Llegamos a última hora de la mañana. Nos alojamos en el Hotel Eurostars Ciudad de Córdoba ****, que está en la Avenida de Cádiz s/n. Está casi enfrente de otro hotel, el Hotel Oasis.
El hotel no está mal si llevas coche (en caso contrario ni os lo planteéis). Es justito para un cuatro estrellas, pero está limpio y con instalaciones correctas. La cama de matrimonio es muy muy grande. El desayuno demasiado sencillo (bollería y embutido escasos, zumo malísimo, para desayunar tostadas bien, y el café buenísimo porque tienen cafetera expresso). Nosotros pedimos una habitación silenciosa y nos dieron una en la última planta que daba a la parte de atrás, hacia el parking. Así evitas el ruido de la avenida principal, que tampoco tiene nada que ver. Eso sí, se escucha todo porque las paredes son de pladur. Aun así tuvimos suerte y casi no hubo ruidos, pero es un riesgo a asumir si se elige este hotel Eso sí, es un hotel con buen precio y se puede aparcar el coche al ladito del hotel sin problema (en una especie de descampado que se usa habitualmente como aparcamiento).
Para preparar el viaje os recomiendo que utilicéis la página web
www.turismodecordoba.org/ , sobre todo para tener horarios y precios actualizados.
Lo primero que hicimos fue ir hacia la zona de la Judería y visitamos:
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La Sinagoga, que es gratuita, por lo menos para españoles.
Antes de continuar nos fuimos a comer, y elegimos una Taberna, de la que habíamos visto varias recomendaciones, en la
Puerta Almodóvar. Y desde luego es un acierto ir (de hecho repetimos y fuimos a comer allí también el domingo). Se llama
Taberna Bravo: frecuentada por los lugareños, no sólo tiene un muy buen precio sino que además la comida es espectacular y el trato excelente. Eso sí, no tiene terraza. La terraza que hay al lado es de la Taberna Rubio, que por lo que vimos es más cara y seguramente más turística.
Los dos días comimos dos personas por menos de 30 euros:
El primer día pedimos, todo en ½ raciones: ensalada, croquetas de jamón, rabo de toro y cochifrito. De bebida agua. Un postre riquísimo: naranja con aceite y azúcar y un café. Todo muy bueno, sobre todo el rabo de toro y el cochifrito que están espectaculares y acompañados por unas patatas fritas muy ricas.
El segundo día pedimos, también en ½ raciones: ensalada, croquetas de morcilla, patatas al pelotón (que son como un revuelto con huevo y jamón) y japuta en adobo. Agua, una copita de tinto de la casa y el postre y el café igual que el primer día.
En definitiva, comida casera muy bien hecha a un precio muy económico. Y el trato recibido te hace sentir como en casa.
Después de comer fuimos a dar una vuelta por la Judería entrando a ver:
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La Casa Andalusí (precio 2,50 euros). Para mí es un gustazo poder visitar esta casa hispanomusulmana del siglo XII (por tanto antes de la Reconquista de la ciudad). Es un capricho, y se respira mucha paz entre mucha belleza. Tienen incluida en la visita una pequeña exposición dedicada a la fabricación del papel muy interesante. Merece la pena visitarla.
La Sinagoga y la Casa Andalusí están muy cerquita, en la calle Judíos, y entre medias está la
Casa de Sefarad que decidimos no ver, eso sí, nos dejaron asomarnos a ver su precioso patio a través de los cristales porque nos informaron que allí hacen espectáculos de música flamenca por 15 euros.
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Capilla Mudéjar de San Bartolomé (al ser festivo la entrada costaba 2 euros; la entrada normal son 1,50 euros). Es una pequeña capillita que utilizaron los cristianos tras el progom judío de 1390. Está cerca del Zoco, en la Calle Averroes. Yo creo que merece la pena entrar. Además había una chica (yo creo que estudiante) que te la enseña dando una interesante explicación.
