Tras una escapada muy cortita el año pasado a Bruselas y Flandes, este año hemos podido disfrutar de unos pocos días más, imprescindibles, puesto que el destino ha sido París. Una ciudad que nos recibió con un sol espléndido y que nos lo regalo igual prácticamente todos los días que duró nuestra estancia, menudo contraste con la visita a Brujas del año pasado totalmente pasada por agua.
Por fin, tras más de un mes de preparativos, donde lo fundamental fue encontrar un apartamento que nos gustará y sobre todo que, estuviera bien situado, salimos hacia la T2 del aeropuerto de Barajas, previo paso por el aparcamiento larga estancia de esta misma terminal que, igual que el de la T4 se mostró como un servicio útil y cómodo.
Por cierto que en el autobús que enlaza el aparcamiento con el aeropuerto me dí cuenta de que me había dejado las gafas de sol en el coche. Suerte que mi novia, como en tantas otras ocasiones, acudió presta al rescate y me regaló unas nuevas y preciosas con las que empezar el viaje.
El vuelo puntual y sin incidencias con Air France, donde por cierto te dan una pequeña colación compuesta de bocata (se puede repetir) y bebida, la verdad es que esto hace más llevadero el trayecto.
Un rato después aterrizábamos en la terminal F2 del aeropuerto Charles De Gaulle, tras recoger el equipaje un pequeño paseíto hasta la estación de ferrocarril donde compramos la tarjeta Navigo Decouverte para movernos durante la semana a la que, le pegamos la foto carnet que llevábamos (si a alguien se le olvida, junto a la oficina de la estación hay fotomatones), la tarjeta es válida de lunes a domingo, por lo que también adquirimos el billete combinado para ir del aeropuerto, en nuestro caso, a la estación de St. Michel de Notre Dame desde donde cogimos un taxi hasta la que sería nuestra casa en París.
El apartamento que hemos alquilado está en la Rue de Beaune casi esquina con el quai Voltaire, esto es: en la Rive Gauche justo enfrente del museo del Louvre, pegado al Pont Royal, a escasos metros del Pont del Carrousel y del musee D' Orsay. Desde nuestra ventana veíamos el Sena con los barquitos que lo navegan y el Louvre. La ubicación, en mi opinión, es muy buena, te permite ir andando a muchísimos sitios, toda la parte de Louvre, Las Tullerias, la Òpera, Boulevares, Les Halles, Le Marais etc por la rive droite y por supuesto a las islas de la cité y St. Louis para ver Notre Dame, toda la zona del quartier latín, Jardines de Luxemburgo, Montparnasse etc por el lado izquierdo. El barrio nos encantó, muy tranquilo, plagado de galerías de arte y con comercio tradicional que nos fue muy útil para comprar algunos víveres.
La ventana abierta era la nuestra.
Una vez arreglado todo el tema del alquiler con la cuñada de la dueña, nos lanzamos a la calle aprovechando los últimos rayos de sol de la tarde. El tiempo era estupendo, como lo fue durante los siete días que duró nuestra estancia. Por lo que nos comentaban, agosto había sido bastante lluvioso y en septiembre había mejorado.
Dada la cercanía lo primero que hicimos fue cruzar el Sena por el pont del carrousel y nos encontramos con el arco del mismo nombre, la explanada del Louvre y los jardines de las Tullerias. Devorábamos con los ojos todo lo que alcanzaba nuestra vista, felices de estar en París.
Se imponía el paseo por los jardines hasta llegar a la place de la Concorde con el majestuoso obelisco y su no menos elegantes fuentes.
La vuelta la hicimos por la ribera gauche del Sena, pasando por el mueo D`Orsay, del que solo hemos conocido eso su fachada pero que nos queda pendiente para un próximo viaje a París dedicado a los museos, puesto que en este apenas hemos dado una breve "pincelada" turística al Louvre.
Como ya se acercaba la hora de cenar hicimos escala en el restaurante la Fregate, en el nº 1 de la Rue du Bac,no me extiendo más sobre el mismo, porque tengo intención de hacer un anexo a este diario con los restaurantes visitados.
Y después un breve paseíto y a descansar a nuestro maravilloso apartamento que al día siguiente nos esperaba París.
Nuestro segundo día en París, y primero que pasaríamos completo, amaneció espléndido como prácticamente todos. Después de desayunar y hacer algunas compras, cabe decir que el barrio en que nos encontrábamos distrito 7 pegando con el 6 conserva muchas tiendas y comercio de sabor tradicional, algo que en Madrid, desgraciadamente prácticamente ha desaparecido. Compramos unas baguettes para acompañar al medio kilo de jamón ibérico envasado al vacío que nos habíamos traído desde España, unos tomates y algo de fruta.
Resuelta la intendencia, cruzamos a la Rive Droite por el pont Royal y nos encaminamos hacia la Òpera, antes pasamos por dorada estatua de Juana de Arco.
Continuamos nuestro paseo en dirección a la Ópera, haciendo una escala para degustar los primeros macarons del viaje en una de las famosas tiendas de Pierre Herme, aprovecho para comentar, que algunas tiendas de macarons y chocolates parecen auténticas joyerías de lujo.
