Este año optamos por no coger avión y hacer un viaje en compañía de nuestra perra, ya toca compartir verano con ella y disfrutar en conjunto. Buscamos destino que no sea demasiado caluroso, que esté cerquita y sea bonito... no podemos ir a otro lugar que a Euskadi, y como no conocemos Navarra en profundidad, decidimos que también será nuestro destino.
En un inicio, el viaje iba a ser de una semana o diez días, pero a medida que lo vamos planificando nos venimos arriba y finalmente acaba siendo un viaje de 17 días recorriendo esta parte del norte del país.
Optamos por casas rurales, hoteles rurales y algun hotel urbano, en los que acepten mascota, claro está.
La tarea resulta algo complicada pero finalmente conseguimos dormir en todos los puntos que queremos y la verdad que gratamente sorprendidos por la calidad de los alojamientos rurales en esta parte del mapa (solo conocíamos casas rurales catalanas y de Huesca, y la verdad que también super contentos).
La parte más compleja del viaje ha sido el tema de las comidas; con perro la cosa se complica muy mucho, obligándote a comer siempre en terrazas teniendo en cuenta el mal tiempo que suele hacer por ahí. Suerte que casi todas las terrazas disponen de toldos o estan semicerradas para evitar que los clientes se mojen, así que por ese punto bastante bien. Pero si juntas la necesidad de encontrar terraza cubierta en caso de mal día (más de la mitad de ellos) y que soy vegetariana... la cosa se complica muy mucho.
Todo y así, hemos conseguido desayunar, comer y cenar todos los días sin morir de hambre o desnutrición, ni mucho menos. Si se quiere, se puede
Remarcar que Navarra nos ha parecido mucho más asequible que Euskadi, donde los precios por alojarse y comer se disparan muy mucho, además de haber mucha más gente, con lo que más problemas para encontrar sitios para comer y aparcar, por ejemplo.
Nos llevamos una mini nevera de camping que no usamos ni un día (no hizo falta poner el agua a enfriar por ejemplo, el clima no lo pedía) y no fuimos transportando comida que precisara refrigeración.
Eso sí, el coche parecía una leonera entre nuestros bártulos y los de la perra, ¡la de cosas que hay que llevar para ella y ni pensamos!
Comentar también que al ir con perro, las visitas se limitan básicamente a espacios naturales y visitar pueblos y ciudades, pero sin visitar interiores monumentales, museos...
Dicho esto, empezamos con la faena....
En un inicio, el viaje iba a ser de una semana o diez días, pero a medida que lo vamos planificando nos venimos arriba y finalmente acaba siendo un viaje de 17 días recorriendo esta parte del norte del país.
Optamos por casas rurales, hoteles rurales y algun hotel urbano, en los que acepten mascota, claro está.
La tarea resulta algo complicada pero finalmente conseguimos dormir en todos los puntos que queremos y la verdad que gratamente sorprendidos por la calidad de los alojamientos rurales en esta parte del mapa (solo conocíamos casas rurales catalanas y de Huesca, y la verdad que también super contentos).
La parte más compleja del viaje ha sido el tema de las comidas; con perro la cosa se complica muy mucho, obligándote a comer siempre en terrazas teniendo en cuenta el mal tiempo que suele hacer por ahí. Suerte que casi todas las terrazas disponen de toldos o estan semicerradas para evitar que los clientes se mojen, así que por ese punto bastante bien. Pero si juntas la necesidad de encontrar terraza cubierta en caso de mal día (más de la mitad de ellos) y que soy vegetariana... la cosa se complica muy mucho.
Todo y así, hemos conseguido desayunar, comer y cenar todos los días sin morir de hambre o desnutrición, ni mucho menos. Si se quiere, se puede
Remarcar que Navarra nos ha parecido mucho más asequible que Euskadi, donde los precios por alojarse y comer se disparan muy mucho, además de haber mucha más gente, con lo que más problemas para encontrar sitios para comer y aparcar, por ejemplo.
Nos llevamos una mini nevera de camping que no usamos ni un día (no hizo falta poner el agua a enfriar por ejemplo, el clima no lo pedía) y no fuimos transportando comida que precisara refrigeración.
Eso sí, el coche parecía una leonera entre nuestros bártulos y los de la perra, ¡la de cosas que hay que llevar para ella y ni pensamos!
Comentar también que al ir con perro, las visitas se limitan básicamente a espacios naturales y visitar pueblos y ciudades, pero sin visitar interiores monumentales, museos...
Dicho esto, empezamos con la faena....