El resto del día estuvimos paseando, en gran parte por la Judería. Pasear por Córdoba es un auténtico placer para los sentidos. Y además puedes pasar varias veces por el mismo sitio y siempre te fijarás en algún nuevo detalle. Estuvimos recorriendo el Zoco Municipal, la plaza Tiberiades con la escultura del filósofo y médico Maimónides, la plaza Maimónides (donde está el museo taurino), calle Deanes, la zona de la Mezquita, entrando a ver el Patio de los Naranjos, el antiguo
hospital de San Sebastián (actual Palacio de Congresos donde hay una oficina de turismo), calle Judería, Calleja del Pañuelo (cuyo ancho es el de un pañuelo),
Baños Árabes de Santa María (del siglo X) en la calle Velázquez Bosco…
Cenamos cerca de la Plaza Tendillas en el restaurante El Olmo en la Calle Historiador Díaz del Moral. Es un sitio de decoración moderna con buena atención. No es de los que más me gustó, pero tampoco está mal. Nos pedimos unas alcachofas a la montillana buenísimas. Si vais os recomiendo que las pidáis. Precio medio.
Lo primero que hicimos fue visitar la
Mezquita, que nos llevó toda la mañana. Yo recomiendo que cuando se visite se vaya pronto y se dedique toda la mañana para verla, es una auténtica joya. Al entrar se puede coger un tríptico con algunas explicaciones y un plano muy útil para ubicarse. Pero también recomiendo llevar alguna guía para poder sacarle más provecho.
Para comer fuimos a un restaurante en la calle Deanes que tenía menú del día bastante económico. Y esta es de esas veces en que puede decirse que lo barato sale caro. La comida malísima. Se llama Taberna La Tapa.
Por la tarde estuvimos paseando:
Calleja de las Flores (precioso callejón, patio y buenas vistas del Minarete -Torre Campanario- de la Mezquita),
Callejón de la Hoguera que une la calle Céspedes con la calle Deanes (este callejón encierra unas preciosas joyas, la mezquita de los andaluces y sobre todo la casa del pintor Miguel del Moral cuyo patio se puede ver a través de una pequeña ventana enrejada, es de cuento).
Volviendo sobre nuestros pasos disfrutando de nuevo del
Patio de los Naranjos entrando por la
Puerta del Perdón.
Si queréis disfrutar de unas bonitas vistas de la Mezquita desde una perspectiva nada frecuente, visitar la terraza del Hotel Balcón de Córdoba en la calle Encarnación, y así aprovecháis y podéis tomar algo, aunque podéis acceder sin necesidad de consumir. Seguimos por la Plaza Séneca en dirección hacia la Calle Cabezas, donde está la Casa de Luis de Góngora (hoy sala de exposiciones, donde se puede acceder al baño de forma gratuita, algo muy importante cuando llevas horas andando); tiene un hermoso patio donde relajarse con el sonido del agua de su fuente. En esta misma calle está la
Calleja de los Arquillos, lugar donde se desarrolla la leyenda de los Siete Infantes de Lara (visita imprescindible).
Continuamos el recorrido visitando el claustro abierto de la Iglesia de San Francisco y desde allí fuimos a la
Plaza del Potro (lugar de la Fonda famosa y sede del antiguo Hospital de la Caridad, hoy Museo de Bellas Artes.
Seguimos a la
Plaza de la Corredera, Barrio de Santa Marina (
Iglesia de Santa Marina, enfrente de esta iglesia está la plaza de los Condes de Priego donde se encuentra un
Monumento a Manolete, cerca está el Palacio de Viana, y un poco más arriba en la Plaza de la Lagunilla
un busto del matador). Imprescindible también es pasar a ver la
Plaza de los Capuchinos donde se encuentra el conocido como
Cristo de los Faroles. Al entrar en esta plaza se tiene la sensación de que cambias de época y se detiene el tiempo. Saliendo de esta plaza por un pequeño callejón se llega a la Cuesta del Bailío, uno de los rincones bonitos de esta ciudad.
