3/2/17: Cume, Mistérios Negros y monumentos naturales ✏️ Diarios de Viajes de Portugal

Entre el madrugón, el largo viaje de ayer y el mini jet lag (en las Azores son dos horas menos que en la España peninsular) nos quedamos anoche fritos antes de las 12:00. La hora de aquí es un lío, porque en el móvil se te pone automáticamente en la hora de Portugal continental (es decir, una hora menos que en España); en el reloj seguí teniendo la hora española (me daba pereza cambiarla para una semana) y en ningún lado teníamos la hora real de las Azores.


Alquiler de coche
Las previsiones han dado lluvia para todo el día, pero amanece algo nublado aunque podemos ver el sol. La temperatura es agradable, unos 17 grados. Tras un buen y amplio desayuno en el hotel, vimos que Diogo (nuestro guía durante el trayecto ayer desde el aeropuerto) estaba en recepción y lo abordamos para preguntarle por el alquiler de coche (ya anoche le dije algo); me dijo que lo más barato que podía ofrecernos era uno con seguro a terceros por 22,50 al día. Aceptamos sin dudar y, tras pagarle a él mismo, hizo una llamada y nos dijo que nos recogerían en el hotel en 5 minutos. Subimos rápidamente a la habitación por las mochilas, nos preparamos los bocatas (llevábamos fiambre y pan de molde) y, cuando bajamos, ya una chica nos esperaba para llevarnos a la oficina. La empresa se llama Aguiatur y, según su web, tiene dos oficinas: una en el centro de Angra (por la zona de la Marina) y otra la que conocemos y adonde nos llevaron: en la Avenida Tenente Coronel José Agostinho. Os dejo las coordenadas: 38.656375, -27.230286. No aparece el lugar en Street View, pero existe; es una especie de caseta de estas prefabricadas.

El amable y eficiente chico que nos atendió en buen español (Ricardo), nos dijo si nos parecía bien un Smart automático de dos plazas. Le dijimos que sí y firmamos el contrato en el que señaló los daños previos que tenía el coche (era bastante nuevo, un par de pequeños arañazos y poco más). En principio, solo iba a ser por un día y quedamos en devolverlo mañana antes de las 10:30. Nos planteamos devolverlo a la tarde-noche, pero la oficina cierra a las 17:00 y no era la mejor opción. Gabri fue el encargado de conducir, necesitó presentar el DNI y el carnet, pero pagamos en efectivo (de hecho, le pagamos a Diogo en el hotel) y no nos pidieron una fianza ni nada por el estilo; y tampoco nos cobraron más por el hecho de que él tuviese 25 años (en algunas compañías tengo entendido que has de pagar un suplemento si eres menor de 26 ó 30).

El Smart iba bien de motor según Gabri; era un coche automático y dijo que era un poco raro porque nunca había conducido uno pero, una vez que te haces, es bastante cómodo (aunque le rallaba un poco eso de que se parase el motor cada vez que frenaba por completo el coche).


Serra do Cume
¡Ya vamos de camino! Entre una cosa y otra, son casi las 11 de la mañana. Nuestro primer destino es el mirador de la Serra do Cume, que dicen que es de donde se obtienen las mejores vistas de la isla. Para llegar a él, cogemos por la Vía Rápida y, en pocos minutos, encontraremos la salida dirección: S. Sebastião, Porto Judeu y Serra do Cume (este último, con fondo marrón y unos prismáticos). En seguida llegamos a una rotonda en la que tendremos que girar a la izquierda dirección Serra do Cume y seguir durante 3 km por esa carretera hasta que encontraremos el desvío para subir durante 2 km. hacía al mirador: Las coordenadas son: 38.709714, -27.1123263.

Las vistas son espectaculares. Desde un lado puedes ver la inmensa manta de retalhos y desde el otro una vista similar (algo más pequeña y menos espectacular) con la ciudad de Praia da Vitória al fondo. Hay habilitados unos miradores a los que puedes acceder pero probablemente tengas que agarrarte porque el viento, literalmente, te empuja. No es extraño que en Terceira haya rachas de viento exageradas; en esta zona es una locura y no recomendaría ir un día en el que desde Angra notemos que hace mucho viento. También hemos de ser cautos con el tema de la niebla para no llevarnos un chasco. Si desde Angra, mirando hacia el este, la niebla nos impide ver con nitidez los montes y los molinos eólicos, es una mala señal.

