El viaje a Badajoz empezó con la llegada en un vuelo de Binter a su Aeropuerto.
He estado en muchos aeropuertos, incluso muy perdidos, pero no recuerdo haberme encontrado en la situación de tener si o si que coger un taxi para ir a la ciudad.
Es increíble que en España todavía haya aeropuertos sin una conexión, aunque sea con un minibús que esté solo cuando llegan o salen los pocos aviones que se paran aquí.
El coste del taxi, 24€ es prácticamente una tarifa estándar.
Llegué a la ciudad en casi media hora. Día caluroso, a pesar de estar en abril.
Después de dejar la mochila, me fui a pasear por la ciudad. Tenía poco más de media jornada para visitar lo más importante que ofrecía este lugar.
Por las calles casi no había gente. Son calles bastante típicas del sur de España, con una arquitectura parecida a la de Andalucía.
Me fui paseando hasta la Plaza de España, donde está la Catedral de San Juan Bautista.
Es una Catedral del siglo XIII, de estilo gótico tardío. Lo peculiar es su Torre de planta cuadrada robusta, con aspecto de torre defensiva más que a campanario.
Desde la plaza de España me fui caminando a través de las estrechas calles hacia la Plaza Alta, la plaza más importante de Badajoz.
La Plaza Alta está por debajo de la gran muralla. Es una plaza muy amplia cerrada por edificios con fachada de colores, construidos entre los siglos XV y XVII.
Esta plaza fue el corazón de Badajoz. Se usaba como mercado, celebraciones, encuentros...
Aquí me paré a comer. Era el sitio ideal, una plaza emblemática, bien cuidada y además con muy poca gente. Un sitio ideal para contemplar su belleza y comer al mismo tiempo.
Después de un buen almuerzo, entré en la Alcazaba de Badajoz.
Una de las entradas está justo al lado de la Plaza Alta, la Puerta del Capitel.
La Alcazaba conserva prácticamente solo la muralla.
La Alcazaba es uno de los más grandes de Europa como extensión, fue construida en el siglo IX por los musulmanes.
Pasear por lo alto de sus muros es una experiencia muy bonita.
Desde aquí se ve el valle, el río Guadiana con el puente medieval que lo cruza, el Puente de Palmas.
Paseando por lo alto de la muralla se llega a la Torre Espantaperros.
Su nombre se debe a una leyenda que cuenta que el sonido de sus campanas asustaba a los animales.
La Torre se construyó en el siglo XII y se parece un poco a la Giralda de Sevilla, aunque más pequeña.
Rodeando la Torre se llega a los Jardines de La Galera, bonito para pararse a descansar y tomar un poco de aire fresco.
Su nombre viene del palacio, que ahora ya no existe, Palacio de La Galera (construido en época islámica), que se usó como prisión femenina.
De Badajoz, no quedaba mucho más que ver.
Aprovechando que tenía que ir a comprar los billetes de tren para visitar Mérida al día siguiente, bajé en la parte baja de la ciudad.
Aquí crucé la Puerta de Palmas, donde dos torres redondas flanquean un arco de estilo renacentista del siglo XVI.
La Puerta de Palmas se ha vuelto un bonito monumento que sirve de rotonda separa tráfico.
Sigue siendo una de las entradas de la ciudad y justo en frente está el río Guadiana y el Puente de Palmas.
El Puente de Palmas es un puente medieval construido en el siglo XVI. Ha sido un puente estratégico en las guerras entre España y Portugal.
Su longitud es de 500 metros y hoy en día es un puente peatonal usado por los lugareños para dar sus paseos. Además es el acceso más directo, caminando, para llegar a la estación de trenes.
Al llegar a la estación compré los billetes para visitar Mérida al día siguiente.
Y como último plan, me fui a tomar una cerveza en la Plaza de la Soledad, una de las plazas más antiguas de la ciudad.
Aquí se encuentra un curioso edificio, La Giraldilla. Es un edificio construido en 1935, en un estilo que reinterpreta la Giralda de Sevilla. Nació como edificio comercial, pero hoy en día es uno de los símbolos de Badajoz.