Íbamos de sorpresa en sorpresa, contemplando todo lo bello que tienen las calles de París y finalmente llegamos a nuestro detino, la Ópera Garnier. No puede existir mejor lugar para escuchar ópera, porque el edificio, en su construcción es pura armonía, tanto el exterior como desde luego el interior,cualquiera de sus fachadas podría ser principal y merece un reportaje fotográfico por si solo, pero para no abusar de la imagen pondré solo dos fotografías, espero acertar y que le hagan justicia.
La fachada principal
El techo del patio de butacas con los polémicos frescos pintados por Chagall en los años 60 o 70
Y la magnifica escalera.
Tras la visita a la impresionante Ópera, nos dirigimos a las galerías Lafayette-Aquí dejo un par de fotos, de su cúpula
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y de las vistas desde la azotea
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en la foto se ve por supuesto, la Tour Eiffel, el tejado de la Madeleine y los de el Grand y Petite Palais. Tomamos un refresco y descansamos un poco, había tanta gente que costaba trabajo encontrar asiento, pero merece la pena subir.
Desde allí dimos un paseo por este barrio "Haussmann" visitando la Iglesia de la Madeleine yla place Vendomê en obras.
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A la carrera, todo lo rápido que permitía mi todavía, menisco en recuperación, nos dirigimos la Tour Eiffel a realizar nuestra primera visita, una visita guiada, eso sí en francés, tanto de la torre como de sus entresijos. Es bastante interesante, te enseñan el funcionamiento de los ascensores y toda la maquinaria, entras al bunker que se utilizo durante la guerra, te enseñan zonas que no ves en una visita normal y subes hasta la segunda planta con prioridad, esto es, sin esperar colas, que a primeros de septiembre y a las cuatro de la tarde aún son considerables
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Tras esta primera visita a la majestuosa estructura metálica , las fotos las voy a poner de la segunda que realizamos al día siguiente, cruzamos el puente que une la torre con el trocadero y dimos cuenta, felices y todavía embargados por la emoción de nuestra visita a la torre de los bocatas de jamoncito ibérico (que nos habíamos empaquetado al vacio) que iban a ser nuestro almuerzo este y la mayor parte de los días de nuestro viaje.
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Tras el reparador almuerzo, cogimos el RER C en la estación Champs de Mars Tour Eiffel y en unos minutos estábamos en la D'Orsay, a unos pasos de nuestro estupendo apartamento, antes de subir compramos una botellita de vino, Coca-Cola y alguna cosa más para tener algo en la nevera.
Tras una reparadora ducha, un rato después volvíamos a las calles de París, esta vez para cenar, elegimos un restaurante llamado Le Mesturet, situado en el 77 de la rue Riechelieu, por la zona de la Ópera Garnier. El restaurante es de cocina tradicional francesa, con un precio ajustado para lo que es París recuerdo que el steak tartar al menos lo cortaban a cuchillo, no como en la cena de la noche anterior en la Fregate. El servicio es atento y diligente, la comida es sencilla, sin grandes pretensiones, siendo las raciones, yo diría que, tirando a abundantes. Os adjunto el enlace a su página web y también recomiendo leer la opinión de Guarazoca sobre el mismo en Trip Advisor
www.lemesturet.com/
Después de la cena, y tras una pequeña escala para tomar un café nos volvimos andando, calle Richelieu abajo, hasta cruzar el sena a la altura del Louvre y recogernos en nuestro apartamento, que la vida de Turista es muy, pero que muy cansada.
Puede parece irónico, porque prácticamente finalizaba la etapa anterior con una visita a la Torre Eiffel y en este, nuestro segundo día completo en París, la visitábamos de nuevo, pero así fue Mientras preparaba el viaje desde España, no encontraba entradas para poder visitarla, así que, en previsión de que nos quedáramos sin ellas compramos la visita guiada descrita anteriormente. Finalmente la suerte nos sonrío y pudimos adquirirlas además para ver el atardecer desde lo más alto de la misma. Es una experiencia inolvidable y desde luego, desde aquí la recomiendo.
El día amaneció soleado, como todos de los que disfrutamos en París y tras desayunar en el Café Voltaire (muy bien por cierto) nos dirigimos andando siguiendo la rive gauche en dirección a Notre Dame contemplando algunas de las imágenes típicas de París, aunque yo, esta costumbre de colocar candados, (que ya han ocasionado en varias ocasiones que se caiga el soporte del puente donde los colocan) realmente no la entiendo, es igual que la de tirar monedas a fuentes, pozos etc, ahora cualquier elemento de estos, por humilde y poco interés artístico que tenga está plagadito de monedas en fin....
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Este agradable paseo por la orilla del Sena, con varias paradas en los distintos puentes
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En la foto se puede ver la Tour de Saint Jacques, el único vestigio que queda de esta iglesia, en nuestro viaje, el día que visitamos Les Halles y Le Marais, tuvimos ocasión de visitarla
nos llevó, hasta Notre Dame, donde había una cola impresionante para subir a las torres y la tarjeta musseun pass no te da privilegio de acceso, la verdad es que también había cola para entrar simplemente dentro de la catedral y, como no nos llamaba mucho la atención su interior, aprovechamos para hacer unas fotos de fuera
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De hecho, la fachada derecha, en mi opinión es mucho más bonita que la principal y nos fuimos a visitar la Conciergerie, con la mala suerte de que estaba cerrada el mes de septiembre y la Sainte Chapelle con su colorista y recargada decoración y esas espectaculares vidrieras.
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Así como fotografiar algún detalle del curioso suelo
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(Continuará)