Tras dar una vuelta por la zona y grabarnos en la retina las increíbles vistas, volvemos al coche y nos disponemos a hacer el camino a la inversa para volver a la Vía Rápida y dirigirnos a hacer el sendero que más fama tiene en la isla: el de Mistérios Negros. Las coordenadas del inicio son: 38.737316, -27.269375; pero probablemente te sea mucho más útil que te diga que está al lado de la Gruta do Natal. Un cartel de sendero oficial informa del perfil, de las señales a lo largo del recorrido y de la dificultad (calificada en este caso como “difícil”). De todas formas, había leído en Internet varios comentarios de que no era tan difícil, así que iba medio tranquilo pese a llevar unas zapatillas deportivas…

Hasta ese momento, para mí un sendero era hacer un paseo marítimo largo o caminar por el típico carril bici entre dos pueblecitos. En Terceira no es así. El sendero es una pasada, está chulísimo y se disfruta mucho durante el recorrido pero hay tramos en los que yo, que soy un cagueta, pensaba que me iba a partir la crisma. Seguro que soy un exagerado, que no es ninguna salvajada y que, a poco que hayas practicado algo de senderismo en tu vida, te parece una chorrada esto que te digo; pero a mí sí que me pareció justificada la consideración de “difícil” del recorrido y que, aunque nos sorprendió al principio cuando lo vimos, sí que tardamos las dos horas y media anunciadas en recorrer los apenas 6 km (no llega) de este sendero, en el que ladeas una laguna, te metes en prados muy verdes y vas ascendiendo por rocas volcánicas. Una auténtica pasada. Si tienes un día reservado para ir a la Gruta do Natal y Algar do Carvão y quieres algún plan para complementar el día, recomendaría sin duda realizar este sendero que, como digo, comienza junto al acceso a la Gruta do Natal. Cerca del final del camino, cuando ya volvemos por carretera y hemos pasado la parte más complicada y bonita de la ruta, hay un desvío opcional hacía el Pico Gaspar. Ya que estamos, lo subimos. Gabri parecía que iba y volvía del supermercado mientras subía y bajaba; a mí me costó más trabajo. Me parece prescindible la subida (tampoco es que tengas arriba unas vistas mejores de las que has tenido durante el recorrido), pero si vas bien equipado y no te ha costado demasiado trabajo llegar hasta aquí, en 5 minutos estás en la cumbre.

No os lo había dicho, pero a Gabri le gusta el tema del geocaching (si no sabéis lo que es, googleadlo); había bastantes cachés durante el recorrido pero no pudo encontrar ninguno. Por lo visto, Terceira es un sitio bastante interesante para la práctica de esta actividad puesto que hay bastantes pequeños tesoros repartidos por toda la isla (de hecho, las Azores son un GeoTour y, de los GeoTours del mundo, es el que más cachés tiene).

Una vez acabada la ruta, nos acercamos a la Lagoa do Negro y allí, con vistas al lago, nos comimos algunos de los bocatas que llevábamos. Eran las 14:40 y aún faltaban 20 minutos para que abriese la Gruta do Natal. Como empezó a chispear, nos resguardamos en el coche y allí terminamos de comer.

¡Y vaya si iba a llover! Habíamos tenido muchísima suerte de que no nos cayese durante el sendero lo que cayó mientras esperábamos en el coche. Tanto llovía que movimos el coche para recorrer los apenas 20 metros que había del principio de la ruta hasta la entrada de la gruta (sin haberlo planeado, me ha salido un pareado). Abrió 5 minutos antes de la hora y entramos rápidamente al local de acceso.

Allí había una exposición fotográfica sobre la gruta; nos entregaron un folleto en español y el hombre que nos atendió, muy amable, nos explicó la historia de la misma y nos dijo el itinerario recomendado. Pagamos allí la entrada combinada con Algar do Carvão (8 euros con carnet joven las dos; 9 si no lo tienes, puesto que es el único descuento que aplican) y nos entregaron un casco; pensamos que era por simple precaución pero cuando entramos en la cueva nos dimos cuenta de lo imprescindible que resulta.

La Gruta do Natal es el recorrido, de unos 700 metros, de la lava solidificada tras una erupción (precisamente del Pisco Gaspar que coronamos un rato antes). Es un lugar curioso y llamativo. Si en la primera de las galerías el recorrido tiene algo de complejidad por lo irregular del suelo; en la segunda (aunque puedes evitarla y recorrer solo la primera) deberás andar agachado literalmente. Una experiencia curiosa en un lugar muy llamativo.

Tras unas breves preguntas (uno que es muy curioso) al hombre de la recepción que nos atendió a nuestra llegada y un repaso a la galería fotográfica, nos pusimos rumbo a Algar do Carvão (38.728172, -27.216015), está muy cerquita y bien señalizado. En apenas 10 minutos en coche, aparcamos en Algar do Carvão.

Algar do Carvão fue, a nuestro juicio, el sitio más espectacular de Terceira. Las fotos que podáis ver no hacen honor a la sensación de encontrarse dentro de un volcán y de mirar hacia arriba y ver el cráter. Primeramente hay un paseo por una especie de pasadizo que parece que nos dirigimos a la última fase de un videojuego; después la vista se nos irá hacia arriba para ver el cráter e iniciaremos un descenso por escalones de unos 80 metros, en la que abajo del todo encontraremos un lago de agua cristalina; durante el camino veremos peculiares estalactitas y un paisaje único. Para volver, toca subir los muchos escalones que, después de la intensidad del día, se hacen pesados.

