Semanas antes del viaje modificaron ligeramente el horario de salida del vuelo con destino a Santiago. De las 23:55 del 25 de noviembre, pasó a las 0:15 del 26 de noviembre.
Al hacer la facturación por Internet en la página de Iberia, vi que la configuración del avión A340 era 2-4-2, por lo que me aseguré de verificar que tenía el asiento en el pasillo. Un vuelo de más de 12 horas, sin ir acompañado y en ventanilla o en medio de una fila, no me gusta.
El vuelo lo recuerdo especialmente por el frío que pasé. Tuve que ir envuelto en la manta desde el primer momento. El avión tenía pantallas de entretenimiento individuales, por lo que entre ir viendo películas y la ruta seguida por el avión, la comida (cena y desayuno) y alguna que otra cabezadita, pues no es el viaje que más largo se me ha hecho. Al llegar, pasamos por el control de pasaportes, aduana y control de equipajes. Por 3 veces llegaron a cambiar la cinta por la que iba a salir el equipaje. Entre una cosa y otra tardé una hora en salir del aeropuerto. Me dirigí al mostrador de Transvip para enseñar la reserva que había hecho. El traslado hasta el hotel Atton El Bosque sólo tardó una media hora, así que a las 11:30 ya estaba allí.
www.atton.com/el-bosque
La habitación no me la daban hasta las 3 de la tarde, motivo por el cual me fui a visitar el centro de la ciudad en compañía de un forero que vive en Santiago, con el que había quedado en el hotel a la hora de mi llegada. Ese día me encontraba bastante cauto en lo que a pasear se refiere, tratando de ahorrar energías para todo el viaje que tenía por delante, así que hicimos casi todos los trayectos en metro y en taxi, aprovechando que era sábado y no había demasiado tráfico en el centro.
Inicialmente fuimos al Palacio de la Moneda, sede del gobierno de Chile, construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. El palacio está abierto a dos plazas: la plaza de la Ciudadanía, en la que hay un estanque, que al estar vacío daba a la zona un aire un tanto descuidado. Hay una estatua dedicada a un tal Arturo Alessandri Palma, uno de los presidentes de la república durante el siglo XX, relevante entre otros motivos por ser promotor de la reforma de la Constitución de 1925 que puso fin al régimen parlamentario. La otra plaza es la de la Constitución, que está rodeada de edificios oficiales. Había montada una estructura metálica por una feria que se iba a celebrar en unos días, por lo que no pude sacar muy buenas fotos de toda la plaza.
Desde allí tomamos la decisión de ir al cerro Santa Lucía. Como curiosidad, parece que hasta finales del siglo XIX se extraía piedra de este cerro para construir las casas de la ciudad y que también era un lugar donde se refugiaban los delicuentes y mendigos. En 1872 fue convertido en parque público en el tiempo record de 6 meses. Se llevaron naranjos del Maipo, palmeras de La Campana y toneladas de tierra. En años posteriores se fueron añadiendo estatuas y edificios.
Yo tenía la información de que había un funicular para subir a lo alto del cerro, pero no funcionaba y eso debe ser lo habitual. Por lo tanto, nos quedamos en la parte baja del cerro y fuimos a ver la terraza Neptuno, que es de principios del siglo XX. Me gustó bastante la fuente y el pórtico monumental que hay detrás. Desde allí se supone que era posible subir a otra terraza, la de Caupolicán, pero estaba cortada la subida por la escaleras o al menos eso entendí, porque mi nivel de lucidez después del viaje no era muy bueno. Al otro lado de la calle se puede ver la Biblioteca Nacional, pero la vista más interesante creo que estaba en el mirador de esa terraza.
A poca distancia de la Biblioteca Nacional se encuentra la iglesia de San Francisco. Se trata de la iglesia más antigua de la ciudad, fundada a finales del siglo XVI a la par que la ciudad de Santiago. Destaca en el altar mayor la imagen de la Virgen del Socorro, que fue la primera imagen católica que llegó al país y que pertenecía a Pedro de Valdivia (fundador de Santiago de Chile). Es Monumento Nacional desde 1951. Anexo a la iglesia está el Museo de Arte Colonial de San Francisco. En principio reúne la colección más importante de arte colonial de Chile, pero no me llamó demasiado la atención, bien sea porque el arte religioso no es precisamente lo que más me gusta o nuevamente por el cansancio del viaje. Junto al arte religioso, se puede observar la medalla y el diploma por el Premio Nobel de Literatura que se concedió a la poetisa chilena Gabriela Mistral, que cedió al pueblo chileno, bajo el resguardo de los chilenos. También se pueden ver colecciones de telas al óleo pintadas en Cuzco dedicadas a la vida de San Francisco. $1000 creo que vale la entrada. Parte de los terrenos que poseían los franciscanos fueron vendidos y se edificó en ellos el barrio París-Londres.
