Última noche en Belmonte. Esta mañana he madrugado en condiciones. Me puse el despertador a las 10:00. ¡Cómo un campeón! De repente cuando estoy retozando en la cama, esos minutos que ya conocéis todos, he oído que se abría la puerta. La de la limpieza a las 10:30. Yo me he hecho el dormido. Ella ha debido ver mi pie colgando y ha vuelto a cerrar. ¡Irresponsable! ¿Y si no estoy durmiendo? ¿Y si estoy inconsciente porque me han violado? ¿Y si dos sádicas asturianas me tienen amordazado y abusando de mí? Por esta vez acertó y estaba vivo y haciéndome el dormido. Primera cosa que no había visto en ninguno de mis múltiples viajes: el desayuno del Hotel Las Cruces. No hay nadie. Pero al decir nadie no me refiero a huéspedes, no. Me refiero a nadie, ni de huéspedes, ni camareros, ni personal de hotel…NADIE. El día que entré me dijo Nieves: “Para el desayuno no hay hora. Tú te sirves lo que quieras es buffet” Pero claro es como si tuvieras en tu cocina dos cafeteras industriales, una cámara frigorífica, y toda la bollería industrial posible. O sea yo a las 10:30 de la mañana. Sólo en el salón. Poniéndome cafés como loco, cola caos, tés…etc. Me he bebido todos los zumos que había, naranja, piña, melocotón, pera, manzana, melón, sandía, chocolate, vainilla, arándanos, huevos pasados por agua. No había control. Era lo único que faltaba: condones. En la noche de ayer antes de dormí me hice un crocanti de lo que iba a ser el día de hoy: Cudillero, Tapia de Casariego, Taramundi, Playa de las Catedrales y Playa del Silencio. Y así lo he hecho. Cudillero ya lo había visto pero no me canso de verlo. Sigo pensando que es uno de los pueblos más bonitos que he visto después de Benidorm. Cervecita rápida y a Tapia. Un pueblo coqueto costero, con un pequeño puerto marítimo rodeado de restaurantes y bares.
Antes de comer me he dado un vuelta por el litoral que iba desde el puerto hasta las playas. He pasado por unas piscinas de agua salada. Sí, sí, no me miréis así. Están entre las rocas y lo han acondicionado de tal manera que la gente pueda disfrutar y relajarse en las saladas aguas del Mar Cantábrico. De hecho allí lo ponía en una placa que lo había hecho en el 2002 el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas Saladas del gobierno que por entonces presidía D. José María Aznar.
Un poco más adelante había otra placa diciendo que el alicatado y barandillas de madera para que los niños pesados no volarán piedras abajo, las había hecho el Ministerio de Barandillas y Alicatados del gobierno de D. José Luis Rodríguez. De regreso hacía el puerto para comer, porque este cuerpo aunque lo parezca no se alimenta solo de aire licuado, he ido pasando por delante de pequeños chalets y la mayoría tenían la puerta abierta y de muchos de ellos salía un agradable olor a comida. Pues allá que me he metido en uno de ellos: “¡Qué bien huele Jacinta!, ¿qué está haciendo?” “Pues mira hijo, un pulpo encebollado, y unos cachopos” “Pues me quedo a comer si no le importa” Costa, vacaciones, morro, jeta y todo lo que le queramos echar. Hoy en Callejeros Viajeros: Comer por la cara en Asturias. Evidentemente he comido en un restaurante, no me he atrevido a entrar en casa de Jacinta. Siguiente parada: Taramundi. Árboles, árboles y más árboles y de repente…¡zas!, el pueblo. A mí me ha parecido más bonito el paisaje que el pueblo en sí. El pueblo es un conglomerado de casas de pizarra y tiendas de navajas, que supongo que será por si los del pueblo de al lado les declara la guerra. Porque no pueden vender tantas y tantas navajas sinceramente. Después de visitar 64 tiendas de navajas, vi un cartel que ponía “Mazonovo. Museo del Molino” Y entre paréntesis decía que andando eran 400 metros, así que no me lo pensé dos veces y me fui a por el coche. Mazonovo me ha gustado mucho.
Es un museo donde como bien dice el cartel es del molino. La entrada cuesta la friolera de 3,90 € (sin copa), e incluye un video explicativo de cómo ha evolucionado el molino en la historia desde los molinos del antiguo Egipto, que eran manuales, hasta los molinillos de café actuales, pasando por los molinos de Don Quijote y la familia Molina.
Después del video explicativo pasas a ver dos tipos de molinos: el brasileño y el asiático. Os los explicaría pero lo vais a ver mucho mejor en Google o en la Wikipedia o en molinos.com. La visita merece la pena y os la recomiendo.
Mazonovo. Estaba petado de niños, no digo más. ¡¡Las 17:30!! La marea baja en la Playa de las Catedrales es a las 18:11.
Mi corcel negro cabalga hacia la playa. No sé si llego a la Playa de las Catedrales o a una manifestación del 1 de mayo. Había 5.343.382 personas en la playa en ese momento. Aparco el coche de lado sobre dos ruedas y salgo por el radiador. Hubiera preferido ir cuando hubiera marea alta porque seguro que hubiera estado más cómodo. Pero bueno, es lo que había y las figuras realizadas por la erosión del agua eran realmente espectaculares. Termino mi periplo por la playa y cuando me encamino a subir al parking, me encuentro lo nunca visto, tengo que hacer cola para salir. Menos mal que aún quedaba tiempo para la marea alta, porque no quiero imaginarme lo que debe ser eso cuando llegue la marea alta. El tsunami de Japón es un escupitajo comparado con eso. Ahí cada día tiene que morir gente y nadie se entera, estoy seguro.
Se los traga el mar y no deja ni rastro, seguro. Me pongo a salvo y con el sol cayendo me dirijo hacia la Playa del Silencio. Hay que llegar a un pueblo llamado Castañeras y una vez aparcado hay que bajar andando a la playa…. Una pendiente que se baja como si nada porque es muy inclinada (luego a la subida os lo digo). La playa es una pasada.
Poquísima gente (luego os lo diré también), un grupo de franceses, una pareja de gays, un fotógrafo, un pescador, una pareja con un dálmata y yo. Allí me quedo mirando el horizonte hipnotizado y porque tenía una paliza en el cuerpo que no podía hacer otra cosa. ¡Qué paz! ¡Qué tranquilidad! ¡Qué…”¡¡¡¡Mamá, una ola, una piedra, una concha…!!!” …. ….. ……… Lo dicho: ¡Qué paz! ¡Qué tranquilidad! ¡Qué…”perdona, ¿has visto una niña pequeña por aquí?” “¿Una niña que iba gritando todo lo que veía?” “Sí, sí, ¿la has visto?” “Sí, sí. Hará cosa de un minuto iba andando con una piedra de 30 kilos atada al pie y se dirigía hacia el horizonte. Donde se junta el cielo y el mar. De nada”. El sol ya estaba diciendo adiós, junto con la niña. Yo miré hacia arriba y solo veía escaleras. Al único que no entendí que hacía allí abajo era al pescador. No hay ríos, mares y playas a ras del suelo para pescar que te tienes que venir al sótano -5 de Asturias.
Acabo de llegar a Belmonte. Es de noche. Me he encontrado la factura encima de la cama y luego a la recepcionista donde he ido a cenar: “Víctor, te he dejado la factura en la cama”. Así que mañana me llevo todos los zumos para mi próximo hotel.