Todo surge cuando un compañero de clase, Mallorquín, que estaba estudiando aquí en Barcelona, nos invita a pasar unos días en la isla. Nos pusimos de acuerdo en las fechas que nos iban mejor, y al final acordamos ir del 12 al 15 de junio, justo al acabar exámenes.
El vuelo
Con una antelación aproximadamente de un mes antes del viaje, me puse a buscar vuelos, lo que encontré se nos iba bastante del presupuesto, hasta que me acorde de Ryanair, y efectivamente,
34€ ida y vuelta.
Salimos a las 11.20 de la T2 B de El Prat y volvimos a las 14.20.
Alojamiento
Pues como he comentado, fuimos a una casa perdida en el campo, a la cual se accedía por unos caminos de tierra, entre Palma y Manacor, a la altura de Algaida.
El primer día quedamos en el famoso caballo de la T2 B de El Prat, como no teniamos que embarcar ninguna maleta ya que llevábamos solo equipaje de mano, nos dirigimos directamente al control de seguridad, todo correcto.
Una vez en la puerta de embarque, el personal de Ryanair comenzó la típica inspección de equipaje de mano, por suerte ya veníamos preparados...
El avión puntual, vuelo corto de aproximadamente media hora.
Una vez allí, nos esperaba nuestro compañero Mallorquín, con su monovolumen, ya que eramos 6 en total. Nos dirigimos al super a acabar de hacer la compra que no le había dado tiempo y directos a la casa. Nos distribuimos por las diferentes habitaciones y todos a la terraza a comer. Este primer día teníamos comida hecha por su abuela, una especie de coca con escalivada, albondigas y como no, de postre ensaimada, todo riquísimo.
Acabamos de recoger la mesa y nos fuimos a la playa, al sur, cerca de Sa Rapita, una playa muy tranquila, quizás también por la hora, eran mas de las 17h, desde esta playa se veia al fondo el archipielago de Cabrera.
Volvimos a la casa, para la hora de cenar, nos apetecía barbacoa y nos pusimos manos a la obra, unos con la leña y el fuego, otros con la carne y otros con la música, para ambientar un poco!
Estábamos bastante cansados, ya que el día anterior habíamos estado en PortAventura y no habia descansado suficiente, así que esa noche nos quedamos en casa.
Como la noche anterior nos habíamos acostado pronto, aprovechamos levantándonos un poco antes para ir a Sant Elm.
Después de desayunar pusimos rumbo a Sant Elm, donde aparcamos el coche y seguimos a pie un camino que conocía nuestro compañero. Subiendo la montaña donde cada vez el camino se hacia mas y mas estrecho por fin llegamos a un punto donde se podía apreciar el paisaje y donde te dabas cuenta que valía la pena el esfuerzo y la hora y media de camino. Desde allí arriba se podía ver la Dragonera.
Allí arriba comimos unos bocadillos que habíamos preparado antes en casa y después de descansar un rato, volvimos nuestros pasos hasta Sant Elm, donde cambiamos las botas de montaña por las chanclas y el bañador y después de tomar una cervecita fresquita en una terraza nos fuimos a la playa, arena fina y agua cristalina y la gente justa.
Después de unas horas al sol (siempre con protección y precaución) y unos cuantos baños en esas maravillosas aguas no fuimos para casa, que ya se iba acercando la hora de cenar.
Ducha, cena y para Palma donde dimos una vuelta por la zona de la catedral, preciosa con esa iluminación, y acabamos tomando algo en un pub de la zona.