Habíamos dejado el coche el día anterior para dedicar nuestro penúltimo día a Reykjavik y el último para Blue Lagoon y traslado al aeropuerto. Pero visto el panorama de lluvia que se nos presenta em este día, no nos apetece estar dando vueltas por las calles. Desde el alojamiento nos reservaron una excursión a Blue Lagoon con posterior visita a la zona de Krysuvik con la empresa Gray Line. Nos recogían en el hotel a las 10:30.
Hasta esta hora estuvimos viendo algo de la ciudad. Entramos en la Hallgrimskirkja, gran iglesia de hormigón y magníficas representaciones de columnas de basalto. Cuando se construyó hubo una gran polémica pero hoy día es el símbolo de la ciudad, con su alta torre y situada en la cima de una colina, se le ve desde todas partes y es un buen referente para orientarse. El interior es muy sencillo, a destacar sus altas naves de arcos ojivales y el gran órgano de 5275 tubos que se puede oír en los frecuentes conciertos que se organizan.
Se puede subir a la torre por 5€. Reykjavik desde arriba, pese a la lluvia, se ve muy bonito, manzanas de casas de colores, la bahía y el puerto, el Harpa, Perlan…
Delante de la catedral hay una estatua del vikingo Leifur Eiriksson, el primer europeo en llegar a América. Fue un regalo de EEUU en la celebración del primer milenio de la Alping.
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Al final de la calle Eiryksgata, en el lateral de la catedral, se encuentra el museo de Einar Jonsson. En la parte de atrás del edificio tiene la entrada al Jardín de las Esculturas dónde hay una muestra en bronce de su obra. 26 piezas simbolistas representando la naturaleza, la tierra, la maternidad, la esperanza, la muerte….. Surgen de acantilados de basalto, alas extendidas, torsos desnudos, figuras retorcidas, escorzos… Nos sorprendieron gratamente, las esculturas merecen la pena verlas y me imagino que las piezas del museo en mármol blanco también serán semejantes.
La entrada al jardín de las esculturas es gratis, no así la del museo. No sé su precio porque no lo visitamos. El jardín de las esculturas lo recorrimos solitos, no había ni un alma.
Seguimos callejeando camino al lago Tjornin. Casas coloreadas y bonitas, ambiente tranquilo, más pareciera un pueblo. Hasta la gente te va saludando al paso. Vista rápida al lago, situar el Ayuntamiento, el Parlamento, y vuelta rápido porque se nos ha echado la hora encima.
Nos recogen puntualmente. Nos llevan hasta la central de Gray Line dónde pagamos la excursión, 5900 ISK. A las 11: nos llevan en un bus grande hasta Blue Lagoon.
La Laguna azul se encuentra en un campo de lava en la carretera de Keflavik a Grindavik. Sus aguas azul lechosas vienen de la planta geotérmica de Svartsengi y son ricas en algas, sales minerales y fino barro de sílice.
Hay una gran cola para sacar la entrada. Para compensar la espera en la cola el personal regala café y helados de chocolate con nata. Se lo pueden permitir, con el precio que tienen las entradas. 40€ la más básica, con toalla propia.
Te ponen una especie de pulsera con un chip que sirve para cerrar y abrir las taquillas de la ropa y en ella te cargan el importe de lo que puedas tomarte por el recinto y a la salida se liquida el importe consumido. Lo tienen todo muy bien organizado y controlado.
Llueve a mares, el agua salpica en la superficie de la laguna. La nube del vapor que desprende la laguna, acrecentada por la lluvia, difumina las figuras y disimula la mucha gente que hay. No obstante una vez dentro no resulta agobiante.
El agua es gustosa, calentita (38º). Se está en la gloria..., mires dónde mires no se ven más que caras de felicidad. Y si disfrutas del baño con una cerveza, un vino o un refresco, la experiencia es perfecta. Los precios de la barra, dentro de la laguna, no son excesivamente caros, en relación con el sitio.
Estábamos tan a gusto que el tiempo se nos pasó volando y casi llegamos tarde, a las 14: h., para el inicio del recorrido por Reykjanes. Es un bus pequeñito en el que han reunido tres itinerarios de los que ofrecen.
Comenzamos visitando Grindavik, la capital del bacalao.
Pueblo tranquilo, repleto de naves industriales para el tratamiento del bacalao. Terrenos ganados al mar mediante diques para que las barcas de los pescadores puedan recalar.
Por aquí lo que visitamos es una zona recóndita a la que se accede por carretera solo apta para todoterreno, zona sin visitantes, en dónde es visible también la brecha de separación entre las placas tectónicas americana y euroasiática, Y es que en ambos sitios, Thingvellir y Reykjanes, es posible ver esta divergencia. Bueno también en el norte, en la cresta Dalfjall.