En las calles París y Londres hay casas de principios del siglo XX de estilos renacentista, neoclásico y colonial, pero quizás fuese por el tramo que pasamos, pero no me resultó nada relevante.
A continuación fuimos en taxi hasta el Mercado Central. Debe ser una zona con cierta inseguridad ciudadana, porque el taxista nos recomendó tener cuidado con nuestras pertenencias. Dentro del Mercado Central estuvimos comiendo en el restaurante Donde Augusto. Supongo que es un lugar bastante turístico y no precisamente donde mejor se coma o con la mejor relación calidad/precio, pero no me pareció mal para comenzar. Pedimos un plato para compartir y luego cada uno un plato principal diferente:
- Machas a la parmesana: Fue el plato que compartimos y llevaba 12 unidades de machas. Es un plato bastante pesado, por lo que no lo recomiendo para tomar una única persona.
- Congrio a lo pobre: Cualquier plato que sea al estilo "a lo pobre" quiere decir que va acompañado de patatas fritas y un huevo frito. El pescado iba rebozado, por lo que con toda la mezcla fui incapaz de comerme ni siquiera la mitad.
Con la bebida (agua sin gas) y la propina sugerida del 10%, la parte proporcional que pagué fue de $18000.
dondeaugusto.cl/
El Mercado Central es un edificio llamativo por la estructura de hierro que lo forma. Fue construido en Inglaterra e inaugurado durante la Exposición Nacional de Artes e Industrias de 1872.
Con el estómago demasiado lleno fuimos a la iglesia y convento de la Recoleta Dominica, construido a finales del siglo XIX como réplica de la iglesia de San Pablo en Roma.
Estaba cerrada y el museo igualmente, así que pusimos rumbo al cerro San Cristóbal. Para subir al cerro hay un funicular y un teleférico. Éste lo habían reinaugurado hacía un par de días, después de 7 años de inactividad. Pues no tuvimos suerte, porque comentaron que el servicio había sido interrumpido debido a un incendio.
Como eran cerca de las 5 de la tarde y no me quería ir sin ver el Museo Precolombino, nos dirigimos hacia la zona de la Plaza de Armas. La entrada cuesta $4500 y no tarda demasiado en verse. Máximo 2 horas si uno no es un apasionado o profesional del arte y arqueología. Se pueden leer informaciones de las diferentes culturas existentes en América antes del descubrimiento del continente y en particular de Chile (diaguitas, aymaras, tehuelches o aonikenk, rapanui, kaweshar, etc...), cerámica, esculturas,...
Al salir del museo no me detuve un rato en la Plaza de Armas para ver el ambiente, ver los edificios colindantes y visitar alguno de ellos, como la catedral. Iba cansado y total, ya daría un paseo por Santiago el último día de viaje. De camino al metro Universidad de Chile fuimos paseando por dos de las calles peatonales más importantes de Santiago, como son la calle Huérfanos y el paseo Ahumada.
Nos despedimos al llegar al hotel y realicé el check-in. La habitación que me asignaron (planta 15) era espaciosa, cama grande y cómoda, mesa de escritorio, minibar, TV plana. Sin embargo, la vi algo anticuada, al igual que el cuarto de baño. El hotel ofrece wi-fi gratuita. Junto a la gran recepción hay una máquina en la que se puede cambiar dinero, pero el cambio era horroroso. Mucho peor que el del aeropuerto. Cerca del hotel hay una oficina de AFEX, pero está cerrada sábados por la tarde y domingos.
Como no me apetecía ni salir a cenar, me quedé tomando algo en el hotel.
