Originalmente, el viaje lo teníamos que hacer mi hermana y yo para ir al concierto de la gira actual de los U2 pero se fueron apuntando varios miembros de mi familia. Como suele suceder cuando tienes previsión de ir lugares con mucho tiempo de antelación, se fueron bajando del carro todos, al final nos quedamos otra vez mi hermana y yo. Lisboa era una ciudad que no nos atraía mucho, así que ese es el motivo por el sólo estuvimos sólo un día y medio en la ciudad.
Llegamos sobre las 14:00 del mediodía. Como los señores de vueling estaban perezosos en pagar tasas, nada de finger, así que nos tocó coger jardinera para llegar a la terminal. Una vez allí, y después de un tour por el aeropuerto llegamos a la estación de metro que está justo a la salida de la terminal. Allí es dónde puedes encontrar las máquinas para comprar la tarjeta viva viagem, con un funcionamiento parecido a la oyster del metro de Londres; vale 0,50 céntimos cada una(más luego el dinero que quieras cargar o comprar la tarjeta en modalidad de viajes ilimitados dentro de la red de metro, tranvia, buses excluyendo trenes) y tiene una vigencia de un año desde su compra. Total, que entre pitos y flautas llegamos al hotel a eso de las 15:20. Nos dio tiempo de dejar las maletas y ya irnos para comer y conocer la ciudad.
A eso de las cinco y con la barriga ya llena, Lisboa nos esperaba. Comimos en la Praça Restauradores, así que en un pis pas llegamos a la Praça Rossio, auténtico centro neurálgico de la ciudad, admirando antes la magnífica fachada de la estación de trenes de rossio.
De allí nos acercamos hasta el famosísimo Elevador de Santa Justa obra de Raoul Mesnier de Ponsard y que une los barrios de Baixa Pombalina y Chiado. El elevador comunica con el convento do Carmo y el Museu Arqueológico do Carmo. Subida y bajada con acceso al mirador cuesta 5,15 euros(1,5 euros si sólo quieres subir al mirador del elevador); debido a su limitada capacidad se organizan unas colas considerables, por lo que tienes que escoger bien cuando subir. Nosotros decidimos no cogerlo y subir hasta el convento por las calles del barrio y nos acercamos a la pasarela del elevador, con unas magníficas vistas también de la ciudad. Después de las fotos de rigor, ya nos dirigimos hacia el Convento do Carmo. Más bien nos dirigimos a las ruinas del convento, puesto que fue destruido por el terremoto que destrozo la ciudad en 1755. Hoy es la sede del museo arqueológico. La entrada cuesta 8 euros, pero al ir con el cohete en el culo para ver cuantas más cosas mejor, sólo estuvimos en lo que queda del convento, al museo propiamente no entramos.
Seguimos callejeando, hasta acercarnos hasta A brasileira una de las cafeterías con más solera de Lisboa y en dónde, justo enfrente de ella se encuentra la escultura del escritor Fernando Pessoa(que si no estoy equivocado, la cafetería no era una de sus favoritas pero en fin). Justo al lado de la cafetería se encuentra la Praça Luis de Camôes, dedicada a uno de los poetas portugueses más conocido; la plaza no es muy grande y estaba a reventar de gente por lo que no pudimos hacer fotos decentes. Después de eso, nos fuimos a buscar el ascensor da Bica; este, es uno de los tres ascensores más conocidos de Lisboa junto con el de Gloria y el de Lavra(se les llama ascensores, pero son como funiculares que salvan el enorme desnivel que hay por lo general en la ciudad. El de Gloria tiene su inicio en la Praça Restauradores pero no le hicimos mucho caso). El viaje de ida y vuelta cuesta 3,70 euros, con la posibilidad de hacer sólo el trayecto de subida, y aprovechar el viaje de vuelta en otro ascensor incluso otro día). De todas maneras, nosotros decidimos que no pagábamos los 3,70 euros, así que lo que hicimos es acercarnos directamente hasta la parada de arriba del ascensor y luego bajar caminando, son apenas 200 metros.
Nos dirigimos ya hacía la estación de Casi do Sobré para coger el metro y bajarnos en la parada de Martim Moniz para acercarnos al Miradouro da Graça, que tiene por nombre oficial Sophia de Mello Breyner Andresen para ver el atardecer lisboeta. Hay un bar con una zona muy amplia dónde sentarse, por lo que es uno de los miradores con más ambiente de la ciudad. Las vistas son impagables, sobretodo del Castelo de Sao Jorge y los barrios de Alfama y la Baixa, y ver como se van iluminando los edificios es muy bonito. Después de un buen rato disfrutando de las vistas y haciendo alguna que otra foto, ya nos dirigimos hacia el hotel ya que el cansancio empezaba a aflorar. Mañana sería otro día.
