yo conté quince arcos en total, que si no me fallan las matemáticas, son los que sustentan este precioso y largo puente. Su largo es de casi 400 metros, y comunica la ciudad con el núcleo poblacional de Além Ponte.
En esta zona de la otra orilla destaca un baldaquino gótico, el Anjo da Guarda, de mediados del siglo XIV. Cerca de este curioso templo está la iglesia de Santo Antonio da Torre Velha, del principios del XIX, cuyas campanas también sonaban, aparte de en misas y otros actos religiosos, para celebrar que el mercado había tenido gran éxito de público y de ventas. Junto a la iglesia hay un monumento de piedra que parece ser que representa el escudo de la nación, Portugal. A unos cien metros visitamos el Parque Temático do Arnado en donde se puede hacer un pequeño y humilde recorrido por la historia de los jardines, aquí puedes ver un jardín romano, uno renacentista, otro barroco..., de hecho, en esta pequeña ciudad se celebra todos lo años y entre los meses de Mayo y Octubre un gran festival de jardines.
El ángel del baldaquino
Detalle: Iglesia de Santo Antonio y Baldaquino
Este parte del río está mejor cuidada y acondicionada, tiene un largo paseo en cuyo trayecto veo bañándose en el río a una gran cantidad de patos, la mayoría son ánades reales, preciosos…, con sus cabezas verdes y su pico amarillo. Cruzo de nuevo el puente, por donde sigue paseando mucha gente.
El río y el templete del ángel da garda
Una pareja de ánades reales
Y la bandada de patos junto al puente
Saliendo del puente entro en la ciudad por la plaza de Camoes. A la derecha la Torre de Sao Paulo, que es lo que queda del anterior fuerte que hubo aquí. Llego a la iglesia matriz, de finales del siglo XV, también tiene una torre y un pórtico manuelino en la entrada.
En Ponte de Lima las crecidas del río también hacen sus estragos, me fijo en el muro de la Torre de Sao Paulo, que además de un panel de azulejos tiene unas marcas que indican la altura y el año de las distintas crecidas que inundó las calles de la ciudad. Estas mismas marcas ya las he visto en Amarante y en Oporto, y por la altura que alcanza el agua del río me imagino las pequeñas Venecias que se deben formar cuando el río pierde su cauce.
Junto a la iglesia matriz hay una escultura de un toro que fue inaugurada este mismo año. Colgándonos de sus cuernos hacemos las fotos graciosas de turno. Continuo por la calle central hasta llegar a una plaza en donde hay una escultura de la reina Dona Teresa, la fundadora de la ciudad y madre del primer rey de Portugal, D. Afonso Enriques, tan admirado en su tierra natal, Guimaraes.
A la derecha, el Palacio del Marqués y detrás el moderno cubo donde está la oficina de turismo. Por estas calles se ven casas curiosas y muy interesantes. Bajo de nuevo hasta el río, aquí veo la otra torre, Torre da Cadeia, de principios del siglo XVI y antigua cárcel. Cuando entré había una exposición de pintura poco interesante, al menos, los cuadros que había expuestos a mi no me gustaban. Prima, tengo que decirte que en esta zona interior de Portugal el bigote persiste, muchos señores de mediana edad lo siguen llevando, jeje.
LA LEYENDA DEL RÍO LIMA
Los habitantes de esta región, cuando todavía era un pueblo de los muchos que había al norte del Duero, en la Gallaecia, utilizaron su astucia para crear una leyenda y preservar sus territorios de las garras de los ávidos conquistadores, la leyenda del "Lethes u Oblivionis" (el río del olvido). Esta leyenda cuenta que aquellos que osaran cruzar el río perderían la memoria para siempre, es decir, quedarían condenados de por vida a padecer Alzheimer, vagando por su país sin recordar su identidad, su familia y su patria. Entre los supersticios la leyenda funcionó, pero tuvo que llegar el romano Décimo Junio Bruto para desenmascarar tal mentira. Este caudillo romano llegó con su ejército, en tiempos cuando aún no había nacido Cristo, a las orillas del entonces llamado río Limia, y cruzándolo en solitario, desde la orilla contraria comenzó a llamar por su nombre y apellido a los soldados de su ejército. Desde entonces, a este héroe de la época se le denominó "el Galaico" y la leyenda del río del olvido, nunca mejor dicho, quedó olvidada y solo permanece viva en la historia que marcó en el Imperio Romano este territorio de Gallaecia.
Me quedaron en el tintero cosas por ver. Ponte de Lima me sorprende gratamente y me voy con un buen sabor de boca. Anochece en la ciudad y su nombre se ilumina tímidamente en una de sus torres almenadas.
Las aguas del río se oscurecen bajo los últimos rayos de sol del día. Me espera la costa de Viana do Castelo, la melancolía de sus calles de casas blancas y las magníficas vistas que hay desde el monte donde se alza la preciosa Basílica de Santa Lucía. Sigo mi ruta hacia el mar, hacia el océano atlántico...