Restaurante Mediterráneo: Pedí un plato de salmón acompañado de puntas de espárragos y camarones salteados. Junto con una botella de agua mineral, pagué en total $15000.
elbosque.atton.com/ ...d97aef.pdf
Al hacer la facturación por Internet en la página de Iberia, vi que la configuración del avión A340 era 2-4-2, por lo que me aseguré de verificar que tenía el asiento en el pasillo. Un vuelo de más de 12 horas, sin ir acompañado y en ventanilla o en medio de una fila, no me gusta.
El vuelo lo recuerdo especialmente por el frío que pasé. Tuve que ir envuelto en la manta desde el primer momento. El avión tenía pantallas de entretenimiento individuales, por lo que entre ir viendo películas y la ruta seguida por el avión, la comida (cena y desayuno) y alguna que otra cabezadita, pues no es el viaje que más largo se me ha hecho. Al llegar, pasamos por el control de pasaportes, aduana y control de equipajes. Por 3 veces llegaron a cambiar la cinta por la que iba a salir el equipaje. Entre una cosa y otra tardé una hora en salir del aeropuerto. Me dirigí al mostrador de Transvip para enseñar la reserva que había hecho. El traslado hasta el hotel Atton El Bosque sólo tardó una media hora, así que a las 11:30 ya estaba allí.
www.atton.com/el-bosque
La habitación no me la daban hasta las 3 de la tarde, motivo por el cual me fui a visitar el centro de la ciudad en compañía de un forero que vive en Santiago, con el que había quedado en el hotel a la hora de mi llegada. Ese día me encontraba bastante cauto en lo que a pasear se refiere, tratando de ahorrar energías para todo el viaje que tenía por delante, así que hicimos casi todos los trayectos en metro y en taxi, aprovechando que era sábado y no había demasiado tráfico en el centro.
Inicialmente fuimos al Palacio de la Moneda, sede del gobierno de Chile, construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. El palacio está abierto a dos plazas: la plaza de la Ciudadanía, en la que hay un estanque, que al estar vacío daba a la zona un aire un tanto descuidado. Hay una estatua dedicada a un tal Arturo Alessandri Palma, uno de los presidentes de la república durante el siglo XX, relevante entre otros motivos por ser promotor de la reforma de la Constitución de 1925 que puso fin al régimen parlamentario. La otra plaza es la de la Constitución, que está rodeada de edificios oficiales. Había montada una estructura metálica por una feria que se iba a celebrar en unos días, por lo que no pude sacar muy buenas fotos de toda la plaza.
Desde allí tomamos la decisión de ir al cerro Santa Lucía. Como curiosidad, parece que hasta finales del siglo XIX se extraía piedra de este cerro para construir las casas de la ciudad y que también era un lugar donde se refugiaban los delicuentes y mendigos. En 1872 fue convertido en parque público en el tiempo record de 6 meses. Se llevaron naranjos del Maipo, palmeras de La Campana y toneladas de tierra. En años posteriores se fueron añadiendo estatuas y edificios.
Yo tenía la información de que había un funicular para subir a lo alto del cerro, pero no funcionaba y eso debe ser lo habitual. Por lo tanto, nos quedamos en la parte baja del cerro y fuimos a ver la terraza Neptuno, que es de principios del siglo XX. Me gustó bastante la fuente y el pórtico monumental que hay detrás. Desde allí se supone que era posible subir a otra terraza, la de Caupolicán, pero estaba cortada la subida por la escaleras o al menos eso entendí, porque mi nivel de lucidez después del viaje no era muy bueno. Al otro lado de la calle se puede ver la Biblioteca Nacional, pero la vista más interesante creo que estaba en el mirador de esa terraza.
A poca distancia de la Biblioteca Nacional se encuentra la iglesia de San Francisco. Se trata de la iglesia más antigua de la ciudad, fundada a finales del siglo XVI a la par que la ciudad de Santiago. Destaca en el altar mayor la imagen de la Virgen del Socorro, que fue la primera imagen católica que llegó al país y que pertenecía a Pedro de Valdivia (fundador de Santiago de Chile). Es Monumento Nacional desde 1951. Anexo a la iglesia está el Museo de Arte Colonial de San Francisco. En principio reúne la colección más importante de arte colonial de Chile, pero no me llamó demasiado la atención, bien sea porque el arte religioso no es precisamente lo que más me gusta o nuevamente por el cansancio del viaje. Junto al arte religioso, se puede observar la medalla y el diploma por el Premio Nobel de Literatura que se concedió a la poetisa chilena Gabriela Mistral, que cedió al pueblo chileno, bajo el resguardo de los chilenos. También se pueden ver colecciones de telas al óleo pintadas en Cuzco dedicadas a la vida de San Francisco. $1000 creo que vale la entrada. Parte de los terrenos que poseían los franciscanos fueron vendidos y se edificó en ellos el barrio París-Londres.