La Reserva Natural Reykjanesfolkvangur fue establecida en 1975 para proteger las elaboradas formaciones de lava creadas por la cadena de volcanes de Reykjanes. Hay muchos senderos para recorrerla, algunos de ellos vemos su señalización en nuestro recorrido entre este paisaje de lava cubierto de musgo floreciente.
El lago Graenavatn es el mayor de un conjunto de ocho formaciones llamadas maar, cráter producido por explosiones hidromagmáticas, generalmente con terraplenes bajos y ocupados por un lago. Las aguas del Graenavatn son verdes-azules por la combinación de minerales y algas.
Cerca se encuentran nuestros siguientes destinos, Krysuvik y el área geotermal de Seltún. Despues Kleifarvatn.
Krysuvik comprende varios campos geotermales en medio de la fisura volcánica de la dorsal Mesoatlántica, entre los que se encuentra Seltun. Tiene este nombre por una granja cercana ya abandonada.
Seltun se encuentra al pie de la cresta moberg Sveifluhals. Hay un sendero circular sobre pasarelas que rodea el campo geotermal, las cuales no es conveniente dejar porque van al borde de pozas de agua hirviendo a borbotones, fumarolas expulsando vapores con olor a azufre, pozos de barro y lodo gris gorgoteando. Hay cantidad de colores distintos en el suelo y las rocas, grises intentos, tonos rojizos, ocres, amarillos, verdes, marrones, negros.
Deja de llover y justo sale el sol en ese momento, iluminando todos los colores.
Seltún es una zona poco visitada aún siendo muy atractiva. Casi que me gustó más que la zona de Namafjal.
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A dos kilómetros se encuentra el lago Kleifarvatn. Es uno de los más profundos de Islandia, 107 m., en algunas zonas por debajo del nivel del mar. Se encuentra en una cuenca endorreica, (que no tiene drenaje al exterior), limitado por fallas de lava moldeadas por el viento entre las crestas moberg Sveifluhals y Vatnsglid y rodeado de playas de arena negra.
En un terremoto del año 2000 perdió parte de su caudal pero parece ser que ya lo va recuperando.
Como buen lago de aguas profundas que se precie también tiene su propio monstruo, un gusano enorme del tamaño de una ballena acecha a los que se acercan a sus playas.
Hicimos una pequeña parada delante de una de estas playas. Rodea una pequeña cala y en uno de sus extremos hay un grupo de dos o tres rocas de lava con extrañas formas que el viento ha ido cincelando y con musgo verde en algunos flancos. Lógicamente son trolls petrificados que querían bañarse en el lago a una hora que no debían. Esto es lo que nos dice el chofer-guía, pero nosotros descubrimos además otra roca con el perfil de un cacique indio.
Una manada de caballos pastando y descansando muy cerca... Paisajes fascinantes... al fondo la cresta moberg Vatnsglid.
En el camino de vuelta a Reykjavik visitamos unos secaderos de pescado. Lejos de cualquier población, allí no había nadie. Son secaderos de pescado tradicionales, construidos elementalmente. Palos de madera colocados sobre la arena y travesaños para colgar el pescado. Que disfruten del olor!, nos dijo el chófer.
Cuando se quiere decir que algo huele mal es frecuente expresar “huele a pescado podrido”, este no está podrido, pero huele igual de mal. Son pescados “moon fish” que se están secando para luego exportarlos a Africa, eso nos dijeron. Pero observamos un dato curioso, los pescados no están enteros, solo hay colgado el esqueleto del pescado y su cabeza, eso es lo que se está secando, a cientos, a miles.
Nos dejan en el hotel sobre las 5:30 y nos salimos a la calle enseguida porque comprobamos que la tarde en Reykjavik, por fín¡¡¡¡, no está lluviosa.
Callejeamos por el viejo Reykjavik, por las calles que se dirigen al lago y hacia el viejo puerto. Por aquí hay muchas casas antiguas, de las que hacían con madera de desecho (en Islandia no hay madera) cubiertas de chapa y coloreadas. Esta zona la recorrimos, en parte, en la mañana y nos vuelve a encantar.
El lago Tjörnin, que esta mañana estaba desierto, tiene afluencia de público dando de comer a las muchas palmípedas que viven en él. Parques con esculturas salpicadas bordean su parte sur, como la de un viajero con su maleta y sin cabeza, su lugar lo ocupa un bloque irregular. Haciendo esta foto se ve al fondo una iglesia que se encuentra en un lateral del lago. Es la iglesia neogótica Frikirkjan, luterana, construida a la manera tradicional, con madera de barcos a la deriva y exterior de chapa, blanca con el tejado verde.
En esta parte sur del lago y casi al lado, está el Ayuntamiento. Un edificio moderno cubierto de musgo que en su interior tiene una maqueta de toda la isla efectuado con detalles precisos. Identificamos los sitios por los que hemos ido pasando en días anteriores. Al lado se está proyectando un documental de volcanes en erupción y por otro lado un café que se ve muy tranquilo, con vistas al lago.