Nos despertamos prontito ya que hoy queríamos acercarnos a la zona de Belem para visitar su famoso monasterio y su torre. Después de desayunar, otra vez para el metro y a dirigirnos hacía la Praça de Figueira desde dónde tiene su principio y final el Tramvia 15 que es el que llega hasta Belem; lo quisimos coger allí, porque al ser un trayecto un poco largo, las posibilidades de hacerlo sentado aumentaban(como así fue). Después de casi media hora de trayecto nos bajamos en la parada del Mosteiro dos Jeronimos. Justo unos metros antes de la parada ya pudimos ver el local dónde nacieron los famosos Pasteis da Belem pero ahora no había tiempo de deleitarnos con los dulces. El monasterio abre a las 10:00 de la mañana, y ya desde primera hora se forman colas de gente para entrar(actualmente, o no se si fue una cosa accidental, no se pueden comprar las entradas online). El billete de acceso al claustro del monasterio cuesta diez euros(visitar la capilla mayor es gratis pero la cierran cuando se celebran oficios. Existe también un billete combinado del monasterio con el museo nacional de arqueología por 12 euros; creo pero no lo puedo afirmar con seguridad, que si compras el combinado, y empiezas por el museo luego no tienes que hacer colas para entrar en el monasterio, o por lo menos, es lo que me pareció que le comentaban a un turista chino). Después de una hora y cuarto tostándonos al sol, que aunque fueran las 09:30 cuando llegamos ya le daba de valiente, entramos. Que os puedo decir del monasterio que no sepáis o no hayais leído muchos, pues que es una auténtica maravilla, y que al entrar te quedas sin respiración. Es el máximo exponente, junto con la Torre de Belem, del estilo manuelino, variación portuguesa del arte gótico final y fue proclamado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1983. Estuvimos un buen rato gozando de sus maravillas. Ya después nos dirigimos hacia la capilla mayor, que también es muy bonita y en dónde están enterrados varios monarcas portugueses, así como también la del navegante Vasco de Gama. La verdad es que no pudimos gozar mucho de la capilla puesto que a los cinco minutos empezó la misa de mediodía y nos echaron.
Nuestros pasos se dirigieron hacía el Monumento Aos Descobrimentos, conocido popularmente como Padrao Dos Descobrimentos. Queda justo enfrente del monasterio, con sus 52 metros de alto es casi imposible no verlo. Tiene forma de carabela con la figura de Enrique el Navegante al frente en proa y en los dos lados, lo que sería babor y estribor, se encuentran las estatuas de personajes portugueses relacionados con el poder marítimo de Portugal, tales como Vasco da Gama o Fernando de Magallanes. Desde allí, tienes unas muy buenas vistas del puente 25 de Abril, y también desde aquí hasta la Torre de Belem tienes un agradable paseo de no más de 15 minutos por las orillas del río Tajo. La Torre, como ya he dicho, de estilo manuelino es una antigua construcción de tipo militar que servía para proteger el estuario del río Tajo. La entrada de adultos cuesta 6 euros pero nosotros no entramos y también hay muchas colas para visitarla. Ya después de acercarnos hasta la torre y hacer las fotos de rigor, iniciamos el camino de vuelta hacia el centro de Lisboa.
Cogimos de vuelta el tranvia 15 pero ésta vez sí paramos para comprar algunos Pasteis de Belem; si os gusta la crema os van a encantar!!! Estaban recién hechos y, aunque casi eran las 13:15 de la tarde, nos los comimos como si de un aperitivo se tratase y con un gusto!!!! A diferencia del tranvia 28 en el que todos sus coches son los antiguos coches, el tranvia 15 tiene ya muchos coches modernos y articulados, pero al volver a la parada, sorpresa!!!!! Nos llegó un convoy del número 15 de los antiguos, así que eso le añadió su gracia al viaje de vuelta. A eso de las 14:00 llegamos al final de trayecto y ya nos dirigimos hacía el restaurante en el que queríamos comer, y del que muchos habláis en el foro, el restaurante O marquès; problema, la mayoría de restaurantes, o almenos los que no son tan turísticos, cierran en domingo. Así que tuvimos que improvisar. Al final fuimos a parar a la Casa Do Alentejo, centro cultural de esa zona de Portugal, situado en un edificio con un patio de estilo morisco bien peculiar, en el que se estaban celebrando diversos bailes y había mucho ambiente. La comida sin ser espectacular estuvo bien, como mínimo conseguimos probar el bacalao que estaba buenísimo!!.
Con el estómago lleno y un sol de justicia, nuestro siguiente objetivo era el mirador de Santa Luzia, en el barrio de Alfama y uno de los más bonitos que hay con su decoración de azulejos y sus buganvíleas, es uno de los miradores con más bullicio de la ciudad. El mirador queda a menos de cinco minutos arriba de la Catedral de Lisboa o la Catedral de Sé, que sinceramente no me gustó nada. Tiene una fachada de los más normalillo y encima llena de los tuk tuk turísticos que tanto abundan en la ciudad todavía la afean más, y un interior de lo más anodino. Así que en menos que canta un gallo nos plantamos en el mirador. Quizás las vistas son mejores en el mirador de Portas Do Sol que queda justo al lado, pero el de Santa Luzia tiene muchísimo más encanto.
Y Así sin más, nuestro periplo por la ciudad terminó, nos fuimos al hotel a descansar un rato antes del concierto de U2. Y si me permitís, ya que estamos...