En las calles París y Londres hay casas de principios del siglo XX de estilos renacentista, neoclásico y colonial, pero quizás fuese por el tramo que pasamos, pero no me resultó nada relevante.
A continuación fuimos en taxi hasta el Mercado Central. Debe ser una zona con cierta inseguridad ciudadana, porque el taxista nos recomendó tener cuidado con nuestras pertenencias. Dentro del Mercado Central estuvimos comiendo en el restaurante Donde Augusto. Supongo que es un lugar bastante turístico y no precisamente donde mejor se coma o con la mejor relación calidad/precio, pero no me pareció mal para comenzar. Pedimos un plato para compartir y luego cada uno un plato principal diferente:
- Machas a la parmesana: Fue el plato que compartimos y llevaba 12 unidades de machas. Es un plato bastante pesado, por lo que no lo recomiendo para tomar una única persona.
- Congrio a lo pobre: Cualquier plato que sea al estilo "a lo pobre" quiere decir que va acompañado de patatas fritas y un huevo frito. El pescado iba rebozado, por lo que con toda la mezcla fui incapaz de comerme ni siquiera la mitad.
Con la bebida (agua sin gas) y la propina sugerida del 10%, la parte proporcional que pagué fue de $18000.
dondeaugusto.cl/
El Mercado Central es un edificio llamativo por la estructura de hierro que lo forma. Fue construido en Inglaterra e inaugurado durante la Exposición Nacional de Artes e Industrias de 1872.
Con el estómago demasiado lleno fuimos a la iglesia y convento de la Recoleta Dominica, construido a finales del siglo XIX como réplica de la iglesia de San Pablo en Roma.
Estaba cerrada y el museo igualmente, así que pusimos rumbo al cerro San Cristóbal. Para subir al cerro hay un funicular y un teleférico. Éste lo habían reinaugurado hacía un par de días, después de 7 años de inactividad. Pues no tuvimos suerte, porque comentaron que el servicio había sido interrumpido debido a un incendio.
Como eran cerca de las 5 de la tarde y no me quería ir sin ver el Museo Precolombino, nos dirigimos hacia la zona de la Plaza de Armas. La entrada cuesta $4500 y no tarda demasiado en verse. Máximo 2 horas si uno no es un apasionado o profesional del arte y arqueología. Se pueden leer informaciones de las diferentes culturas existentes en América antes del descubrimiento del continente y en particular de Chile (diaguitas, aymaras, tehuelches o aonikenk, rapanui, kaweshar, etc...), cerámica, esculturas,...
Al salir del museo no me detuve un rato en la Plaza de Armas para ver el ambiente, ver los edificios colindantes y visitar alguno de ellos, como la catedral. Iba cansado y total, ya daría un paseo por Santiago el último día de viaje. De camino al metro Universidad de Chile fuimos paseando por dos de las calles peatonales más importantes de Santiago, como son la calle Huérfanos y el paseo Ahumada.
Nos despedimos al llegar al hotel y realicé el check-in. La habitación que me asignaron (planta 15) era espaciosa, cama grande y cómoda, mesa de escritorio, minibar, TV plana. Sin embargo, la vi algo anticuada, al igual que el cuarto de baño. El hotel ofrece wi-fi gratuita. Junto a la gran recepción hay una máquina en la que se puede cambiar dinero, pero el cambio era horroroso. Mucho peor que el del aeropuerto. Cerca del hotel hay una oficina de AFEX, pero está cerrada sábados por la tarde y domingos.
Como no me apetecía ni salir a cenar, me quedé tomando algo en el hotel.
Restaurante Mediterráneo: Pedí un plato de salmón acompañado de puntas de espárragos y camarones salteados. Junto con una botella de agua mineral, pagué en total $15000.
elbosque.atton.com/ ...d97aef.pdf