Subimos una pequeña colina, por la calle Tungata, hasta la catedral católica que, por su posición en la cima de esta colina, destaca de forma similar a su homónima luterana. Bueno, en esta catedral gótica la torre no es parecida a una nave espacial.
Se llama Landakotskirkjan (Basílica de Cristo Rey) porque los primeros cristianos compraron estos terrenos con una granja denominada Landakot. Fue construida por el mismo arquitecto de la Hallgrimskirkjan, Gudyon Samuelsson, al igual que la de Akureyri también. Su interior es agradable y muy bien cuidado, las hijas de Cristo Rey se encargan de ello. Hay dos monjas mejicanas arreglando unas flores y charlamos con ellas sobre su labor y su vida en este país.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta el cercano edificio del Alping, sencillo edificio de piedra dolerita, que es una roca volcánica, construido en 1880-81.
A su lado la antigua catedral Domkirkjan, más modesta que la Hallgrimskirkjan, con estructura y porte típico de las iglesias islandesas. Estaba cerrada.
También cercano el Austurvöllur, cubierto de césped y sitio de recreo de los islandeses. En su día eran terrenos del primer colono de Reykjavik, podría decirse que su fundador, Ingólfur Arnasson. En el centro se erige una estatua hecha por Einar Jonsson del líder de la campaña por la independencia islandesa, Jón Sigurdosson.
Calles paralelas al viejo puerto. A continuación el Harpa, sala de conciertos y conferencias inaugurado en 2011. Su fachada es un entramado de hexágonos de cristal que cambian de color dependiendo del sol, de la hora, del reflejo del mar, de las nubes..No entramos dentro porque solo están abiertos los comercios de la planta baja. Dicen que tiene 4 salas principales de conciertos dedicadas a los cuatro elementos, fuego, aire, tierra y agua.
Pasear por la bahía es estimulante, el mar sereno, el juego de nubes en el cielo con algún reflejo del sol en ocasiones, al frente las montañas todavía con nieve.
Se llega a la estatua en forma de barco, Sun-Craft, de Gunnar Arnason, que no rompería el encanto del paseo por la bahía si no fuera por la mucha gente que quiere hacerse una foto a su lado.
Con lo bonita que luce sola, con el fondo marino y la montaña nevada.
Regresamos a la calle Tryggavata. Al inicio de ella está el famoso puesto de perritos calientes con gente haciendo cola. Mi marido y yo pasamos de perritos y continuamos por la calle en busca del Iceland Fish&Chip que nos habían recomendado. No lo encontramos, no vemos la numeración en los edificios.
Al final de la calle vimos Reykjavik Fish&Chip, y como coincidía con la dirección que teníamos, pensamos que había cambiado de nombre. Estaba lleno de gente y tuvimos que esperar largo rato a que nos sirvieran. Resultó ser un pequeño fiasco, los fish&chip muy normalitos (1980 + 250 ISK de la salsa), y yo pedí un bacalao salteado (1890 ISK) que estaba totalmente insípido, esta gente no sabe guisar un buen bacalao. De regreso vimos en la acera de enfrente y un poco más entrada la calle, el Iceland Fish&Chip, al parecer ha cambiado su ubicación.
Al día siguiente vienen a recogernos a las 13: h. para el traslado al aeropuerto. El día vuelve a amanecer lloviendo, Reykjavik nos va a despedir tal y como nos recibió, lloviendo.
Fuimos a visitar el edificio Perlan pensando, sobre todo, en el Museo de las Sagas. Perlan se encuentra algo alejado del centro, encima de una colina a la que se accede por varios senderos.
Las vistas, desde una galería redonda en la parte superior del edificio, están completamente deslucidas porque el nublado es espeso y la lluvia fuerte. Hay un café que parece agradable pero acabamos de desayunar.
En la parte inferior hay un geiser artificial que se pone en marcha cada cinco minutos, a mi entender no tiene ningún atractivo. Y el museo de las Sagas ya no está aquí, lo han trasladado a un extremo del puerto. De modo que hemos hecho una excursión mojándonos a tope para casi nada. Eso sí, estaba solitario.
En el aeropuerto de Keflavik el sol salió para despedirnos de Islandia, para que nos llevemos una última impresión de que su clima dentro de lo desapacible que es normalmente, te ofrece regalos y premios de vez en cuando en forma de sol.
Volamos con WOW Air. Son muy rápidos y diligentes en la facturación. Por no sé qué motivos el vuelo salió con media hora de retraso, pero la recuperaron casi entera en el vuelo, llegamos a Alicante a las 22:35, solamente 5 minutos de retraso.
Hasta siempre Islandia. Te has ganado un gran hueco en mi corazón