Después del paseo bonito, una buena cena y a descansar.
Llegué a Mérida en tren desde Badajoz, con muchas ganas de conocer esta ciudad con un pasado histórico de la época romana.
La estación está muy cerca del centro, con 5 minutos caminando ya estaba rodeado de monumentos romanos. Me sorprendió desde que bajé del tren, el fuerte olor a flores de azahar. Será un olor que volveré a asociar a este lugar.
Llegué a mediodía, así que dejé mi mochila en el Hostal y salí con ganas de conocer más sobre la historia de Mérida, o mejor, de Augusta Emerita, fundada por el emperador Augusto en el año 25 a.C. que decidió construir esta colonia para soldados retirados.
Augusta Emerita, fue capital de Lusitania y se convirtió en una ciudad monumental, con teatros, anfiteatros, foros, termas, templos y villas de nobles romanos.
Fue tan importante que se mantuvo tras la caída del Imperio Romano siguiendo siendo importante en la época visigoda y musulmana.
Para visitar al conjunto de los monumentos histórico es aconsejable comprar el Bono que los incluye todos. El coste es de 17€ y no tiene fecha de caducidad.
Lo primero que visité, fue el
Templo de Diana, estaba solo a 30 metros del Hostal.
Es un templo posiblemente dedicado al culto imperial del siglo I a.C. y no a la diosa Diana.
Lo curioso es que en su interior el Conde de los Corbos, en el siglo XVI construyó un palacio.
Ver la combinación entre el estilo corintio de las columnas del templo con el estilo renacentista del pequeño palacio es muy extraño. Se parece un poco a un injerto, es como una escenografía de un teatro en un contexto histórico incoherente.
Dentro del Palacio del Conde Corbos hay una exposición de restos romanos, y desde el balcón se ve el Templo de Diana desde el interior.
Después del templo, me dirigí hacia la Alcazaba musulmana.
Del
Alcazaba quedan prácticamente solo los muros exteriores. Lo construyeron los musulmanes en el 835 d.C. y es una de las alcazabas más antigua de la península Ibérica.
En su interior hay un aljibe muy interesante para visitar. Es pequeño, pero para verlo hay que recorrer un túnel bajo tierra hasta llegar a él. Una ventana lo ilumina creando unos reflejos muy bonitos.
El alcazaba está a la orilla del río Guadiana y justo afuera de los muros está el impresionante
Puente Romano.
Es uno de lo más largos de la época romana, tiene una longitud de más de 700 metros, con más de 60 arcos que lo sostienen. Es increíble pensar cómo este puente ha sobrevivido tanto tiempo sin que ni una guerra o inundación lo haya quebrado.
Desde el Puente Romano y la Alcazaba me dirigí al lugar más importante y visitado de la ciudad, El
Teatro y Anfiteatro Romano.
Cuando entras en el complejo un camino marcado te lleva primero al
Anfiteatro Romano.
Se construyó posteriormente al Teatro, en el año 8 a.C. y está justo al lado.
Tiene una estructura elíptica en tres niveles y tenía capacidad para 15.000 personas. Se hacían espectáculos de gladiadores, caza de fieras y eventos públicos con cargas simbólicas.
Cuando te sientas en las gradas y miras la arena puedes revivir la sensación de los espectadores durante los espectáculos. Aunque las gradas no son muy altas la sensación es única.
Desde el Anfiteatro se entra al
Teatro Romano.
Se construyó en torno al año 15 a.C. por orden del cónsul Marco Vipsanio Agripa, yerno de Augusto.
Tiene una estructura semicircular, con el gran escenario en el centro. Tenía capacidad para 6.000 personas. Tenía incluso un sistema de toldo para proteger del sol.
Se representaban, tragedias, comedias y sátiras.
Se quedó enterrado durante siglos, incluso se pensaba que era una colina natural.
Desde 1933 acoge el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, uno de los más antiguos del mundo.
Otro lugar interesante y que está en el mismo centro, es el
Foro Romano.
