Llegamos a Lisboa después de comer, el camino se hizo más largo de lo previsto (alguna carretera cortada). Fuimos directos al hotel (Hotel Sete Colinas muy buena relación calidad precio) para dejar el coche en el hotel e ir en metro al centro, muy buena opción pues conducir por el centro de Lisboa es una locura. En más de una ocasión pudimos ver como un tranvía averiado colapsaba totalmente el centro de la ciudad. De hecho este día queríamos ir en transporte público al barrio de Belem para tener una perspectiva nocturna pero los autobuses-tranvías quedaron totalmente parados.
Compramos una tarjeta de 24 horas en la misma boca de metro justo al lado del hotel para poder hacer uso del metro, tranvías (entre ellos el famoso 28) y los elevadores de la ciudad. La verdad que el precio lo encontré excesivo, 6€, pero si quieres tomar algún elevador y algún transporte público merece la pena, no recuerdo exactamente cuanto pedían por el elevador de Santa Justa, pero casi más que por el abono de 24 horas.
En cuanto llegamos al centro fuimos directos al elevador de Santa Justa, es un ascensor que une los barrios de la Baixa Pombalina y el Chiado, tuvimos que esperar un buen rato para subir pero las vistas desde arriba te daban una buena idea de la ciudad. Punto negativo: una vez estas arriba el mirador esta totalmente rodeado con una valla metálica que hace difícil tomar fotos, además si quieres subir más arriba tienes que pagar otros 2€, bastante abusivo.
Después nos dimos una vuelta por la plaza de Comercio y nos dirigimos a coger el 28, otro momento caótico (tal vez por ello la impresión que me dejo Lisboa no fue todo lo buena que esperaba), tuvimos que esperar más de 30 minutos para cogerlo, había un montón de gente esperando, y el panel informativo que ponía cuantos minutos le quedaban no era nada real. Tuvimos que esperar un segundo o tercer turno para entrar. Ojo en esta línea con el tema de carteristas. Al llegar a la catedral nos bajamos y decidimos dar una vuelta a pie por el barrio Alto.
Por cierto cenamos en un restaurante que vimos al azar, la verdad que la comida no me pareció nada excepcional en este viaje, tal vez fue cuestión de suerte no escoger mejores sitios.
Esta sin duda fue la parte del viaje que más me gustó. El entorno aquí es totalmente distinto, mucho más natural. Decidimos visitar el Palacio da Pena y Quinta da Regaleira. Nos dirigimos primero al palacio, llegamos antes de las 10 con lo que pudimos aparcar el coche en la zona que hay cerca de la entrada y que tiene plazas limitadas, un poco más tarde ya se vuelve difícil aparcar y no queda otra que dejarlo en la parte del pueblo y subir en autobús porque la subida tiene mucha pendiente y distancia. Además la taquilla estaba prácticamente despejada. El palacio es bastante grande y se tardan un par de horas perfectamente en recorrerlo, si además quieres ver la zona de las jardines se va la mañana entera, pero nosotros no teníamos tiempo así que nos fuimos dirección Quinta da Regaleira, unos jardines muy bonitos con cuevas y grutas, totalmente recomendable. Nos dieron más de las 3, pero por suerte encontramos un restaurante Buffet abierto y aunque la comida no era excelente la relación calidad-precio era buena, y difícilmente íbamos a encontrar otro sitio abierto a esa hora.
Después nos dimos una vuelta por la plaza de Sintra
Desde aquí fuimos a Mafra para ver su Palacio Nacional. Ya no daba tiempo a entrar dentro, así que nos conformamos con un café al lado de su plaza central (lo único que merecía la pena de esta ciudad). La verdad no merece la pena el desvío con tan poco tiempo.
Al llegar de vuelta a Lisboa aprovechamos para acercarnos al barrio de Belem, al que el día anterior no pudimos acercarnos en transporte público. Había mucho aparcamiento justo al lado del Monasterio. Hicimos unas fotos a este iluminado y fuimos hasta la Torre de Belem por el paseo marítimo pasando también por el monumento a los descubridores. A mi me gustó mucho esta visita nocturna, hicimos unas fotos muy chulas. Además cuando volvimos para ver la zona de día había mucha niebla, pero no nos supo tan mal después de nuestra primera visita.
Aprovechamos que era domingo para visitar este barrio de Lisboa ya que la entrada al Monasterio y la Torre son gratuitas, eso sí hay que madrugar si no queréis hacer unas colas bastante largas. Nosotros fuimos directamente en coche porque después queríamos dirigirnos a la costa. Al ir temprano pudimos aparcar en unos espacios habilitados cerca del monasterio (creo recordar que gratuitos). Después de la visita al Monasterio y para no perder mucho tiempo decidimos arriesgarnos y coger el coche hasta la Torre de Belem, nos costo encontrar aparcamiento pero por suerte logramos un hueco. Había mucha niebla y también mucha gente esperando para entrar, como apenas íbamos a poder disfrutar las vistas y ya habíamos visto la zona la segunda noche preferimos irnos ya para el siguiente punto del recorrido.
Hicimos una breve parada en Queluz, pues la pareja que venía con nosotros quería ver el palacio. Nosotros preferimos no entrar, el palacio por fuera estaba bastante dejado, por dentro parece que los jardines están bien conservados. Si no sois muy fans de este tipo de monumentos yo prescindiría de esta parada.
Cascais.
Terminamos viendo la puesta de sol en la Boca do Inferno.