Quiero hacer hincapié en que Terceira es una isla bastante poco apta para personas con problemas de movilidad. Yo, que tengo un padre con una discapacidad física (no es que vaya en silla de ruedas pero le cuesta mucho al hombre subir escalones) suelo fijarme en estas cosas y él no aguantaría ir a Algar do Carvão y tampoco podría meterse en la segunda galería de la Gruta do Natal (si ya me costaba trabajo a mi…) y estaría agobiado por lo irregular del piso en la primera de ellas. Además, Angra es una ciudad con bastantes cuestas. Si estás limitado en ese aspecto, puedes recorrerte los pueblos de la isla; llegar a los miradores a los que se pueda acceder en coche y ver los diferentes museos pero, a mi juicio, es necesario tener un mínimo de condición física para sacarle todo el provecho a Terceira (la visita a los monumentos naturales y los senderos la requieren).

Los días de apertura y el horario de Algar do Carvão y la Gruta do Natal en temporada baja es bastante limitado. Cuando nosotros fuimos, los días de apertura eran lunes, miércoles y viernes de 15:00 a 17:00 (da tiempo de sobra a visitar bien las dos en el mismo día), con última entrada a las 16:45 según anuncian. De todas formas, informaos bien en la web de los montanheiros de esta información.

Una vez que terminamos de ver Algar do Carvão, nos dirigimos a las Furnas de Enxofre (38.729040, -27.230867). Es un paseo peculiar en el que puedes observar (y oler) los gases que brotan del suelo por la actividad volcánica bajo tierra. Está situado en un desvío bien señalizado entre la Gruta do Natal y Algar do Carvão. El instinto invita a pensar en visitarlo entre que haces una y otra. Mi consejo es que no lo hagas si, como nos pasó a nosotros, los horarios de apertura de las grutas son tan limitados (las Furnas están en campo abierto, son gratis y puedes ir cuando quieras). No es que sea un paseo larguísimo pero vale la pena hacerlo con tranquilidad y no con las prisas de irse corriendo a ver la gruta que falta por ver. Como somos unos suertudos, dejó de llover (lo llevaba haciendo prácticamente desde que acabamos el sendero) antes de que hiciésemos el paseo de las Furnas de Enxofre.

Como estábamos cerquita (a menos de 10 minutos de las Furnas) y queríamos merendar, nos acercamos a la Lagoa das Patas (38.718001, -27.287422). En este caso, la señalización no es del todo buena, ya que hay un descampado para dejar el coche a mano izquierda (si venimos desde el este –Furnas, Grutas, Angra…-) y la indicación que pone “Lagoa da Falca” (el otro nombre de esta laguna) está justo después de la salida a este descampado y ya lo habremos pasado, por lo que no nos quedará otra que dejar el coche en el arcén (que tampoco pasa nada). Nosotros lo dejamos en este descampado y cruzamos la carretera, hay un pequeño merendero junto a la laguna pero nosotros nos quedamos en la orilla y vimos como todos los patos y los pajaritos se acercaban a nosotros por el pan que les tirábamos. En pocos segundos, teníamos a la mitad de la fauna de la isla a nuestro alrededor.


Vuelta al hotel, spa y salida nocturna
Tras el ratito de tranquilidad, decidimos que era hora de volver al hotel. Eran las 17:30 y había sido un día verdaderamente intenso. En 20 minutos ya estábamos en el hotel y aún quedaba más de una hora para que cerrara el spa: ¿Qué mejor manera que relajarnos un ratillo allí? Nuestro gozo en un pozo. Había tres parejas en el jacuzzi; no es que no hubiese hueco para nosotros, pero estaríamos algo apretadillos, así que nos decidimos por estar un ratillo en la sauna y en las duchas estas raras.

Tras el ratito de spa, toca conectarse con el mundo (esto es: ir a la recepción a pillar el wifi), cenar unos bocatas de nuevo (somos unos tiesos…) y ducharse y cambiarse para ver si hay algo de marcha en Angra do Heroísmo.

Sobre las 23:00, salimos en dirección a los bares del Porto das Pipas (lo teníamos frente al hotel, a 5 minutos). Por allí dejamos también el coche cuando volvimos porque no es zona azul y no sabíamos si podíamos dejarlo en el parking del hotel (cuando salimos para dar la vueltecilla, preguntamos y nos dijeron que sin problema). Entramos en el primer bar que vimos (creo que era el Havanna Club) y resultó que había montado un karaoke. Por supuesto, a mí me parecía una genial idea que Gabri y yo cantásemos algo, a lo que él se negó en rotundo. Tras mucho insistir, conseguí que viese el listado de canciones internacionales: había unas cuantas españolas y le dejé elegir con tal de que hiciésemos el ridículo un rato. El animal escogió “Aserejé” porque “ya que vamos a hacer el ridículo, lo vamos a hacer bien”. Y sí, "cantamos" (por decir algo) Aserejé en un bar en nuestra primera noche en Terceira. Después del momento surrealista, de ser los protagonistas de la noche durante un buen rato y de incluso hacer algún amigo, decidimos irnos a dormir porque mañana sería un día intenso. Además ya había acabado el karaoke y el pub se reconvirtió en un intento de discoteca y tampoco nos iba el rollo demasiado.