Está en la calle que lleva al Templo de Diana, no se puede entrar directamente, pero se ve perfectamente desde la calle que pasa al lado.
Si te diriges hacia el Acueducto de los Milagros tienes que pasar, por el
Arco de Trajano.
Posiblemente era un acceso a un espacio sagrado monumental.
En toda esta zona hay calles bonitas y bien cuidadas, con jardines y bares.
La Plaza de España es una plaza muy animada y un punto de encuentro, con restaurantes y bares.
Para visitar el
Acueducto de los Milagros hay que caminar hacia el exterior de la ciudad. Pero cuando llegues, te das cuenta de la magnitud y la belleza del lugar.
Está en un parque, donde la gente va a pasear y hacer picnics. Es increíble como esta impresionante obra arquitectónica haya sobrevivido a lo largo de los siglos. De hecho, se llama Acueducto de los Milagros, porque la gente decía que era un milagro que haya resistido. Y las construcciones de hoy en día si sobreviven más de 50 años es un milagro!
Otro lugar interesante para ver, pero que no es imprescindible es el
Circo Romano.
Hasta hace pocos año era un parque público, hoy es uno de los otros lugares del circuito turístico, y para entrar necesita el bono turístico. El Circo Romano es uno de los mejores conservados de España.
Una de las visitas imprescindibles son las Domus Romanas.
La
Casa del Mitreo se estima que se construyó entre el siglo I y II d.C.
Fue una domus romana de un personaje de la alta sociedad. Durante la visita del espacio puedes apreciar la estructura de la casa. La división de los espacios, el patio, los dormitorios, las cocinas. Pero las cosas más importantes son los restos de los mosaicos.
Uno de los más importantes es el Mosaico Cosmogónico, que representa la visión del universo en forma simbólica.
Me pareció curioso como en aquella época ponían los nombres escritos al lado de cada personaje. Además este mosaico está diseñado no para el espectador que entra en la habitación, sino para alguien que lo pueda admirar desde dentro, para alguien que habita el espacio. Un mosaico que representa algún ritual iniciático.
Desde la Casa del Mitreo se accede a las Tumbas del Columbario.
Es una Necrópolis romana, donde se pueden ver un par de Mausoleos y en el interior unos restos de dibujos de las personas muertas y unos nichos donde colocaban las urnas. Es interesante como desde aquella época se usaba mantener el recuerdo de los difuntos con una imagen.
Otra de las casa que no hay que perderse es la
Casa del Anfiteatro.
Construida alrededor del siglo I y II d.C. Fue la casa de alguien rico, con mucho poder. Estaba al lado del Anfiteatro Romano.
Tenía sistema de calefacción subterráneo. Varios patios y habitaciones. Los mosaicos son impresionantes también. Con figuras geométricas y mitológicas. En honor al amor, con Venus y Cupido. Otros con danzas que recuerdan los rituales de Baco.
Visitarla es una experiencia que te lleva en aquella época.
Y por último, hay que visitar el
Museo Nacional de Arte Romano.
La entrada cuesta 3€ y está fuera del bono arqueológico.
Aquí se reúnen los originales de las esculturas, mosaicos y objetos cotidianos de la cultura romana de Augusta Emerita.
En este último mosaico me llamó la atención como un símbolo con historia milenaria que representaba, buena suerte, eternidad, el movimiento del sol y el equilibrio cósmico; usado en la India, Grecia, Mediterráneo y hasta en la América precolombina, se quedó marcado de significados negativos por la mala apropiación de un dictador en nuestra época moderna. Uno de los símbolos más usados en la antigüedad se aniquiló desde hace solo un siglo por culpa de una persona.
Aquí termina mi recorrido por la cultura romana en España. Mérida me gustó mucho, y espero algún día poder ir a ver una obra teatral en el Teatro Romano.
En Mérida me quedé paseando tres días. Hay muchas cosas que ver, pero como siempre depende de cuanto tiempo quieras dedicar a cada cosa.
Con un tren volví a Badajoz y desde allí hacia el aeropuerto.
Si quieres saber más y ver más fotos este es mi blog
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