Para cenar nos fuimos a uno de los restaurantes del que más habíamos oído hablar:
Casa El Pisto, en la Plaza de San Miguel. Al mirar la carta nos pareció un sitio de precio medio, por lo que si tiene calidad no nos importaba. La verdad es que la comida estuvo fabulosa, entre otras cosas nos comimos un flamenquín que estaba impresionante. La sorpresa viene cuando te traen la cuenta porque se pasan tres pueblos con lo que te cobran por el pan y otros extras. Por lo que si vais tener en cuenta que va a ser caro, y la atención no merece estos precios. Puede que esté mejor para ir solo a tomar algo a la barra, si bien siempre está hasta los topes.
Por la mañana fuimos a visitar el
Alcázar de los Reyes Cristianos, los
Baños del Alcázar Califal (que están enfrente), y el
Museo Taurino (ya que durante este mes era gratuito), de camino pasamos por la preciosa Casa de las Pavas, actual hotel Casa de las Juderías, donde nació Calderón de la Barca. Hay entradas conjuntas para visitar el Alcázar y los Baños, aunque esto no lo pone en los monumentos y tampoco lo vimos en la información de la Oficina de Turismo. Nos enteramos de casualidad al verlo regulado en una ordenanza municipal de Córdoba (Ordenanza Fiscal nº 411.-Tasa por visitas a museos, monumentos, exposiciones, Parque Zoológico y Ciudad de los/as Niños/as). Por separado la entrada al Alcázar cuesta 4,5 euros y la de los Baños 2,5 euros. Conjunta serían 5,50 euros.
Nosotros por falta de tiempo no entramos al Museo de Julio Romero de Torres, pero si tenéis previsto ir saber que también se puede meter como entrada conjunta con los anteriores monumentos.
Esta vez comimos en la
Taberna Rafaé que está en Calle Deanes, esquina a Calle Buen Pastor. Es 100% recomendable. Aunque no lo anuncian fuera tienen un menú del día por unos 10 euros, estupendo. Además la atención es muy buena y son muy rápidos. Aunque haya mucha gente y no veáis mesa libre entrar y preguntar porque tienen otro salón en la planta baja. Otro punto a favor es que si se os hace tarde para comer podéis ir aquí: vimos que cogieron gente para comer hasta las 16:15h.
Por la tarde nos fuimos a ver los
Patios del Palacio de Viana. Aquí tienen entrada para ver el Palacio y los Patios o entrada para ver sólo los Patios. Nosotros cogimos solo para ver los Patios (5 euros). Merece la pena, creo recordar que son 13 patios diferentes y con mucho encanto. Allí te dan un tríptico con el que se puede seguir perfectamente el recorrido. Al salir nos dimos otra vueltecita por la zona (por la calle Morales hasta la iglesia de Santa Marina, la plaza de los Condes de Priego y plaza de los Capuchinos al atardecer) y nos fuimos al Hotel para cambiarnos ya que por la noche teníamos previsto ir a la Vigilia a la Mezquita.
Si vais a Córdoba en Semana Santa os recomiendo que vayáis a la Vigilia que tiene lugar en la Mezquita. Aunque hay visitas nocturnas, ésta es una buena ocasión para poder pasar gratis a la Mezquita de noche (que es una experiencia única). Hay que tener en cuenta que la misa se hace en la parte destinada a la Catedral, pero por motivos de espacio se disponen sillas por fuera, lo que permite contemplar el bosque de columnas de la mezquita con una luz cenital muy evocadora.
Antes de ir a la Vigilia estuvimos cenando de tapeo en la
Taberna Deanes (en la calle Deanes, claro está) que es un sitio muy acogedor. Puedes cenar en el patio o en alguno de los saloncitos que tienen. Yo como soy muy taurina tuve el gusto de cenar en el Salón Manolete, lleno de fotografías del diestro. La atención muy buena, el vino tinto de la casa espectacular y muy buena la comida. Relación calidad-precio buena.